Usaron mal un remedio, perdió un ojo y deberán indemnizarlo con casi 4,5 millones de pesos

La Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia condenó a una conocida clínica oftalmológica y a un oculista a pagarle una indemnización de 4.488.400 pesos a un joven que perdió un ojo por mala praxis.

14 AGO 2016 - 21:11 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

El episodio ocurrió en noviembre de 2006 y los intereses hicieron trepar la suma a esa fortuna. Es un fallo inédito en Chubut. Las iniciales del sujeto son F.S.F.; las del médico, A.R.A.; y de la clínica, S.I.

El 7 de setiembre de 2005 el hombre se levantó con vómitos y un fuerte malestar en su ojo derecho., Llamó a su obra social y lo atendió el oftalmólogo. Era un pico de presión; le recetó corticoides y una aspirina diaria. Por dos semanas su vista mejoró.

Al regresar a la consulta, el médico le dijo que su vista no progresaría mucho más salvo la aplicación de un medicamento nuevo, que no cubría la obra social: Avastin. Costaba $2.000. Tardó 15 días en llegar y F. ya había recuperado gran parte de la vista. En la Clínica, el 25 de octubre, el doctor le inyectó el remedio en el globo ocular. Se trata de un fármaco aprobado para cáncer de colon y pulmón pero no avalado ni por el ANMAT ni la FDA como remedio oftalmológico.

Al día siguiente despertó con el ojo irritado y rojo, con una molestia como si tuviera “una mosca” dentro. Se asustó. No veía y tenía un fuerte dolor. En la Clínica S. I. le diagnosticaron una infección y le aplicó inyecciones intraoculares. Le recetaron gotas que sentía “como una piedra”. Pasaron veinte días. El ojo estaba blanco.

Sin tolerar el dolor concurre a otro oftalmólogo. Le dicen que estaba muy lesionado y le da calmantes. Era una infección. Los antibióticos no resultaron. Decidieron operarlo con anestesia local y fue imposible. Intentarían anestesia total. Le colocaron un parche y al despertarse al día siguiente observa líquido derramado. El ojo en descomposición estalla completo de pus. El doctor A. le practica una evisceración ocular: sacarle el ojo.

Según informes a los jueces de la Universidad de la “Patagonia San Juan Bosco”, una inyección de Avastin dentro del ojo tiene graves riesgos, como la pérdida de la visión.

Para defenderse, la Clínica y el médico dijeron que el hombre sufría insuficiencia renal crónica y se sometía a diálisis tres veces por semana, cuatro horas. Y que esto pudo agravar su presión ocular. Una empleada declaró que F. y a padres firmaron el consentimiento informado para autorizar la inyección de Avastin. Este papel no apareció.

Explicaron que la mayoría de los oftalmólogos usa Avastin y que hasta SEROS lo cubre. Pero según el fallo, “el tratamiento de diálisis no pudo influenciar o desencadenar la pérdida del ojo”.

F. tenía una vida normal. Nació en Caleta Olivia y tenía 27 años al momento de la pérdida. Estudios primarios en Pico Truncado y secundarios en el Instituto Argentino Germano de Comodoro. “Excelente deportista, profesor de paddle, en 2002 comenzó su carrera como piloto de competición llegando a ser organizador de la categoría”. Estudiaba Abogacía en la Universidad Católica de Salta. Sin el ojo perdió el 60 por ciento de su capacidad laboral.

Los camaristas no hallaron evidencia de que el paciente haya tenido problemas serios oculares antes del incidente.

Según explicó el informe de la UNPSJB, los resultados del Avastin en tratamientos oculares son “promisorios” pero igual “es necesario un mayor seguimiento de los pacientes para ver la seguridad de esta droga a largo plazo y su comparación con otros tratamientos posibles”.

La Administración Nacional de Alimentos y Tecnología Médica aprobó esta droga sólo para cáncer de colon y recto. Para otros casos exigió un preciso protocolo médico y legal.

Si se usa en enfermedades distintas a las autorizadas y aparecen efectos adversos, habrá más responsabilidadess. “El médico que prescribe un fármaco es el responsable de su elección para la patología de su paciente”. Responde por daños y perjuicios.

En el caso de Comodoro ningún oculista explicó por qué se decidió usar Avastin. Tampoco hubo una historia clínica oftalmológica del paciente ni se evaluó su aptitud para recibir la dosis. Para los camaristas, “la evidencia de los daños desencadenados demuestran el error del tratamiento”.

Incluso si F. hubiese dicho que sí, “su aceptación de riesgos no es un ´bill´ de indemnidad para el médico ya que no exonera su responsabilidad por negligencia ni es una autorización de someter al paciente a prácticas injustificadas”.

La Cámara recordó las constantes recomendaciones de instituciones nacionales, internacionales y del laboratorio a la hora de usar un remedio no autorizado por el ANMAT. Si no se cumplen, el médico “queda en una total indefensión frente a posibles eventos adversos, por más que haya existido un consentimiento”.

