Luego de la crisis del año pasado, al menos 17 apicultores del Valle dejaron la actividad

El año pasado, tras un invierno con temperaturas que fueron más elevadas de lo esperado y la aparición de un ácaro que atacó las colmenas, se produjeron grandes pérdidas. Ahora las asociaciones de productores buscan recuperarse del golpe y proponen crear un Consejo de Sanidad Apícola.

04 AGO 2014 - 21:34 | Actualizado

Por Federico Sánchez

Los productores apícolas del Valle buscan recuperarse tras la grave crisis sufrida a fines del año pasado, cuando a consecuencia de la muerte de gran cantidad de abejas (en algunos casos hubo pérdidas del 100%) el sector quedó ante una situación de quebranto. De hecho, al menos 17 apicultores dejaron la actividad tras el cimbronazo que significó la mortandad.

Hoy existen 3 asociaciones inscriptas dentro del Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA) en la zona del Valle Inferior del Río Chubut: Apavirch, la Asociación de Productores de 28 de Julio y Dolavon, y la más reciente, Vientos Patagónicos. Agrupan a 57 productores, aunque en total, si se tienen en cuenta aquellos productores chicos no inscriptos, se trata de casi 80.

Lejos quedó el sueño de exportar miel a Alemania, algo que se pudo concretar en una oportunidad, dos años atrás. Hoy, la búsqueda pasa por intentar reconstruir lo que quedó y buscar abastecer al mercado interno. Estos meses serán claves, ya que tras la finalización del invierno se deberá evaluar el estado de las colmenas.

La crisis de 2013 impactó de diferente modo entre los apicultores: algunos perdieron 30% de las abejas, otros 60% y hubo casos donde la pérdida fue total. Las soluciones, también fueron distintas. Por ejemplo, una de las asociaciones que resultó muy perjudicada, salió a comprar núcleos (colmenas incipientes) a otras provincias, para poder tener al menos algo de producción en la época del verano. Otros, optaron por la división de las pocas colmenas que les quedaron, para de esa forma buscar optimizar la extracción de miel.

El año pasado hubo diferentes factores que provocaron la muerte de las abejas. Se produjo una combinación de un invierno bastante benévolo (lo que provocó mayor actividad de las abejas), problemas con la alimentación y el exceso de Varroa, un ácaro que suele atacar las colmenas.

Valeria Williams preside la reciente asociación Vientos Patagónicos, que actualmente cuenta con 18 apicultores y algunos otros productores de otras actividades agrícolas y ganaderas. En total, los apicultores que trabajaban en conjunto eran 35, pero con lo ocurrido el año pasado 17 de ellos dejaron la actividad. Justamente Williams había sido la productora que exportó 12 mil kilos de miel a Europa por primera vez.

Hoy se están reacomodando, sondeando financiamiento y en la búsqueda de nuevos socios. “En el caso mío, perdí el 100 por ciento de las abejas, mi marido el 90. En mi asociación algunos perdieron el 100 por ciento. Algunos dejaron la actividad”, señaló, agregando que “nosotros éramos alrededor de 35 clientes. Así casi el 50% dejó la actividad. Eran nuestros clientes, porque nosotros le alquilábamos la sala de extracción que tenemos con mi marido. Y han dejado porque ya no lo pudieron remontar. Y algunos no quieren volver porque tienen que hacer la inversión de dinero. Fue la gota que rebalsó el vaso”, relató Williams.

“Algunos dejaron la actividad, otros con la compra de los núcleos buscaron solventarlo y por suerte en el verano hubo una una buena cosecha. Los que pudimos lo resolvimos por nuestros propios medios, comprando núcleos en la provincia de Mendoza. Por suerte valió la pena esta inversión”, recalcó la productora.

Fernanda Mombelli, lidera la Asociación de de Apicultores de Dolavon y 28 de Julio. En su caso, las pérdidas de las abejas rondaron el 30%. La agrupación cuenta con 13 socios y todos pudieron mantenerse.

