Justicia para Julián: cuatro policías condenados por la muerte del joven

Fue asesinado en 2010 y este es el segundo juicio por el hecho. Un agente fue absuelto. En 5 días se conocerá la pena. “El fallo es contundente”, dijo su padre César.

06 JUL 2015 - 22:17 | Actualizado

Por Meirion Griffiths

Los jueces Adrián Barrios, Darío Arguiano y Marcelo Di Biasse, condenaron ayer a los policías Martín Pablo Alberto Solís, Jorge Fernando Abraham y Laura Soledad Córdoba por el delito de homicidio calificado. En tanto, el comisario Carlos Sandoval, fue condenado por el delito de encubrimiento agravado.Mientras que el policía Pablo Morales fue absuelto.

Los nombrados fueron acusados por la Fiscalía de Trelew, involucrados en la serie de hechos que terminaron con la muerte de Julián Antillanca, el adolescente fallecido la madrugada del domingo 5 de septiembre de 2010, a la salida de un boliche de Trelew.

El sexto piso de los tribunales se vio abarrotado de gente. Como era de esperarse la sala de audiencias de la Cámara Criminal se hizo chica.Se pudo albergar en una mitad del recinto a familiares de los policías y en la otra, a familias y amigos del joven muerto. La Policía encargada de la custodia del edificio tuvo mucho trabajo.

Tras la lectura condenatoria -que fue unánimidad-, hubo un fuerte cruce de palabras que estuvo al borde de la violencia física. Fue entre la madre de uno de los policías contra una testigo clave del hecho, Jorgelina Domínguez. La joven protagonizó un fuerte encontronazo con los familiares de los policías que incluyeron amenazas, empujones y miradas de odio. La Policía desalojó la sala y tuvo que mediar para evitar mayores incidentes. El clima siempre fue tenso. Pero mientras Sandra Binder, directora de la Oficina Judicial -a cargo de leer el veredicto- terminó la lectura, todo se desbordó.

La bronca de los imputados que hasta el último minuto se declararon inocentes, el frenesí de los familiares de Julián y de militantes de agrupaciones sociales, sumado al sentimiento de rechazo por parte de los familiares de los policías, crearon una escena de crispación y alboroto.

La lectura

Los rostros de los implicados comenzaban a desfigurarse y los suspiros presagiaban lo que vendría: gritos, desalojo y mucha más tensión.

Con el correr de la lectura, los presentes comenzaron a notar que el fallo sería de condena.

El primer indicio de ello fue el párrafo de la resolución donde destacaron el testimonio de Jorgelina Domínguez, de Daiana González, Rocío Junco, de peritos y otros testigos. Además destacaron que se probó la materialidad del hecho.

En el primer párrafo del fallo donde se dilucida la responsabilidad de los encartados, los jueces destacan la versión de la testigo Daiana Monsalve. La joven contó que cerca de las 7 de aquella mañana, vio pelea de gente “en una especie de todos contra todos y que la policía le pegaba a un chico en el piso”, al que reconoció como Julián.

En cuanto a la autoría, el veredicto señaló que la situación de Solís en el lugar de los hechos quedó probada. Además incluyeron en la escena a Córdoba, de quien se dijo que espantó bajo amenazas a los testigos oculares que pasaban por la rotonda 5 de Octubre, donde lo golpearon al joven. “Entendemos que fue la oficial Córdoba la que efectuó la maniobra y cometió el hecho”, describe el veredicto. Respecto de Abraham, los jueces se inclinaron por considerar que estuvo en el lugar de los hechos y que formó parte del grupo de efectivos policiales que condujo a Antillanca dentro del patrullero.

“Coincidimos con la Fiscalía en que además del testimonio de Daiana Monsalve, resulta de suma importancia el testimonio de Jorgelina Domínguez quien observó en la intersección de las calles Patagonia y Rivadavia, que en un móvil policial -de los que tienen baúl, especificó-, dos policías arrojaban el cuerpo de Julián Antillanca a la calle”. Cabe señalar que en el expediente de la causa, figura una declaración de Jorgelina Domínguez como anticipo jurisdiccional de prueba en la que también señala a Solís como uno de los policías presentes.

Al Sandoval lo condenaron por su responsabilidad como jefe de la Seccional Cuarta, jurisdicción donde se desataron los hechos. Se mostró desbordado y sumamente alterado por la condena. Indicó que le dieron un castigo político, sólo para complacer los deseos de justicia por parte de los familiares y grupos de izquierda que durante el primer y segundo juicio, arengaron una condena en contra de la “violencia institucional”. Lo condenaron solo por el delito de encubrimiento agravado y no por incumplimiento de los deberes de funcionario público, del cual resultó absuelto.

