A un año del inicio de la epidemia, son 10 mil los muertos por ébola

Hace exactamente un año, el 23 de marzo de 2014, el gobierno de Guinea Conakry alertaba a la comunidad internacional de la existencia de un alarmante número de casos de ébola en el sureste del país evidenciado así el comienzo de la violenta epidemia que ya se cobró más de 10.000 vidas por el “fracaso global” de los esfuerzos de contención.

23 MAR 2015 - 17:33 | Actualizado

La primera muerte por ébola en el país africano se había producido unos tres meses antes, cuando Emil, un niño de dos años que solía jugar con murciélagos murió en un pueblo. La misma suerte sufrieron unas semanas después los familiares y vecinos que habían participado de la tradicionales ceremonias fúnebres, que implican velar al muerto en contacto directo con su cuerpo, lo que desencadenó la propagación.

El 23 de marzo, el Ministerio de Salud guineano informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que había detectado 80 contagios de ébola, 59 de ellos con resultado de muerte, según un cable de EFE.

La mayor parte de los enfermos vivían en zonas fronterizas con Sierra Leona y Liberia, países que -junto a la vecina Guinea-, resultarían los más devastados por el virus en virtud de sus porosas fronteras y sus débiles sistemas sanitarios.

Médicos Sin Fronteras (MSF) fue la primera organización en alertar de que África Occidental, que nunca había conocido el ébola, se enfrentaba a una "epidemia sin precedentes".

Al mismo tiempo, la OMS afirmaba que el brote de Guinea era preocupante, pero no extraordinario, y que seguía patrones conocidos.

Con una tasa de mortalidad del 90 por ciento y sin tratamiento ni vacuna conocida, las muertes se multiplicaron de forma exponencial durante los primeros meses de este nuevo brote.

Con más de 300 muertos, a finales de junio MSF dijo que la epidemia estaba "fuera de control", lo que fue confirmado por los 1.000 fallecidos registrados en agosto.

El brote puso en cuarentena la vida en África Occidental: se cerraron escuelas y fronteras; se aislaron poblaciones enteras; se precintaron edificios; se prohibieron festividades, velatorios y costumbres ancestrales.

La directora de la OMS, Margaret Chan, se rindió entonces ante la realidad: "Este brote avanza más rápido que nuestros esfuerzos para controlarlo".

El día 8 de agosto, cinco meses después de los primeros casos diagnosticados, la OMS declaró la emergencia pública sanitaria internacional y adoptó medidas excepcionales, que animaron el envío de inversiones millonarias y personal sanitario y militar a la región.

El pasado 12 de marzo, el ébola cruzó la barrera de las 10.000 muertes, un dramático hito alcanzado, en gran medida, porque las organizaciones internacionales ignoraron las "alertas tempranas", según MSF.

Este factor se combinó con otros estructurales para alumbrar una "tormenta perfecta": una epidemia transfronteriza en países con débiles sistemas de salud que nunca antes habían conocido el ébola, explicó hoy el director general de MSF, Christopher Stokes, en un comunicado.

Aunque el ébola llegó a Nigeria, Senegal, Mali y viajó a España, Estados Unidos y Reino Unido, estos casos fueron residuales.

Actualmente el virus sólo resiste en Guinea, Liberia y Sierra Leona, que en los últimos meses han conocido una caída drástica de los contagios.

Pese a que los tres podrían vencer al virus en los próximos meses, a finales de este año la epidemia les habrá costado 32.000 millones de dólares y hará entrar en recesión a Liberia y Guinea, según el Banco Mundial.

Está en juego, dice la institución, "la misma supervivencia" de unos países que ya eran extremadamente pobres, inestables y con escasa vertebración social, donde además han quedado huérfanos más de 16.000 niños.

23 MAR 2015 - 17:33

La primera muerte por ébola en el país africano se había producido unos tres meses antes, cuando Emil, un niño de dos años que solía jugar con murciélagos murió en un pueblo. La misma suerte sufrieron unas semanas después los familiares y vecinos que habían participado de la tradicionales ceremonias fúnebres, que implican velar al muerto en contacto directo con su cuerpo, lo que desencadenó la propagación.

El 23 de marzo, el Ministerio de Salud guineano informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que había detectado 80 contagios de ébola, 59 de ellos con resultado de muerte, según un cable de EFE.

La mayor parte de los enfermos vivían en zonas fronterizas con Sierra Leona y Liberia, países que -junto a la vecina Guinea-, resultarían los más devastados por el virus en virtud de sus porosas fronteras y sus débiles sistemas sanitarios.

Médicos Sin Fronteras (MSF) fue la primera organización en alertar de que África Occidental, que nunca había conocido el ébola, se enfrentaba a una "epidemia sin precedentes".

Al mismo tiempo, la OMS afirmaba que el brote de Guinea era preocupante, pero no extraordinario, y que seguía patrones conocidos.

Con una tasa de mortalidad del 90 por ciento y sin tratamiento ni vacuna conocida, las muertes se multiplicaron de forma exponencial durante los primeros meses de este nuevo brote.

Con más de 300 muertos, a finales de junio MSF dijo que la epidemia estaba "fuera de control", lo que fue confirmado por los 1.000 fallecidos registrados en agosto.

El brote puso en cuarentena la vida en África Occidental: se cerraron escuelas y fronteras; se aislaron poblaciones enteras; se precintaron edificios; se prohibieron festividades, velatorios y costumbres ancestrales.

La directora de la OMS, Margaret Chan, se rindió entonces ante la realidad: "Este brote avanza más rápido que nuestros esfuerzos para controlarlo".

El día 8 de agosto, cinco meses después de los primeros casos diagnosticados, la OMS declaró la emergencia pública sanitaria internacional y adoptó medidas excepcionales, que animaron el envío de inversiones millonarias y personal sanitario y militar a la región.

El pasado 12 de marzo, el ébola cruzó la barrera de las 10.000 muertes, un dramático hito alcanzado, en gran medida, porque las organizaciones internacionales ignoraron las "alertas tempranas", según MSF.

Este factor se combinó con otros estructurales para alumbrar una "tormenta perfecta": una epidemia transfronteriza en países con débiles sistemas de salud que nunca antes habían conocido el ébola, explicó hoy el director general de MSF, Christopher Stokes, en un comunicado.

Aunque el ébola llegó a Nigeria, Senegal, Mali y viajó a España, Estados Unidos y Reino Unido, estos casos fueron residuales.

Actualmente el virus sólo resiste en Guinea, Liberia y Sierra Leona, que en los últimos meses han conocido una caída drástica de los contagios.

Pese a que los tres podrían vencer al virus en los próximos meses, a finales de este año la epidemia les habrá costado 32.000 millones de dólares y hará entrar en recesión a Liberia y Guinea, según el Banco Mundial.

Está en juego, dice la institución, "la misma supervivencia" de unos países que ya eran extremadamente pobres, inestables y con escasa vertebración social, donde además han quedado huérfanos más de 16.000 niños.


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