Farmacia Molina cumple cien años en Trelew

Eduardo Molina, habló con Jornada sobre el centenario de vida de la “Oficina de Farmacia”. Es la historia de una familia de farmacéuticos que supo tener farmacias en Comodoro, Esquel, Bariloche y Rawson. El Concejo Deliberante declaró de Interés Municipal el Aniversario.

01 AGO 2014 - 21:28 | Actualizado

Según la tesis de Eric Hobsbawm, el siglo XX comenzó en 1914, con el inicio de la primera guerra mundial y duró hasta 1991, año del derrumbe y desmembración de la Unión Soviética.

Cuando aquel siglo XX comenzaba, nació en Trelew, el 2 de agosto de 1914, la Farmacia Molina. Esta “Oficina de Farmacia” sobrevivió al siglo XX y llegó al siglo XXI sin haberse entregado a la finitud con la que el tiempo castiga los esfuerzos humanos.

Ramón Molina, protagonista inicial de esta historia, fue además de farmacéutico y fundador de la casa que hoy cumple 100 años de historia, un hombre de reconocida labor social. Fue concejal en la década del 1920, presidente de la Sociedad Española, y también muy amigo de José María Borrero, un abogado de Salamanca que escribió el libro la “Patagonia Trágica”.

En la tarea de farmacéutico al frente de la Farmacia Molina le sucedió su hijo, Armando Molina, que siguiendo las formas y costumbres familiares, le entregó la posta a la siguiente generación de farmacéuticos de la casa. Jornada habló con Eduardo Molina, el actual propietario la farmacia centenaria que gustosamente accedió a contar detalles de una existencia que es parte de la historia misma de la ciudad de Trelew.

- ¿Qué significa este acontecimiento para usted?

- Más que un hecho profesional, es un hecho familiar y es indicativo de lo que siente la familia por el país y especialmente por la Patagonia. Mi abuelo llegó en el año 1913 a la Argentina y se vino para la Patagonia en el año 1914. Fue entonces que funda esta farmacia.

- ¿Cómo se inicia esta historia de cien años de la farmacia Molina?

Mi abuelo funda esta farmacia a instancias y empujado, de alguna manera, por Agustín Pujol.

Pujol era un catalán que vivía acá en la zona y que hizo varias cosas y no solo fue un muy importante comerciante de Trelew, sino también hacedor del Touring Club y otros importantes edificios como el Palacio Pujol en Puerto Madryn, el Museo entre otros. Pujol se entera que en un barco de La Anónima que iba para el sur, iba un farmacéutico, que era mi abuelo.

Es entonces que Agustín Pujol lo insta a bajarse del barco y a instalar una farmacia en Trelew.

Por entonces, Trelew era una localidad importante del Valle donde había una colonia importante de españoles, además de galeses e italianos. Mi abuelo funda la farmacia el 2 de agosto de 1914.

- ¿Siempre estuvo en este lugar?

- Originalmente estuvo enfrente de donde estamos ahora. Luego, por un tiempo estuvo sobre la 25 de Mayo, donde hasta no hace mucho tiempo estuvo el local de Aerolíneas Argentinas.

Y hace unos setenta años aproximadamente se trasladó a Fontana 345, que es donde estamos ahora.

- La farmacia ha atravesado muchos cambios a lo largo de su historia. ¿Cuáles han sido los más relevantes?

- La Farmacia ha tenido un desarrollo y una evolución marcada por los cambios en la profesión, como así también por los cambios que se fueron dando en la ciudad.

La profesión farmacéutico en la época de mi abuelo, se apoyaba en los preparados magistrales. Es decir que, en aquellas épocas el hacedor del medicamento era el farmacéutico. Nosotros, cuando estábamos en la facultad nos enseñaban que la labor del farmacéutico era mezcla de arte y de ciencia.

La forma en que trabajaba una farmacia a principios de siglo, era la siguiente: el médico le daba al paciente una prescripción que llevaba al farmacéutico y mientras esperaba en el salón de ventas de la farmacia, el farmacéutico le prepara el medicamento.

En la actualidad tenemos algunos elementos con los que se trabajaba por aquellos años.

