Un campeón, aun sin corona

04 SEP 2015 - 11:28 | Actualizado

Omar Narváez tiene 39 años y todavía sopla. Pasó más de la mitad de su vida en el primerísimo nivel del boxeo universal, fuera en su época amateur, cuando fue habitante de dos Juegos Olímpicos, o ya como profesional, en donde destrozó récords, volteó todos los pronósticos y hasta revirtieron opiniones varios de sus más encumbrados críticos. Es una pieza extraordinaria del deporte chubutense. Y probablemente irrepetible.

Ayer estaba en el Mar y Valle con su otra pasión, la velocidad y sobre dos ruedas. Charló con Jornada y avisó, por las dudas, que sigue vigente, que esepra la revancha con el japonés Inoue, que le sacó la corona y que mientras tanto se subirá al ring en agosto próximo.

Este gigante en envase chico es todo sacrificio pues bajo el brillo de su talento impresionante lo que hay es trabajo, pasión y profesionalismo. Durísimas sesiones de entrenamientos, guanteos interminables, privaciones eternas y sobre todo conducta. El plus está en su humildad, que jamás perdió ni aun rodeado de todas las luces.

Su vigencia tiene que ver con todo eso. Es, aun para aquellos que no gustan del boxeo, un caso a estudiar y también a imitar si lo que se quiere es hacer del deporte una forma de vida, y el deporte es una de las mejores formas de vida a la que se pueda aspirar.

En su próximo cumpleaños cantará las 40, una curva en la vida en donde muchos tienen más la mirada en lo que fue que en lo que resta. Omar, sin embargo, piensa en su próxima pelea, y sueña con hacerse otra vez del título del mundo al que se acostumbró y nos acostumbró.

Omar Narváez es único.

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04 SEP 2015 - 11:28

Omar Narváez tiene 39 años y todavía sopla. Pasó más de la mitad de su vida en el primerísimo nivel del boxeo universal, fuera en su época amateur, cuando fue habitante de dos Juegos Olímpicos, o ya como profesional, en donde destrozó récords, volteó todos los pronósticos y hasta revirtieron opiniones varios de sus más encumbrados críticos. Es una pieza extraordinaria del deporte chubutense. Y probablemente irrepetible.

Ayer estaba en el Mar y Valle con su otra pasión, la velocidad y sobre dos ruedas. Charló con Jornada y avisó, por las dudas, que sigue vigente, que esepra la revancha con el japonés Inoue, que le sacó la corona y que mientras tanto se subirá al ring en agosto próximo.

Este gigante en envase chico es todo sacrificio pues bajo el brillo de su talento impresionante lo que hay es trabajo, pasión y profesionalismo. Durísimas sesiones de entrenamientos, guanteos interminables, privaciones eternas y sobre todo conducta. El plus está en su humildad, que jamás perdió ni aun rodeado de todas las luces.

Su vigencia tiene que ver con todo eso. Es, aun para aquellos que no gustan del boxeo, un caso a estudiar y también a imitar si lo que se quiere es hacer del deporte una forma de vida, y el deporte es una de las mejores formas de vida a la que se pueda aspirar.

En su próximo cumpleaños cantará las 40, una curva en la vida en donde muchos tienen más la mirada en lo que fue que en lo que resta. Omar, sin embargo, piensa en su próxima pelea, y sueña con hacerse otra vez del título del mundo al que se acostumbró y nos acostumbró.

Omar Narváez es único.


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