Segunda Guerra Mundial, 75 años

La invasión de Polonia disparó la segunda conflagración europea, que culminaría con el horror atómico.

29 AGO 2014 - 12:50 | Actualizado

La Blitzkrieg (guerra relámpago) comenzó en la madrugada del primero de septiembre de 1939, cuando el acorazado alemán Schleswig-Holstein atacó la guarnición polaca de Westerplatte, cerca del puerto de Danzig, ubicado al norte de ese país.

Dos días después del ataque alemán comenzaba la Segunda Guerra Mundial, con el ingreso en el conflicto del Reino Unido y Francia.

Los nazis pensaban invadir Polonia el 26 de agosto de 1939, pero el dictador alemán Adolf Hitler dudó en atacar ese país cuando el Reino Unido prometió ayudar a Varsovia, mediante un pacto de seguridad firmado un día antes.

A pesar de la aparente superioridad militar no les resultó fácil a los alemanes doblegar la resistencia polaca, que luchó durante siete días en Westerplatte bajo las bombas que lanzaban los aviones Stuka.

A fines de abril de 1940, los alemanes crearon el primer gueto judío en Lodz, mientras que ponían en marcha una campaña de limpieza étnica en toda Polonia.

De algún modo, la invasión de Polonia fue avalada por el pacto de no agresión que firmaron el canciller de Alemania, Joachim von Ribbentrop y su colega soviético, Viacheslav Molotov, el 24 de agosto de 1939, ya que la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) invadió dos semanas después el oriente polaco.

Antes de la invasión alemana ya había habido combates entre ambos países por el control de las zonas fronterizas de Silesia y Pomerania, conflicto que fue resuelto mediante un plebiscito en 1922.

Pero Berlín quedó herida por la pérdida de las ciudades importantes, como Poznan (Posen).

En Polonia, los alemanes pusieron en marcha tácticas militares usadas en la Primera Guerra Mundial con vehículos acorazados (tanque Panzer), apoyados por los aviones Stuka.

Los polacos, por otra parte, pusieron una obstinada resistencia ante el avance alemán, aunque no combatieron con caballos contra los tanques germanos como señalan algunos informes, según aclara el historiador estadounidense Steven Zaloga.

En su libro “La invasión de Polonia: blitkrieg”, señala que “si una imagen condiciona más que ninguna otra la percepción popular de la campaña polaca de 1939 ésta es la de la caballería polaca cargando heroicamente, lanza en ristre, contra los carros de combate alemanes”.

“Como muchos otros detalles de dicha campaña, fue un mito creado por la propaganda de guerra alemana y perpetuado por una erudición poco rigurosa”, afirma Zaloga.

Los alemanes se sentían humillados por su derrota en la Primera Guerra Mundial, debido a las duras condiciones económicas que les impusieron los Aliados en el Tratado de Versalles, así como por la pérdida de antiguos territorios que beneficiaron a Polonia y Checoslovaquia.

Alemania ocupó los Sudetes checoslovacos (áreas con alta proporción de alemanes) en septiembre de 1938, con el posterior consentimiento de Francia y Gran Bretaña en la conferencia de Munich del 29 de septiembre del mismo año.

Un total de 66.300 polacos murieron durante la invasión alemana, mientras que 133.700 resultaron heridos y 587.000 fueron hechos prisioneros, mientras que otros 100.000 resultaron capturados por los soviéticos.

En tanto, los alemanes sufrieron 16.000 muertos y 32.000 heridos, según informes de prensa.

La invasión alemana resultó una catástrofe para Polonia, pues se estima que murieron uno de cada seis polacos, entre ellos cinco de los seis millones de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.

En 2009, cuando se cumplieron 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente polaco, Lech Kaczynski, criticó a la ex Unión Soviética por su responsabilidad en la guerra.

En aquella oportunidad, Kaczynski dijo que Polonia recibió “una puñalada por la espalda” con la invasión soviética por el Este del país y recordó la matanza del bosque de Katyn, donde fueron asesinados unos 20.000 oficiales polacos por las fuerzas soviéticas, a principios de marzo de 1940.

Rusia siempre había culpado a los nazis por dicha masacre, pero en 1990 Moscú admitió su responsabilidad en el hecho.

Sin embargo, para la televisión estatal rusa fue justificada la invasión soviética, ya que, argumentó, los polacos habían coqueteado con Hitler en perjuicio de Moscú.

