Cineastas argentinos expresaron su admiración por Kiarostami

Admiración, respeto y agradecimiento son algunos de los sentimientos que los cineastas argentinos Belén Bianco, Constanza Sanz Palacios y Fernando Domínguez -quienes fueron alumnos o estuvieron con él en los últimos años- expresaron por el cineasta y fotógrafo iraní Abbas Kiarostami, figura internacional del séptimo arte fallecido ayer a los 76 años en un hospital de París, Francia.

05 JUL 2016 - 15:42 | Actualizado 23 SEP 2022 - 18:25

Mientras que Bianco fue su alumna este año en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde realizó un corto documental en 10 días bajo su supervisión directa, Sanz Palacios y Domínguez lo tuvieron como docente-tutor en el Morelia Lab del Festival Internacional de Cine de Morelia, México, donde ambos presentaron a su consideración sendos proyectos de largometraje.

“En ese momento Kiarostami tal vez vio en mí a una realizadora indefensa y asustada, y por eso, antes de mirar nada de lo que había llevado, me habló por un largo rato a corazón descubierto, me habló como un padre le habla a una hija y esa se convirtió en una de las lecciones más grande que recibí”, recordó Bianco, para quien ese encuentro fue una experiencia sanadora que le dio ánimos para volver a filmar.

“Probablemente lo que él no sabía es que después de mi ópera prima ('No hay tierra sin mal') me había dedicado a producir, un poco porque me gustaba y otro poco -más fuerte- porque ya no me animaba a dirigir... Y lo que tal vez hoy tampoco sepa es que apenas aterricé en Argentina, dejé los miedos en el avión y volví a filmar gracias a él”, recordó en diálogo con Télam la joven cineasta nacida en Misiones.

La directora, que se encontraba entre los 35 jóvenes del mundo seleccionados para participar de aquella clínica de realización con Kiarostami en Cuba, filmó en un pueblo cercano a San Antonio de los Baños el corto “Xiomara Simple”, un retrato documental sobre un día en la vida de esa mujer mayor que surgió gracias a los consejo “humildes, amables y sencillos” que le prodigó Kiarostami en una de sus entrevistas personales.

“Filmar es un oficio y un ejercicio, cuando uno más filme mejor lo hará. Salí a filmar ya, porque cuando termines el taller y hayas logrado hacer este corto te vas a preguntar por qué no habías filmado antes. Filmar es un ejercicio para el cual tenemos que pensar en el mundo que tenemos a nuestro alcance”, recuerda Bianco que le dijo Kiarostami, “un gran maestro, que me hizo abrir los ojos al mundo, quitándome presiones y temores”.

Por su parte, la cineasta y productora Constanza Sanz Palacios destacó su calidad humana y su simpleza, y recordó que “lo más interesante de Kiarostami es que era una persona de respuestas sencillas y muy directas, siempre iba al grano y tenía mucho respeto por las personas que recién comenzaban a hacer cine. Nunca contaba cosas de más, era siempre correcto y muy concreto, como sus películas”.

Sanz Palacios, que participaba en 2012 del Morelia Lab como productora de “Ejercicios de Memoria”, de la paraguaya Paz Encina, sostuvo a Télam que Kiarostami estaba ahí “como docente-tutor. La experiencia fue muy buena porque normalmente todo el mundo le hace siempre preguntas muy recurrentes, pero él fue todo el tiempo muy humilde y claro para contestar. Y explicaba que las claves de su cine eran que fuera “simple, despojado, con muy pocos elementos”.

“Siempre le preguntaban por la situación política de Irán, y él no se explayaba en eso, sólo hablaba de cine. Decía que la política era parte de la vida y estaba ya implícita en las historias que contaba, por lo cual no era algo que tenía que ponerse de relieve ni en discurso”, agregó la productora, que compartió con él una master class sobre sus películas y sus formas de abordar la realización.

Para ella, “lo más interesante de su cine es la amplitud de pensamiento y lenguaje cinematográfico que demuestra, ya que va desde un filme como 'Five', abstracto, de imagen pura, hasta una película con una narrativa tan elaborada como 'Close-up', además de borrar bordes entre géneros, esa idea de que no hay ni ficción ni documental, sólo hay cine”.

En tanto, el cineasta y productor Fernando Domínguez, quien se encontraba en Morelia con su proyecto documental “Los nombres propios”, sostuvo a Télam que lo que le quedó del recuerdo de su encuentro con Kiarostami “es la idea de una persona justa y un hombre cabal. Fue un cineasta que hizo grandes películas pero que además hizo grandes aportes al lenguaje cinematográfico, sobre todo por sus reflexiones sobre el tiempo y el fuera de campo”.

Domínguez recordó que lo conoció mientras se encontraba en una clase del director de fotografía iraní Seifollah Samadian, que trabajó con Kiarostami en “ABC África”: “Estábamos en un aula unas 20 personas y de repente se abrió la puerta y apareció. Fue un momento que me es difícil explicar. La clase se interrumpió por un instante porque sabíamos que estábamos ante uno de los más grandes directores de cine de la historia”.

