Turquía expande su ocupación en Siria y mata a 60 kurdos

Cinco días después de invadir el norte de Siria, tomar una ciudad en manos del Estado Islámico (EI) y comenzar a combatir a las milicias sirio-kurdas -aliadas hasta ahora de Estados Unidos-, el Ejército turco continuó hoy ingresando tanques, armas y militares, y bombardeando el país vecino, lo que ya dejó un saldo de 60 muertos.

28 AGO 2016 - 12:39 | Actualizado

Ayer las milicias sirio-kurdas YPG contraatacaron por primera vez a la invasión turca, golpearon dos tanques del Ejército vecino y provocaron la primera baja turca en territorio sirio. La respuesta hoy de Ankara fue ampliar su presencia militar del otro lado de la frontera.

El Ejército turco envió camiones militares con municiones, dos tanques y varios vehículos blindados con tropas, y redobló los bombardeos de artillería y los ataques con tanques contra las afueras de Yarabulus, la ciudad del norte de Siria que el miércoles tomaron de manos del EI junto con brigadas de insurgentes sirios, según informó la agencia de noticias privada de ese país IHA.

Tras una nueva noche de bombardeos y ataques ininterrumpidos, el Ejército turco anunció que desde que ingresó a Siria mató a 25 "terroristas kurdos" de las YPG, al mismo tiempo que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización pro opositora con sede en Londres, denunció que hoy también mató a 35 civiles en localidades aledañas a Yarabulus.

Primero el Ejército turco bombardeó la localidad de Yeb al Kusa y mató a 20 civiles e hirió a otros 50, y horas después golpeó a la aldea de Magar al Sarisat, una zona donde se habían refugiado muchas personas que escaparon de los combates alrededor de Yarabulus en los últimos días. Allí fallecieron otros 15 civiles y 25 resultaron heridos, según el Observatorio, citado por la agencia de noticias EFE.

Después de más de cinco años de una devastadora y compleja guerra que ha matado a más de 280.000 personas y ha forzado a más de la mitad de la población a abandonar sus hogares, el conflicto se complicó aún más en la última semana.

Con la invasión del miércoles pasado, el norte de Siria se convirtió en un tablero para el conflicto entre Turquía y la minoría kurda que reclama hace más de un siglo la creación de una región autónoma, tanto del lado sirio de la frontera como del turco.

Prueba de ello es que cuatro misiles cayeron esta madrugada sin provocar daños cerca del aeropuerto de Diyarbakir, la principal ciudad kurda de Turquía y una de las que más sufre la reactivación del conflicto armado entre el gobierno nacional y el PKK.

Pese a que ni las milicias sirio-kurdas ni el PKK se atribuyeron el ataque, las autoridades turcas responsabilizaron públicamente a los kurdos, según informó el canal de televisión local NTV.

En los últimas semanas el gobierno de Turquía venía advirtiendo que iba a "limpiar" su frontera de la presencia de milicianos del EI y que no permitiría que las milicias sirio-kurdas -aliados históricos de la guerrilla independentista tuco-kurda PKK- tomaran el pueblo de Yarabulus y consiguieran dominar toda la región fronteriza.

Por eso, la ofensiva turca-siria fue bautizada por Ankara como Escudo del Éufrates, en una referencia al río que cruza la frontera y que el gobierno turco puso como límite máximo a las milicias sirio-kurdas.

Este año las milicias sirio-kurdas avanzaron con apoyo aéreo de Estados Unidos sobre gran parte del norte del país, lindante con Turquía, y fueron recuperando el control de las ciudades y pueblos tomados por el EI en el norte del país.

Además de apoyar con aviones de combate, Estados Unidos informó que, al menos, 300 de sus militares participan de la ofensiva de los kurdos en el norte de Siria, mientras varios medios internacionales han asegurado que oficiales británicos y franceses también están allí, asesorando a esas milicias contra el EI.

