Gaza: ¿Netanyahu justifica el alto el fuego por razones económicas?

El primer ministro de Israel anunció que le exlicará al pueblo de Israel las razones del alto el fuego con Hamas. Ocurre en medio de una ola de críticas internas por la prolongada y costosa operación militar "Filo protector" contra los militantes palestinos.

27 AGO 2014 - 14:07 | Actualizado

Netanyahu hablará junto al ministro de Defensa, Moshe Yaalon y el jefe de Estado Mayor, general Benny Gantz, informó la oficina del gobierno de Tel Aviv, en un comunicado que explica que las autoridades responderán preguntas de los periodistas sobre el acuerdo con Hamas para la tregua en la Franja de Gaza.

Hoy, en Israel, las sirenas que durante las últimas semanas venían anunciando un inminente ataque de cohetes desde la Franja de Gaza permanecieron en silencio, pero comentaristas de medios expresaron su profunda decepción con el liderazgo del premier durante el estallido más prolongado de violencia entre israelíes y palestinos en una década.

La popularidad de Netanyahu, cayó durante la ofensiva pues puso "de relieve la brecha entre sus declaraciones y promesas y la realidad", según informó profusamente hoy la prensa local.

La confianza en el premier alcanzó un nuevo mínimo y sólo el 32% -un poco menos de un tercio-, apoya las decisiones de su administración, dato que refleja una baja respecto a enero, cuando se ubicaba en 34%, según la Agencia Judía de Noticias, que cita una encuesta del Canal 10 de Noticias.

Según el diario progresista Haaretz, en tanto, el jefe del Gobierno, obstinado en combatir por las armas a Hamas -que amenaza la existencia del Estado de Israel-, terminó aceptando un alto el fuego permanente con los islamistas "en la posición más débil".

"Lo único que quería conseguir era un alto el fuego a cualquier precio. Cuando la oportunidad llegó, simplemente la agarró y corrió", opinó el analista Barak Ravid en la página web de Haaretz.

El 8 de julio Israel se embarcó en una ofensiva contra Hamas en la Franja con el objetivo declarado de destruir la infraestructura militar del grupo islamista, que se centró, con el paso de los días, en descubrir y neutralizar los túneles del movimiento.

Durante ese lapso, más de 2.200 personas murieron en el lado palestino y 68 en el israelí, incluidos 64 soldados y tres civiles, entre ellos un beduino y un trabajador filipino residente en Israel.

Durante las negociaciones indirectas patrocinadas por Egipto y celebradas en El Cairo, Israel sostuvo que su principal exigencia era la desmilitarización del movimiento islamista en Gaza.

Sin embargo, esa era una línea roja que los representantes palestinos no estaban dispuestos a cruzar y que tampoco fue secundada por los egipcios.

El acuerdo comunicado ayer por las partes, que incluye el alivio inmediato del bloqueo, la apertura de los cruces para la entrada de material de reconstrucción y alimentos, la ampliación de la zona de pesca y la vuelta al diálogo en un mes para debatir otras medidas, como la construcción del puerto y el aeropuerto en Gaza, fue presentado por Hamas y el resto de milicias palestinas combatientes en Gaza como "una victoria".

Haaretz destacó que la propuesta egipcia, que deja en manos del gobierno de reconciliación nacional palestino la labor de reconstrucción de la Franja, "no incluye ninguna declaración, ni siquiera una insinuación, sobre las exigencias de seguridad de Israel".

Ayer, el periódico israelí ya divulgaba un sondeo realizado por el Canal 2 de televisión, que reflejaba cómo había caído en picada la popularidad del primer ministro.

Hace seis semanas, durante el inicio de la fase terrestre de la operación militar, un 82 % de los encuestados respaldaban la operación, mientras que horas antes del anuncio del alto el fuego permanente, la cifra descendía al 38 %, informó la agencia de noticias EFE.

Este escenario deja a Netanyahu la labor de que su iniciativa política le permita salvar su puesto frente a antiguos aliados como el canciller Avigdor Lieberman, y el ministro de Economía, Naftalí Bennett, representantes de la extrema derecha nacionalista israelí y con capacidad para hacer caer el Ejecutivo.

