El Cine Coliseo probó que los estrenos llegaban tarde y ganó un juicio inédito

Un programador le inició una demanda porque le rescindieron el contrato. Pero la empresa demostró que el hombre le llevaba las películas muy tarde y que eso generaba que vaya poca gente a las funciones. Los jueces coincidieron.

Discusión legal. El Coliseo reclamó por los estrenos y ganó el juicio.
17 ENE 2015 - 0:50 | Actualizado

Por Rolando Tobarez.

El Cine Coliseo de Trelew ganó un inédito juicio en el que logró demostrar cómo fue perjudicado económicamente por un programador que le llevaba tarde los estrenos, generando que concurriera menos gente a las funciones. El hombre –de iniciales D.G.E.- demandó a la sala valletana por daños y perjuicios, pero su queja fue rechazada. El fallo lo firmaron los camaristas Sergio Lucero y Aldo de Cunto.

En diciembre de 2005, el programador vendió el fondo de comercio a una sociedad comercial privada, que pasaría a manejar la sala. En el mismo contrato se convirtió en su proveedor de cintas. Durante un tiempo este servicio sería gratis para los nuevos dueños. Y desde noviembre de 2007 le pagarían 333 dólares mensuales. Según las cláusulas, si los estrenos llegaban con retraso, el Coliseo no le abonaría. Y si esta mala provisión se extendía por tres semanas, el contrato entero caía.

En 2008 las películas comenzaron a llegar tarde. El Cine se quejó con el programador contratado, que no contestó. Finalmente, los nuevos dueños rescindieron el contrato en agosto de 2009: la irregularidad en la llegada de películas había durado más de tres semanas.

En su demanda al Coliseo, el hombre admitió haber alterado el orden seguido hasta 2008 para la proyección de películas: de ser la segunda sala detrás de Comodoro Rivadavia, Trelew pasó a ser la última en salas prioritarias y su lugar lo ocupó Caleta Olivia.

Al justificarse, el programador explicó que el orden de las películas dependía de un ranking de cines rentables y no de él. Esa tabla determinaba a qué cine iba en segundo o tercer lugar la película o si se proyectaba en simultáneo en varios cines.

Según su versión, este ranking dependía del beneficio económico que daba de cada sala, y se armaba estadísticamente por entradas vendidas, sea precio o cantidad. Pero la justicia consideró que si el orden de los films no dependía de él, debió avisarle antes al Coliseo para que sus nuevos dueños decidieran si convenía contratarlo.

En sus informes a tribunales, las distribuidoras aclararon que el responsable de repartir la proyección de estrenos era el programador, de acuerdo al menú de títulos que le ofrecían: él decidía el orden de las salas de su circuito comercial, de acuerdo a la importancia de las ciudades, la disponibilidad de cintas, los compromisos, las cifras históricas de cada cine y su ubicación geográfica.

El programador elegía el cronograma según su conveniencia. Un estreno podía ser simultáneo con Capital Federal o programarse para semanas subsiguientes, a medida que se liberan copias en las ciudades donde se estrena antes.

Se acreditó que el Coliseo sufrió perjuicio económico: cuando D.G.E. fue reemplazado, remontó notablemente la cantidad de público. En 2010 y 2011 la venta de entradas revirtió su tendencia en baja y aumentó significativamente, en coincidencia con el cambio. Hasta los empleados testimoniaron la mejora.

En 2009 la venta de entradas fue de 344.707, en tanto que para 2010 y 2011 alcanzó a 499.935 y 622.455 respectivamente, un incremento del 45% en 2010 y superior al 80% en 2011.

La conclusión fue que la falta de público se debía a la “desventajosa situación” generada por el retardo en la llegada de películas, que se estrenaban antes en otros cines de la región. Hay testimonios de quienes explotan la confitería debajo del Coliseo. Coincidieron con que el público se incrementó tras del alejamiento del programador. La actividad comercial creció por tener estrenos en simultáneo. En cambio, cuando el programador era E. la actividad era “de regular a mala” ya que las películas llegaban hasta tres semanas después de su estreno.

El Coliseo le había advertido a E. que no lo había contratado para poner a Trelew en un circuito de programación que lo afectaba económicamente. Le reclamó que las películas llegaban después de estrenadas en Comodoro y Caleta; en Puerto Madryn se estrenaban hasta tres semanas antes. Los jueces consideraron probado que el programador no había cumplido su contrato.

