Jugar entre la vida y la muerte

Lucas Salinas, joven jugador del Deportivo Roca, sufre una enfermedad que provoca que el fútbol sea una práctica desaconsejable, que puede terminar en la muerte. Sin embargo, no quiere dejar de jugar. “Si me toca morir, que sea en una cancha. El fútbol es un remedio para mi tratamiento”, remató.

Lucas Salinas, con el buzo de Roca. A la izquierda está su mamá. A la derecha, una de sus hermanas y su novia.
05 ENE 2015 - 21:44 | Actualizado

Por Francisco Caputo

Cuánto se está dispuesto a dar por el fútbol? Hay quienes afirman que el fútbol es una cuestión de vida o muerte, pero suele ser una expresión para graficar el apasionamiento por el mundo de la redonda. Este caso, no es una metáfora. Es una realidad que roza los huesos camino a lo más profundo del alma.

Lucas Salinas, joven jugador de Deportivo Roca de Rawson, sufre una enfermedad que complica la práctica del deporte y que puede derivar en la muerte. Lisa y llanamente.

Sin embargo, el “Pipa”, como se lo conoce en el ambiente del balompié local, desafía los límites de la ciencia y de la vida. A sus 18 años, muestra un inmenso apasionamiento por el fútbol, al cual iguala con la vida misma. “Si me toca morir, que sea en una cancha de fútbol. Se lo digo siempre a mi mamá y se enoja. El fútbol para mí es la vida o la muerte”, le relató Salinas a Jornada, a quien recibió en su hogar.

Las plaquetas

La vida para Lucas y para el resto de la familia Salinas-Gutiérrez cambió el 15 de julio del año pasado. “Me levanté un día a la mañana. Me descompuse en casa y me internaron en terapia intensiva. Ahí se descubrió la enfermedad, estuve una semana en terapia; fue un momento muy difícil para mi familia”, recordaba el “Pipa”.

La enfermedad a la cual se hace referencia es la Trombocitopenia Inmune, una afección que restringe la cantidad de plaquetas en la sangre. Las plaquetas son las encargadas de ayudar a la cicatrización de todo tipo de heridas. En caso de plaquetas bajas, se pueden producir hemorragias con mayor facilidad. Ese cuadro para un futbolista implica severas complicaciones. De hecho, se desaconseja la práctica del deporte de contacto a aquellos que sufran este padecimiento clínico, que es tratable pero que requiere en su seguimiento chequeos y análisis frecuentes, que deberá entregar a la Liga del Valle.

Los miedos

Salinas optó por no dejar de jugar. En uno de los partidos jugados en el Clausura 2014 de la Liga del Valle, sufrió golpes que motivaron una nueva internación. “Volvi a jugar y tuve una recaída. Estuve internado en terapia intermedia. Pero me fui recuperando”, señaló el defensor.

Pese a ese nuevo contratiempo, Salinas subió la apuesta. Continuó con la práctica del fútbol. Y las emociones no tan agradables siguieron fluyendo.

La eventualidad de perder a un ser querido en plena cancha despierta temores profundos. “De parte de mi familia sentían miedo, pero trataban de apoyarme. Cuando volvía, el abrazo de mis hermanos y mi mamá, me daba tranquilidad”, comentaba con alivio.

Y la posibilidad de un hecho desgraciado, tampoco le era indiferente al protagonista. “Me iba con miedo a jugar. Trataba de que no pasara eso, para darle tranquilidad al club, al equipo y a mi familia. Trato de cuidarme de los goles. Pero yo sabía que iba a volver a mi casa. Así que por ese lado me iba tranquilo a jugar”, citó.

De vida o muerte

No es ilógico plantearse porque una persona decide desafiar a la vida. “Quiero mucho al fútbol. Es un remedio para el fútbol para seguir con el tratamiento. Ojo, cuando me hago análisis y no me dan bien, trato de no jugar. Pero no está en mis planes dejar. Sé que me puede traer consecuencias. Pero ojalá no me pase nada.”, remató. El fútbol y la vida, para el “Pipa”, son lo mismo.

La fuente de su vida, el fútbol, es también aquello que puede desencadenar su muerte. Podrá afirmarse con razón que Lucas Salinas arriesga más de la cuenta, que puede costarle un precio imposible de calcular.