“Muchos apicultores perdieron muchas colmenas y otros no tanto. El año pasado se dio un conjunto de situaciones que llevó a la pérdida de las colmenas. El plaguicida, que es el único que utilizamos para las colmenas, que se coloca después de la cosecha, no dio el resultado esperado. La Varroa, que es el ácaro que queremos controlar, ya tiene cierta resistencia a algunos medicamentos”.

Mombelli también se refirió a las condiciones climáticas que tampoco ayudaron. “Esto coincidió además con un invierno no muy crudo, entonces las abejas tuvieron mayor actividad en el invierno. En mi caso particular yo no estoy acostumbrada a alimentar a las abejas en invierno porque con la reserva de miel que les dejo a fines de cosecha, alcanza. El año pasado me confié y sumado al producto sin el efecto, más la alimentación que en mi caso no le daba, tuve pérdidas de colmenas”.

Reiteró que la crisis afectó de diferente forma a los productores. “Algunos no están tan complicados, pero sí hay apicultores que perdieron muchísimo y otros están viendo si continúan. Dentro de la asociación tratamos que los que perdieron colmenas no dejen la actividad”.

Desde Apavirch, la otra de las asociaciones apícolas que funciona en el Valle, los efectos del año pasado se hicieron sentir y se afectó a un 60% de la producción. Hasta ese momento conformaban un grupo de 25 asociados. Tras la crisis, varios se pasaron a otras asociaciones o incluso evaluaron no seguir. Quedaron 12.

José Reszk, titular de Apavirch, también relató cómo buscan volver a la normalidad. “Tratamos de sumar nueva gente. Tenemos mucho apoyo de INTA. También nos está ayudando el municipio de Gaiman. Con el apoyo de ellos tratamos de ir remándola. Todo lo que es gasto de personal, gasto de manejar la infraestructura fue por cuenta nuestra. Pérdidas, más afrontar todos los gastos se hacía muy pesado. Y este año estamos tratando de reacomodar el trabajo”.

“Hablando con INTA, estamos tratando de llevar el control de este ácaro, que durante un tiempo estuvo muy controlado y eso nos hizo confiar quizás demasiado. Un pequeño descuido y se nos vino el ácaro. Destruye la colmena por lo general”.

“La idea – continuó Reszk- es hacer dos conteos al año y lograr formar un Consejo de Sanidad Apícola. Que tengamos en claro los dos conteos al año de este ácaro. Uno sería a fines de agosto, principios de septiembre, que es cuando revisás la colmena y te fijás cómo quedó. Y el otro apenas termina la cosecha que es en febrero-marzo, antes que la abeja se guarde para el invierno”.

Sobre el actual panorama que viven, dijo que “estamos repuntando. No es la gran producción, pero la producción del Valle es acotada de diciembre a fines de febrero. En la sala se llegó a procesar arriba de 10 mil kilos. No es una gran cantidad, pero por lo menos estamos empezando a recuperar”.

Mombelli, quien también trabaja dentro del INTA, apuntó que por ahora el invierno viene bien. “No creo que se dé la misma pérdida de colmenas del año pasado, pese a que siempre se pierden algunas colmenas. El tema del ácaro es un problema a nivel nacional”.

Reszk también se ilusiona, incluso con la posibilidad de exportar. “El mercado externo es muy bueno, pero necesitamos más publicidad y aumentar la cantidad de miel. Primero, de todos modos, tenemos que incrementar los niveles para lograr satisfacer el mercado interno en la zona y en las provincias aledañas”.

En Vientos Patagónicos, sin embargo, Valeria Williams ve la exportación tan sólo como un sueño que fue alcanzado, pero que difícilmente se repita: “Eso está muy lejano. Fue una muy linda experiencia en el mérito personal y objetivo. Pero lamentablemente a nivel económico país es una terrible osadía. Hicimos la exportación de 12 mil kilos de miel a Alemania, pero es al día de hoy que seguimos pagando los coletazos de impuestos, retenciones”.

