Una sentencia judicial autorizó a un empresario de Trelew a recibir el riñón de un amigo

El hombre padece una insuficiencia renal crónica. Necesitaba un nuevo órgano. Pero nadie en su familia era compatible. Su amigo se ofreció y una jueza autorizó la ablación y la implantación. Se necesitaron audiencias, pericias e informes ya que la ley original prohíbe el trasplante si no es un familiar.

01 SEP 2015 - 23:11 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Un empresario de Trelew recibirá el riñón de un amigo gracias a la autorización de la jueza civil Adela Juárez Aldazabal, que habilitó la ablación y el trasplante. El paciente debió acudir a tribunales porque la ley original no permite la recepción de órganos de donantes que no sean familiares.

El protagonista vive en un barrio residencial. Había agotado las posibilidades en su entorno familiar. Nadie era compatible, ni su mujer ni su hermano. Hasta que una pareja conocida –que vive en Playa Unión- se ofreció a la intervención. Las mujeres son muy amigas hace años. Por razones médicas, ella no pudo. Pero su esposo sí.

Al paciente lo patrocinaron los abogados Juan José Servici y Jorge Enrique Ferrera. La práctica será en un centro especializado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Nephrology SA.

Datos

El hombre padece una insuficiencia renal crónica y terminal. Se inició a sus catorce años y desde marzo necesita hemodiálisis. Sufrió un deterioro progresivo de la función renal con patologías asociadas, como diabetes e hipertensión arterial. Sus riñones aumentaron de tamaño.

“El reemplazo del órgano es una necesidad en su estado actual, lo que es confirmado por los análisis clínicos y de laboratorio presentados”, dice el fallo. Constan numerosos controles médicos a breves intervalos en Trelew y en Capital Federal.

El 31 de julio hubo audiencia con el paciente, su donante, Fiscalía, un perito del Cuerpo Médico Forense y un asistente del Servicio Social de Tribunales. El perito debía elevar un informe sobre la conveniencia del trasplante, los riesgos y secuelas de la ablación, las alternativas terapéuticas y los resultados de los estudios inmunológicos.

Un psiquiatra se ocupó de determinar si ambos estaban en pleno uso de sus facultades mentales, y de sondear sus motivaciones para acordar el trasplante. Y una asistente social indagó la situación de ambas familias valletanas, además de los efectos que pudiera tener la ablación y el trasplante.

De acuerdo a los estudios inmunológicos, hubo compatibilidad de dador y receptor. El amigo que ofreció su órgano se informó sobre los riesgos quirúrgicos. Los donantes deben hacer una vida sedentaria las dos primeras semanas y luego pueden incorporarse a su rutina.

El hombre fue asesorado sobre las vicisitudes de la donación de órganos. Se entrevistó con médicos, psicólogos y trabajadores sociales, quienes le hablaron sobre cómo comunicar su decisión en familia. Le recomendaron datos fidedignos y oportunos, para impedir temores injustificados.

“Sentimientos de afecto”

Las parejas tuvieron varios festejos juntas. Esto probó que “comparten varios espacios, y existen sentimientos de afecto, proximidad y disponibilidad”, dice la sentencia.

Así las cosas, la amistad de larga data entre las mujeres generó un “vínculo de familiaridad” entre los hombres.

El donante y su pareja tienen empleo estable, sueldo suficiente, y calidad de vida acorde. Esto descartó cualquier posible pago por el órgano. Ambos recibieron el asesoramiento interdisciplinario imprescindible para una decisión de tal magnitud.

Las pericias revelaron un paciente lúcido y orientado, que comprendió y explicó los motivos frente al trasplante. Hubo equilibrio entre sus expectativas y la aceptación de que el tratamiento puede fracasar.

Por su parte, el donante se mostró coherente y tranquilo, con motivos personales y familiares que lo llevaron a tomar la decisión.

“Refleja el compromiso individual y socio familiar que una persona equilibrada asume para con las decisiones que pueden implicar riesgo. Conoce riesgos y posibles consecuencias”, dice el informe.

Inconmensurable

Según la jueza Aldazabal, “no encuentro motivos para sospechar la existencia de un ánimo de lucro en la donación acordada”.

Del informe social “surge la amistad de larga data y por ende, el afecto que se tienen las esposas de ambos, y la ausencia de necesidades económicas por parte del futuro donante y su familia. Tal decisión obedece exclusivamente a razones extra patrimoniales”.

