Carlos Heller: "La pesada herencia no existe"

El diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y líder del Partido Solidario, Carlos Heller, criticó duramente la política económica de Cambiemos, juzgó que el kirchnerismo está en un proceso de "sinceramiento", y aseguró que sólo la ex presidenta Cristina Fernández posee un liderazgo reconocido como conducir al Frente para la Victoria.

10 JUL 2016 - 16:25 | Actualizado

Heller formuló estas apreciaciones durante una entrevista concedida a Télam en el despacho del presidente del banco cooperativo Credicoop, cuyos párrafos centrales fueron los siguientes:

T-¿Qué es, a su juicio, lo que está pasando en la Argentina?

H-Yo no he tenido sorpresas: lo que ocurre me confirma lo que pensaba antes de las elecciones. Yo decía que si el que ganaba iba a devaluar, a eliminar las restricciones para el manejo de divisas y a liberar las importaciones, eso iba a generar inflación, desempleo y recesión. Lo que está pasando es lo que tiene que pasar cuando se aplica esta política económica.

-El Gobierno dice que esto es producto de la pesada herencia que recibió...

-Heredaron un país desendeudado, con bajo desempleo, un generoso mercado interno, un amplio sector de pequeñas y medianas empresas que ocupan mano de obra intensiva, un consumo importante, un país que fortaleció la integración regional, con acuerdos con los grandes países emergentes, que estableció nuevos derechos y reivindicó los derechos humanos. La pesada herencia no existe. El de hoy es un país endeudado, empobrecido y con escaso trabajo, que está volviendo a las políticas que nos pusieron en el 2001, con un Estado ausente.

-Usted menciona al consumo interno como una virtud del modelo kirchnerista, pero un economista oficialista como González Fraga sostiene que se alentó una burbuja de sobreconsumo y se le hizo creer a un empleado medio que podía comprar un celular, un auto y viajar al exterior.

-También dijo que habría que ver cuán pobre son los pobres, por el nuevo dato de aumento de la pobreza de la UCA, porque está claro que pobreza era la del 2001; así que está reconociendo que la situación del país mejoró sensiblemente. Tratando de restarle importancia al dato del aumento de la pobreza en siete meses, que subió 18 o 20 puntos, termina diciendo que pobreza era la de antes.

¿Scioli hubiera hecho algo distinto?

-Las propuestas de Scioli eran diferentes. Seguro que Scioli hubiera estado sometido a las presiones del establishment, pero las mayorías parlamentarias hubieran sido diferentes. Pero pensar que el llamado mercado es dócil y acepta mansamente las políticas que restringen su capacidad de maniobra, es una ingenuidad. Un gobierno de Scioli tal vez no sería igual a los gobiernos anteriores, pero no sería como este gobierno, que aplica a rajatabla el modelo que fracasó en los 90.

-El ministro Prat Gay pidió un tiempo para arreglar 12 años de desajustes.

-La palabra tiene mucho valor en política. Está diciendo en realidad que antes de esos 12 años la cosa estaba bien. No dice 25 años de desajuste. Está diciendo que antes de estos 12 años las cosas que se hacían eran las correctas. Quiere volver al 2001 porque parece que para él, en el 2001, el país estaba bien. El ministro Prat Gay hablaba de blue, que es el color de la libertad, pero eso es dólar ilegal; hablaba de cepo, que es un instrumento de tortura, en lugar de hablar de regulación cambiaria; y hablan de sinceramiento, que es un eufemismo de ajuste. Decían que las reservas del Banco Central son papelitos de colores y después el ministro admitió que había 25.000 millones de dólares de reservas. ¿Qué cambió? Son los mismos papelitos de colores que había antes del 10 de diciembre. Decían que no había que achicar el déficit con fondos del Banco Central, pero lo siguen haciendo.

-La canciller alemana Angela Merkel acaba de apoyar las reformas del gobierno de Macri porque cree que son dolorosas pero, a la larga, darán buenos resultados.

-Es la receta clásica de los liberales y los organismos financieros internacionales. Describen los efectos negativos del presente y prometen un futuro alentador. Pero ese futuro no llega nunca.

