Mirta Iglesias: una vida dedicada a la lucha por los derechos de las mujeres

“El periodismo nos ayudó a difundir el trabajo”.

18 AGO 2014 - 20:47 | Actualizado

Mirta Iglesias del Río es ginecóloga, vive en Puerto Madryn desde el año 1989 y milita desde el año 1986 contra lo que hoy puede definirse como sistema patriarcal, y a favor de los derechos de las mujeres. Su incidencia en la generación de movimientos de mujeres no puede negarse, y sigue aportando desde diversos sectores. Es, además, coordinadora Nacional de CLADEM Argentina, y colabora en diversos movimientos de mujeres en los que se siente parte y brinda su granito de arena para avanzar en la adquisición de derechos, como así también de espacios.

Orgullo

Para Mirta ser feminista es un orgullo, aunque duda en presentarse de esa forma porque hay un freno, una pared con la que el interlocutor choca si no puede interpretar lo que realmente implica esa definición en sí ya que al interponen con el machismo.

Su militancia empezó en grupos, movimientos, organizaciones de mujeres. Venía militando en un partido político, en Mendoza, cuando empezaron a juntarse las mujeres en el año 85. Ese año fue el cierre del año de la mujer en Nairobi, donde muchas mujeres argentinas habían participado y trajeron la idea de organizar un movimiento en el país donde no pasaba nada, salvo expresiones aisladas.

“Me enganché en Mendoza, allá por el 85. Yo ya venía trabajando, mi especialidad me permitía venir trabajando con lo que yo denomino el confesionario, que es el consultorio de gineco (ginecología) y ya desde lo personal trabajaba mucho con la salud de las mujeres, desde la época en que no estábamos en democracia”, comentó Mirta señalando que “mi trabajo no iba sólo en la salud, sino desde el sistema al que yo todavía no denominaba patriarcal, en una sociedad que no podía o no tenía las capacidades de analizar lo que estaba pasando”.

Primeros pasos

Convocada para trabajar con ese grupo de personas que habían participado en Nairobi, sumadas a funcionarias, otras tenían organizaciones barriales. Así empezaron a trabajar, y en el 86 se hizo el Primer Encuentro Nacional de Mujeres en Buenos Aires, en el 87 en Córdoba y en las sugerencias después de ese quedó como lugar Mendoza para el 88.

“Esperábamos 300, llegaron 600. En aquel entonces era una barbaridad, porque era lejos de Buenos Aires, que era el punto donde confluía todo. Eso nos sirvió mucho en Mendoza, trabajar con movilizar a la sociedad”, comentó

En el año 89 Mirta comenzó su vida en Puerto Madryn, en donde comenzó a “juntar cabezas”. “Yo venía muy activada, en Madryn estaba pasando mucho pero en islas, y esas islas se movían alrededor del Hospital, de alguna que otra inquietud en un partido político y alguna organización que trabajaba sobre todo con niñas” comentó.

Comenzó a tomar contacto con la gente que ya estaba en el tema, una era Susana Selaya en Salud Mental y Graciela Bogni en Pediatría. Había algunas chicas administrativas del hospital que trabajaban y también estaban muy ligadas con la problemática. “La violencia aparecía como una patología sadomasoquista de la pareja o de la mujer, por supuesto quienes trabajan allí no lo entendían así. Tanto en salud mental como en pediatría o con jóvenes. Aparecía la violencia dirigida hacia las niñas, los niños y las mujeres primordialmente”, recordó Mirta quien no trabajaba directamente dentro del hospital, pero si conformó “un lindo grupo que trabajaba en la ciudad con situaciones de violencia, haciendo uso de contactos y generando en Madryn una rama, sede o grupo que se llamaba Encuentro de Mujeres de Puerto Madryn. Esto nos ayudó a hacer presentaciones en la ciudad relacionado siempre, como empezaron todas, con el emergente que es la violencia”.

El periodismo

El grupo comenzó a trabajar con casos, que mostraron tal cual la problemática dentro de Puerto Madryn. “Aparecían y cuando eran muy evidentes el sistema de periodismo nos escuchaba, nos daba espacio y se centraban en ese momento en tener testimonio, que era lo peor que podías hacer en ese momento, porque la exponías a la mujer”, explicó y agregó “trabajábamos en nuestras casas particulares, algún sindicato nos prestó un espacio, en algún momento rompieron los vidrios de esos espacios que nos prestaban. También aparecían las persecuciones a las mujeres que alojábamos a otras, a veces dos tipos, o normalmente uno sólo que era la persona conviviente o un informante. Siempre la ilusión fue tener un espacio propio, que lo conseguimos recién en el año 95”.