Mientras sigue con el tratamiento, a sus 18 años, Lucas elige como vivir y se anima a plantear como morir. Para Lucas, el fútbol es una cuestión de vida o muerte. Para él y la familia. De verdad.

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Lucas Salinas, con el buzo de Roca. A la izquierda está su mamá. A la derecha, una de sus hermanas y su novia.
05 ENE 2015 - 21:44

Por Francisco Caputo

Cuánto se está dispuesto a dar por el fútbol? Hay quienes afirman que el fútbol es una cuestión de vida o muerte, pero suele ser una expresión para graficar el apasionamiento por el mundo de la redonda. Este caso, no es una metáfora. Es una realidad que roza los huesos camino a lo más profundo del alma.

Lucas Salinas, joven jugador de Deportivo Roca de Rawson, sufre una enfermedad que complica la práctica del deporte y que puede derivar en la muerte. Lisa y llanamente.

Sin embargo, el “Pipa”, como se lo conoce en el ambiente del balompié local, desafía los límites de la ciencia y de la vida. A sus 18 años, muestra un inmenso apasionamiento por el fútbol, al cual iguala con la vida misma. “Si me toca morir, que sea en una cancha de fútbol. Se lo digo siempre a mi mamá y se enoja. El fútbol para mí es la vida o la muerte”, le relató Salinas a Jornada, a quien recibió en su hogar.

Las plaquetas

La vida para Lucas y para el resto de la familia Salinas-Gutiérrez cambió el 15 de julio del año pasado. “Me levanté un día a la mañana. Me descompuse en casa y me internaron en terapia intensiva. Ahí se descubrió la enfermedad, estuve una semana en terapia; fue un momento muy difícil para mi familia”, recordaba el “Pipa”.

La enfermedad a la cual se hace referencia es la Trombocitopenia Inmune, una afección que restringe la cantidad de plaquetas en la sangre. Las plaquetas son las encargadas de ayudar a la cicatrización de todo tipo de heridas. En caso de plaquetas bajas, se pueden producir hemorragias con mayor facilidad. Ese cuadro para un futbolista implica severas complicaciones. De hecho, se desaconseja la práctica del deporte de contacto a aquellos que sufran este padecimiento clínico, que es tratable pero que requiere en su seguimiento chequeos y análisis frecuentes, que deberá entregar a la Liga del Valle.

Los miedos

Salinas optó por no dejar de jugar. En uno de los partidos jugados en el Clausura 2014 de la Liga del Valle, sufrió golpes que motivaron una nueva internación. “Volvi a jugar y tuve una recaída. Estuve internado en terapia intermedia. Pero me fui recuperando”, señaló el defensor.

Pese a ese nuevo contratiempo, Salinas subió la apuesta. Continuó con la práctica del fútbol. Y las emociones no tan agradables siguieron fluyendo.

La eventualidad de perder a un ser querido en plena cancha despierta temores profundos. “De parte de mi familia sentían miedo, pero trataban de apoyarme. Cuando volvía, el abrazo de mis hermanos y mi mamá, me daba tranquilidad”, comentaba con alivio.

Y la posibilidad de un hecho desgraciado, tampoco le era indiferente al protagonista. “Me iba con miedo a jugar. Trataba de que no pasara eso, para darle tranquilidad al club, al equipo y a mi familia. Trato de cuidarme de los goles. Pero yo sabía que iba a volver a mi casa. Así que por ese lado me iba tranquilo a jugar”, citó.

De vida o muerte

No es ilógico plantearse porque una persona decide desafiar a la vida. “Quiero mucho al fútbol. Es un remedio para el fútbol para seguir con el tratamiento. Ojo, cuando me hago análisis y no me dan bien, trato de no jugar. Pero no está en mis planes dejar. Sé que me puede traer consecuencias. Pero ojalá no me pase nada.”, remató. El fútbol y la vida, para el “Pipa”, son lo mismo.

La fuente de su vida, el fútbol, es también aquello que puede desencadenar su muerte. Podrá afirmarse con razón que Lucas Salinas arriesga más de la cuenta, que puede costarle un precio imposible de calcular.

Mientras sigue con el tratamiento, a sus 18 años, Lucas elige como vivir y se anima a plantear como morir. Para Lucas, el fútbol es una cuestión de vida o muerte. Para él y la familia. De verdad.


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