“Creí que mi hija tenía una buena vida, jamás pensé que era abusada ni que él lo reconocería”

La menor fue abusada sexualmente durante más de cinco años por su padrastro. El denunciante fue su propio papá. En una entrevista con Jornada reconoció que pensó en hacer justicia por mano propia pero que después dejó todo en manos de la fiscal. “Tuve que frenar mis impulsos”,dijo.

04 OCT 2015 - 21:50 | Actualizado

Por Lorena Leeming / Twitter: @loreleeming

Nunca me lo esperé. Pensé que la nena tenía una buena vida”. El dolor es más resistente que su propia voluntad pero el amor que siente por su hija lo hace afrontar la vida con la cabeza en alto. No se permite flaquezas. Se convirtió en el sostén de la joven. El papá de la chica que fue víctima del abuso de un pastor durante 5 años (casi diariamente) describió en una entrevista con Jornada cómo viven hoy. Él fue el denunciante. El abusador es el padrastro de la menor y actual esposo de su exmujer. Admitió el aberrante delito frente a los jueces. Fue condenado a prisión por 8 años y tratamiendo psicológico mientras dure la pena.

El caso fue elevado a juicio en diciembre del año pasado cuando la fiscal Silvia Pereira imputó a Ernesto Zurita por “abuso sexual con acceso carnal agravado por la situación de convivencia persistente en la modalidad de delito continuado”. Es decir, cometió varias veces el abuso. En juicio, aportó contundentes pruebas.

Los hechos ocurrieron en abril de 2009 hasta agosto de 2014, fecha en la que el papá de la nena radicó la denuncia. El pastor ya estaba detenido. La semana pasada, en juicio abreviado admitió su participación y responsabilidad. Aceptó además, la pena.

Consideró la fiscal Pereira como agravante la forma en que ocurrió el abuso. La naturaleza de la acción y el medio empleado para llevarlo a cabo. Esto significa que abusaba de la pequeña en el domicilio del condenado el cual habitaba junto a su pareja y la menor víctima usando sus “habilidades de pastor” para amedrentar a la niña; que en ese entonces sólo tenía 9 años.

El papá de la jovencita dedica su vida al trabajo y vive en una casa en plena construcción ubicada a las afueras de la ciudad. Habló sobre la peor pesadilla de su vida. Pero aceptó exteriorizar lo que sucedió porque en medio de todo el sufrimiento hay personas que se abocaron plenamente a la ayuda. A atenuar la absurda situación que una jovencita sufrió durante tantos años. Dijo que tan desgarrador fue el testimonio de su hija, que hasta la misma psicóloga que intervino en las pericias, no pudo evitar el llanto.

Por razones obvias, en la entrevista con este diario no se revela su identidad ni su imagen.

“Estoy agradecido a la justicia, pero hubiese querido más pena como padre” se sinceró. El hombre es de pocas palabras pero en cada frase expresa claramente lo que quiere transmitir.

Relató cómo se enteró lo que le estaba sucediendo a su niña. Ella vivía con su madre y el marido de ésta, ambos pastores. “Ella misma me llamó y me contó. Me dijo que tenía problemas con la madre. De ahí en más, fue un desastre”, agregó.

Nada le hacía sospechar al papá de la menor el infierno que la pequeña vivía. “En principio, yo veía una relación normal. Nunca me lo esperé. Pensé que mi hija tenía una buena vida”, sostuvo.

Uno de los testimonios más desgarradores que constan en el expediente es el referido a la forma en que el perverso padrastro justificaba los malos tratos y agresiones que le propinaba a la menor. Utilizaba sus “habilidades de pastor” y le decía a la niña que recibía ese tipo de trato porque era pecadora. “Eso de que es pastor, lo pondría entre comillas. Según lo que dijeron utilizaba sus dotes de pastor. Ella contó todo en Cámara Gesell. Sí, sí, recibió muy malos tratos. Ella jamás se animó a contarme. Yo hubiese intervenido enseguida”, refirió.

Una de las personas que ayudó a la jovencita de salir del infierno en que estaba sometida fue una de las hijas del pastor. En ella, confiaba y su testimonio, fue importante en el juicio. “Gracias a la otra hija de él, logré saber la verdad. Le tenía más confianza a ella más que a la misma madre”, subrayó.

Lo sorprendente del caso es también, que la mamá sostiene el acompañamiento a su pareja más allá de que haya el abusador reconocido el aberrante delito frente a los jueces. Sobre esto, se refirió el papá de la nena. “Ella, sigue defendiendo al individuo éste. La verdad, que si lo sabía antes lo hubiese denunciado antes”, aseguró.

Ante una situación así, la naturalidad de la mayoría de las personas es el impulso de hacer justicia por mano propia en el mismo momento en que se enterao detalles del hecho que tuvo como víctima a su propia hija. El hombre admitió que “tuve que frenar mis impulsos. A mis hijos también. Iba a empeorar la situación”, confió.

La vida continúa y la joven debe seguir y superarse. Ella y toda la familia. Todo es empezar de nuevo. “Borrón y cuenta nueva. No puedo seguir amargándome. Tengo que terminar de criar a mis hijos. Mientras esté preso y la madre no se aparezca a verla, que esté lejos, todo va a estar bien”, apuntó. Se refirió a la vida actual de la chica. “Ahora está en la escuela. Vive conmigo. Espero que pueda olvidarse lo más rápido posible. No lo va a poder hacer. Ella no quiere acordarse, pero bueno”. Confió que jamás pensó que le iba a pasar a su hija ser víctima de un abuso sexual en su propia casa. “También me congrego en una iglesia. Nunca lo pensé pero lamentablemente pasó. El, reconoció el hecho. No me lo esperaba tampoco”, concluyó.