Los tenemos en exhibición como, por ejemplo, los moldes para hacer cápsulas, supositorios, pilones, morteros, una balanza granataria, que se usa para poner los gramos de los preparados.

Hay, entre las piezas antiguas, hojas de pedidos, pastilla del doctor Andreu, y otras cositas. También están las placas de Farmacéuticos de Ramón Molina, mi abuelo, de Armando Molina, mi padre y la mía, que son obligaciones de la profesión. Pese a los avatares de la economía que hemos sufrido en todos estos años, hemos mantenido la fisonomía de la parte interna de la Farmacia.

Están todos estos muebles de roble alemán de fin del siglo XIX y que hoy son nuestro orgullo haberla mantenido como era cuando se construyó el edificio.

Hoy la farmacia trabaja normalmente como cualquier otra farmacia. Atendemos obras sociales, tenemos un sistema computarizado para la atención al público, internet y todas las cosas inherentes a la profesión actual.

A pesar de todos los cambios, yo defiendo a ultranza la profesión de Farmacéutico como profesional a cargo de la farmacia y al frente de la misma. La presencia continua e identificable del profesional. El nombre oficial de lo que conocemos como farmacia es Oficina de Farmacia, y si bien acá se fue perdiendo por cambios de regulación y de legislaciones, la oficina de farmacia debe llevar el nombre del Farmacéutico.

¿Qué otros hechos históricos forman parte de las “Memorias” de Farmacia Molina?

Algunas cosas como por ejemplo, en la década del `40, mi padre trabaja con mi abuelo en Trelew y en esa época mi padre funda una farmacia en Comodoro Rivadavia que estaba ubicada donde aún está la Sociedad Española. También tuvieron farmacias en Esquel, Bariloche y Rawson.

Cuando fallece mi abuelo en 1962, mi padre se hace cargo definitivamente de la farmacia.

Yo me recibí de farmacéutico y bioquímico en la ciudad de Córdoba y me especialicé en inmunología.

Con el tiempo hice experiencia trabajando en Córdoba, también en la provincia de Buenos Aires y otros lugares. En 1989 cuando me vine para Trelew me dediqué exclusivamente a la farmacia que es lo que más me gusta.

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01 AGO 2014 - 21:28

Según la tesis de Eric Hobsbawm, el siglo XX comenzó en 1914, con el inicio de la primera guerra mundial y duró hasta 1991, año del derrumbe y desmembración de la Unión Soviética.

Cuando aquel siglo XX comenzaba, nació en Trelew, el 2 de agosto de 1914, la Farmacia Molina. Esta “Oficina de Farmacia” sobrevivió al siglo XX y llegó al siglo XXI sin haberse entregado a la finitud con la que el tiempo castiga los esfuerzos humanos.

Ramón Molina, protagonista inicial de esta historia, fue además de farmacéutico y fundador de la casa que hoy cumple 100 años de historia, un hombre de reconocida labor social. Fue concejal en la década del 1920, presidente de la Sociedad Española, y también muy amigo de José María Borrero, un abogado de Salamanca que escribió el libro la “Patagonia Trágica”.

En la tarea de farmacéutico al frente de la Farmacia Molina le sucedió su hijo, Armando Molina, que siguiendo las formas y costumbres familiares, le entregó la posta a la siguiente generación de farmacéuticos de la casa. Jornada habló con Eduardo Molina, el actual propietario la farmacia centenaria que gustosamente accedió a contar detalles de una existencia que es parte de la historia misma de la ciudad de Trelew.

- ¿Qué significa este acontecimiento para usted?

- Más que un hecho profesional, es un hecho familiar y es indicativo de lo que siente la familia por el país y especialmente por la Patagonia. Mi abuelo llegó en el año 1913 a la Argentina y se vino para la Patagonia en el año 1914. Fue entonces que funda esta farmacia.

- ¿Cómo se inicia esta historia de cien años de la farmacia Molina?

Mi abuelo funda esta farmacia a instancias y empujado, de alguna manera, por Agustín Pujol.

