En memoria de Pedro Torres y Carlos Valdez

Murieron en el hundimiento del ARA General Belgrano el 2 de mayo de 1982, durante la Guerra de las Malvinas.

Caído en acción 2: Carlos Alberto Valdez comodorense por adopción.
01 MAY 2016 - 20:28 | Actualizado

Especial por Jorge Andurell.

El 3 de julio de 1982, remontando el rio Clyde en Glasgow Escocia, el submarino nuclear de la Royal Navy HMS Conqueror y su tripulación regresan triunfantes, siendo ovacionados por los marinos de los buques que lo acompañan y aplaudidos por la gente que estaba en las orillas. En la torreta del submarino flamea al viento la “Jolly Roger”, insignia y símbolo pirata utilizado por la marina Británica, señal de haber matado o causado víctimas al enemigo, así se celebraba el crimen de la guerra, en el hecho que más muertes produjo a la República Argentina en la guerra de Malvinas.

Nunca más paradójico, la insignia pirata; luego de 30 horas de persecución el cazador había hundido a su presa nuestro Crucero General Belgrano, a los 55° 30’ de lat. Sur y 61° 40’ de long. Oeste .En esas frías y oscuras aguas azotadas por vientos salvajes, descansan junto a varios hermanos de distintas lugares de nuestra patria, dos chubutenses Pedro Ángel Torres y Carlos Alberto Valdez.

Una jugada del destino: el 5 de diciembre de 1951 ingresaba a la Base Naval de Puerto Belgrano el crucero recién adquirido a los EE.UU. y bautizado 17 de Octubre, a los pocos días el 14 de Diciembre de ese 1951, nacía en Tinogasta Catamarca Carlos Alberto Valdez. El destino los uniría al nacer y al morir 31 años después.

Qué cruzaría por la mente de Carlos a las 15:58 de ese 2 de mayo de 1982, tal vez pensando en volver a compartir su alegría, y su sonrisa franca en el barrio, su voz chillona y divertida siempre regresa a Comodoro, como el viento como ese viento que trajo a sus padres desde la Catamarca natal brindando su corazón y sus manos de Petroleros para seguir gestando la Patagonia, siete hijos les brindó la familia Valdez a nuestra tierra.

Miraba ese magnético mar azul, al salir de la escuelita del barrio Laprida, que inmensa sensación de libertad, que poderoso llamado, le generaba esa visión. Si como ese niño de La Deuda Interna le gustaba conocer el mar. Por ello se incorporó a la Armada, un gran atleta, un gran tirador, hincha de River, extrovertido; así desgrana recuerdos su hermano Mariano… Recuerdos de la Escuela 27, los partidos de fútbol del Club Rojo Corazón fundado por los pibes del barrio, los asados, las salidas con los amigos de ese Comodoro que le hizo amar el mar.

Quizá entre el ruido ensordecedor de las calderas y turbinas recordaría Carlos, la pequeña casa ,el autito que había adquirido con su sueldo de Cabo Principal de control de averías, reparando y remendando al viejo Belgrano. Imaginaria tal vez que su hijito Matías recién nacido, sería marino como él y soportaría esos vientos…

En un cálido hogar de la calle Remedios de Escalada de Trelew, Patricia Torres y su familia desenlazan la memoria de Pedro Ángel Torres, nacido un 29 de junio de 1957 en Esquel, pero viviendo en su querido El Maitén…ya la Trochita no lo ve regresar, aunque dicen que siempre al primer amor se vuelve .A través de la memoria, esa memoria que nos habla de su paso por la Escuela 22,por el secundario del Fray Luis Beltran,del estudio y del trabajo desde pibe para ayudar a su mama Lastenia y a sus 6 hermanos a parar la olla, del esfuerzo en la gomería y en la estación de servicio.

