Un fallo ordenó que 2 nenas cambien de familia ya que por sus padres sus vidas corrían peligro

Las pequeñas son de Rawson y sufrían violencia familiar de varias formas. Mal vestidas y mal alimentadas, con una madre en tratamiento y un padre alcohólico que se negaban a tratarse, sus vidas corrían peligro. Fueron declaradas “en estado de adoptabilidad” porque no se podía esperar más.

15 FEB 2015 - 21:42 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Maltratadas de todas las formas posibles por sus padres, Brisa y Elena podrán ser adoptadas por otra familia para garantizar sus vidas. Se trata de dos nenas de Rawson que fueron declaradas en “estado de adoptabilidad” por los jueces Marcelo López Mesa y Natalia Spoturno, de la Cámara de Apelaciones de Trelew. Pese a la queja de sus progenitores (J.R.V. y J.S.G.), la justicia comprobó que sus progenitores “exhibían perfiles de conducta inconvenientes para las niñas”, poniendo en permanente peligro su salud.

La decisión ya la había tomado un primer juez, basándose en los informes de la Asesoría de Familia capitalina. Los padres reclamaron pero su apelación “oscila entre asumir errores del pasado, echar la culpa de la situación en que se encuentran sus hijas a entidades oficiales que no cumplido su trabajo y prometer cambios de conducta a futuro”.

Según la sentencia, la mujer no hizo nada para reasumir el cuidado de sus hijas, pese al esfuerzo de las entidades de Familia. “Hicieron una simulación de compromiso”, graficó el fallo.

Graves riesgos

El Equipo Técnico Interdisciplinario aseguró que las niñas correrían graves riesgos psicofísicos si el señor V. reasumía su cuidado. “No parece ajustado a derecho que los niños queden sujetos a los vaivenes de los tratamientos de sus padres (…) El maltrato infantil nunca es justificable”.

La pareja nunca hizo esfuerzos serios para rehabilitarse en beneficio de las nenas, pese a que era su obligación si querían conservarlas en el hogar. “Los padres tienen un deber de colaboración con el proceso, las medidas y sugerencias que les indiquen”. Es la conducta que deberían tener si de verdad quieren “revertir las conductas perjudiciales en perjuicio de sus hijos y de ellos mismos. Nunca puede tener éxito un abordaje programado para la rehabilitación parental, si los padres no se quieren ayudar acompañando las medidas ordenadas”.

La justicia los halló “responsables de varias formas de maltrato infantil, descuido físico, falta de vigilancia, maltrato psicológico, agresión verbal, violencia física, etcétera”. Y se constató “el desamparo moral evidente, manifiesto y continuo de las menores”.

“Drama humano”

Según el juez López Mesa, “comprendo el drama humano en estas actuaciones: todo padre cree que sus hijos con nadie estarán mejor que con él”. Pero “que ese sentir se transmute en hechos concretos, en vivencias positivas compartidas, es otra cosa”.

Cuando hay menores de pocos años involucrados, “no alcanza con pregonar intenciones, sino que deben corresponderse con realidades concretas y tangibles; un juez no puede apostar conscientemente con la vida y la integridad de menores, cuya situación tiene que proteger, en lugar de poner en juego”.

En este sentido, “imágenes repetidas de abandono de menores, de falta de cuidados, de violencias explícitas o larvadas, de visualización por menores de episodios inconvenientes para su psique, que tornan necesaria, imprescindible, determinada decisión, aún cuando pueda ella ser dolorosa”.

El fallo advierte que “uno debe apartarse de las teorizaciones excesivas y ver con los ojos bien abiertos la realidad del caso (…) El derecho no es una baratija ornamental; sirve para solucionar problemas concretos, o no sirve”.

Mesa explicó que “quienes tiene menores a cargo, deben ser juzgados por sus circunstancias personales, pero también las consecuencias y resultados que pueden producir en las vidas de esos menores”.

Al apelar, los padres no hicieron más que echar culpas a organismos estatales, como el Servicio de Protección de Derechos, por no haber acompañado al hombre en su terapia por “sus deficiencias graves en el cuidado de sus hijas” y sus problemas de alcoholismo.

“No son más que autoexculpaciones, o asignaciones de responsabilidades a otros, inculpaciones de compromiso por errores pasados o promesas y declaraciones de intenciones a futuro”.

“Bajísimo nivel”

Tras verificar el “bajísimo nivel” de compromiso para cuidar a las nenas, es incuestionable que los padres no pueden pretender que se postergue la sentencia y se espere un nuevo plan de rehabilitación: “El tiempo que insumen los inciertos avances que pudieran obtener sería excesivo para las necesidades de las hijas, si comprendemos que ese plazo impacta de manera relevante en su proceso de desarrollo”.