El periodismo “reconoció nuestra actividad, nos ayudó a mostrar” señaló Mirta. En la provincia no había ninguna organización que trabajara el tema, y gracias a esa difusión “tuvimos repercusión en otras localidades. No teníamos un eje con palabras concretas como hoy, pero nos basábamos en los derechos o problemáticas de las mujeres, con todo lo que eso implicara. Desde alimentos que no recibían por sus hijos, hasta golpes y amenazas”, mencionó.

Primera Ley

“Cuando Mario Ledesma mata a Roxana León en la puerta de tribunales en el año 1995, nosotras veníamos trabajando, teníamos la referencia, se quedaba con la familia y no pensábamos que iba a ir sola a tribunales. Al otro día era la feria judicial, y también en Diputados, ese día fue una locura donde nos comunicamos con todos los diputados para que hagan algo con respecto a una Ley de Violencia contra las Mujeres a nivel Provincial y que era un momento crucial para definir, y salimos a la calle a juntar firmas por ese tema”, comentó Mirta quien tomó ese hecho como crucial para dar una pelea hacia la concreción de una Ley que amparara a las mujeres víctimas de violencia.

“De allí, luego del receso se trata y se saca la primera Ley de Violencia de Género, esa primera ley que tiene montón de defectos, que adhería a la Ley Nacional y que generó revuelo porque desde provincia nos señalaban porqué si en Comodoro había 20 casos, nosotros en un ciudad tan chica teníamos 89. Ese número no me lo olvido más. El trabajo, el seguimiento, la información, eso era resultado de los 89 casos” dijo. Las cifras te traen a la realidad.

Un espacio propio

Como espacio de conquista, como sitio que dio visibilidad a las luchas que se venían llevando adelante se puede mencionar a la Casa de la Mujer. Institución que nació del trabajo de ese grupo de personas, que tiene su historia propia, y que tras tantos años sigue funcionado, aunque con algunas pausas, en la ciudad.

Las más leídas

18 AGO 2014 - 20:47

Mirta Iglesias del Río es ginecóloga, vive en Puerto Madryn desde el año 1989 y milita desde el año 1986 contra lo que hoy puede definirse como sistema patriarcal, y a favor de los derechos de las mujeres. Su incidencia en la generación de movimientos de mujeres no puede negarse, y sigue aportando desde diversos sectores. Es, además, coordinadora Nacional de CLADEM Argentina, y colabora en diversos movimientos de mujeres en los que se siente parte y brinda su granito de arena para avanzar en la adquisición de derechos, como así también de espacios.

Orgullo

Para Mirta ser feminista es un orgullo, aunque duda en presentarse de esa forma porque hay un freno, una pared con la que el interlocutor choca si no puede interpretar lo que realmente implica esa definición en sí ya que al interponen con el machismo.

Su militancia empezó en grupos, movimientos, organizaciones de mujeres. Venía militando en un partido político, en Mendoza, cuando empezaron a juntarse las mujeres en el año 85. Ese año fue el cierre del año de la mujer en Nairobi, donde muchas mujeres argentinas habían participado y trajeron la idea de organizar un movimiento en el país donde no pasaba nada, salvo expresiones aisladas.

“Me enganché en Mendoza, allá por el 85. Yo ya venía trabajando, mi especialidad me permitía venir trabajando con lo que yo denomino el confesionario, que es el consultorio de gineco (ginecología) y ya desde lo personal trabajaba mucho con la salud de las mujeres, desde la época en que no estábamos en democracia”, comentó Mirta señalando que “mi trabajo no iba sólo en la salud, sino desde el sistema al que yo todavía no denominaba patriarcal, en una sociedad que no podía o no tenía las capacidades de analizar lo que estaba pasando”.

Primeros pasos

Convocada para trabajar con ese grupo de personas que habían participado en Nairobi, sumadas a funcionarias, otras tenían organizaciones barriales. Así empezaron a trabajar, y en el 86 se hizo el Primer Encuentro Nacional de Mujeres en Buenos Aires, en el 87 en Córdoba y en las sugerencias después de ese quedó como lugar Mendoza para el 88.