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04 AGO 2014 - 21:34

Por Federico Sánchez

Los productores apícolas del Valle buscan recuperarse tras la grave crisis sufrida a fines del año pasado, cuando a consecuencia de la muerte de gran cantidad de abejas (en algunos casos hubo pérdidas del 100%) el sector quedó ante una situación de quebranto. De hecho, al menos 17 apicultores dejaron la actividad tras el cimbronazo que significó la mortandad.

Hoy existen 3 asociaciones inscriptas dentro del Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA) en la zona del Valle Inferior del Río Chubut: Apavirch, la Asociación de Productores de 28 de Julio y Dolavon, y la más reciente, Vientos Patagónicos. Agrupan a 57 productores, aunque en total, si se tienen en cuenta aquellos productores chicos no inscriptos, se trata de casi 80.

Lejos quedó el sueño de exportar miel a Alemania, algo que se pudo concretar en una oportunidad, dos años atrás. Hoy, la búsqueda pasa por intentar reconstruir lo que quedó y buscar abastecer al mercado interno. Estos meses serán claves, ya que tras la finalización del invierno se deberá evaluar el estado de las colmenas.

La crisis de 2013 impactó de diferente modo entre los apicultores: algunos perdieron 30% de las abejas, otros 60% y hubo casos donde la pérdida fue total. Las soluciones, también fueron distintas. Por ejemplo, una de las asociaciones que resultó muy perjudicada, salió a comprar núcleos (colmenas incipientes) a otras provincias, para poder tener al menos algo de producción en la época del verano. Otros, optaron por la división de las pocas colmenas que les quedaron, para de esa forma buscar optimizar la extracción de miel.

El año pasado hubo diferentes factores que provocaron la muerte de las abejas. Se produjo una combinación de un invierno bastante benévolo (lo que provocó mayor actividad de las abejas), problemas con la alimentación y el exceso de Varroa, un ácaro que suele atacar las colmenas.

Valeria Williams preside la reciente asociación Vientos Patagónicos, que actualmente cuenta con 18 apicultores y algunos otros productores de otras actividades agrícolas y ganaderas. En total, los apicultores que trabajaban en conjunto eran 35, pero con lo ocurrido el año pasado 17 de ellos dejaron la actividad. Justamente Williams había sido la productora que exportó 12 mil kilos de miel a Europa por primera vez.

Hoy se están reacomodando, sondeando financiamiento y en la búsqueda de nuevos socios. “En el caso mío, perdí el 100 por ciento de las abejas, mi marido el 90. En mi asociación algunos perdieron el 100 por ciento. Algunos dejaron la actividad”, señaló, agregando que “nosotros éramos alrededor de 35 clientes. Así casi el 50% dejó la actividad. Eran nuestros clientes, porque nosotros le alquilábamos la sala de extracción que tenemos con mi marido. Y han dejado porque ya no lo pudieron remontar. Y algunos no quieren volver porque tienen que hacer la inversión de dinero. Fue la gota que rebalsó el vaso”, relató Williams.

“Algunos dejaron la actividad, otros con la compra de los núcleos buscaron solventarlo y por suerte en el verano hubo una una buena cosecha. Los que pudimos lo resolvimos por nuestros propios medios, comprando núcleos en la provincia de Mendoza. Por suerte valió la pena esta inversión”, recalcó la productora.

Fernanda Mombelli, lidera la Asociación de de Apicultores de Dolavon y 28 de Julio. En su caso, las pérdidas de las abejas rondaron el 30%. La agrupación cuenta con 13 socios y todos pudieron mantenerse.