La ayuda estatal para que la familia no se rompa tiene un límite: el interés superior del niño.

“Al no verificarse mejorías sensibles en plazos razonables, la decisión debe inclinarse por declarar el estado de adoptatibilidad, para garantizar el derecho a la vida y al mejor desarrollo en una familia alternativa que pueda responder a sus necesidades afectivas”.

No se puede insistir con tratamientos que no funcionan por la falta de colaboración de la familia. “No es admisible cargar todas las culpas sobre el abordaje institucional sin asumir las responsabilidades propias”.

Poco avance

Desde el Servicio de Salud Mental del Hospital Santa Teresita de Rawson se constató que el tratamiento de la madre de las niñas logró avances limitados. Y que no se podía esperar demasiado más. Además interrumpió varias veces el proceso. Por su parte, la jueza Spoturno consideró probado el maltrato infantil a las niñas de parte de sus padres. “Fueron víctimas de descuidos físicos, falta de vigilancia, desatención de sus necesidades básicas, falta de apoyo emocional y de amor”.

La madre hasta ignoraba la frecuencia de alimentación que necesita Elena para su edad. Esto le causó un cuadro de desnutrición profunda.

También quedó al descubierto el abandono de las niñas, que fue observado en la entrevista domiciliaria: Brisa no estaba bien vestida para el frío, su bolsa de colostomía no había sido retirada y su madre no recordaba la última vez que la había cambiado.

Según el informe, “la madre no percibe las necesidades de sus hijas y no puede hacerse cargo de ellas”. No demostró haber adquirido la habilidad de dar a sus hijas cuidados integrales. “No se trata de una deficiencia materna ocasional, circunstancial y actual sino persistente, ya registrada y que no evidencia modificación”.

No hacerse cargo

El padre, por su parte, admitió que no se hacía cargo de las niñas porque “le correspondían a ella”, por la madre. “No percibe los constantes peligros a los que expone a su hija, ni se ocupa del cuidado de su salud ni alimentación”.

Es alcohólico y ejerce violencia sobre la niña y su madre. “No es capaz de discriminar las necesidades emocionales de sus hijas y de responder”. Esta deficiencia “colocaría a las niñas en situación de riesgo psicofísico cuyo impacto puede generar secuelas graves en su desarrollo infantil”.

Estos padres “carecen lamentablemente de los recursos para funcionar en forma protectora y segura”.

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15 FEB 2015 - 21:42

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Maltratadas de todas las formas posibles por sus padres, Brisa y Elena podrán ser adoptadas por otra familia para garantizar sus vidas. Se trata de dos nenas de Rawson que fueron declaradas en “estado de adoptabilidad” por los jueces Marcelo López Mesa y Natalia Spoturno, de la Cámara de Apelaciones de Trelew. Pese a la queja de sus progenitores (J.R.V. y J.S.G.), la justicia comprobó que sus progenitores “exhibían perfiles de conducta inconvenientes para las niñas”, poniendo en permanente peligro su salud.

La decisión ya la había tomado un primer juez, basándose en los informes de la Asesoría de Familia capitalina. Los padres reclamaron pero su apelación “oscila entre asumir errores del pasado, echar la culpa de la situación en que se encuentran sus hijas a entidades oficiales que no cumplido su trabajo y prometer cambios de conducta a futuro”.

Según la sentencia, la mujer no hizo nada para reasumir el cuidado de sus hijas, pese al esfuerzo de las entidades de Familia. “Hicieron una simulación de compromiso”, graficó el fallo.

Graves riesgos

El Equipo Técnico Interdisciplinario aseguró que las niñas correrían graves riesgos psicofísicos si el señor V. reasumía su cuidado. “No parece ajustado a derecho que los niños queden sujetos a los vaivenes de los tratamientos de sus padres (…) El maltrato infantil nunca es justificable”.

La pareja nunca hizo esfuerzos serios para rehabilitarse en beneficio de las nenas, pese a que era su obligación si querían conservarlas en el hogar. “Los padres tienen un deber de colaboración con el proceso, las medidas y sugerencias que les indiquen”. Es la conducta que deberían tener si de verdad quieren “revertir las conductas perjudiciales en perjuicio de sus hijos y de ellos mismos. Nunca puede tener éxito un abordaje programado para la rehabilitación parental, si los padres no se quieren ayudar acompañando las medidas ordenadas”.

