A solas con Zaffaroni

Sin nombres propios, el ministro de la Corte y penalista más respetado del país, advirtió que cualquier candidato que intente desviar el rumbo político “nos llevaría a un caos interno” porque “la gente no es tonta y hay caminos trazados que son irreversibles”.

14 NOV 2014 - 22:49 | Actualizado

Por Rolando Tobarez

"Las bolas del Palacio”. Esa es la deuda pendiente de Raúl Zaffaroni como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lo dice, muy tentado, ante la pregunta de Jornada. “Hay algo que no pude hacer: cambiar esas bolas. En el Palacio de Justicia hay una cosa que tardé mucho tiempo en percibir: tiene unas bolas horribles de iluminación que no tienen nada que ver con el estilo del Palacio”. Las define como de “luz blanca de hospital viejo”. Un penalista de fama internacional dedicado a esas lámparas. “Descubrimos que se habían robado todas las luminarias y quedaban las marcas en el techo. Encontramos que había quedado una, de bronce, muy adecuada al estilo”. Zaffaroni intentó recuperar esas luces originales pero por ministro que fuera, no pudo. “Hasta hoy todo el interior del Palacio está arruinado por esas porquerías. Las bolas siguen ahí”.

-¿No teme que si gana un proyecto opositor en 2015 se pierda lo que se logró al menos en su área?

-Yo no creo que haya otro proyecto político diferente que triunfe en 2015.

-¿Cree que gana el kirchnerismo?

-No sé quién ganará, pero un proyecto político diferente no tendría éxito, nos llevaría a un caos, de modo que no lo creo. Sea quien sea que gane tendrá que seguir más o menos el mismo camino porque de lo contrario se producirá un caos interno. La gente no es tonta y va a producir un desasosiego general. No estoy vaticinando quién ganará pero hay algunos caminos que se trazaron que son irreversibles, porque la gente resistirá cualquier cambio.

-¿La gente percibe los beneficios?

-Sin duda. Los disfruta. Puede ser que crea que los merece y le vinieron del aire y puede ser que vote a quien sea, no me importa, pero ese quien sea que vote no tendrá espacio para regresar todo en un giro de 180 grados. No existe espacio social para eso.

-Qué difícil es traducirle a un vecino cualquiera las cuestiones judiciales…

-Claro que es muy difícil. Si un medio instiga permanentemente a una venganza ilimitada, le va a parecer que todo lo que hace la justicia es poco, eso es evidente aunque errores humanos puede haber. Algún día el vecino se dará cuenta de que lo que hay detrás de eso es dar mano libre a la Policía y a la represión y que eso termina en una masacre. Después todos lloramos cuando ya los muertos están muertos, ese es el problema. Pero todo descontrol del poder punitivo, toda falta de prudencia en su uso, tarde o temprano termina en un genocidio.

-¿Palpa la diferencia entre lo que se piensa en el interior con Capital Federal?

-Sí, la gente está más cerca de la realidad en el interior. Buenos Aires vive mucho de los medios masivos y se alimenta y envenena con eso todos los días. Es histórico: Buenos Aires votó contra Yrigoyen y contra Perón, nunca se sumó a un proyecto, más bien siempre votó en contra y no siempre con un sentido muy popular. Los peores prejuicios salen de Buenos Aires.

-¿Es cierto que el modelo judicial de Chubut es elogiado?

-Aparentemente sí, parece que funciona bastante bien, aunque tendría que verlo un poco más. Los expedientes que me vienen y recibo de hace algunos años son interesantes, no veo cosas muy complicadas que vengan de acá, errores graves o cosas que haya que corregir.

-Usted suele hablar de cómo los medios crean una realidad de inseguridad…

-En Argentina se propugna una escalada de poder punitivo represivo. A diferencia de México y Brasil, donde disimulan lo que ya existe y está instalado. En el mundo tenemos 23 países que superan los 20 homicidios cada cien mil habitantes: 18 son de América Latina y 5 de África. Nosotros tenemos una media de homicidios de 6,5 por cien mil, Brasil está en 27 y México pasa los 20 lejos y no confío en sus cifras. No digo que tenemos que estar conformes y consolarnos, debemos esforzarnos para alcanzar los 2 o el 1 por cien mil de Europa o Canadá. De cualquier manera nuestra realidad para un proyecto de sociedad inclusiva tiene por delante una tarea que es mucho más factible que otros países de la región.