Hubo un planteo de nulidad en cuanto a la sangre de Julián dentro del patrullero. Los defensores Fabián Gabalachis y Gustavo Castro pidieron la nulidad del procedimiento. Acusaron que no se resguardó la cadena de custodia de la prueba. Pero los jueces entendieron que eso no fue así y que debió admitirse la prueba de la Fiscalía. La misma ofreció ADN de Julián dentro del patrullero, como fuerte indicio de la presencia del linaje Antillanca.

Tras la lectura, los condenados pidieron hablar en medio de gritos y reclamos por el resultado. Pronto se pudo escuchar una ovación desde afuera del edificio, donde una importante cantidad de personas seguían por el altoparlante la resolución.

“Quedó plasmado la responsabilidad de los funcionarios. Voy a charlar con los abogados para presentar una impugnación por la absolución“, dijo Antillanca tras oido el resultado.

Un absuelto

En cuanto a la absolución de Morales, el tribunals consideró que la Fiscalía no pudo justificar su acusación.Con ello, determinaron que “debe primar su inocencia”.

El escrito unánime decreta que “entendemos que le asiste razón a la defensa por cuanto las anotaciones del libro de parte diario del Comando Radioeléctrico, dan cuenta que morales ingresó a dicha sede policial a las 6.26 horas, para salir de dicha sede al menos a las 6.45 horas en el móvil 234, que le fuera asignado”.

Agregaron “las constancias del libro diario de la Comisaría Cuarta indican que arribó a dicha dependencia a las 7.05 horas, permaneciendo en dicha dependencia hasta la oportunidad en que se fue a buscar al oficial de policía Quintulef, para luego dirigirse a donde se encontraba el cuerpo de la víctima”. De acuerdo a las constancias de testigos en cuanto al cierre de los boliches, “la hora de la agresión puede estimarse entre las 6 y las 6.30. No es posible que Morales, en ese lapso, haya estado en el lugar de dicha agresión y participado de la misma. Del mismo modo no fue identificado como quien acompañó a Solís a arrojar el cuerpo de Julián Antillanca”. Ese párrafo dejó abierta la sospecha acerca de un tercer agresor masculino que no pudo ser identificado por la Fiscalía, o al menos se desconoce una imputación a algún otro sospechoso.

Hablaron los condenados

Luego de un cuarto intermedio que sirvió para bajar la tensión y la adrenalina, la sesión continuó con las últimas palabras de los policías. Ya todos estaban en la sala esperando a los jueces.

Sandoval, en el banquillo de los acusados junto al abogado Castro, se levantó y miró con furia a la mesa de la fiscalía. Parado en el centro de la sala se sacó la campera y no aguantó más. “Si ustedes dos supieran quién soy yo...Doctora no soy la persona que usted dice. Saben del respeto que tengo por las personas y por ese respeto me he callado todos estos años. Tienen 80 y 75 años mis padres. Díganles que criaron a un encubridor de asesinos, háganme el favor, a mi esposa, a mis hijos. Díganle que soy un encubridor de asesinos”, se despachó el comisario quien antes del presente caso, gozaba de gran prestigio en la fuerza.

En una movilización que se hizo ayer en Plaza Independencia, desde la Comisión contra la Impunidad agradecieron “a todas las organizaciones y personalidades que hicieron manifiesto su apoyo y acompañamiento a la familia Antillanca, a nuestra organización y al pueblo de Chubut. Particularmente a los documentalistas Daniel Riera y Mauro Gómez, realizadores del documental `Un Paisaje de Espanto´ que se convirtió en un aporte invalorable para la lucha y una síntesis perfecta de la situación de violencia policial y judicial que se vive en nuestra provincia”.

“A Nora Morales de Cortiñas -siguió el agradecimiento- por su presencia en el juicio, por sus palabras y su ejemplo de lucha inquebrantable por la justicia y contra la impunidad. A Raúl Zaffaroni, quien hizo públicas sus palabras de reconocimiento para con la lucha de todas las familias que integramos la Comisión Contra la Impunidad”.

Tambien a Pablo Ferreyra, legislador porteño. “Se hizo presente en nuestra ciudad brindando su apoyo, que tiene una relevancia especial por tratarse de alguien que ha sufrido una pérdida irreparable producto de la violencia institucional. A Adolfo Pérez Esquivel, tamaña personalidad de los Derechos Humanos en Argentina y en el mundo, que no dudó en alzar su voz en reclamo de justicia por Julián”.

Incluyeron a Manuel Tufró, director del área de Violencia Institucional del CELS. “Vino a los alegatos y no tuvo reparos en hablar categóricamente de las responsabilidades del Estado y del Poder Ejecutivo en estos crímenes. Al diputado nacional Leonardo Grosso y a Pablo Amarante de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional, que acompañaron desde el principio”. Se nombró a Sandra Raggio y Rodrigo Pomares y a toda la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires, “por acompañarnos de cerca, permitiéndonos aprender de la experiencia de un organismo de Derechos Humanos modelo en el país”.

