Rudy le pone humor a la vida de Freud

El comediante Rudy escribió una biografía sobre Sigmund Freud Vida y milagros en la clave que mejor le sale, el humor, un desopilante encuentro con el fundador del psicoanálisis, que lejos de escapar a la realidad -su vida, su aporte científico, su obra-, se atreve a correrle la solemnidad que suele acompañar a este tipo de semblanzas y lo acerca desde la ocurrencia y la risa.

23 SEP 2014 - 19:18 | Actualizado

En algún momento ejerció como psicoanalista, hace 26 años que no lo hace, aunque sigue ejerciendo pero como paciente. "Soy un psicoanalista retirado", dice a Télam Rudy, este hombre que del consultorio viró rápidamente al humor: escribió más de cuarenta libros atravesados por el género, fue guionista de Tato Bores y hace 25 años lleva adelante el suplemento Sátira/12 y la lista continúa.

Acaba de publicar una biografía sobre Freud, el psicoanalista que lo acompaña desde hace muchos años, por lo menos desde que lo conoció cuando estudiaba medicina en la década del 70: "¿Cómo sabe tanto de mí?" se preguntaba cuando todavía "la terapia era en blanco y negro", se divierte entre risas el autor de este singular recorrido por la vida del austríaco que sentó la bases de la disciplina y que hoy se conmemoran 75 años de su muerte.

"Es un libro serio pero escrito por un humorista; pensé en lectores que quieran conocerlo desde el humor, o tal vez ya lo conocen y ahora lo quieren descubrir desde otro lugar", cuenta Rudy, al tiempo que advierte que "el humor no va contra lo serio, sí­ contra lo solemne y la solemnidad no tiene nada que ver con el conocimiento, el ceño fruncido no hace a uno más cientí­fico".

Personajes como Freud o Lacan o Einstein, destaca el humorista, lejos están de ese tono protocolar. "Freud no se puso en ese lugar solemne de estatua de bronce, sólo fue una persona que encontró y descubrió", afirma. Por eso, "¿cómo no atreverse a una biografí­a así­? La tentación es enorme: trabajar sobre una persona tan reconocida sabiendo que un libro humorí­stico no le va a quitar respeto ni trascendencia en lo más mí­nimo".

Incluso el mismo Freud (1856-1939) "tenía un gran sentido del humor" y se metió en sus estudios con el humor, "primero el libro del chiste y su relación con el inconsciente, y después `El humor`o `El humorismo` depende la traducción, donde habla muy seriamente del tema", insiste Rudy.

Publicado por Galerna, "Sigmund Freud. Vida y milagros", está estructurado en forma similar a sus "Obras Completas", en sintoní­a a la manera en que la mayorí­a de los lectores le entraron a la lectura póstuma de Freud, como un salpicado de temas diversos. "Así es este libro, de pronto un capí­tulo habla de su vida, otro de un caso clínico, de las discusiones psicoanalíticas o el viaje a Estados Unidos".

Desde la risa y el humor, Rudy va siguiendo los pasos de uno de los pensadores más trascendentes del siglo XX, su historia, sus teorías, sus conceptos, sus amistades, combinando imaginación con realidad: "Eso es lo que hacemos los humoristas, tomamos un dato real y le encontramos qué tiene de absurdo, de raro, de llamativo y a partir de eso deliramos un poquito", explica el comediante.

Télam: ¿Qué puntos de contacto hay entre el análisis y el humor?

Rudy: Creo que los analistas y los humoristas no inventamos sino que descubrimos: si uno, como humorista, no encuentra lo más profundo, lo absurdo, no hay chiste. Buscamos eso que no está dicho y los psicoanalistas hacen lo mismo. Nuestro trabajo se parece al del escultor más que al del pintor, en el sentido de que el escultor saca de la piedra y el pintor agrega.

T: Después de tanta lectura sobre y de Freud como estudiante y como psicoanalista, ¿esta biografía te permitió descubrir cosas nuevas de él?

R: Me enteré de muchas cosas de Freud, pero también de un montón de cosas de mi, porque uno escribe finalmente sobre sí­ mismo; escribís sobre otros pero en realidad es lo que vos ves de otros. Fui descubriendo pequeñas cosas, por ejemplo, que su padre era físicamente parecido a Garibaldi (el polí­tico italiano) y al mismo tiempo era un tipo que se presenta como muy tí­mido, ¿qué le habrá pasado a Freud con este hombre que se parece fí­sicamente a algo y es como otro, no?

T: ¿Y cómo lo definirías?

R: Durante 40 años se la pasó preguntando qué querían las mujeres, yo me pase 3 años preguntando qué querí­a este hombre. Me pregunté qué se preguntaba. El fue un preguntador, una persona ambiciosa, en el mejor sentido de la palabra, que querí­a encontrar cosas y las encontró.

Decí­a que era una especie de arqueólogo del inconsciente y es verdad porque si uno lo piensa en el psicoanálisis se van encontrando como capas más profundas.

Fue un tipo que no tuvo problema en pelearse con él mismo, con los demás y cambiar de idea cuando veí­a que se le estaba quedando chica. Cambió muchísimas veces, en su metodologí­a o en su forma de pensar, porque la pregunta lo superaba y buscaba otra cosa, en ese sentido fue también un gran buscador.

Y además de todo, Freud conmovió a su sociedad, dijo cosas que tal vez ahora nos suenen muy antiguas; por ejemplo, preguntarse por el deseo femenino en 2014 serí­a un machista, retrógrado pero en 1914 no lo era. Probablemente muchas personas se lo preguntaban pero en su casas, él en cambio lo planteó a la sociedad científica y más aún, lo llevó al plano de lo público.