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04 OCT 2015 - 21:50

Por Lorena Leeming / Twitter: @loreleeming

Nunca me lo esperé. Pensé que la nena tenía una buena vida”. El dolor es más resistente que su propia voluntad pero el amor que siente por su hija lo hace afrontar la vida con la cabeza en alto. No se permite flaquezas. Se convirtió en el sostén de la joven. El papá de la chica que fue víctima del abuso de un pastor durante 5 años (casi diariamente) describió en una entrevista con Jornada cómo viven hoy. Él fue el denunciante. El abusador es el padrastro de la menor y actual esposo de su exmujer. Admitió el aberrante delito frente a los jueces. Fue condenado a prisión por 8 años y tratamiendo psicológico mientras dure la pena.

El caso fue elevado a juicio en diciembre del año pasado cuando la fiscal Silvia Pereira imputó a Ernesto Zurita por “abuso sexual con acceso carnal agravado por la situación de convivencia persistente en la modalidad de delito continuado”. Es decir, cometió varias veces el abuso. En juicio, aportó contundentes pruebas.

Los hechos ocurrieron en abril de 2009 hasta agosto de 2014, fecha en la que el papá de la nena radicó la denuncia. El pastor ya estaba detenido. La semana pasada, en juicio abreviado admitió su participación y responsabilidad. Aceptó además, la pena.

Consideró la fiscal Pereira como agravante la forma en que ocurrió el abuso. La naturaleza de la acción y el medio empleado para llevarlo a cabo. Esto significa que abusaba de la pequeña en el domicilio del condenado el cual habitaba junto a su pareja y la menor víctima usando sus “habilidades de pastor” para amedrentar a la niña; que en ese entonces sólo tenía 9 años.

El papá de la jovencita dedica su vida al trabajo y vive en una casa en plena construcción ubicada a las afueras de la ciudad. Habló sobre la peor pesadilla de su vida. Pero aceptó exteriorizar lo que sucedió porque en medio de todo el sufrimiento hay personas que se abocaron plenamente a la ayuda. A atenuar la absurda situación que una jovencita sufrió durante tantos años. Dijo que tan desgarrador fue el testimonio de su hija, que hasta la misma psicóloga que intervino en las pericias, no pudo evitar el llanto.

Por razones obvias, en la entrevista con este diario no se revela su identidad ni su imagen.

“Estoy agradecido a la justicia, pero hubiese querido más pena como padre” se sinceró. El hombre es de pocas palabras pero en cada frase expresa claramente lo que quiere transmitir.

Relató cómo se enteró lo que le estaba sucediendo a su niña. Ella vivía con su madre y el marido de ésta, ambos pastores. “Ella misma me llamó y me contó. Me dijo que tenía problemas con la madre. De ahí en más, fue un desastre”, agregó.

Nada le hacía sospechar al papá de la menor el infierno que la pequeña vivía. “En principio, yo veía una relación normal. Nunca me lo esperé. Pensé que mi hija tenía una buena vida”, sostuvo.

Uno de los testimonios más desgarradores que constan en el expediente es el referido a la forma en que el perverso padrastro justificaba los malos tratos y agresiones que le propinaba a la menor. Utilizaba sus “habilidades de pastor” y le decía a la niña que recibía ese tipo de trato porque era pecadora. “Eso de que es pastor, lo pondría entre comillas. Según lo que dijeron utilizaba sus dotes de pastor. Ella contó todo en Cámara Gesell. Sí, sí, recibió muy malos tratos. Ella jamás se animó a contarme. Yo hubiese intervenido enseguida”, refirió.

Una de las personas que ayudó a la jovencita de salir del infierno en que estaba sometida fue una de las hijas del pastor. En ella, confiaba y su testimonio, fue importante en el juicio. “Gracias a la otra hija de él, logré saber la verdad. Le tenía más confianza a ella más que a la misma madre”, subrayó.

Lo sorprendente del caso es también, que la mamá sostiene el acompañamiento a su pareja más allá de que haya el abusador reconocido el aberrante delito frente a los jueces. Sobre esto, se refirió el papá de la nena. “Ella, sigue defendiendo al individuo éste. La verdad, que si lo sabía antes lo hubiese denunciado antes”, aseguró.

Ante una situación así, la naturalidad de la mayoría de las personas es el impulso de hacer justicia por mano propia en el mismo momento en que se enterao detalles del hecho que tuvo como víctima a su propia hija. El hombre admitió que “tuve que frenar mis impulsos. A mis hijos también. Iba a empeorar la situación”, confió.

La vida continúa y la joven debe seguir y superarse. Ella y toda la familia. Todo es empezar de nuevo. “Borrón y cuenta nueva. No puedo seguir amargándome. Tengo que terminar de criar a mis hijos. Mientras esté preso y la madre no se aparezca a verla, que esté lejos, todo va a estar bien”, apuntó. Se refirió a la vida actual de la chica. “Ahora está en la escuela. Vive conmigo. Espero que pueda olvidarse lo más rápido posible. No lo va a poder hacer. Ella no quiere acordarse, pero bueno”. Confió que jamás pensó que le iba a pasar a su hija ser víctima de un abuso sexual en su propia casa. “También me congrego en una iglesia. Nunca lo pensé pero lamentablemente pasó. El, reconoció el hecho. No me lo esperaba tampoco”, concluyó.


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