Argentina compite en San Sebastián con "La idea de un lago"

La cineasta argentina Milagros Mumenthaler, ganadora del Leopardo de Oro en 2011 en Locarno con "Abrir puertas y ventanas", entró hoy en competencia en el Festival de Cine de San Sebastián con su nuevo y fascinante filme, "La idea de un lago", donde apela a recuerdos y percepciones para abordar el drama de una fotógrafa atravesada por la ausencia de su padre, secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar.

16 SEP 2016 - 15:49 | Actualizado

Se trata del primer filme argentino en proyectarse en el certamen donostiarra, donde compite por un premio de 35.000 euros en la sección Horizontes Latinos, la misma donde concursarán las películas nacionales “La larga noche de Francisco Sanctis”, de Andrea Testa y Francisco Márquez, y “El rey del Once”, de Daniel Burman.

Inspirada en las sensaciones e imágenes que le provocó la lectura de "Pozo de aire", un libro de fotos y poemas de Guadalupe Gaona, Mumenthaler decidió narrar la historia de la fotógrafa y su familia, organizando el relato como un vaivén permanente entre presente y pasado, donde la magia propia de la imaginación de la protagonista en su niñez se mezcla con la tristeza que la invade en su adultez, embarazada y a punto de dar a luz.

Con Carla Crespo, Rosario Bléfari y la niña Malena Moirón como protagonistas, Mumenthaler exhibe aquí un estilo narrativo y estético muy diferente a su ópera prima, ya que se aleja del relato cronológico y la dramaturgia clásica, para abrir puertas y ventanas a un cine más atmosférico, poético y misterioso, mágico, casi surreal, en el que los tiempos y las vivencias de la protagonista se entremezclan de manera inesperada.

"Quise entrar en el mundo de recuerdos de Inés (Crespo/Moirón). Había algo del universo de las sensaciones, las emociones y los miedos que me interesaba. Los poemas de Gaona me disparaban un cierto imaginario que no tiene que ver con lo cotidiano realista, porque habla de eso desde un lugar más imaginario, vinculado a sus deseos y a su necesidad de reencontrarse con la presencia de su padre", afirmó la cineasta, que le dio un lugar preponderante a los climas, las texturas y las sensaciones.

Antes de volcarse a esta ficción, Mumenthaler entrevistó a la propia Gaona, a otros afectados por la desaparición forzada de sus parientes y a miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, para documentarse, tratar de entender y respetar lo que pasa en la mente de una persona golpeada por semejante ausencia, "debido a que ciertos miedos persisten durante muchísimo tiempo y pueden causar que otras cosas remitan a vivencias penosas".

En una entrevista con Télam, la cineasta explicó que "hay algo tan fuerte en esas historias de ausencias, que hace que tengan un peso mucho más fuerte en el inconsciente de la protagonista y que puedan irrumpir de la nada en su presente a partir de una percepción. Cuando uno empieza a recordar existen capas que se superponen y así los momentos no se presentan tal cual como uno los vivió, sino de maneras sorpresivas".

"El mundo de los recuerdos puede ser leído de distintas maneras según el momento en que recuerdes. Los recuerdos no están fijados de un modo específico, sino que pueden transformarse y correrse hacia lugares inesperados", detalló Mumenthaler, que desplegó una puesta en escena íntima y visualmente atractiva en función de los misterios de un inconsciente afectado por la pérdida y el dolor.

Mumenthaler explora los lazos afectivos en el seno de una familia y evoca la transmisión generacional de ciertos valores éticos y humanos, dos ejes temáticos que la acompañan desde sus primeros cortos y que podrían leerse en su propia vida, incluida aquí de manera indirecta, con la presencia de su abuela materna y la voz de su marido, músico, cantante y cinéfilo asturiano, que interpreta una canción de cuna basada en un poema de Federico García Lorca.

Usando formatos fílmicos y de video como el VHS, el 16 y el Super 16 milímetros, la talentosa y multipremiada cineasta combina poéticamente el pasado de la protagonista -su niñez rodeada de un inmenso lago, el murmullo del viento y los bosques del sur patagónico, que la invitan a perderse en su imaginación- y su presente en Buenos Aires como fotógrafa, separada y embarazada, mientras intenta dar forma al recuerdo de su padre a través de la edición de un libro de imágenes y poemas.

A partir del trabajo fotográfico de la protagonista, y de la manipulación de la única foto en la que aparece junto a su padre, la película -y su personaje- ahondan en la fotografía como posibilidad del registro de un presente que, con el tiempo, se convertirá en el único elemento capaz de evocar un pasado brumoso y huidizo, y que en ese sentido le sirve a la directora "como el disparador esencial para que aparezcan los recuerdos".