En Comodoro no hubo cuidados especiales para prevenir complicaciones. La sentencia la firmaron los jueces Fernando Nahuelanca, y Julio Antonio Alexandre.

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14 AGO 2016 - 21:11

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

El episodio ocurrió en noviembre de 2006 y los intereses hicieron trepar la suma a esa fortuna. Es un fallo inédito en Chubut. Las iniciales del sujeto son F.S.F.; las del médico, A.R.A.; y de la clínica, S.I.

El 7 de setiembre de 2005 el hombre se levantó con vómitos y un fuerte malestar en su ojo derecho., Llamó a su obra social y lo atendió el oftalmólogo. Era un pico de presión; le recetó corticoides y una aspirina diaria. Por dos semanas su vista mejoró.

Al regresar a la consulta, el médico le dijo que su vista no progresaría mucho más salvo la aplicación de un medicamento nuevo, que no cubría la obra social: Avastin. Costaba $2.000. Tardó 15 días en llegar y F. ya había recuperado gran parte de la vista. En la Clínica, el 25 de octubre, el doctor le inyectó el remedio en el globo ocular. Se trata de un fármaco aprobado para cáncer de colon y pulmón pero no avalado ni por el ANMAT ni la FDA como remedio oftalmológico.

Al día siguiente despertó con el ojo irritado y rojo, con una molestia como si tuviera “una mosca” dentro. Se asustó. No veía y tenía un fuerte dolor. En la Clínica S. I. le diagnosticaron una infección y le aplicó inyecciones intraoculares. Le recetaron gotas que sentía “como una piedra”. Pasaron veinte días. El ojo estaba blanco.

Sin tolerar el dolor concurre a otro oftalmólogo. Le dicen que estaba muy lesionado y le da calmantes. Era una infección. Los antibióticos no resultaron. Decidieron operarlo con anestesia local y fue imposible. Intentarían anestesia total. Le colocaron un parche y al despertarse al día siguiente observa líquido derramado. El ojo en descomposición estalla completo de pus. El doctor A. le practica una evisceración ocular: sacarle el ojo.

Según informes a los jueces de la Universidad de la “Patagonia San Juan Bosco”, una inyección de Avastin dentro del ojo tiene graves riesgos, como la pérdida de la visión.

Para defenderse, la Clínica y el médico dijeron que el hombre sufría insuficiencia renal crónica y se sometía a diálisis tres veces por semana, cuatro horas. Y que esto pudo agravar su presión ocular. Una empleada declaró que F. y a padres firmaron el consentimiento informado para autorizar la inyección de Avastin. Este papel no apareció.

Explicaron que la mayoría de los oftalmólogos usa Avastin y que hasta SEROS lo cubre. Pero según el fallo, “el tratamiento de diálisis no pudo influenciar o desencadenar la pérdida del ojo”.

F. tenía una vida normal. Nació en Caleta Olivia y tenía 27 años al momento de la pérdida. Estudios primarios en Pico Truncado y secundarios en el Instituto Argentino Germano de Comodoro. “Excelente deportista, profesor de paddle, en 2002 comenzó su carrera como piloto de competición llegando a ser organizador de la categoría”. Estudiaba Abogacía en la Universidad Católica de Salta. Sin el ojo perdió el 60 por ciento de su capacidad laboral.

Los camaristas no hallaron evidencia de que el paciente haya tenido problemas serios oculares antes del incidente.

Según explicó el informe de la UNPSJB, los resultados del Avastin en tratamientos oculares son “promisorios” pero igual “es necesario un mayor seguimiento de los pacientes para ver la seguridad de esta droga a largo plazo y su comparación con otros tratamientos posibles”.

La Administración Nacional de Alimentos y Tecnología Médica aprobó esta droga sólo para cáncer de colon y recto. Para otros casos exigió un preciso protocolo médico y legal.

Si se usa en enfermedades distintas a las autorizadas y aparecen efectos adversos, habrá más responsabilidadess. “El médico que prescribe un fármaco es el responsable de su elección para la patología de su paciente”. Responde por daños y perjuicios.

En el caso de Comodoro ningún oculista explicó por qué se decidió usar Avastin. Tampoco hubo una historia clínica oftalmológica del paciente ni se evaluó su aptitud para recibir la dosis. Para los camaristas, “la evidencia de los daños desencadenados demuestran el error del tratamiento”.

Incluso si F. hubiese dicho que sí, “su aceptación de riesgos no es un ´bill´ de indemnidad para el médico ya que no exonera su responsabilidad por negligencia ni es una autorización de someter al paciente a prácticas injustificadas”.

La Cámara recordó las constantes recomendaciones de instituciones nacionales, internacionales y del laboratorio a la hora de usar un remedio no autorizado por el ANMAT. Si no se cumplen, el médico “queda en una total indefensión frente a posibles eventos adversos, por más que haya existido un consentimiento”.

En Comodoro no hubo cuidados especiales para prevenir complicaciones. La sentencia la firmaron los jueces Fernando Nahuelanca, y Julio Antonio Alexandre.


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