-¿Qué déficit hay para tener mejor prevención?

-Hay una frecuencia delictiva pero que tengamos muy poca investigación de campo me llama la atención y me lleva a la conclusión de que a nadie le importa sino que importa la manipulación política y mediática. Si quiero bajar esa frecuencia y quiero proteger, tengo que prevenir. Eso no lo hago con la ley penal, cuando nosotros llegamos el muerto está muerto. Uno puede hacer cualquier cosa después pero ya no lo resucito. Seguridad significa que no esté muerto, hacer algo antes, pero para prevenir esa conflictividad tengo que conocerla, no puedo prevenir un fenómeno que no conozco. Hay muy poca criminología de campo, poco estudio de lo que está pasando, y no porque tengamos escasos cientistas sociales, tenemos buenos pero no se invierte nada pese a que el presupuesto en fuerzas de seguridad es enorme, quizás sea el más alto del Estado y el más descontrolado en cuanto a racionalidad de gastos. ¿Cómo diablos se va a prevenir lo que no se conoce?, ¿Será cierto que alguien está preocupado por prevenir en serio?

-¿Habla de todas las áreas?

-De todo lo que es frecuencia delictiva, empezando por lo más elemental, el homicidio, que es una cifra dura y lo más fácil de investigar porque es el cadáver. Salvo que sea un país caótico con fosas con muertos a cada rato. En un país normal la cifra real es la cifra reportada. Pero ni siquiera ahí tenemos una investigación completa. Lo que hacemos en la Corte desde hace unos años es una cosa bastante grosera: tomar 20 preguntas de cada expediente de homicidio y relevar 20 datos. Nunca se había hecho. Para saber las zonas calientes, los motivos, tipo de homicidio, etcétera. Lo que sale en el diario es el homicidio en ocasión de robo pero eso no es lo que domina: domina el homicidio entre conocidos, el intrafamiliar. Todo el mundo ve muertos y empieza “¡Droga!”. Y lo que veo es una altísima incidencia del alcohol. Eso lo sacamos de los expedientes.

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14 NOV 2014 - 22:49

Por Rolando Tobarez

"Las bolas del Palacio”. Esa es la deuda pendiente de Raúl Zaffaroni como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lo dice, muy tentado, ante la pregunta de Jornada. “Hay algo que no pude hacer: cambiar esas bolas. En el Palacio de Justicia hay una cosa que tardé mucho tiempo en percibir: tiene unas bolas horribles de iluminación que no tienen nada que ver con el estilo del Palacio”. Las define como de “luz blanca de hospital viejo”. Un penalista de fama internacional dedicado a esas lámparas. “Descubrimos que se habían robado todas las luminarias y quedaban las marcas en el techo. Encontramos que había quedado una, de bronce, muy adecuada al estilo”. Zaffaroni intentó recuperar esas luces originales pero por ministro que fuera, no pudo. “Hasta hoy todo el interior del Palacio está arruinado por esas porquerías. Las bolas siguen ahí”.

-¿No teme que si gana un proyecto opositor en 2015 se pierda lo que se logró al menos en su área?

-Yo no creo que haya otro proyecto político diferente que triunfe en 2015.

-¿Cree que gana el kirchnerismo?

-No sé quién ganará, pero un proyecto político diferente no tendría éxito, nos llevaría a un caos, de modo que no lo creo. Sea quien sea que gane tendrá que seguir más o menos el mismo camino porque de lo contrario se producirá un caos interno. La gente no es tonta y va a producir un desasosiego general. No estoy vaticinando quién ganará pero hay algunos caminos que se trazaron que son irreversibles, porque la gente resistirá cualquier cambio.

-¿La gente percibe los beneficios?

-Sin duda. Los disfruta. Puede ser que crea que los merece y le vinieron del aire y puede ser que vote a quien sea, no me importa, pero ese quien sea que vote no tendrá espacio para regresar todo en un giro de 180 grados. No existe espacio social para eso.

