Felipe Pigna: "El sable corvo de San Martín tiene una historia apasionante"

El historiador, divulgador y escritor Felipe Pigna aseguró que el sable corvo que hoy es restituido al Museo Histórico Nacional después de 48 años, “tiene una historia altamente interesante, apasionante”, que puede ser leída “como un thriller”.

24 MAY 2015 - 14:17 | Actualizado 30 SEP 2022 - 14:36

“Esta arma es la que lo va a acompañar a San Martín durante toda su vida, y tiene una historia altamente interesante y apasionante: es un thriller todo lo que va a pasando con el arma”, dijo, en diálogo con la Televisión Pública.

Es que, comprado por él en Londres en 1811, el sable que acompañó al libertador en todas las batallas independentistas en las que participó; fue legado a su muerte al por entonces gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas “como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

A fines del siglo XIX, Manuela Rosas, quien residía en el extranjero, lo donó a la Nación Argentina, manifestando el deseo de que fuera depositado en el Museo Histórico Nacional con su vaina y caja, tal cual fue recibido el legado del General San Martín.

El arma fue repatriada y en 1897, el entonces Presidente José Evaristo Uriburu dispuso que fuera depositado en el actual Museo Histórico Nacional.

Aquel traslado, según advierte Pigna, fue muy diferente al actual.

“Es muy lindo que haya tanta gente en la calle acompañando en este momento (de la restitución): la otra vez fue recibido en soledad porque Uriburu era un presidente anodino que no dejó nada para el país, salvo negociados, y era integrante de aquel núcleo liberal que no quería mucho a San Martín” por sus concepciones, como político, sobre lo público, dijo.

Durante 66 años el sable del General San Martín permaneció expuesto en el Museo Histórico Nacional, lugar del que fue robada en dos oportunidades por la resistencia peronista, en los años 1963 y 1965.

En 1967, el dictador Juan Carlos Onganía decretó que fuera transferido al Regimiento de Granaderos a Caballos General San Martín la guarda y custodia del sable corvo, donde permaneció hasta hoy.

El autor del libro “La voz del gran jefe” recordó que el sable que lo acompañó al libertador en todas las batallas libradas por la independencia de Argentina, Chile y Perú “era un arma que había que usarla con mucho coraje y que habla que los jefes iban a la vanguardia”.

“Era un sable de combate, muy eficiente, que se usaba entre balazo y balazo: en esas ocasiones había que usar armas cortas y esto era fundamental para salvar tu vida y para atacar. Era un sable de golpe que se usaba el contrafilo para golpear y luego sí lastimar, como podía ser el degüello”, contó.

De San Martín destacó que fue “un gran gobernante y un estratega como no tuvo América”, porque el cruce de los Andes “es una hazaña que no tuvo parangón en la historia porque no hay con qué compararla”.

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24 MAY 2015 - 14:17

“Esta arma es la que lo va a acompañar a San Martín durante toda su vida, y tiene una historia altamente interesante y apasionante: es un thriller todo lo que va a pasando con el arma”, dijo, en diálogo con la Televisión Pública.

Es que, comprado por él en Londres en 1811, el sable que acompañó al libertador en todas las batallas independentistas en las que participó; fue legado a su muerte al por entonces gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas “como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

A fines del siglo XIX, Manuela Rosas, quien residía en el extranjero, lo donó a la Nación Argentina, manifestando el deseo de que fuera depositado en el Museo Histórico Nacional con su vaina y caja, tal cual fue recibido el legado del General San Martín.

El arma fue repatriada y en 1897, el entonces Presidente José Evaristo Uriburu dispuso que fuera depositado en el actual Museo Histórico Nacional.

Aquel traslado, según advierte Pigna, fue muy diferente al actual.

“Es muy lindo que haya tanta gente en la calle acompañando en este momento (de la restitución): la otra vez fue recibido en soledad porque Uriburu era un presidente anodino que no dejó nada para el país, salvo negociados, y era integrante de aquel núcleo liberal que no quería mucho a San Martín” por sus concepciones, como político, sobre lo público, dijo.

Durante 66 años el sable del General San Martín permaneció expuesto en el Museo Histórico Nacional, lugar del que fue robada en dos oportunidades por la resistencia peronista, en los años 1963 y 1965.

En 1967, el dictador Juan Carlos Onganía decretó que fuera transferido al Regimiento de Granaderos a Caballos General San Martín la guarda y custodia del sable corvo, donde permaneció hasta hoy.

El autor del libro “La voz del gran jefe” recordó que el sable que lo acompañó al libertador en todas las batallas libradas por la independencia de Argentina, Chile y Perú “era un arma que había que usarla con mucho coraje y que habla que los jefes iban a la vanguardia”.

“Era un sable de combate, muy eficiente, que se usaba entre balazo y balazo: en esas ocasiones había que usar armas cortas y esto era fundamental para salvar tu vida y para atacar. Era un sable de golpe que se usaba el contrafilo para golpear y luego sí lastimar, como podía ser el degüello”, contó.

De San Martín destacó que fue “un gran gobernante y un estratega como no tuvo América”, porque el cruce de los Andes “es una hazaña que no tuvo parangón en la historia porque no hay con qué compararla”.


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