Inédito juicio: droga en Playa Unión

Comenzó el proceso a 12 sujetos acusados de comprar y vender droga en el balneario capitalino. Detalles y testimonios.

Expectativa. En primera fila, algunos de los defensores; detrás, una parte de los juzgados en Rawson.
14 FEB 2015 - 22:26 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia inició en Rawson otro complejo juicio que decidirá la suerte de 12 imputados –la mayoría jóvenes- acusados de comprar y vender en Playa Unión la droga que llegaba desde el norte del país por el correo privado OCA.

Entre los imputados figura un expolicía de esa villa balnearia. Y los cargos se agravan porque el comercio de marihuana y cocaína lo habrían realizado cerca de escuelas y otros lugares con frecuente presencia de niños y jóvenes.

Sin llegar al impacto de casos como Arenas Blancas o Yeso Blanco, la cifra de involucrados es inédita para la capital chubutense. Hace más de dos años que se esperaba el juicio.

Las audiencias se realizan en el Casino de Oficiales de la Unidad 6 y las encabezan los jueces Jorge Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella. El fiscal es Horacio Arranza aunque fue clave en la causa su colega de Rawson, Fernando Gélvez.

Desfile

Por el juicio ya desfilaron los policías que vigilaron, filmaron, fotografiaron, grabaron y allanaron a los acusados. Mientras Arranz quiso saber los detalles de la pesquisa, la defensa se concentró en intentar dejar en evidencia que hubo irregularidades en la investigación, que la invalidan desde su inicio.

Un oficial que estuvo en el inicio de la causa contó que en medio de un reparto de cédulas, un anónimo que quiso evitar represalias denunció la venta de droga en la casa de Playa Unión de Bruno Vivanco. Se informó al Juzgado Federal y a la Policía. La vigilancia en el lugar demostró gente saliendo y entrando, visitas muy cortas y algún que otro “pasamanos”, típicos de la venta de droga.

Las escuchas ramificaron la pesquisa al resto de los nombres. Para los investigadores, como presunto comprador y vendedor, Ricardo Mariño era central en la trama. En cuanto a Martín y Maximiliano Chingoleo Maese, el testigo reveló que usaban un videoclub para su comercio narco.

Causa grande

En algunas preguntas el policía dudó por “la cantidad de operativos en los que participé”. Pero hasta el fiscal lo recriminó: “No me venga con que pasó mucho tiempo, esta es una causa grande, no chiquita, quiero que le cuente al tribunal por qué hoy estamos todos acá”.

En algún momento la vigilancia debió levantarse porque los involucrados se dieron cuenta de que los seguían. Con Silvio Moraga tenían más cuidado porque era policía como ellos y conocía los vehículos no identificados.

Un procedimiento importante para la causa fue la detección de una encomienda con droga que llegó a OCA de Puerto Madryn, con 16 kilos de marihuana. Una escucha reveló cuándo y a qué nombre llegaba. La secuestraron y la abrieron en Trelew. El estupefaciente llegaba especialmente desde Corrientes. Se prestaban nombres y números de DNI.

La defensa insistió en saber cómo la Policía sabía tanto de los acusados pese a que la vigilancia recién comenzaba. Y por qué hubo actuaciones que no figuran en las actas. Lo consideró una pesquisa que violó derechos civiles. “Tienen memoria fragmentada”, dijo Martínez Zapata. El oficial le explicó que se suele usar hasta Facebook para saber quién es quién. Y que hasta los comentarios callejeros y anónimos son útiles para orientarse.

Hablaron tres

Mauricio Ávila, un imputado, pidió dirigirse al tribunal. Se confesó consumidor desde los 15 años pero aseguró no tener “nada que ver” con la acusación. Admitió haber conocido a Hernán Mongolini en la Unidad 6 y en otros encuentros hogareños posteriores: vivían a siete cuadras. Varias veces le prestó plata para el alquiler. Pero jamás le compró droga.

Aseguró que al resto de los imputados los conoció en el juicio. Y que a él le secuestraron “una rodajita” de un gramo de cocaína, de consumo personal, una nada. Para graficar lo chica que era juntó su índice y su pulgar. Con esfuerzo buscó y encontró esa “rodajita” envuelta entre las cosas secuestradas. Es electricista y se dedica al mantenimiento de camiones.