Y la decisión de incorporarse a la armada a los 17 años y así como el Rio Chubut, Pedro se encaminó hacia el mar, aprender un oficio ser mecánico electricista, volver a El Maitén desde la lejana Buenos Aires dejar su aporte, por ser el mayor ,como todo hijo gaucho de una familia de tesón y trabajo.

El 2 de mayo de 1982: el cabo Primero Electricista Pedro Ángel Torres, vería con alivio como el Belgrano ponía rumbo hacia el Oeste, si ese punto cardinal que llevaría siempre en su destino, volver a la Patria,…la comarca Andina, el querido Maitén estaría así mas cerca.

Reinaba un cielo plomizo propio del mes de mayo en el Atlántico Sur, la sensación térmica era de 10 grados bajo cero, el viento arremetía contra la proa del legendario Belgrano, si el volvía también a casa con 1093 almas a bordo.

Hacia un año que Pedro había solicitado su baja del servicio, quería trabajar en la cooperativa eléctrica, estar más cerca de los suyos. Tal vez en la borda del Crucero en el que siempre estuvo destinado, reflexionaría en lo que veían sus ojos, la guerra y el dolor que desgarraba al país en esos años de plomo.

Ni Carlos ni Pedro sabrían que sus sueños y recuerdos serian rotos definitivamente por una decisión tomada a las 8 de la mañana de ese 2 de mayo, en el porche de entrada de Chequers (la Casa de campo de la Primer Ministra Británica Margaret Thatcher)…seria esa frase utilizada por la actriz Meryl Streep en la película la “Dama de Hierro”; SINK IT (Húndanlo),la que expresa fielmente más allá de la ficción la tragedia por venir.

Bajo la superficie del mar el capitán del submarino nuclear Conqueror, Christopher Wreford-Brown, ejecuto la orden y así lo describió”…Disparamos tres torpedos Mark 8 a las 18:57 GMT (15.57 hora local) a una distancia de 1.200 metros, los disparos fueron a intervalos cortos…escuchamos correr a los torpedos gracias al teléfono subacuático y más tarde escuchamos su explosión. Embocamos con dos de los tres. Todavía estábamos a profundidad de periscopio. Recuerdo claramente ver una bola de fuego naranja en línea con el mástil principal, justo fuera del centro del objetivo y poco después una segunda explosión, creí haber visto una eclosión de agua, fuego y desechos lanzados hacia adelante…un enorme vitoreo salió de la sala de control…”se festejaba así el hundimiento.

Y luego el silencio… el mar azul cada vez más oscuro, el frio del atardecer, la profundidad de la pena y el dolor.

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01 MAY 2016 - 20:28

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Nunca más paradójico, la insignia pirata; luego de 30 horas de persecución el cazador había hundido a su presa nuestro Crucero General Belgrano, a los 55° 30’ de lat. Sur y 61° 40’ de long. Oeste .En esas frías y oscuras aguas azotadas por vientos salvajes, descansan junto a varios hermanos de distintas lugares de nuestra patria, dos chubutenses Pedro Ángel Torres y Carlos Alberto Valdez.

Una jugada del destino: el 5 de diciembre de 1951 ingresaba a la Base Naval de Puerto Belgrano el crucero recién adquirido a los EE.UU. y bautizado 17 de Octubre, a los pocos días el 14 de Diciembre de ese 1951, nacía en Tinogasta Catamarca Carlos Alberto Valdez. El destino los uniría al nacer y al morir 31 años después.

Qué cruzaría por la mente de Carlos a las 15:58 de ese 2 de mayo de 1982, tal vez pensando en volver a compartir su alegría, y su sonrisa franca en el barrio, su voz chillona y divertida siempre regresa a Comodoro, como el viento como ese viento que trajo a sus padres desde la Catamarca natal brindando su corazón y sus manos de Petroleros para seguir gestando la Patagonia, siete hijos les brindó la familia Valdez a nuestra tierra.