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Discusión legal. El Coliseo reclamó por los estrenos y ganó el juicio.
17 ENE 2015 - 0:50

Por Rolando Tobarez.

El Cine Coliseo de Trelew ganó un inédito juicio en el que logró demostrar cómo fue perjudicado económicamente por un programador que le llevaba tarde los estrenos, generando que concurriera menos gente a las funciones. El hombre –de iniciales D.G.E.- demandó a la sala valletana por daños y perjuicios, pero su queja fue rechazada. El fallo lo firmaron los camaristas Sergio Lucero y Aldo de Cunto.

En diciembre de 2005, el programador vendió el fondo de comercio a una sociedad comercial privada, que pasaría a manejar la sala. En el mismo contrato se convirtió en su proveedor de cintas. Durante un tiempo este servicio sería gratis para los nuevos dueños. Y desde noviembre de 2007 le pagarían 333 dólares mensuales. Según las cláusulas, si los estrenos llegaban con retraso, el Coliseo no le abonaría. Y si esta mala provisión se extendía por tres semanas, el contrato entero caía.

En 2008 las películas comenzaron a llegar tarde. El Cine se quejó con el programador contratado, que no contestó. Finalmente, los nuevos dueños rescindieron el contrato en agosto de 2009: la irregularidad en la llegada de películas había durado más de tres semanas.

En su demanda al Coliseo, el hombre admitió haber alterado el orden seguido hasta 2008 para la proyección de películas: de ser la segunda sala detrás de Comodoro Rivadavia, Trelew pasó a ser la última en salas prioritarias y su lugar lo ocupó Caleta Olivia.

Al justificarse, el programador explicó que el orden de las películas dependía de un ranking de cines rentables y no de él. Esa tabla determinaba a qué cine iba en segundo o tercer lugar la película o si se proyectaba en simultáneo en varios cines.

Según su versión, este ranking dependía del beneficio económico que daba de cada sala, y se armaba estadísticamente por entradas vendidas, sea precio o cantidad. Pero la justicia consideró que si el orden de los films no dependía de él, debió avisarle antes al Coliseo para que sus nuevos dueños decidieran si convenía contratarlo.

En sus informes a tribunales, las distribuidoras aclararon que el responsable de repartir la proyección de estrenos era el programador, de acuerdo al menú de títulos que le ofrecían: él decidía el orden de las salas de su circuito comercial, de acuerdo a la importancia de las ciudades, la disponibilidad de cintas, los compromisos, las cifras históricas de cada cine y su ubicación geográfica.

El programador elegía el cronograma según su conveniencia. Un estreno podía ser simultáneo con Capital Federal o programarse para semanas subsiguientes, a medida que se liberan copias en las ciudades donde se estrena antes.

Se acreditó que el Coliseo sufrió perjuicio económico: cuando D.G.E. fue reemplazado, remontó notablemente la cantidad de público. En 2010 y 2011 la venta de entradas revirtió su tendencia en baja y aumentó significativamente, en coincidencia con el cambio. Hasta los empleados testimoniaron la mejora.

En 2009 la venta de entradas fue de 344.707, en tanto que para 2010 y 2011 alcanzó a 499.935 y 622.455 respectivamente, un incremento del 45% en 2010 y superior al 80% en 2011.

La conclusión fue que la falta de público se debía a la “desventajosa situación” generada por el retardo en la llegada de películas, que se estrenaban antes en otros cines de la región. Hay testimonios de quienes explotan la confitería debajo del Coliseo. Coincidieron con que el público se incrementó tras del alejamiento del programador. La actividad comercial creció por tener estrenos en simultáneo. En cambio, cuando el programador era E. la actividad era “de regular a mala” ya que las películas llegaban hasta tres semanas después de su estreno.

El Coliseo le había advertido a E. que no lo había contratado para poner a Trelew en un circuito de programación que lo afectaba económicamente. Le reclamó que las películas llegaban después de estrenadas en Comodoro y Caleta; en Puerto Madryn se estrenaban hasta tres semanas antes. Los jueces consideraron probado que el programador no había cumplido su contrato.


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