-¿Por qué no llegaría nunca?

-Porque no hay ningún elemento que lo indique. Todos los indicadores marcan para atrás. Pérdida de puestos de trabajo y de poder adquisitivo. Cerraron miles de comercios y pequeñas empresas. En Buenos Aires cerraron 400 restaurantes en tres meses. La venta de automóviles y de combustibles cayó. El consumo de la población, comparado con el año anterior, disminuyó casi un 10 por ciento. Todo esto es un círculo vicioso que se retroalimenta. La Argentina vuelve a importar naranjas de Israel, carne de cerdo y vinos, en momentos en que los viñateros se quejan por la caída de las ventas. Hay una crisis de lácteos y habilitan la importación de quesos. ¡Es una locura!

-¿Cómo ve al kirchnerismo?

-El kirchnerismo no logró constituir una fuerza política homogénea propia, sino que ordenó desde el poder una fuerza que se disciplinó no siempre por compromiso ideológico. Lo que está pasando en este momento es un sinceramiento, que dejará una cantidad de gente, más importante de lo que muchos creen, que efectivamente cree en el proyecto kirchnerista y que irá encontrando la forma para ser alternativa de poder. Para nosotros la situación era cómoda, pero no para quienes se disciplinaron, pero en su fuero íntimo nunca estuvieron cómodos.

-Dentro del Frente para la Victoria hay dirigentes que reclaman una autocrítica por los errores cometidos durante el gobierno.

-Hay muchas cosas que se pueden discutir y probablemente las candidaturas no fueron las mejores. Pero no es bueno hacer leña del árbol caído ni discutir por los medios. Si tengo problemas con mi mujer, no los arreglo en el restaurante, sino en casa.

-¿Cristina tiene retorno?

-No me acuerdo de un presidente que se haya despedido de la Casa Rosada con un acto multitudinario y que cada vez que aparece convoque multitudes. Eso ocurre porque la llamada pesada herencia es mentira. Cristina tiene un liderazgo aceptado por los que nos sentimos kirchneristas. No hay otro líder que tenga más posibilidades de conducir ese espacio que Cristina. El desafío es darle organicidad a esa fuerza.

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10 JUL 2016 - 16:25

Heller formuló estas apreciaciones durante una entrevista concedida a Télam en el despacho del presidente del banco cooperativo Credicoop, cuyos párrafos centrales fueron los siguientes:

T-¿Qué es, a su juicio, lo que está pasando en la Argentina?

H-Yo no he tenido sorpresas: lo que ocurre me confirma lo que pensaba antes de las elecciones. Yo decía que si el que ganaba iba a devaluar, a eliminar las restricciones para el manejo de divisas y a liberar las importaciones, eso iba a generar inflación, desempleo y recesión. Lo que está pasando es lo que tiene que pasar cuando se aplica esta política económica.

-El Gobierno dice que esto es producto de la pesada herencia que recibió...

-Heredaron un país desendeudado, con bajo desempleo, un generoso mercado interno, un amplio sector de pequeñas y medianas empresas que ocupan mano de obra intensiva, un consumo importante, un país que fortaleció la integración regional, con acuerdos con los grandes países emergentes, que estableció nuevos derechos y reivindicó los derechos humanos. La pesada herencia no existe. El de hoy es un país endeudado, empobrecido y con escaso trabajo, que está volviendo a las políticas que nos pusieron en el 2001, con un Estado ausente.

-Usted menciona al consumo interno como una virtud del modelo kirchnerista, pero un economista oficialista como González Fraga sostiene que se alentó una burbuja de sobreconsumo y se le hizo creer a un empleado medio que podía comprar un celular, un auto y viajar al exterior.

-También dijo que habría que ver cuán pobre son los pobres, por el nuevo dato de aumento de la pobreza de la UCA, porque está claro que pobreza era la del 2001; así que está reconociendo que la situación del país mejoró sensiblemente. Tratando de restarle importancia al dato del aumento de la pobreza en siete meses, que subió 18 o 20 puntos, termina diciendo que pobreza era la de antes.