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06 JUL 2015 - 22:17

Por Meirion Griffiths

Los jueces Adrián Barrios, Darío Arguiano y Marcelo Di Biasse, condenaron ayer a los policías Martín Pablo Alberto Solís, Jorge Fernando Abraham y Laura Soledad Córdoba por el delito de homicidio calificado. En tanto, el comisario Carlos Sandoval, fue condenado por el delito de encubrimiento agravado.Mientras que el policía Pablo Morales fue absuelto.

Los nombrados fueron acusados por la Fiscalía de Trelew, involucrados en la serie de hechos que terminaron con la muerte de Julián Antillanca, el adolescente fallecido la madrugada del domingo 5 de septiembre de 2010, a la salida de un boliche de Trelew.

El sexto piso de los tribunales se vio abarrotado de gente. Como era de esperarse la sala de audiencias de la Cámara Criminal se hizo chica.Se pudo albergar en una mitad del recinto a familiares de los policías y en la otra, a familias y amigos del joven muerto. La Policía encargada de la custodia del edificio tuvo mucho trabajo.

Tras la lectura condenatoria -que fue unánimidad-, hubo un fuerte cruce de palabras que estuvo al borde de la violencia física. Fue entre la madre de uno de los policías contra una testigo clave del hecho, Jorgelina Domínguez. La joven protagonizó un fuerte encontronazo con los familiares de los policías que incluyeron amenazas, empujones y miradas de odio. La Policía desalojó la sala y tuvo que mediar para evitar mayores incidentes. El clima siempre fue tenso. Pero mientras Sandra Binder, directora de la Oficina Judicial -a cargo de leer el veredicto- terminó la lectura, todo se desbordó.

La bronca de los imputados que hasta el último minuto se declararon inocentes, el frenesí de los familiares de Julián y de militantes de agrupaciones sociales, sumado al sentimiento de rechazo por parte de los familiares de los policías, crearon una escena de crispación y alboroto.

La lectura

Los rostros de los implicados comenzaban a desfigurarse y los suspiros presagiaban lo que vendría: gritos, desalojo y mucha más tensión.

Con el correr de la lectura, los presentes comenzaron a notar que el fallo sería de condena.

El primer indicio de ello fue el párrafo de la resolución donde destacaron el testimonio de Jorgelina Domínguez, de Daiana González, Rocío Junco, de peritos y otros testigos. Además destacaron que se probó la materialidad del hecho.

En el primer párrafo del fallo donde se dilucida la responsabilidad de los encartados, los jueces destacan la versión de la testigo Daiana Monsalve. La joven contó que cerca de las 7 de aquella mañana, vio pelea de gente “en una especie de todos contra todos y que la policía le pegaba a un chico en el piso”, al que reconoció como Julián.

En cuanto a la autoría, el veredicto señaló que la situación de Solís en el lugar de los hechos quedó probada. Además incluyeron en la escena a Córdoba, de quien se dijo que espantó bajo amenazas a los testigos oculares que pasaban por la rotonda 5 de Octubre, donde lo golpearon al joven. “Entendemos que fue la oficial Córdoba la que efectuó la maniobra y cometió el hecho”, describe el veredicto. Respecto de Abraham, los jueces se inclinaron por considerar que estuvo en el lugar de los hechos y que formó parte del grupo de efectivos policiales que condujo a Antillanca dentro del patrullero.

“Coincidimos con la Fiscalía en que además del testimonio de Daiana Monsalve, resulta de suma importancia el testimonio de Jorgelina Domínguez quien observó en la intersección de las calles Patagonia y Rivadavia, que en un móvil policial -de los que tienen baúl, especificó-, dos policías arrojaban el cuerpo de Julián Antillanca a la calle”. Cabe señalar que en el expediente de la causa, figura una declaración de Jorgelina Domínguez como anticipo jurisdiccional de prueba en la que también señala a Solís como uno de los policías presentes.

Al Sandoval lo condenaron por su responsabilidad como jefe de la Seccional Cuarta, jurisdicción donde se desataron los hechos. Se mostró desbordado y sumamente alterado por la condena. Indicó que le dieron un castigo político, sólo para complacer los deseos de justicia por parte de los familiares y grupos de izquierda que durante el primer y segundo juicio, arengaron una condena en contra de la “violencia institucional”. Lo condenaron solo por el delito de encubrimiento agravado y no por incumplimiento de los deberes de funcionario público, del cual resultó absuelto.

