Si existiera el gremio de los cantantes comprometidos seguramente Abel Pintos sería su secretario general. A falta de aviones, debido al paro nacional, el bahiense viajó más de un día por tierra junto a sus músicos y equipo sin que se le cayera anillo alguno. Ese gesto, mostró la cara profesional del artista que alguna vez, siendo un adolescente de rulos al viento, cantó para unos pocos en su primera visita a la ciudad en la confitería del Club Huergo. El “hoy” lo marca a Pintos en la cima de la popularidad, ese lugar reservado para unos pocos. Convertido ya en un artista pleno, capaz de dejar en silencio al auditorio o de “levantarlo” por las nubes cuando se lo propone, se encargó de agradecer al público “viajero” que sigue sus presentaciones en la región. Puntual, a la hora señalada, la música comenzó a sonar y Abel, emergió en el escenario con su registro particular. Fue el principio de una larga noche de romance con el cantante y sus letras intimistas. “Más allá de todo lo que pasó, las heridas y el dolor/lo difícil que será el sentarme a esperar que los días pasen/Y que quieras escuchar” rompió el hielo desde “Aquí te espero”,el primero del repertorio. Su último disco, titulado Abel, editado a fines del año pasado resultó el eje del concierto; el pasaje que eligió para mantener al público en su punto exacto. Y tras un primer tramo, orientado al estilo que él mismo construyó casi dejando en el bolso las viejas raíces del folclore, el cantautor sedujo con La llave, Te extraño; No me olvides y Cactus, el homenaje a Gustavo Cerati, entre otros hits que fueron ambientados desde una pantalla gigante en el escenario junto a dos laterales, en las cuales los primeros planos permitían detectar gestos y sensaciones. Así nadie se perdió detalle del manejo escénico, ni de la puesta aceitada después de interminables giras tanto por el interior del país como por el exterior. Auténtico, movilizó al público desde la serenidad de la palabra; contando varias veces la “historia” que se convirtió en canción y el sentimiento que cada letra, le provocó desde el mismo papel. La conexión siempre estuvo, con gestos y música que hicieron transcurrir una eternidad el tiempo físico del show. Planteando cada concierto como un estímulo de su propia fe. “La cosa está entre nosotros y en todo lo que hemos experimentado hasta el momento. Cada concierto es un fiel reflejo de eso porque me subo a un escenario y me enfrento a miles de personas que me conocen y conozco hasta cierto punto. Más allá de venir de lugares diferentes, tener edades distintas, ir hacia lugares distintos y hablar distinto, nos bastan tres minutos de una canción para estar todos conectados”, Abel Pintos tiró en su encuentro con medios locales. Anoche nuevamente presentó su concierto en el Predio Ferial en el marco de su gira patagónica que llegará a Río Gallegos; Río Grande (2 y 6 de Septiembre) y Ushuaia (3 y 5 de Septiembre).
Si existiera el gremio de los cantantes comprometidos seguramente Abel Pintos sería su secretario general. A falta de aviones, debido al paro nacional, el bahiense viajó más de un día por tierra junto a sus músicos y equipo sin que se le cayera anillo alguno. Ese gesto, mostró la cara profesional del artista que alguna vez, siendo un adolescente de rulos al viento, cantó para unos pocos en su primera visita a la ciudad en la confitería del Club Huergo. El “hoy” lo marca a Pintos en la cima de la popularidad, ese lugar reservado para unos pocos. Convertido ya en un artista pleno, capaz de dejar en silencio al auditorio o de “levantarlo” por las nubes cuando se lo propone, se encargó de agradecer al público “viajero” que sigue sus presentaciones en la región. Puntual, a la hora señalada, la música comenzó a sonar y Abel, emergió en el escenario con su registro particular. Fue el principio de una larga noche de romance con el cantante y sus letras intimistas. “Más allá de todo lo que pasó, las heridas y el dolor/lo difícil que será el sentarme a esperar que los días pasen/Y que quieras escuchar” rompió el hielo desde “Aquí te espero”,el primero del repertorio. Su último disco, titulado Abel, editado a fines del año pasado resultó el eje del concierto; el pasaje que eligió para mantener al público en su punto exacto. Y tras un primer tramo, orientado al estilo que él mismo construyó casi dejando en el bolso las viejas raíces del folclore, el cantautor sedujo con La llave, Te extraño; No me olvides y Cactus, el homenaje a Gustavo Cerati, entre otros hits que fueron ambientados desde una pantalla gigante en el escenario junto a dos laterales, en las cuales los primeros planos permitían detectar gestos y sensaciones. Así nadie se perdió detalle del manejo escénico, ni de la puesta aceitada después de interminables giras tanto por el interior del país como por el exterior. Auténtico, movilizó al público desde la serenidad de la palabra; contando varias veces la “historia” que se convirtió en canción y el sentimiento que cada letra, le provocó desde el mismo papel. La conexión siempre estuvo, con gestos y música que hicieron transcurrir una eternidad el tiempo físico del show. Planteando cada concierto como un estímulo de su propia fe. “La cosa está entre nosotros y en todo lo que hemos experimentado hasta el momento. Cada concierto es un fiel reflejo de eso porque me subo a un escenario y me enfrento a miles de personas que me conocen y conozco hasta cierto punto. Más allá de venir de lugares diferentes, tener edades distintas, ir hacia lugares distintos y hablar distinto, nos bastan tres minutos de una canción para estar todos conectados”, Abel Pintos tiró en su encuentro con medios locales. Anoche nuevamente presentó su concierto en el Predio Ferial en el marco de su gira patagónica que llegará a Río Gallegos; Río Grande (2 y 6 de Septiembre) y Ushuaia (3 y 5 de Septiembre).