Ambos se lamentaron del oscurantismo con el que el primer ministro gestionó las conversaciones en El Cairo de cara al gabinete y junto a otros pusieron de manifiesto su rechazo a firmar una tregua con Hamas, prefiriendo hacer concesiones unilaterales a pactar con el grupo.

27 AGO 2014 - 14:07

Netanyahu hablará junto al ministro de Defensa, Moshe Yaalon y el jefe de Estado Mayor, general Benny Gantz, informó la oficina del gobierno de Tel Aviv, en un comunicado que explica que las autoridades responderán preguntas de los periodistas sobre el acuerdo con Hamas para la tregua en la Franja de Gaza.

Hoy, en Israel, las sirenas que durante las últimas semanas venían anunciando un inminente ataque de cohetes desde la Franja de Gaza permanecieron en silencio, pero comentaristas de medios expresaron su profunda decepción con el liderazgo del premier durante el estallido más prolongado de violencia entre israelíes y palestinos en una década.

La popularidad de Netanyahu, cayó durante la ofensiva pues puso "de relieve la brecha entre sus declaraciones y promesas y la realidad", según informó profusamente hoy la prensa local.

La confianza en el premier alcanzó un nuevo mínimo y sólo el 32% -un poco menos de un tercio-, apoya las decisiones de su administración, dato que refleja una baja respecto a enero, cuando se ubicaba en 34%, según la Agencia Judía de Noticias, que cita una encuesta del Canal 10 de Noticias.

Según el diario progresista Haaretz, en tanto, el jefe del Gobierno, obstinado en combatir por las armas a Hamas -que amenaza la existencia del Estado de Israel-, terminó aceptando un alto el fuego permanente con los islamistas "en la posición más débil".

"Lo único que quería conseguir era un alto el fuego a cualquier precio. Cuando la oportunidad llegó, simplemente la agarró y corrió", opinó el analista Barak Ravid en la página web de Haaretz.

El 8 de julio Israel se embarcó en una ofensiva contra Hamas en la Franja con el objetivo declarado de destruir la infraestructura militar del grupo islamista, que se centró, con el paso de los días, en descubrir y neutralizar los túneles del movimiento.

Durante ese lapso, más de 2.200 personas murieron en el lado palestino y 68 en el israelí, incluidos 64 soldados y tres civiles, entre ellos un beduino y un trabajador filipino residente en Israel.

Durante las negociaciones indirectas patrocinadas por Egipto y celebradas en El Cairo, Israel sostuvo que su principal exigencia era la desmilitarización del movimiento islamista en Gaza.

Sin embargo, esa era una línea roja que los representantes palestinos no estaban dispuestos a cruzar y que tampoco fue secundada por los egipcios.

El acuerdo comunicado ayer por las partes, que incluye el alivio inmediato del bloqueo, la apertura de los cruces para la entrada de material de reconstrucción y alimentos, la ampliación de la zona de pesca y la vuelta al diálogo en un mes para debatir otras medidas, como la construcción del puerto y el aeropuerto en Gaza, fue presentado por Hamas y el resto de milicias palestinas combatientes en Gaza como "una victoria".

Haaretz destacó que la propuesta egipcia, que deja en manos del gobierno de reconciliación nacional palestino la labor de reconstrucción de la Franja, "no incluye ninguna declaración, ni siquiera una insinuación, sobre las exigencias de seguridad de Israel".

Ayer, el periódico israelí ya divulgaba un sondeo realizado por el Canal 2 de televisión, que reflejaba cómo había caído en picada la popularidad del primer ministro.

Hace seis semanas, durante el inicio de la fase terrestre de la operación militar, un 82 % de los encuestados respaldaban la operación, mientras que horas antes del anuncio del alto el fuego permanente, la cifra descendía al 38 %, informó la agencia de noticias EFE.

Este escenario deja a Netanyahu la labor de que su iniciativa política le permita salvar su puesto frente a antiguos aliados como el canciller Avigdor Lieberman, y el ministro de Economía, Naftalí Bennett, representantes de la extrema derecha nacionalista israelí y con capacidad para hacer caer el Ejecutivo.

Ambos se lamentaron del oscurantismo con el que el primer ministro gestionó las conversaciones en El Cairo de cara al gabinete y junto a otros pusieron de manifiesto su rechazo a firmar una tregua con Hamas, prefiriendo hacer concesiones unilaterales a pactar con el grupo.


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