El edificio que se cae a pedazos

Es donde antes funcionaba la jefatura de la fuerza, en Rawson. Aún quedan ahí oficinas importantes de la fuerza. Y trabajan 80 empleados. Cumplieron un año sin energía eléctrica, no hay calefacción, clausuran oficinas y escaleras. Hubo un principio de incendio.Y hasta se llevaron los prontuarios.

20 JUL 2014 - 21:50 | Actualizado

En el edificio de la calle Pedro Martínez, en Rawson, donde antes funcionaba la Jefatura de Polícía, aún trabajan unos 80 empleados de la repartición. Algunos de ellos, con el uniforme de la fuerza. El edificio se cae a pedazos. Ayer, 20 de julio en coincidencia con el Día del Amigo, el lugar cumplió un año sin energía eléctrica. Por eso, la noche se hace más larga en su interior. Los empleados no saben cómo trabajar en un lugar donde aún funcionan sectores clave incluso para la comunidad. Por ejemplo, en el edificio de Pedro Martínez se otorgan los certificados de antecedentes que muchos ciudadanos necesitan incluso, para poder conseguir un trabajo.

“Hace poco hubo un cortocircuito en el lugar donde se entregan esos certificados y casi se prende fuego todo. Por eso, decidieron clausurarlo”, le contaron a Jornada. Entonces, los empleados fueron trasladados a otro lugar: ahora, los certificados de antecedentes se entregan en la cocina del edificio. Sí, en la cocina.

Pero hay más: la mayoría de los empleados policiales ingresan a las 8. Pero no pueden trabajar porque en las oficinas no se ve nada. En esta época la luz natural recién avanza sobre los vetustos ventiluces a partir de las 9,30. Recién entonces pueden comenzar sus tareas. Esto pasa en varias dependencias que funcionan en el lugar. Por ejemplo en la planta baja, en legajos. En ese lugar es donde están los antecedentes de todo el personal policial. Pero parece más la pieza de una casa en ruinas, que una oficina de la Policía de la provincia.

Los empleados ponen toda la voluntad que pueden: Jornada vio cómo en algunas oficinas traen desde sus casas luces de emergencia, las colocan sobre los escritorios y así trabajan. Tampoco funcionan todas las computadoras como consecuencia de la falta de energía eléctrica que como quedó dicho, está cortada desde hace un año. Todo comenzó cuando la gran tormenta del 19 de julio del año pasado derribó un árbol y una palma de luz que cayeron sobre el edificio.

Eso provocó un desperfecto que nunca se pudo arreglar. Además, las instalaciones son vetustas y nadie quiere “meter mano”. Los técnicos de la Cooperativa de Servicios Públicos fueron varias veces al edificio pero no pudieron solucionar nada. Tampoco personal de Obras Públicas que según testigos “se fueron espantados”.

Hay algunos sectores del edificio que cuentan con energía. Pero no porque los problemas se hayan solucionado: están “colgados” de un edificio lindero. Sí, la policía se “cuelga” para poder poner en funcionamiento algunas dependencias. Si esto lo hace algún vecino se lo denomina “instalación clandestina”. Y es penado.

“Acá por la mañana temprano, no nos saludamos porque no nos vemos. A veces nos tanteamos”, dijo en un tono tragicómico un empleado de la fuerza. Nadie sabe lo que va a pasar más adelante porque según muchas fuentes consultadas por Jornada “este edificio está olvidado”. Pero lo realmente preocupante es que allí todavía funcionan dependencias de vital importancia. No sólo para la policía sino para toda la comunidad.

Los empleados deben desarrollar sus funciones en condiciones deplorables. Por ejemplo, en la parte alta hay muchas oficinas clausuradas. Y también deberían clausurar las escaleras: hubo varios accidentes (aunque menores afortunadamente) por el estado en que se encuentran. “Parece un episodio de dibujos animados. Pisás un escalón y se desprende”, aseguran. En otras oficinas es imposible trabajar porque no hay calefacción y en esta época el frío se hace sentir. Y mucho. Pero, en el verano ocurre a la inversa: el calor es insoportable.

Recién hace pocas semanas lograron que el conmutador funcione aunque a medias. La cosa es así: la persona que está en la recepción recibe una llamada del exterior. Le dice al que llama que espere. Entonces habla por un interno para ubicar al que recibe la llamada. Una vez que lo ubica, debe acercarse a la mesa de entrada para poder hablar. Toda una odisea. “Y esto no es nada. Antes había que buscarlo por todo el edificio porque ni los internos funcionaban”.