Miraba ese magnético mar azul, al salir de la escuelita del barrio Laprida, que inmensa sensación de libertad, que poderoso llamado, le generaba esa visión. Si como ese niño de La Deuda Interna le gustaba conocer el mar. Por ello se incorporó a la Armada, un gran atleta, un gran tirador, hincha de River, extrovertido; así desgrana recuerdos su hermano Mariano… Recuerdos de la Escuela 27, los partidos de fútbol del Club Rojo Corazón fundado por los pibes del barrio, los asados, las salidas con los amigos de ese Comodoro que le hizo amar el mar.

Quizá entre el ruido ensordecedor de las calderas y turbinas recordaría Carlos, la pequeña casa ,el autito que había adquirido con su sueldo de Cabo Principal de control de averías, reparando y remendando al viejo Belgrano. Imaginaria tal vez que su hijito Matías recién nacido, sería marino como él y soportaría esos vientos…

En un cálido hogar de la calle Remedios de Escalada de Trelew, Patricia Torres y su familia desenlazan la memoria de Pedro Ángel Torres, nacido un 29 de junio de 1957 en Esquel, pero viviendo en su querido El Maitén…ya la Trochita no lo ve regresar, aunque dicen que siempre al primer amor se vuelve .A través de la memoria, esa memoria que nos habla de su paso por la Escuela 22,por el secundario del Fray Luis Beltran,del estudio y del trabajo desde pibe para ayudar a su mama Lastenia y a sus 6 hermanos a parar la olla, del esfuerzo en la gomería y en la estación de servicio.

Y la decisión de incorporarse a la armada a los 17 años y así como el Rio Chubut, Pedro se encaminó hacia el mar, aprender un oficio ser mecánico electricista, volver a El Maitén desde la lejana Buenos Aires dejar su aporte, por ser el mayor ,como todo hijo gaucho de una familia de tesón y trabajo.

El 2 de mayo de 1982: el cabo Primero Electricista Pedro Ángel Torres, vería con alivio como el Belgrano ponía rumbo hacia el Oeste, si ese punto cardinal que llevaría siempre en su destino, volver a la Patria,…la comarca Andina, el querido Maitén estaría así mas cerca.

Reinaba un cielo plomizo propio del mes de mayo en el Atlántico Sur, la sensación térmica era de 10 grados bajo cero, el viento arremetía contra la proa del legendario Belgrano, si el volvía también a casa con 1093 almas a bordo.

Hacia un año que Pedro había solicitado su baja del servicio, quería trabajar en la cooperativa eléctrica, estar más cerca de los suyos. Tal vez en la borda del Crucero en el que siempre estuvo destinado, reflexionaría en lo que veían sus ojos, la guerra y el dolor que desgarraba al país en esos años de plomo.

Ni Carlos ni Pedro sabrían que sus sueños y recuerdos serian rotos definitivamente por una decisión tomada a las 8 de la mañana de ese 2 de mayo, en el porche de entrada de Chequers (la Casa de campo de la Primer Ministra Británica Margaret Thatcher)…seria esa frase utilizada por la actriz Meryl Streep en la película la “Dama de Hierro”; SINK IT (Húndanlo),la que expresa fielmente más allá de la ficción la tragedia por venir.

Bajo la superficie del mar el capitán del submarino nuclear Conqueror, Christopher Wreford-Brown, ejecuto la orden y así lo describió”…Disparamos tres torpedos Mark 8 a las 18:57 GMT (15.57 hora local) a una distancia de 1.200 metros, los disparos fueron a intervalos cortos…escuchamos correr a los torpedos gracias al teléfono subacuático y más tarde escuchamos su explosión. Embocamos con dos de los tres. Todavía estábamos a profundidad de periscopio. Recuerdo claramente ver una bola de fuego naranja en línea con el mástil principal, justo fuera del centro del objetivo y poco después una segunda explosión, creí haber visto una eclosión de agua, fuego y desechos lanzados hacia adelante…un enorme vitoreo salió de la sala de control…”se festejaba así el hundimiento.

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