“Esperábamos 300, llegaron 600. En aquel entonces era una barbaridad, porque era lejos de Buenos Aires, que era el punto donde confluía todo. Eso nos sirvió mucho en Mendoza, trabajar con movilizar a la sociedad”, comentó

En el año 89 Mirta comenzó su vida en Puerto Madryn, en donde comenzó a “juntar cabezas”. “Yo venía muy activada, en Madryn estaba pasando mucho pero en islas, y esas islas se movían alrededor del Hospital, de alguna que otra inquietud en un partido político y alguna organización que trabajaba sobre todo con niñas” comentó.

Comenzó a tomar contacto con la gente que ya estaba en el tema, una era Susana Selaya en Salud Mental y Graciela Bogni en Pediatría. Había algunas chicas administrativas del hospital que trabajaban y también estaban muy ligadas con la problemática. “La violencia aparecía como una patología sadomasoquista de la pareja o de la mujer, por supuesto quienes trabajan allí no lo entendían así. Tanto en salud mental como en pediatría o con jóvenes. Aparecía la violencia dirigida hacia las niñas, los niños y las mujeres primordialmente”, recordó Mirta quien no trabajaba directamente dentro del hospital, pero si conformó “un lindo grupo que trabajaba en la ciudad con situaciones de violencia, haciendo uso de contactos y generando en Madryn una rama, sede o grupo que se llamaba Encuentro de Mujeres de Puerto Madryn. Esto nos ayudó a hacer presentaciones en la ciudad relacionado siempre, como empezaron todas, con el emergente que es la violencia”.

El periodismo

El grupo comenzó a trabajar con casos, que mostraron tal cual la problemática dentro de Puerto Madryn. “Aparecían y cuando eran muy evidentes el sistema de periodismo nos escuchaba, nos daba espacio y se centraban en ese momento en tener testimonio, que era lo peor que podías hacer en ese momento, porque la exponías a la mujer”, explicó y agregó “trabajábamos en nuestras casas particulares, algún sindicato nos prestó un espacio, en algún momento rompieron los vidrios de esos espacios que nos prestaban. También aparecían las persecuciones a las mujeres que alojábamos a otras, a veces dos tipos, o normalmente uno sólo que era la persona conviviente o un informante. Siempre la ilusión fue tener un espacio propio, que lo conseguimos recién en el año 95”.

El periodismo “reconoció nuestra actividad, nos ayudó a mostrar” señaló Mirta. En la provincia no había ninguna organización que trabajara el tema, y gracias a esa difusión “tuvimos repercusión en otras localidades. No teníamos un eje con palabras concretas como hoy, pero nos basábamos en los derechos o problemáticas de las mujeres, con todo lo que eso implicara. Desde alimentos que no recibían por sus hijos, hasta golpes y amenazas”, mencionó.

Primera Ley

“Cuando Mario Ledesma mata a Roxana León en la puerta de tribunales en el año 1995, nosotras veníamos trabajando, teníamos la referencia, se quedaba con la familia y no pensábamos que iba a ir sola a tribunales. Al otro día era la feria judicial, y también en Diputados, ese día fue una locura donde nos comunicamos con todos los diputados para que hagan algo con respecto a una Ley de Violencia contra las Mujeres a nivel Provincial y que era un momento crucial para definir, y salimos a la calle a juntar firmas por ese tema”, comentó Mirta quien tomó ese hecho como crucial para dar una pelea hacia la concreción de una Ley que amparara a las mujeres víctimas de violencia.

“De allí, luego del receso se trata y se saca la primera Ley de Violencia de Género, esa primera ley que tiene montón de defectos, que adhería a la Ley Nacional y que generó revuelo porque desde provincia nos señalaban porqué si en Comodoro había 20 casos, nosotros en un ciudad tan chica teníamos 89. Ese número no me lo olvido más. El trabajo, el seguimiento, la información, eso era resultado de los 89 casos” dijo. Las cifras te traen a la realidad.

Un espacio propio

Como espacio de conquista, como sitio que dio visibilidad a las luchas que se venían llevando adelante se puede mencionar a la Casa de la Mujer. Institución que nació del trabajo de ese grupo de personas, que tiene su historia propia, y que tras tantos años sigue funcionado, aunque con algunas pausas, en la ciudad.


NOTICIAS RELACIONADAS