“Muchos apicultores perdieron muchas colmenas y otros no tanto. El año pasado se dio un conjunto de situaciones que llevó a la pérdida de las colmenas. El plaguicida, que es el único que utilizamos para las colmenas, que se coloca después de la cosecha, no dio el resultado esperado. La Varroa, que es el ácaro que queremos controlar, ya tiene cierta resistencia a algunos medicamentos”.

Mombelli también se refirió a las condiciones climáticas que tampoco ayudaron. “Esto coincidió además con un invierno no muy crudo, entonces las abejas tuvieron mayor actividad en el invierno. En mi caso particular yo no estoy acostumbrada a alimentar a las abejas en invierno porque con la reserva de miel que les dejo a fines de cosecha, alcanza. El año pasado me confié y sumado al producto sin el efecto, más la alimentación que en mi caso no le daba, tuve pérdidas de colmenas”.

Reiteró que la crisis afectó de diferente forma a los productores. “Algunos no están tan complicados, pero sí hay apicultores que perdieron muchísimo y otros están viendo si continúan. Dentro de la asociación tratamos que los que perdieron colmenas no dejen la actividad”.

Desde Apavirch, la otra de las asociaciones apícolas que funciona en el Valle, los efectos del año pasado se hicieron sentir y se afectó a un 60% de la producción. Hasta ese momento conformaban un grupo de 25 asociados. Tras la crisis, varios se pasaron a otras asociaciones o incluso evaluaron no seguir. Quedaron 12.

José Reszk, titular de Apavirch, también relató cómo buscan volver a la normalidad. “Tratamos de sumar nueva gente. Tenemos mucho apoyo de INTA. También nos está ayudando el municipio de Gaiman. Con el apoyo de ellos tratamos de ir remándola. Todo lo que es gasto de personal, gasto de manejar la infraestructura fue por cuenta nuestra. Pérdidas, más afrontar todos los gastos se hacía muy pesado. Y este año estamos tratando de reacomodar el trabajo”.

“Hablando con INTA, estamos tratando de llevar el control de este ácaro, que durante un tiempo estuvo muy controlado y eso nos hizo confiar quizás demasiado. Un pequeño descuido y se nos vino el ácaro. Destruye la colmena por lo general”.

“La idea – continuó Reszk- es hacer dos conteos al año y lograr formar un Consejo de Sanidad Apícola. Que tengamos en claro los dos conteos al año de este ácaro. Uno sería a fines de agosto, principios de septiembre, que es cuando revisás la colmena y te fijás cómo quedó. Y el otro apenas termina la cosecha que es en febrero-marzo, antes que la abeja se guarde para el invierno”.

Sobre el actual panorama que viven, dijo que “estamos repuntando. No es la gran producción, pero la producción del Valle es acotada de diciembre a fines de febrero. En la sala se llegó a procesar arriba de 10 mil kilos. No es una gran cantidad, pero por lo menos estamos empezando a recuperar”.

Mombelli, quien también trabaja dentro del INTA, apuntó que por ahora el invierno viene bien. “No creo que se dé la misma pérdida de colmenas del año pasado, pese a que siempre se pierden algunas colmenas. El tema del ácaro es un problema a nivel nacional”.

Reszk también se ilusiona, incluso con la posibilidad de exportar. “El mercado externo es muy bueno, pero necesitamos más publicidad y aumentar la cantidad de miel. Primero, de todos modos, tenemos que incrementar los niveles para lograr satisfacer el mercado interno en la zona y en las provincias aledañas”.

En Vientos Patagónicos, sin embargo, Valeria Williams ve la exportación tan sólo como un sueño que fue alcanzado, pero que difícilmente se repita: “Eso está muy lejano. Fue una muy linda experiencia en el mérito personal y objetivo. Pero lamentablemente a nivel económico país es una terrible osadía. Hicimos la exportación de 12 mil kilos de miel a Alemania, pero es al día de hoy que seguimos pagando los coletazos de impuestos, retenciones”.


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