¿Scioli hubiera hecho algo distinto?

-Las propuestas de Scioli eran diferentes. Seguro que Scioli hubiera estado sometido a las presiones del establishment, pero las mayorías parlamentarias hubieran sido diferentes. Pero pensar que el llamado mercado es dócil y acepta mansamente las políticas que restringen su capacidad de maniobra, es una ingenuidad. Un gobierno de Scioli tal vez no sería igual a los gobiernos anteriores, pero no sería como este gobierno, que aplica a rajatabla el modelo que fracasó en los 90.

-El ministro Prat Gay pidió un tiempo para arreglar 12 años de desajustes.

-La palabra tiene mucho valor en política. Está diciendo en realidad que antes de esos 12 años la cosa estaba bien. No dice 25 años de desajuste. Está diciendo que antes de estos 12 años las cosas que se hacían eran las correctas. Quiere volver al 2001 porque parece que para él, en el 2001, el país estaba bien. El ministro Prat Gay hablaba de blue, que es el color de la libertad, pero eso es dólar ilegal; hablaba de cepo, que es un instrumento de tortura, en lugar de hablar de regulación cambiaria; y hablan de sinceramiento, que es un eufemismo de ajuste. Decían que las reservas del Banco Central son papelitos de colores y después el ministro admitió que había 25.000 millones de dólares de reservas. ¿Qué cambió? Son los mismos papelitos de colores que había antes del 10 de diciembre. Decían que no había que achicar el déficit con fondos del Banco Central, pero lo siguen haciendo.

-La canciller alemana Angela Merkel acaba de apoyar las reformas del gobierno de Macri porque cree que son dolorosas pero, a la larga, darán buenos resultados.

-Es la receta clásica de los liberales y los organismos financieros internacionales. Describen los efectos negativos del presente y prometen un futuro alentador. Pero ese futuro no llega nunca.

-¿Por qué no llegaría nunca?

-Porque no hay ningún elemento que lo indique. Todos los indicadores marcan para atrás. Pérdida de puestos de trabajo y de poder adquisitivo. Cerraron miles de comercios y pequeñas empresas. En Buenos Aires cerraron 400 restaurantes en tres meses. La venta de automóviles y de combustibles cayó. El consumo de la población, comparado con el año anterior, disminuyó casi un 10 por ciento. Todo esto es un círculo vicioso que se retroalimenta. La Argentina vuelve a importar naranjas de Israel, carne de cerdo y vinos, en momentos en que los viñateros se quejan por la caída de las ventas. Hay una crisis de lácteos y habilitan la importación de quesos. ¡Es una locura!

-¿Cómo ve al kirchnerismo?

-El kirchnerismo no logró constituir una fuerza política homogénea propia, sino que ordenó desde el poder una fuerza que se disciplinó no siempre por compromiso ideológico. Lo que está pasando en este momento es un sinceramiento, que dejará una cantidad de gente, más importante de lo que muchos creen, que efectivamente cree en el proyecto kirchnerista y que irá encontrando la forma para ser alternativa de poder. Para nosotros la situación era cómoda, pero no para quienes se disciplinaron, pero en su fuero íntimo nunca estuvieron cómodos.

-Dentro del Frente para la Victoria hay dirigentes que reclaman una autocrítica por los errores cometidos durante el gobierno.

-Hay muchas cosas que se pueden discutir y probablemente las candidaturas no fueron las mejores. Pero no es bueno hacer leña del árbol caído ni discutir por los medios. Si tengo problemas con mi mujer, no los arreglo en el restaurante, sino en casa.

-¿Cristina tiene retorno?

-No me acuerdo de un presidente que se haya despedido de la Casa Rosada con un acto multitudinario y que cada vez que aparece convoque multitudes. Eso ocurre porque la llamada pesada herencia es mentira. Cristina tiene un liderazgo aceptado por los que nos sentimos kirchneristas. No hay otro líder que tenga más posibilidades de conducir ese espacio que Cristina. El desafío es darle organicidad a esa fuerza.


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