Lo cierto es que el edificio de la calle Pedro Martínez, donde alguna vez funcionó la jefatura de la fuerza y en cuyo ingreso se hacían los actos, hoy es una vergüenza. La frase “se cae a pedazos” no le viene nada mal. Por el contrario: es una pincelada de la realidad.#

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20 JUL 2014 - 21:50

En el edificio de la calle Pedro Martínez, en Rawson, donde antes funcionaba la Jefatura de Polícía, aún trabajan unos 80 empleados de la repartición. Algunos de ellos, con el uniforme de la fuerza. El edificio se cae a pedazos. Ayer, 20 de julio en coincidencia con el Día del Amigo, el lugar cumplió un año sin energía eléctrica. Por eso, la noche se hace más larga en su interior. Los empleados no saben cómo trabajar en un lugar donde aún funcionan sectores clave incluso para la comunidad. Por ejemplo, en el edificio de Pedro Martínez se otorgan los certificados de antecedentes que muchos ciudadanos necesitan incluso, para poder conseguir un trabajo.

“Hace poco hubo un cortocircuito en el lugar donde se entregan esos certificados y casi se prende fuego todo. Por eso, decidieron clausurarlo”, le contaron a Jornada. Entonces, los empleados fueron trasladados a otro lugar: ahora, los certificados de antecedentes se entregan en la cocina del edificio. Sí, en la cocina.

Pero hay más: la mayoría de los empleados policiales ingresan a las 8. Pero no pueden trabajar porque en las oficinas no se ve nada. En esta época la luz natural recién avanza sobre los vetustos ventiluces a partir de las 9,30. Recién entonces pueden comenzar sus tareas. Esto pasa en varias dependencias que funcionan en el lugar. Por ejemplo en la planta baja, en legajos. En ese lugar es donde están los antecedentes de todo el personal policial. Pero parece más la pieza de una casa en ruinas, que una oficina de la Policía de la provincia.

Los empleados ponen toda la voluntad que pueden: Jornada vio cómo en algunas oficinas traen desde sus casas luces de emergencia, las colocan sobre los escritorios y así trabajan. Tampoco funcionan todas las computadoras como consecuencia de la falta de energía eléctrica que como quedó dicho, está cortada desde hace un año. Todo comenzó cuando la gran tormenta del 19 de julio del año pasado derribó un árbol y una palma de luz que cayeron sobre el edificio.

Eso provocó un desperfecto que nunca se pudo arreglar. Además, las instalaciones son vetustas y nadie quiere “meter mano”. Los técnicos de la Cooperativa de Servicios Públicos fueron varias veces al edificio pero no pudieron solucionar nada. Tampoco personal de Obras Públicas que según testigos “se fueron espantados”.

Hay algunos sectores del edificio que cuentan con energía. Pero no porque los problemas se hayan solucionado: están “colgados” de un edificio lindero. Sí, la policía se “cuelga” para poder poner en funcionamiento algunas dependencias. Si esto lo hace algún vecino se lo denomina “instalación clandestina”. Y es penado.

“Acá por la mañana temprano, no nos saludamos porque no nos vemos. A veces nos tanteamos”, dijo en un tono tragicómico un empleado de la fuerza. Nadie sabe lo que va a pasar más adelante porque según muchas fuentes consultadas por Jornada “este edificio está olvidado”. Pero lo realmente preocupante es que allí todavía funcionan dependencias de vital importancia. No sólo para la policía sino para toda la comunidad.

Los empleados deben desarrollar sus funciones en condiciones deplorables. Por ejemplo, en la parte alta hay muchas oficinas clausuradas. Y también deberían clausurar las escaleras: hubo varios accidentes (aunque menores afortunadamente) por el estado en que se encuentran. “Parece un episodio de dibujos animados. Pisás un escalón y se desprende”, aseguran. En otras oficinas es imposible trabajar porque no hay calefacción y en esta época el frío se hace sentir. Y mucho. Pero, en el verano ocurre a la inversa: el calor es insoportable.

Recién hace pocas semanas lograron que el conmutador funcione aunque a medias. La cosa es así: la persona que está en la recepción recibe una llamada del exterior. Le dice al que llama que espere. Entonces habla por un interno para ubicar al que recibe la llamada. Una vez que lo ubica, debe acercarse a la mesa de entrada para poder hablar. Toda una odisea. “Y esto no es nada. Antes había que buscarlo por todo el edificio porque ni los internos funcionaban”.

Lo cierto es que el edificio de la calle Pedro Martínez, donde alguna vez funcionó la jefatura de la fuerza y en cuyo ingreso se hacían los actos, hoy es una vergüenza. La frase “se cae a pedazos” no le viene nada mal. Por el contrario: es una pincelada de la realidad.#


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