29 AGO 2014 - 12:50

La Blitzkrieg (guerra relámpago) comenzó en la madrugada del primero de septiembre de 1939, cuando el acorazado alemán Schleswig-Holstein atacó la guarnición polaca de Westerplatte, cerca del puerto de Danzig, ubicado al norte de ese país.

Dos días después del ataque alemán comenzaba la Segunda Guerra Mundial, con el ingreso en el conflicto del Reino Unido y Francia.

Los nazis pensaban invadir Polonia el 26 de agosto de 1939, pero el dictador alemán Adolf Hitler dudó en atacar ese país cuando el Reino Unido prometió ayudar a Varsovia, mediante un pacto de seguridad firmado un día antes.

A pesar de la aparente superioridad militar no les resultó fácil a los alemanes doblegar la resistencia polaca, que luchó durante siete días en Westerplatte bajo las bombas que lanzaban los aviones Stuka.

A fines de abril de 1940, los alemanes crearon el primer gueto judío en Lodz, mientras que ponían en marcha una campaña de limpieza étnica en toda Polonia.

De algún modo, la invasión de Polonia fue avalada por el pacto de no agresión que firmaron el canciller de Alemania, Joachim von Ribbentrop y su colega soviético, Viacheslav Molotov, el 24 de agosto de 1939, ya que la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) invadió dos semanas después el oriente polaco.

Antes de la invasión alemana ya había habido combates entre ambos países por el control de las zonas fronterizas de Silesia y Pomerania, conflicto que fue resuelto mediante un plebiscito en 1922.

Pero Berlín quedó herida por la pérdida de las ciudades importantes, como Poznan (Posen).

En Polonia, los alemanes pusieron en marcha tácticas militares usadas en la Primera Guerra Mundial con vehículos acorazados (tanque Panzer), apoyados por los aviones Stuka.

Los polacos, por otra parte, pusieron una obstinada resistencia ante el avance alemán, aunque no combatieron con caballos contra los tanques germanos como señalan algunos informes, según aclara el historiador estadounidense Steven Zaloga.

En su libro “La invasión de Polonia: blitkrieg”, señala que “si una imagen condiciona más que ninguna otra la percepción popular de la campaña polaca de 1939 ésta es la de la caballería polaca cargando heroicamente, lanza en ristre, contra los carros de combate alemanes”.

“Como muchos otros detalles de dicha campaña, fue un mito creado por la propaganda de guerra alemana y perpetuado por una erudición poco rigurosa”, afirma Zaloga.

Los alemanes se sentían humillados por su derrota en la Primera Guerra Mundial, debido a las duras condiciones económicas que les impusieron los Aliados en el Tratado de Versalles, así como por la pérdida de antiguos territorios que beneficiaron a Polonia y Checoslovaquia.

Alemania ocupó los Sudetes checoslovacos (áreas con alta proporción de alemanes) en septiembre de 1938, con el posterior consentimiento de Francia y Gran Bretaña en la conferencia de Munich del 29 de septiembre del mismo año.

Un total de 66.300 polacos murieron durante la invasión alemana, mientras que 133.700 resultaron heridos y 587.000 fueron hechos prisioneros, mientras que otros 100.000 resultaron capturados por los soviéticos.

En tanto, los alemanes sufrieron 16.000 muertos y 32.000 heridos, según informes de prensa.

La invasión alemana resultó una catástrofe para Polonia, pues se estima que murieron uno de cada seis polacos, entre ellos cinco de los seis millones de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.

En 2009, cuando se cumplieron 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente polaco, Lech Kaczynski, criticó a la ex Unión Soviética por su responsabilidad en la guerra.

En aquella oportunidad, Kaczynski dijo que Polonia recibió “una puñalada por la espalda” con la invasión soviética por el Este del país y recordó la matanza del bosque de Katyn, donde fueron asesinados unos 20.000 oficiales polacos por las fuerzas soviéticas, a principios de marzo de 1940.

Rusia siempre había culpado a los nazis por dicha masacre, pero en 1990 Moscú admitió su responsabilidad en el hecho.

Sin embargo, para la televisión estatal rusa fue justificada la invasión soviética, ya que, argumentó, los polacos habían coqueteado con Hitler en perjuicio de Moscú.


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