La justicia los halló “responsables de varias formas de maltrato infantil, descuido físico, falta de vigilancia, maltrato psicológico, agresión verbal, violencia física, etcétera”. Y se constató “el desamparo moral evidente, manifiesto y continuo de las menores”.

“Drama humano”

Según el juez López Mesa, “comprendo el drama humano en estas actuaciones: todo padre cree que sus hijos con nadie estarán mejor que con él”. Pero “que ese sentir se transmute en hechos concretos, en vivencias positivas compartidas, es otra cosa”.

Cuando hay menores de pocos años involucrados, “no alcanza con pregonar intenciones, sino que deben corresponderse con realidades concretas y tangibles; un juez no puede apostar conscientemente con la vida y la integridad de menores, cuya situación tiene que proteger, en lugar de poner en juego”.

En este sentido, “imágenes repetidas de abandono de menores, de falta de cuidados, de violencias explícitas o larvadas, de visualización por menores de episodios inconvenientes para su psique, que tornan necesaria, imprescindible, determinada decisión, aún cuando pueda ella ser dolorosa”.

El fallo advierte que “uno debe apartarse de las teorizaciones excesivas y ver con los ojos bien abiertos la realidad del caso (…) El derecho no es una baratija ornamental; sirve para solucionar problemas concretos, o no sirve”.

Mesa explicó que “quienes tiene menores a cargo, deben ser juzgados por sus circunstancias personales, pero también las consecuencias y resultados que pueden producir en las vidas de esos menores”.

Al apelar, los padres no hicieron más que echar culpas a organismos estatales, como el Servicio de Protección de Derechos, por no haber acompañado al hombre en su terapia por “sus deficiencias graves en el cuidado de sus hijas” y sus problemas de alcoholismo.

“No son más que autoexculpaciones, o asignaciones de responsabilidades a otros, inculpaciones de compromiso por errores pasados o promesas y declaraciones de intenciones a futuro”.

“Bajísimo nivel”

Tras verificar el “bajísimo nivel” de compromiso para cuidar a las nenas, es incuestionable que los padres no pueden pretender que se postergue la sentencia y se espere un nuevo plan de rehabilitación: “El tiempo que insumen los inciertos avances que pudieran obtener sería excesivo para las necesidades de las hijas, si comprendemos que ese plazo impacta de manera relevante en su proceso de desarrollo”.

La ayuda estatal para que la familia no se rompa tiene un límite: el interés superior del niño.

“Al no verificarse mejorías sensibles en plazos razonables, la decisión debe inclinarse por declarar el estado de adoptatibilidad, para garantizar el derecho a la vida y al mejor desarrollo en una familia alternativa que pueda responder a sus necesidades afectivas”.

No se puede insistir con tratamientos que no funcionan por la falta de colaboración de la familia. “No es admisible cargar todas las culpas sobre el abordaje institucional sin asumir las responsabilidades propias”.

Poco avance

Desde el Servicio de Salud Mental del Hospital Santa Teresita de Rawson se constató que el tratamiento de la madre de las niñas logró avances limitados. Y que no se podía esperar demasiado más. Además interrumpió varias veces el proceso. Por su parte, la jueza Spoturno consideró probado el maltrato infantil a las niñas de parte de sus padres. “Fueron víctimas de descuidos físicos, falta de vigilancia, desatención de sus necesidades básicas, falta de apoyo emocional y de amor”.

La madre hasta ignoraba la frecuencia de alimentación que necesita Elena para su edad. Esto le causó un cuadro de desnutrición profunda.

También quedó al descubierto el abandono de las niñas, que fue observado en la entrevista domiciliaria: Brisa no estaba bien vestida para el frío, su bolsa de colostomía no había sido retirada y su madre no recordaba la última vez que la había cambiado.

Según el informe, “la madre no percibe las necesidades de sus hijas y no puede hacerse cargo de ellas”. No demostró haber adquirido la habilidad de dar a sus hijas cuidados integrales. “No se trata de una deficiencia materna ocasional, circunstancial y actual sino persistente, ya registrada y que no evidencia modificación”.

No hacerse cargo

El padre, por su parte, admitió que no se hacía cargo de las niñas porque “le correspondían a ella”, por la madre. “No percibe los constantes peligros a los que expone a su hija, ni se ocupa del cuidado de su salud ni alimentación”.

Es alcohólico y ejerce violencia sobre la niña y su madre. “No es capaz de discriminar las necesidades emocionales de sus hijas y de responder”. Esta deficiencia “colocaría a las niñas en situación de riesgo psicofísico cuyo impacto puede generar secuelas graves en su desarrollo infantil”.

Estos padres “carecen lamentablemente de los recursos para funcionar en forma protectora y segura”.


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