“Kiarostami entró en silencio y se sentó en uno de los pupitres, junto a nosotros. Samadian lo presentó y lo invitó a decir algunas palabras, pero él le contestó que no, que sólo estaba ahí para ver su clase. Me pareció que esa actitud decía dos cosas: que era una persona humilde y ubicada, y por otro lado un hombre justo, genuino y severo, en el sentido de que no respondía para agradar, sino que lo hacía con mucha lucidez”.

05 JUL 2016 - 15:42

Mientras que Bianco fue su alumna este año en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde realizó un corto documental en 10 días bajo su supervisión directa, Sanz Palacios y Domínguez lo tuvieron como docente-tutor en el Morelia Lab del Festival Internacional de Cine de Morelia, México, donde ambos presentaron a su consideración sendos proyectos de largometraje.

“En ese momento Kiarostami tal vez vio en mí a una realizadora indefensa y asustada, y por eso, antes de mirar nada de lo que había llevado, me habló por un largo rato a corazón descubierto, me habló como un padre le habla a una hija y esa se convirtió en una de las lecciones más grande que recibí”, recordó Bianco, para quien ese encuentro fue una experiencia sanadora que le dio ánimos para volver a filmar.

“Probablemente lo que él no sabía es que después de mi ópera prima ('No hay tierra sin mal') me había dedicado a producir, un poco porque me gustaba y otro poco -más fuerte- porque ya no me animaba a dirigir... Y lo que tal vez hoy tampoco sepa es que apenas aterricé en Argentina, dejé los miedos en el avión y volví a filmar gracias a él”, recordó en diálogo con Télam la joven cineasta nacida en Misiones.

La directora, que se encontraba entre los 35 jóvenes del mundo seleccionados para participar de aquella clínica de realización con Kiarostami en Cuba, filmó en un pueblo cercano a San Antonio de los Baños el corto “Xiomara Simple”, un retrato documental sobre un día en la vida de esa mujer mayor que surgió gracias a los consejo “humildes, amables y sencillos” que le prodigó Kiarostami en una de sus entrevistas personales.

“Filmar es un oficio y un ejercicio, cuando uno más filme mejor lo hará. Salí a filmar ya, porque cuando termines el taller y hayas logrado hacer este corto te vas a preguntar por qué no habías filmado antes. Filmar es un ejercicio para el cual tenemos que pensar en el mundo que tenemos a nuestro alcance”, recuerda Bianco que le dijo Kiarostami, “un gran maestro, que me hizo abrir los ojos al mundo, quitándome presiones y temores”.

Por su parte, la cineasta y productora Constanza Sanz Palacios destacó su calidad humana y su simpleza, y recordó que “lo más interesante de Kiarostami es que era una persona de respuestas sencillas y muy directas, siempre iba al grano y tenía mucho respeto por las personas que recién comenzaban a hacer cine. Nunca contaba cosas de más, era siempre correcto y muy concreto, como sus películas”.

Sanz Palacios, que participaba en 2012 del Morelia Lab como productora de “Ejercicios de Memoria”, de la paraguaya Paz Encina, sostuvo a Télam que Kiarostami estaba ahí “como docente-tutor. La experiencia fue muy buena porque normalmente todo el mundo le hace siempre preguntas muy recurrentes, pero él fue todo el tiempo muy humilde y claro para contestar. Y explicaba que las claves de su cine eran que fuera “simple, despojado, con muy pocos elementos”.

“Siempre le preguntaban por la situación política de Irán, y él no se explayaba en eso, sólo hablaba de cine. Decía que la política era parte de la vida y estaba ya implícita en las historias que contaba, por lo cual no era algo que tenía que ponerse de relieve ni en discurso”, agregó la productora, que compartió con él una master class sobre sus películas y sus formas de abordar la realización.

Para ella, “lo más interesante de su cine es la amplitud de pensamiento y lenguaje cinematográfico que demuestra, ya que va desde un filme como 'Five', abstracto, de imagen pura, hasta una película con una narrativa tan elaborada como 'Close-up', además de borrar bordes entre géneros, esa idea de que no hay ni ficción ni documental, sólo hay cine”.

En tanto, el cineasta y productor Fernando Domínguez, quien se encontraba en Morelia con su proyecto documental “Los nombres propios”, sostuvo a Télam que lo que le quedó del recuerdo de su encuentro con Kiarostami “es la idea de una persona justa y un hombre cabal. Fue un cineasta que hizo grandes películas pero que además hizo grandes aportes al lenguaje cinematográfico, sobre todo por sus reflexiones sobre el tiempo y el fuera de campo”.

Domínguez recordó que lo conoció mientras se encontraba en una clase del director de fotografía iraní Seifollah Samadian, que trabajó con Kiarostami en “ABC África”: “Estábamos en un aula unas 20 personas y de repente se abrió la puerta y apareció. Fue un momento que me es difícil explicar. La clase se interrumpió por un instante porque sabíamos que estábamos ante uno de los más grandes directores de cine de la historia”.

“Kiarostami entró en silencio y se sentó en uno de los pupitres, junto a nosotros. Samadian lo presentó y lo invitó a decir algunas palabras, pero él le contestó que no, que sólo estaba ahí para ver su clase. Me pareció que esa actitud decía dos cosas: que era una persona humilde y ubicada, y por otro lado un hombre justo, genuino y severo, en el sentido de que no respondía para agradar, sino que lo hacía con mucha lucidez”.


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