Pruebas plantadas

Mongolini también eligió dar su versión. Es uno de los dos únicos presos en la Unidad 6. El resto sigue libre. Le aseguró al tribunal que no conoce al resto de los acusados y menos para “tratos de droga”. Sólo algunos son amigos de sus hijos.

Lo detuvieron en Playa Unión, durante un allanamiento en la casa de su hija. “Me tuvieron dos horas tirado boca abajo con una bota apretándome la espalda”, se quejó. El operativo fue a las 9.30 y los testigos aparecieron dos horas después. Mongolini acusó a la Policía de “obviamente” haberle puesto la droga. “Yo no tenía ni tuve, no soy tan pavo”, aclaró. Aunque consume “y lamentablemente, voy a seguir”. Hallaron cinco tizas con una pureza del 11 por ciento. Y más de cien en la casa de su mamá, de la misma poca calidad. “Más fármaco que droga”, definió.

El imputado refirió varias contradicciones en los informes policiales de ese procedimiento. “Ensuciaron totalmente el tema”, dijo. Pero aceptó que los platos y un rallador hallados eran suyos. También aseguró que José de la Cruz Castillo, en ese momento en el área Drogas, lo amenazó con meter presa a toda su familia si hablaba de lo que había sucedido en ese allanamiento.

“Arrepentido”

El tercero, Silvio Moraga, era policía en Playa Unión. Lo defiende Guillermo Hervida. Fumó marihuana desde los 19 años aunque no cuando estaba de servicio. Su promedio, cuatro porros por día. Pero ya no. “Pido disculpas por todo lo que pasó, formé una familia y estoy arrepentido de todo lo que pasó”, le dijo al tribunal. Jugó al rugby en Bigornia de los 10 a los 25 años.

Admitió que solía llevar a Puerto Madryn a Franco Díaz y a Ricardo Mariño, otros dos acusados. Lo dejaba en una plaza y Díaz le pagaba con una porción de marihuana “para consumo personal”. No sabía que los viajes eran para proveerse de droga, como dice la versión fiscal.

El 24 a las 10 el juicio oral y público se reiniciará. Aún restan bastantes testigos de la defensa para que recién luego los tres jueces decidan el futuro de los doce imputados.

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Expectativa. En primera fila, algunos de los defensores; detrás, una parte de los juzgados en Rawson.
14 FEB 2015 - 22:26

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia inició en Rawson otro complejo juicio que decidirá la suerte de 12 imputados –la mayoría jóvenes- acusados de comprar y vender en Playa Unión la droga que llegaba desde el norte del país por el correo privado OCA.

Entre los imputados figura un expolicía de esa villa balnearia. Y los cargos se agravan porque el comercio de marihuana y cocaína lo habrían realizado cerca de escuelas y otros lugares con frecuente presencia de niños y jóvenes.

Sin llegar al impacto de casos como Arenas Blancas o Yeso Blanco, la cifra de involucrados es inédita para la capital chubutense. Hace más de dos años que se esperaba el juicio.

Las audiencias se realizan en el Casino de Oficiales de la Unidad 6 y las encabezan los jueces Jorge Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella. El fiscal es Horacio Arranza aunque fue clave en la causa su colega de Rawson, Fernando Gélvez.

Desfile

Por el juicio ya desfilaron los policías que vigilaron, filmaron, fotografiaron, grabaron y allanaron a los acusados. Mientras Arranz quiso saber los detalles de la pesquisa, la defensa se concentró en intentar dejar en evidencia que hubo irregularidades en la investigación, que la invalidan desde su inicio.

Un oficial que estuvo en el inicio de la causa contó que en medio de un reparto de cédulas, un anónimo que quiso evitar represalias denunció la venta de droga en la casa de Playa Unión de Bruno Vivanco. Se informó al Juzgado Federal y a la Policía. La vigilancia en el lugar demostró gente saliendo y entrando, visitas muy cortas y algún que otro “pasamanos”, típicos de la venta de droga.

Las escuchas ramificaron la pesquisa al resto de los nombres. Para los investigadores, como presunto comprador y vendedor, Ricardo Mariño era central en la trama. En cuanto a Martín y Maximiliano Chingoleo Maese, el testigo reveló que usaban un videoclub para su comercio narco.