-Qué difícil es traducirle a un vecino cualquiera las cuestiones judiciales…

-Claro que es muy difícil. Si un medio instiga permanentemente a una venganza ilimitada, le va a parecer que todo lo que hace la justicia es poco, eso es evidente aunque errores humanos puede haber. Algún día el vecino se dará cuenta de que lo que hay detrás de eso es dar mano libre a la Policía y a la represión y que eso termina en una masacre. Después todos lloramos cuando ya los muertos están muertos, ese es el problema. Pero todo descontrol del poder punitivo, toda falta de prudencia en su uso, tarde o temprano termina en un genocidio.

-¿Palpa la diferencia entre lo que se piensa en el interior con Capital Federal?

-Sí, la gente está más cerca de la realidad en el interior. Buenos Aires vive mucho de los medios masivos y se alimenta y envenena con eso todos los días. Es histórico: Buenos Aires votó contra Yrigoyen y contra Perón, nunca se sumó a un proyecto, más bien siempre votó en contra y no siempre con un sentido muy popular. Los peores prejuicios salen de Buenos Aires.

-¿Es cierto que el modelo judicial de Chubut es elogiado?

-Aparentemente sí, parece que funciona bastante bien, aunque tendría que verlo un poco más. Los expedientes que me vienen y recibo de hace algunos años son interesantes, no veo cosas muy complicadas que vengan de acá, errores graves o cosas que haya que corregir.

-Usted suele hablar de cómo los medios crean una realidad de inseguridad…

-En Argentina se propugna una escalada de poder punitivo represivo. A diferencia de México y Brasil, donde disimulan lo que ya existe y está instalado. En el mundo tenemos 23 países que superan los 20 homicidios cada cien mil habitantes: 18 son de América Latina y 5 de África. Nosotros tenemos una media de homicidios de 6,5 por cien mil, Brasil está en 27 y México pasa los 20 lejos y no confío en sus cifras. No digo que tenemos que estar conformes y consolarnos, debemos esforzarnos para alcanzar los 2 o el 1 por cien mil de Europa o Canadá. De cualquier manera nuestra realidad para un proyecto de sociedad inclusiva tiene por delante una tarea que es mucho más factible que otros países de la región.

-¿Qué déficit hay para tener mejor prevención?

-Hay una frecuencia delictiva pero que tengamos muy poca investigación de campo me llama la atención y me lleva a la conclusión de que a nadie le importa sino que importa la manipulación política y mediática. Si quiero bajar esa frecuencia y quiero proteger, tengo que prevenir. Eso no lo hago con la ley penal, cuando nosotros llegamos el muerto está muerto. Uno puede hacer cualquier cosa después pero ya no lo resucito. Seguridad significa que no esté muerto, hacer algo antes, pero para prevenir esa conflictividad tengo que conocerla, no puedo prevenir un fenómeno que no conozco. Hay muy poca criminología de campo, poco estudio de lo que está pasando, y no porque tengamos escasos cientistas sociales, tenemos buenos pero no se invierte nada pese a que el presupuesto en fuerzas de seguridad es enorme, quizás sea el más alto del Estado y el más descontrolado en cuanto a racionalidad de gastos. ¿Cómo diablos se va a prevenir lo que no se conoce?, ¿Será cierto que alguien está preocupado por prevenir en serio?

-¿Habla de todas las áreas?

-De todo lo que es frecuencia delictiva, empezando por lo más elemental, el homicidio, que es una cifra dura y lo más fácil de investigar porque es el cadáver. Salvo que sea un país caótico con fosas con muertos a cada rato. En un país normal la cifra real es la cifra reportada. Pero ni siquiera ahí tenemos una investigación completa. Lo que hacemos en la Corte desde hace unos años es una cosa bastante grosera: tomar 20 preguntas de cada expediente de homicidio y relevar 20 datos. Nunca se había hecho. Para saber las zonas calientes, los motivos, tipo de homicidio, etcétera. Lo que sale en el diario es el homicidio en ocasión de robo pero eso no es lo que domina: domina el homicidio entre conocidos, el intrafamiliar. Todo el mundo ve muertos y empieza “¡Droga!”. Y lo que veo es una altísima incidencia del alcohol. Eso lo sacamos de los expedientes.


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