Las más leídas

23 SEP 2014 - 19:18

En algún momento ejerció como psicoanalista, hace 26 años que no lo hace, aunque sigue ejerciendo pero como paciente. "Soy un psicoanalista retirado", dice a Télam Rudy, este hombre que del consultorio viró rápidamente al humor: escribió más de cuarenta libros atravesados por el género, fue guionista de Tato Bores y hace 25 años lleva adelante el suplemento Sátira/12 y la lista continúa.

Acaba de publicar una biografía sobre Freud, el psicoanalista que lo acompaña desde hace muchos años, por lo menos desde que lo conoció cuando estudiaba medicina en la década del 70: "¿Cómo sabe tanto de mí?" se preguntaba cuando todavía "la terapia era en blanco y negro", se divierte entre risas el autor de este singular recorrido por la vida del austríaco que sentó la bases de la disciplina y que hoy se conmemoran 75 años de su muerte.

"Es un libro serio pero escrito por un humorista; pensé en lectores que quieran conocerlo desde el humor, o tal vez ya lo conocen y ahora lo quieren descubrir desde otro lugar", cuenta Rudy, al tiempo que advierte que "el humor no va contra lo serio, sí­ contra lo solemne y la solemnidad no tiene nada que ver con el conocimiento, el ceño fruncido no hace a uno más cientí­fico".

Personajes como Freud o Lacan o Einstein, destaca el humorista, lejos están de ese tono protocolar. "Freud no se puso en ese lugar solemne de estatua de bronce, sólo fue una persona que encontró y descubrió", afirma. Por eso, "¿cómo no atreverse a una biografí­a así­? La tentación es enorme: trabajar sobre una persona tan reconocida sabiendo que un libro humorí­stico no le va a quitar respeto ni trascendencia en lo más mí­nimo".

Incluso el mismo Freud (1856-1939) "tenía un gran sentido del humor" y se metió en sus estudios con el humor, "primero el libro del chiste y su relación con el inconsciente, y después `El humor`o `El humorismo` depende la traducción, donde habla muy seriamente del tema", insiste Rudy.

Publicado por Galerna, "Sigmund Freud. Vida y milagros", está estructurado en forma similar a sus "Obras Completas", en sintoní­a a la manera en que la mayorí­a de los lectores le entraron a la lectura póstuma de Freud, como un salpicado de temas diversos. "Así es este libro, de pronto un capí­tulo habla de su vida, otro de un caso clínico, de las discusiones psicoanalíticas o el viaje a Estados Unidos".

Desde la risa y el humor, Rudy va siguiendo los pasos de uno de los pensadores más trascendentes del siglo XX, su historia, sus teorías, sus conceptos, sus amistades, combinando imaginación con realidad: "Eso es lo que hacemos los humoristas, tomamos un dato real y le encontramos qué tiene de absurdo, de raro, de llamativo y a partir de eso deliramos un poquito", explica el comediante.

Télam: ¿Qué puntos de contacto hay entre el análisis y el humor?

Rudy: Creo que los analistas y los humoristas no inventamos sino que descubrimos: si uno, como humorista, no encuentra lo más profundo, lo absurdo, no hay chiste. Buscamos eso que no está dicho y los psicoanalistas hacen lo mismo. Nuestro trabajo se parece al del escultor más que al del pintor, en el sentido de que el escultor saca de la piedra y el pintor agrega.

T: Después de tanta lectura sobre y de Freud como estudiante y como psicoanalista, ¿esta biografía te permitió descubrir cosas nuevas de él?

R: Me enteré de muchas cosas de Freud, pero también de un montón de cosas de mi, porque uno escribe finalmente sobre sí­ mismo; escribís sobre otros pero en realidad es lo que vos ves de otros. Fui descubriendo pequeñas cosas, por ejemplo, que su padre era físicamente parecido a Garibaldi (el polí­tico italiano) y al mismo tiempo era un tipo que se presenta como muy tí­mido, ¿qué le habrá pasado a Freud con este hombre que se parece fí­sicamente a algo y es como otro, no?

T: ¿Y cómo lo definirías?

R: Durante 40 años se la pasó preguntando qué querían las mujeres, yo me pase 3 años preguntando qué querí­a este hombre. Me pregunté qué se preguntaba. El fue un preguntador, una persona ambiciosa, en el mejor sentido de la palabra, que querí­a encontrar cosas y las encontró.

Decí­a que era una especie de arqueólogo del inconsciente y es verdad porque si uno lo piensa en el psicoanálisis se van encontrando como capas más profundas.

Fue un tipo que no tuvo problema en pelearse con él mismo, con los demás y cambiar de idea cuando veí­a que se le estaba quedando chica. Cambió muchísimas veces, en su metodologí­a o en su forma de pensar, porque la pregunta lo superaba y buscaba otra cosa, en ese sentido fue también un gran buscador.

Y además de todo, Freud conmovió a su sociedad, dijo cosas que tal vez ahora nos suenen muy antiguas; por ejemplo, preguntarse por el deseo femenino en 2014 serí­a un machista, retrógrado pero en 1914 no lo era. Probablemente muchas personas se lo preguntaban pero en su casas, él en cambio lo planteó a la sociedad científica y más aún, lo llevó al plano de lo público.


NOTICIAS RELACIONADAS