El presidente Obama llegó a Orlando

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aterrizó hoy en Orlando junto al vicepresidente Joe Biden para reunirse con familiares de las victimas de la masacre de el boliche gay Pulse en la madrugada del domingo, que dejó 50 muertos (incluido el atacante) y fue reivindicada por el grupo islamista radical Estado Islámico (EI).

16 JUN 2016 - 15:26 | Actualizado

El mandatario, quien tiene planeado pasar cinco horas en esa ciudad sureña, se reunirá con familiares de los 49 víctimas fatales, la mayoría de ellos hispanos, para "ofrecerles sus condolencias" y expresar su apoyo a aquellos que sobrevivieron, según adelantó ayer el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, en su conferencia de prensa diaria.

Obama también se reunirá con los profesionales médicos que atendieron a las víctimas de la masacre, que "actuaron de forma heroica, valiente, y en algunos casos sin preocuparse por su propia seguridad" y lograron salvar "docenas de vidas", según explicó Earnest.

Aunque la Casa Blanca no quiso dar demasiados detalles sobre la agenda completa que tendrá Obama en Orlando, se espera que el presidente "tenga una oportunidad de hablar en público" para "dejar claro que el país está del lado del pueblo de Orlando, del lado de la comunidad LGBT en Orlando en este momento de luto", concluyó ayer Earnest.

Ya en el pasado, tras otros tiroteos masivos, el mandatario estadounidense demostró en discursos públicos que la cuestión de la violencia armada dentro del país, facilitada por la venta libre de todo tipo de armas, incluidos los fusiles de asalto -versión civil de las armas de guerra-, es uno de los temas políticos que más lo sensibilizan.

A lo largo de 2013, Obama utilizó gran parte de su capital político para intentar hacer aprobar en el Congreso mínimos controles en la venta de armas. Tras una pulseada abierta con el lobby de ese sector productivo, el mandatario no consiguió un apoyo mayoritario, ni siquiera un consenso absoluto dentro de su propia bancada demócrata.

El lunes pasado, apenas un día después de la masacre, Obama había calificado el ataque como un acto "de extremismo local" y había destacado que aún no existen pruebas contundentes de que el joven neoyorquino estuviera directamente vinculado con "una organización terrorista particular", pese a que durante el ataque llamó al 911 y juró lealtad a la milicia del EI.

16 JUN 2016 - 15:26

El mandatario, quien tiene planeado pasar cinco horas en esa ciudad sureña, se reunirá con familiares de los 49 víctimas fatales, la mayoría de ellos hispanos, para "ofrecerles sus condolencias" y expresar su apoyo a aquellos que sobrevivieron, según adelantó ayer el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, en su conferencia de prensa diaria.

Obama también se reunirá con los profesionales médicos que atendieron a las víctimas de la masacre, que "actuaron de forma heroica, valiente, y en algunos casos sin preocuparse por su propia seguridad" y lograron salvar "docenas de vidas", según explicó Earnest.

Aunque la Casa Blanca no quiso dar demasiados detalles sobre la agenda completa que tendrá Obama en Orlando, se espera que el presidente "tenga una oportunidad de hablar en público" para "dejar claro que el país está del lado del pueblo de Orlando, del lado de la comunidad LGBT en Orlando en este momento de luto", concluyó ayer Earnest.

Ya en el pasado, tras otros tiroteos masivos, el mandatario estadounidense demostró en discursos públicos que la cuestión de la violencia armada dentro del país, facilitada por la venta libre de todo tipo de armas, incluidos los fusiles de asalto -versión civil de las armas de guerra-, es uno de los temas políticos que más lo sensibilizan.

A lo largo de 2013, Obama utilizó gran parte de su capital político para intentar hacer aprobar en el Congreso mínimos controles en la venta de armas. Tras una pulseada abierta con el lobby de ese sector productivo, el mandatario no consiguió un apoyo mayoritario, ni siquiera un consenso absoluto dentro de su propia bancada demócrata.

El lunes pasado, apenas un día después de la masacre, Obama había calificado el ataque como un acto "de extremismo local" y había destacado que aún no existen pruebas contundentes de que el joven neoyorquino estuviera directamente vinculado con "una organización terrorista particular", pese a que durante el ataque llamó al 911 y juró lealtad a la milicia del EI.


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