"Hay algo en las fotografías y los poemas del libro de Gaona que intenté preservar en la película. Algo del orden de lo poético y de la imagen que debía estar incluido. Intenté ser lo más fiel posible a mi primera intuición, que fue más poética y visual, y que debía estar por encima de cualquier pretensión narrativa", dijo Mumenthaler refiriéndose, por ejemplo, a cómo pensó filmar "el murmullo de los árboles que se transmite de generación en generación".

16 SEP 2016 - 15:49

Se trata del primer filme argentino en proyectarse en el certamen donostiarra, donde compite por un premio de 35.000 euros en la sección Horizontes Latinos, la misma donde concursarán las películas nacionales “La larga noche de Francisco Sanctis”, de Andrea Testa y Francisco Márquez, y “El rey del Once”, de Daniel Burman.

Inspirada en las sensaciones e imágenes que le provocó la lectura de "Pozo de aire", un libro de fotos y poemas de Guadalupe Gaona, Mumenthaler decidió narrar la historia de la fotógrafa y su familia, organizando el relato como un vaivén permanente entre presente y pasado, donde la magia propia de la imaginación de la protagonista en su niñez se mezcla con la tristeza que la invade en su adultez, embarazada y a punto de dar a luz.

Con Carla Crespo, Rosario Bléfari y la niña Malena Moirón como protagonistas, Mumenthaler exhibe aquí un estilo narrativo y estético muy diferente a su ópera prima, ya que se aleja del relato cronológico y la dramaturgia clásica, para abrir puertas y ventanas a un cine más atmosférico, poético y misterioso, mágico, casi surreal, en el que los tiempos y las vivencias de la protagonista se entremezclan de manera inesperada.

"Quise entrar en el mundo de recuerdos de Inés (Crespo/Moirón). Había algo del universo de las sensaciones, las emociones y los miedos que me interesaba. Los poemas de Gaona me disparaban un cierto imaginario que no tiene que ver con lo cotidiano realista, porque habla de eso desde un lugar más imaginario, vinculado a sus deseos y a su necesidad de reencontrarse con la presencia de su padre", afirmó la cineasta, que le dio un lugar preponderante a los climas, las texturas y las sensaciones.

Antes de volcarse a esta ficción, Mumenthaler entrevistó a la propia Gaona, a otros afectados por la desaparición forzada de sus parientes y a miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, para documentarse, tratar de entender y respetar lo que pasa en la mente de una persona golpeada por semejante ausencia, "debido a que ciertos miedos persisten durante muchísimo tiempo y pueden causar que otras cosas remitan a vivencias penosas".

En una entrevista con Télam, la cineasta explicó que "hay algo tan fuerte en esas historias de ausencias, que hace que tengan un peso mucho más fuerte en el inconsciente de la protagonista y que puedan irrumpir de la nada en su presente a partir de una percepción. Cuando uno empieza a recordar existen capas que se superponen y así los momentos no se presentan tal cual como uno los vivió, sino de maneras sorpresivas".

"El mundo de los recuerdos puede ser leído de distintas maneras según el momento en que recuerdes. Los recuerdos no están fijados de un modo específico, sino que pueden transformarse y correrse hacia lugares inesperados", detalló Mumenthaler, que desplegó una puesta en escena íntima y visualmente atractiva en función de los misterios de un inconsciente afectado por la pérdida y el dolor.

Mumenthaler explora los lazos afectivos en el seno de una familia y evoca la transmisión generacional de ciertos valores éticos y humanos, dos ejes temáticos que la acompañan desde sus primeros cortos y que podrían leerse en su propia vida, incluida aquí de manera indirecta, con la presencia de su abuela materna y la voz de su marido, músico, cantante y cinéfilo asturiano, que interpreta una canción de cuna basada en un poema de Federico García Lorca.

Usando formatos fílmicos y de video como el VHS, el 16 y el Super 16 milímetros, la talentosa y multipremiada cineasta combina poéticamente el pasado de la protagonista -su niñez rodeada de un inmenso lago, el murmullo del viento y los bosques del sur patagónico, que la invitan a perderse en su imaginación- y su presente en Buenos Aires como fotógrafa, separada y embarazada, mientras intenta dar forma al recuerdo de su padre a través de la edición de un libro de imágenes y poemas.

A partir del trabajo fotográfico de la protagonista, y de la manipulación de la única foto en la que aparece junto a su padre, la película -y su personaje- ahondan en la fotografía como posibilidad del registro de un presente que, con el tiempo, se convertirá en el único elemento capaz de evocar un pasado brumoso y huidizo, y que en ese sentido le sirve a la directora "como el disparador esencial para que aparezcan los recuerdos".

"Hay algo en las fotografías y los poemas del libro de Gaona que intenté preservar en la película. Algo del orden de lo poético y de la imagen que debía estar incluido. Intenté ser lo más fiel posible a mi primera intuición, que fue más poética y visual, y que debía estar por encima de cualquier pretensión narrativa", dijo Mumenthaler refiriéndose, por ejemplo, a cómo pensó filmar "el murmullo de los árboles que se transmite de generación en generación".


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