Convicciones

Columna de opinión.

09 AGO 2014 - 22:50 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón

Les he comentado ya acerca de cierta adicción cinéfila que me acompaña, y de mi gusto por el fútbol, tanto así como no entiendo nada de rugby, más que no gustarme es esto, no lo entiendo. El tema es que hace unos años cuando se publicó el libro del periodista John Carlin, sobre la vida de Mandela, lo compré, lo leí y me sentí impresionada (El factor Humano. Editorial Seix Barral. 2009). Digamos que me dio una comprensión y aprecio más cercano a lo que era –lamentablemente ahora- Mandela, y de lo que hizo por su Nación y por el mundo.

Luego de leer el libro, vi la película basada en ese libro, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por el soberbio Morgan Freeman –inolvidable en “Conduciendo a Mis Daisy” o en “Sueños de Libertad”-… Pocos días atráss, luego de una jornada larga y enrollada en mi sillón haciendo zapping, aparece la película, sobre los últimos treinta minutos, con el partido de la final del Mundial de Rugby del año 1995, entre el equipo Nacional de Sudáfrica, llamados “Los Springboks”. Y los temibles “All Blacks”, el equipo de rugby de Nueva Zelanda y ¡¡su apabullador haka!! Y ahí me quedé mirando ese final que es conmovedor, porque es real. 62.000 aficionados estaban en el estadio Ellis Park de Johannesburgo pero como dijo el capitán del equipo Francois Pienaar al ser entrevistado por un periodista “No teníamos a 62.000 aficionados con nosotros. Teníamos a 43 millones de sudafricanos”.

Veo imágenes de Mandela, el libro contiene un registro fotográfico interesante, y me evocan: convicción, fortaleza, diálogo, paz. Si bien este hombre fue dotado por Dios, el Universo o aquello en lo que usted pueda creer por estos dones, atributos, virtudes, lo cierto es que fueron herramientas puestas al servicio de un todo, su país, y el mundo. El mensaje de Mandela fue un mensaje al mundo a lo largo de toda su vida, y encontrar en el rugby, un deporte nacional, pero no reconocido ni sentido de esa manera por los sudafricanos, hasta ese momento, del mundial del año 1995 en el que el slogan fue “Un equipo Un país”. Además, cuando a su alrededor sus colaboradores lo seguían y confiaban, aunque no entendiesen muy bien hacia donde iban. Imagine por un segundo estar en la piel de un sudafricano en ese minuto final del día 24 de junio de 1995, en que los Springboks le ganaron a los All Blacks, quienes miraban atónitos a un pueblo clamar por esa victoria.

Años de apartheid y de violencia se levantaron en un canto ensordecedor del himno sudafricano.

Mandela transmitió esto, toda herramienta de diálogo pacífico es útil para construir hacia el futuro, él tuvo un digno y generoso acto de perdón y de reconstrucción.

Su actitud resiliente fue pensada, razonada y sentida, su superación y la propuesta reconciliadora a todo el pueblo sudafricano, son verdaderamente conmovedoras.

Entre tanto que sucede en una Reunión de Mediación, esto nos pasa también, a todos, participantes de la mediación y mediadores, cuánto sobre el perdón, sobre el restaurarse y reconstruir, se aprende en ese momento, hacia adelante, lo único posible de construir. El pasado es irreversible, el presente es vital no hay que perdérselo, el futuro todo por erigir.#

Daniela Patricia Almirón es abogada-mediadora

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09 AGO 2014 - 22:50

Por Daniela Patricia Almirón

Les he comentado ya acerca de cierta adicción cinéfila que me acompaña, y de mi gusto por el fútbol, tanto así como no entiendo nada de rugby, más que no gustarme es esto, no lo entiendo. El tema es que hace unos años cuando se publicó el libro del periodista John Carlin, sobre la vida de Mandela, lo compré, lo leí y me sentí impresionada (El factor Humano. Editorial Seix Barral. 2009). Digamos que me dio una comprensión y aprecio más cercano a lo que era –lamentablemente ahora- Mandela, y de lo que hizo por su Nación y por el mundo.

Luego de leer el libro, vi la película basada en ese libro, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por el soberbio Morgan Freeman –inolvidable en “Conduciendo a Mis Daisy” o en “Sueños de Libertad”-… Pocos días atráss, luego de una jornada larga y enrollada en mi sillón haciendo zapping, aparece la película, sobre los últimos treinta minutos, con el partido de la final del Mundial de Rugby del año 1995, entre el equipo Nacional de Sudáfrica, llamados “Los Springboks”. Y los temibles “All Blacks”, el equipo de rugby de Nueva Zelanda y ¡¡su apabullador haka!! Y ahí me quedé mirando ese final que es conmovedor, porque es real. 62.000 aficionados estaban en el estadio Ellis Park de Johannesburgo pero como dijo el capitán del equipo Francois Pienaar al ser entrevistado por un periodista “No teníamos a 62.000 aficionados con nosotros. Teníamos a 43 millones de sudafricanos”.

Veo imágenes de Mandela, el libro contiene un registro fotográfico interesante, y me evocan: convicción, fortaleza, diálogo, paz. Si bien este hombre fue dotado por Dios, el Universo o aquello en lo que usted pueda creer por estos dones, atributos, virtudes, lo cierto es que fueron herramientas puestas al servicio de un todo, su país, y el mundo. El mensaje de Mandela fue un mensaje al mundo a lo largo de toda su vida, y encontrar en el rugby, un deporte nacional, pero no reconocido ni sentido de esa manera por los sudafricanos, hasta ese momento, del mundial del año 1995 en el que el slogan fue “Un equipo Un país”. Además, cuando a su alrededor sus colaboradores lo seguían y confiaban, aunque no entendiesen muy bien hacia donde iban. Imagine por un segundo estar en la piel de un sudafricano en ese minuto final del día 24 de junio de 1995, en que los Springboks le ganaron a los All Blacks, quienes miraban atónitos a un pueblo clamar por esa victoria.

Años de apartheid y de violencia se levantaron en un canto ensordecedor del himno sudafricano.

Mandela transmitió esto, toda herramienta de diálogo pacífico es útil para construir hacia el futuro, él tuvo un digno y generoso acto de perdón y de reconstrucción.

Su actitud resiliente fue pensada, razonada y sentida, su superación y la propuesta reconciliadora a todo el pueblo sudafricano, son verdaderamente conmovedoras.

Entre tanto que sucede en una Reunión de Mediación, esto nos pasa también, a todos, participantes de la mediación y mediadores, cuánto sobre el perdón, sobre el restaurarse y reconstruir, se aprende en ese momento, hacia adelante, lo único posible de construir. El pasado es irreversible, el presente es vital no hay que perdérselo, el futuro todo por erigir.#

Daniela Patricia Almirón es abogada-mediadora


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