Sin embargo, la alianza entre Washington y los sirios-kurdos parece haber encontrado un límite: la estratégica alianza de Estados Unidos y Europa con Turquía, un aliado de la OTAN y un probado freno para la influencia de Rusia.

28 AGO 2016 - 12:39

Ayer las milicias sirio-kurdas YPG contraatacaron por primera vez a la invasión turca, golpearon dos tanques del Ejército vecino y provocaron la primera baja turca en territorio sirio. La respuesta hoy de Ankara fue ampliar su presencia militar del otro lado de la frontera.

El Ejército turco envió camiones militares con municiones, dos tanques y varios vehículos blindados con tropas, y redobló los bombardeos de artillería y los ataques con tanques contra las afueras de Yarabulus, la ciudad del norte de Siria que el miércoles tomaron de manos del EI junto con brigadas de insurgentes sirios, según informó la agencia de noticias privada de ese país IHA.

Tras una nueva noche de bombardeos y ataques ininterrumpidos, el Ejército turco anunció que desde que ingresó a Siria mató a 25 "terroristas kurdos" de las YPG, al mismo tiempo que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización pro opositora con sede en Londres, denunció que hoy también mató a 35 civiles en localidades aledañas a Yarabulus.

Primero el Ejército turco bombardeó la localidad de Yeb al Kusa y mató a 20 civiles e hirió a otros 50, y horas después golpeó a la aldea de Magar al Sarisat, una zona donde se habían refugiado muchas personas que escaparon de los combates alrededor de Yarabulus en los últimos días. Allí fallecieron otros 15 civiles y 25 resultaron heridos, según el Observatorio, citado por la agencia de noticias EFE.

Después de más de cinco años de una devastadora y compleja guerra que ha matado a más de 280.000 personas y ha forzado a más de la mitad de la población a abandonar sus hogares, el conflicto se complicó aún más en la última semana.

Con la invasión del miércoles pasado, el norte de Siria se convirtió en un tablero para el conflicto entre Turquía y la minoría kurda que reclama hace más de un siglo la creación de una región autónoma, tanto del lado sirio de la frontera como del turco.

Prueba de ello es que cuatro misiles cayeron esta madrugada sin provocar daños cerca del aeropuerto de Diyarbakir, la principal ciudad kurda de Turquía y una de las que más sufre la reactivación del conflicto armado entre el gobierno nacional y el PKK.

Pese a que ni las milicias sirio-kurdas ni el PKK se atribuyeron el ataque, las autoridades turcas responsabilizaron públicamente a los kurdos, según informó el canal de televisión local NTV.

En los últimas semanas el gobierno de Turquía venía advirtiendo que iba a "limpiar" su frontera de la presencia de milicianos del EI y que no permitiría que las milicias sirio-kurdas -aliados históricos de la guerrilla independentista tuco-kurda PKK- tomaran el pueblo de Yarabulus y consiguieran dominar toda la región fronteriza.

Por eso, la ofensiva turca-siria fue bautizada por Ankara como Escudo del Éufrates, en una referencia al río que cruza la frontera y que el gobierno turco puso como límite máximo a las milicias sirio-kurdas.

Este año las milicias sirio-kurdas avanzaron con apoyo aéreo de Estados Unidos sobre gran parte del norte del país, lindante con Turquía, y fueron recuperando el control de las ciudades y pueblos tomados por el EI en el norte del país.

Además de apoyar con aviones de combate, Estados Unidos informó que, al menos, 300 de sus militares participan de la ofensiva de los kurdos en el norte de Siria, mientras varios medios internacionales han asegurado que oficiales británicos y franceses también están allí, asesorando a esas milicias contra el EI.

Sin embargo, la alianza entre Washington y los sirios-kurdos parece haber encontrado un límite: la estratégica alianza de Estados Unidos y Europa con Turquía, un aliado de la OTAN y un probado freno para la influencia de Rusia.


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