Causa grande

En algunas preguntas el policía dudó por “la cantidad de operativos en los que participé”. Pero hasta el fiscal lo recriminó: “No me venga con que pasó mucho tiempo, esta es una causa grande, no chiquita, quiero que le cuente al tribunal por qué hoy estamos todos acá”.

En algún momento la vigilancia debió levantarse porque los involucrados se dieron cuenta de que los seguían. Con Silvio Moraga tenían más cuidado porque era policía como ellos y conocía los vehículos no identificados.

Un procedimiento importante para la causa fue la detección de una encomienda con droga que llegó a OCA de Puerto Madryn, con 16 kilos de marihuana. Una escucha reveló cuándo y a qué nombre llegaba. La secuestraron y la abrieron en Trelew. El estupefaciente llegaba especialmente desde Corrientes. Se prestaban nombres y números de DNI.

La defensa insistió en saber cómo la Policía sabía tanto de los acusados pese a que la vigilancia recién comenzaba. Y por qué hubo actuaciones que no figuran en las actas. Lo consideró una pesquisa que violó derechos civiles. “Tienen memoria fragmentada”, dijo Martínez Zapata. El oficial le explicó que se suele usar hasta Facebook para saber quién es quién. Y que hasta los comentarios callejeros y anónimos son útiles para orientarse.

Hablaron tres

Mauricio Ávila, un imputado, pidió dirigirse al tribunal. Se confesó consumidor desde los 15 años pero aseguró no tener “nada que ver” con la acusación. Admitió haber conocido a Hernán Mongolini en la Unidad 6 y en otros encuentros hogareños posteriores: vivían a siete cuadras. Varias veces le prestó plata para el alquiler. Pero jamás le compró droga.

Aseguró que al resto de los imputados los conoció en el juicio. Y que a él le secuestraron “una rodajita” de un gramo de cocaína, de consumo personal, una nada. Para graficar lo chica que era juntó su índice y su pulgar. Con esfuerzo buscó y encontró esa “rodajita” envuelta entre las cosas secuestradas. Es electricista y se dedica al mantenimiento de camiones.

Pruebas plantadas

Mongolini también eligió dar su versión. Es uno de los dos únicos presos en la Unidad 6. El resto sigue libre. Le aseguró al tribunal que no conoce al resto de los acusados y menos para “tratos de droga”. Sólo algunos son amigos de sus hijos.

Lo detuvieron en Playa Unión, durante un allanamiento en la casa de su hija. “Me tuvieron dos horas tirado boca abajo con una bota apretándome la espalda”, se quejó. El operativo fue a las 9.30 y los testigos aparecieron dos horas después. Mongolini acusó a la Policía de “obviamente” haberle puesto la droga. “Yo no tenía ni tuve, no soy tan pavo”, aclaró. Aunque consume “y lamentablemente, voy a seguir”. Hallaron cinco tizas con una pureza del 11 por ciento. Y más de cien en la casa de su mamá, de la misma poca calidad. “Más fármaco que droga”, definió.

El imputado refirió varias contradicciones en los informes policiales de ese procedimiento. “Ensuciaron totalmente el tema”, dijo. Pero aceptó que los platos y un rallador hallados eran suyos. También aseguró que José de la Cruz Castillo, en ese momento en el área Drogas, lo amenazó con meter presa a toda su familia si hablaba de lo que había sucedido en ese allanamiento.

“Arrepentido”

El tercero, Silvio Moraga, era policía en Playa Unión. Lo defiende Guillermo Hervida. Fumó marihuana desde los 19 años aunque no cuando estaba de servicio. Su promedio, cuatro porros por día. Pero ya no. “Pido disculpas por todo lo que pasó, formé una familia y estoy arrepentido de todo lo que pasó”, le dijo al tribunal. Jugó al rugby en Bigornia de los 10 a los 25 años.

Admitió que solía llevar a Puerto Madryn a Franco Díaz y a Ricardo Mariño, otros dos acusados. Lo dejaba en una plaza y Díaz le pagaba con una porción de marihuana “para consumo personal”. No sabía que los viajes eran para proveerse de droga, como dice la versión fiscal.

El 24 a las 10 el juicio oral y público se reiniciará. Aún restan bastantes testigos de la defensa para que recién luego los tres jueces decidan el futuro de los doce imputados.


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