Hubo un planteo de nulidad en cuanto a la sangre de Julián dentro del patrullero. Los defensores Fabián Gabalachis y Gustavo Castro pidieron la nulidad del procedimiento. Acusaron que no se resguardó la cadena de custodia de la prueba. Pero los jueces entendieron que eso no fue así y que debió admitirse la prueba de la Fiscalía. La misma ofreció ADN de Julián dentro del patrullero, como fuerte indicio de la presencia del linaje Antillanca.

Tras la lectura, los condenados pidieron hablar en medio de gritos y reclamos por el resultado. Pronto se pudo escuchar una ovación desde afuera del edificio, donde una importante cantidad de personas seguían por el altoparlante la resolución.

“Quedó plasmado la responsabilidad de los funcionarios. Voy a charlar con los abogados para presentar una impugnación por la absolución“, dijo Antillanca tras oido el resultado.

Un absuelto

En cuanto a la absolución de Morales, el tribunals consideró que la Fiscalía no pudo justificar su acusación.Con ello, determinaron que “debe primar su inocencia”.

El escrito unánime decreta que “entendemos que le asiste razón a la defensa por cuanto las anotaciones del libro de parte diario del Comando Radioeléctrico, dan cuenta que morales ingresó a dicha sede policial a las 6.26 horas, para salir de dicha sede al menos a las 6.45 horas en el móvil 234, que le fuera asignado”.

Agregaron “las constancias del libro diario de la Comisaría Cuarta indican que arribó a dicha dependencia a las 7.05 horas, permaneciendo en dicha dependencia hasta la oportunidad en que se fue a buscar al oficial de policía Quintulef, para luego dirigirse a donde se encontraba el cuerpo de la víctima”. De acuerdo a las constancias de testigos en cuanto al cierre de los boliches, “la hora de la agresión puede estimarse entre las 6 y las 6.30. No es posible que Morales, en ese lapso, haya estado en el lugar de dicha agresión y participado de la misma. Del mismo modo no fue identificado como quien acompañó a Solís a arrojar el cuerpo de Julián Antillanca”. Ese párrafo dejó abierta la sospecha acerca de un tercer agresor masculino que no pudo ser identificado por la Fiscalía, o al menos se desconoce una imputación a algún otro sospechoso.

Hablaron los condenados

Luego de un cuarto intermedio que sirvió para bajar la tensión y la adrenalina, la sesión continuó con las últimas palabras de los policías. Ya todos estaban en la sala esperando a los jueces.

Sandoval, en el banquillo de los acusados junto al abogado Castro, se levantó y miró con furia a la mesa de la fiscalía. Parado en el centro de la sala se sacó la campera y no aguantó más. “Si ustedes dos supieran quién soy yo...Doctora no soy la persona que usted dice. Saben del respeto que tengo por las personas y por ese respeto me he callado todos estos años. Tienen 80 y 75 años mis padres. Díganles que criaron a un encubridor de asesinos, háganme el favor, a mi esposa, a mis hijos. Díganle que soy un encubridor de asesinos”, se despachó el comisario quien antes del presente caso, gozaba de gran prestigio en la fuerza.

En una movilización que se hizo ayer en Plaza Independencia, desde la Comisión contra la Impunidad agradecieron “a todas las organizaciones y personalidades que hicieron manifiesto su apoyo y acompañamiento a la familia Antillanca, a nuestra organización y al pueblo de Chubut. Particularmente a los documentalistas Daniel Riera y Mauro Gómez, realizadores del documental `Un Paisaje de Espanto´ que se convirtió en un aporte invalorable para la lucha y una síntesis perfecta de la situación de violencia policial y judicial que se vive en nuestra provincia”.

“A Nora Morales de Cortiñas -siguió el agradecimiento- por su presencia en el juicio, por sus palabras y su ejemplo de lucha inquebrantable por la justicia y contra la impunidad. A Raúl Zaffaroni, quien hizo públicas sus palabras de reconocimiento para con la lucha de todas las familias que integramos la Comisión Contra la Impunidad”.

Tambien a Pablo Ferreyra, legislador porteño. “Se hizo presente en nuestra ciudad brindando su apoyo, que tiene una relevancia especial por tratarse de alguien que ha sufrido una pérdida irreparable producto de la violencia institucional. A Adolfo Pérez Esquivel, tamaña personalidad de los Derechos Humanos en Argentina y en el mundo, que no dudó en alzar su voz en reclamo de justicia por Julián”.

Incluyeron a Manuel Tufró, director del área de Violencia Institucional del CELS. “Vino a los alegatos y no tuvo reparos en hablar categóricamente de las responsabilidades del Estado y del Poder Ejecutivo en estos crímenes. Al diputado nacional Leonardo Grosso y a Pablo Amarante de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional, que acompañaron desde el principio”. Se nombró a Sandra Raggio y Rodrigo Pomares y a toda la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires, “por acompañarnos de cerca, permitiéndonos aprender de la experiencia de un organismo de Derechos Humanos modelo en el país”.


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