“La donación de un órgano o tejido es un gesto de altruismo, generosidad y solidaridad. El donante conoce las posibles consecuencias físicas de la ablación. Enterado de los riesgos y las posibles consecuencias de realizarse una operación de esta magnitud, decide voluntariamente someterse, lo que configura, a todas luces, un acto de generosidad inconmensurable”.#

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01 SEP 2015 - 23:11

Por Rolando Tobarez / Twitter: @rtobarez

Un empresario de Trelew recibirá el riñón de un amigo gracias a la autorización de la jueza civil Adela Juárez Aldazabal, que habilitó la ablación y el trasplante. El paciente debió acudir a tribunales porque la ley original no permite la recepción de órganos de donantes que no sean familiares.

El protagonista vive en un barrio residencial. Había agotado las posibilidades en su entorno familiar. Nadie era compatible, ni su mujer ni su hermano. Hasta que una pareja conocida –que vive en Playa Unión- se ofreció a la intervención. Las mujeres son muy amigas hace años. Por razones médicas, ella no pudo. Pero su esposo sí.

Al paciente lo patrocinaron los abogados Juan José Servici y Jorge Enrique Ferrera. La práctica será en un centro especializado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Nephrology SA.

Datos

El hombre padece una insuficiencia renal crónica y terminal. Se inició a sus catorce años y desde marzo necesita hemodiálisis. Sufrió un deterioro progresivo de la función renal con patologías asociadas, como diabetes e hipertensión arterial. Sus riñones aumentaron de tamaño.

“El reemplazo del órgano es una necesidad en su estado actual, lo que es confirmado por los análisis clínicos y de laboratorio presentados”, dice el fallo. Constan numerosos controles médicos a breves intervalos en Trelew y en Capital Federal.

El 31 de julio hubo audiencia con el paciente, su donante, Fiscalía, un perito del Cuerpo Médico Forense y un asistente del Servicio Social de Tribunales. El perito debía elevar un informe sobre la conveniencia del trasplante, los riesgos y secuelas de la ablación, las alternativas terapéuticas y los resultados de los estudios inmunológicos.

Un psiquiatra se ocupó de determinar si ambos estaban en pleno uso de sus facultades mentales, y de sondear sus motivaciones para acordar el trasplante. Y una asistente social indagó la situación de ambas familias valletanas, además de los efectos que pudiera tener la ablación y el trasplante.

De acuerdo a los estudios inmunológicos, hubo compatibilidad de dador y receptor. El amigo que ofreció su órgano se informó sobre los riesgos quirúrgicos. Los donantes deben hacer una vida sedentaria las dos primeras semanas y luego pueden incorporarse a su rutina.

El hombre fue asesorado sobre las vicisitudes de la donación de órganos. Se entrevistó con médicos, psicólogos y trabajadores sociales, quienes le hablaron sobre cómo comunicar su decisión en familia. Le recomendaron datos fidedignos y oportunos, para impedir temores injustificados.

“Sentimientos de afecto”

Las parejas tuvieron varios festejos juntas. Esto probó que “comparten varios espacios, y existen sentimientos de afecto, proximidad y disponibilidad”, dice la sentencia.

Así las cosas, la amistad de larga data entre las mujeres generó un “vínculo de familiaridad” entre los hombres.

El donante y su pareja tienen empleo estable, sueldo suficiente, y calidad de vida acorde. Esto descartó cualquier posible pago por el órgano. Ambos recibieron el asesoramiento interdisciplinario imprescindible para una decisión de tal magnitud.

Las pericias revelaron un paciente lúcido y orientado, que comprendió y explicó los motivos frente al trasplante. Hubo equilibrio entre sus expectativas y la aceptación de que el tratamiento puede fracasar.

Por su parte, el donante se mostró coherente y tranquilo, con motivos personales y familiares que lo llevaron a tomar la decisión.

“Refleja el compromiso individual y socio familiar que una persona equilibrada asume para con las decisiones que pueden implicar riesgo. Conoce riesgos y posibles consecuencias”, dice el informe.

Inconmensurable

Según la jueza Aldazabal, “no encuentro motivos para sospechar la existencia de un ánimo de lucro en la donación acordada”.

Del informe social “surge la amistad de larga data y por ende, el afecto que se tienen las esposas de ambos, y la ausencia de necesidades económicas por parte del futuro donante y su familia. Tal decisión obedece exclusivamente a razones extra patrimoniales”.

“La donación de un órgano o tejido es un gesto de altruismo, generosidad y solidaridad. El donante conoce las posibles consecuencias físicas de la ablación. Enterado de los riesgos y las posibles consecuencias de realizarse una operación de esta magnitud, decide voluntariamente someterse, lo que configura, a todas luces, un acto de generosidad inconmensurable”.#


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