Pujol era un catalán que vivía acá en la zona y que hizo varias cosas y no solo fue un muy importante comerciante de Trelew, sino también hacedor del Touring Club y otros importantes edificios como el Palacio Pujol en Puerto Madryn, el Museo entre otros. Pujol se entera que en un barco de La Anónima que iba para el sur, iba un farmacéutico, que era mi abuelo.

Es entonces que Agustín Pujol lo insta a bajarse del barco y a instalar una farmacia en Trelew.

Por entonces, Trelew era una localidad importante del Valle donde había una colonia importante de españoles, además de galeses e italianos. Mi abuelo funda la farmacia el 2 de agosto de 1914.

- ¿Siempre estuvo en este lugar?

- Originalmente estuvo enfrente de donde estamos ahora. Luego, por un tiempo estuvo sobre la 25 de Mayo, donde hasta no hace mucho tiempo estuvo el local de Aerolíneas Argentinas.

Y hace unos setenta años aproximadamente se trasladó a Fontana 345, que es donde estamos ahora.

- La farmacia ha atravesado muchos cambios a lo largo de su historia. ¿Cuáles han sido los más relevantes?

- La Farmacia ha tenido un desarrollo y una evolución marcada por los cambios en la profesión, como así también por los cambios que se fueron dando en la ciudad.

La profesión farmacéutico en la época de mi abuelo, se apoyaba en los preparados magistrales. Es decir que, en aquellas épocas el hacedor del medicamento era el farmacéutico. Nosotros, cuando estábamos en la facultad nos enseñaban que la labor del farmacéutico era mezcla de arte y de ciencia.

La forma en que trabajaba una farmacia a principios de siglo, era la siguiente: el médico le daba al paciente una prescripción que llevaba al farmacéutico y mientras esperaba en el salón de ventas de la farmacia, el farmacéutico le prepara el medicamento.

En la actualidad tenemos algunos elementos con los que se trabajaba por aquellos años.

Los tenemos en exhibición como, por ejemplo, los moldes para hacer cápsulas, supositorios, pilones, morteros, una balanza granataria, que se usa para poner los gramos de los preparados.

Hay, entre las piezas antiguas, hojas de pedidos, pastilla del doctor Andreu, y otras cositas. También están las placas de Farmacéuticos de Ramón Molina, mi abuelo, de Armando Molina, mi padre y la mía, que son obligaciones de la profesión. Pese a los avatares de la economía que hemos sufrido en todos estos años, hemos mantenido la fisonomía de la parte interna de la Farmacia.

Están todos estos muebles de roble alemán de fin del siglo XIX y que hoy son nuestro orgullo haberla mantenido como era cuando se construyó el edificio.

Hoy la farmacia trabaja normalmente como cualquier otra farmacia. Atendemos obras sociales, tenemos un sistema computarizado para la atención al público, internet y todas las cosas inherentes a la profesión actual.

A pesar de todos los cambios, yo defiendo a ultranza la profesión de Farmacéutico como profesional a cargo de la farmacia y al frente de la misma. La presencia continua e identificable del profesional. El nombre oficial de lo que conocemos como farmacia es Oficina de Farmacia, y si bien acá se fue perdiendo por cambios de regulación y de legislaciones, la oficina de farmacia debe llevar el nombre del Farmacéutico.

¿Qué otros hechos históricos forman parte de las “Memorias” de Farmacia Molina?

Algunas cosas como por ejemplo, en la década del `40, mi padre trabaja con mi abuelo en Trelew y en esa época mi padre funda una farmacia en Comodoro Rivadavia que estaba ubicada donde aún está la Sociedad Española. También tuvieron farmacias en Esquel, Bariloche y Rawson.

Cuando fallece mi abuelo en 1962, mi padre se hace cargo definitivamente de la farmacia.

Yo me recibí de farmacéutico y bioquímico en la ciudad de Córdoba y me especialicé en inmunología.

Con el tiempo hice experiencia trabajando en Córdoba, también en la provincia de Buenos Aires y otros lugares. En 1989 cuando me vine para Trelew me dediqué exclusivamente a la farmacia que es lo que más me gusta.


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