Awada pasó por Chubut en una semana marcada por papelones que rozaron el corazón de las leyes

Leé La Columna del Domingo, la tradicional editorial de la edición dominical de Jornada, con la mejor información política de Chubut.

08 OCT 2016 - 21:11 | Actualizado

Es una satisfacción encontrar aquí en Chubut un equipo comprometido, con ganas, empuje y un gran corazón” porque “Las políticas sociales no entienden ni de banderías políticas, ni de mezquindades”. Carolina Stanley, ministro de Desarrollo Social de la Nación, lo dijo en el aeropuerto de Puerto Madryn cuando cerraba la visita que hizo a Chubut junto a la Primera Dama, Juliana Awada. Fue, además de una valoración del paso por la provincia, una devolución de gentilezas: unas horas antes, cuando comenzaba el periplo en Rawson, Das Neves había destacado el trabajo que se desarrolla en comunión con la cartera nacional, aprovechando el estrado para lanzar críticas feroces al kirchnerismo, reflejando así que la buena sintonía entre Nación y Provincia, aun desde visiones políticas disímiles, sigue intacta.

El paso de Stanley y Awada por Chubut sirvió para reflejar esto, por sobre todo, pero también para mostrar cerca de la gente a dos figuras de peso en la gestión Macri. Por eso más allá de los convenios en políticas sociales que se firmaron en la capital provincial, ambas estuvieron junto a Das Neves más de media hora conversando –y sacándose fotos- con emprendedores y productores que habían levantado sus stands en la peatonal de Fontana 50, aun con una persistente llovizna.

El paso por Madryn tuvo también ese costado, pues allí se reunieron con el intendente Ricardo Sastre en el Centro de Desarrollo Infantil “Gobernador Fontana”, en donde Awada entregó una biblioteca con libros y junto a Stanley jugaron con los chicos, les leyeron un cuento y conversaron con el personal.

Y entre ambas visitas pasaron por Trelew, lo que arrojó un dato curioso teniendo en cuenta la figura de la esposa del Presidente: junto a Huichaqueo y Stanley visitó el club de abuelos “La Razón de mi Vida”, cuyo nombre recuerda al libro que escribió otra Primera Dama, Eva Duarte, en homenaje a Juan Domingo Perón.

Papelón en legislatura

Mientras Awada y Stanley, dos damas ciertamente distinguidas más allá de la posición que tienen hoy dentro del poder político, desarrollaban su actividad, a un par de cuadras de allí la Legislatura chubutense se convertía en escenario de un episodio penoso, rayano a las prácticas más miserables de las que es capaz la política.

Durante la sesión el diputado del Frente para la Victoria, Blas Meza Evans, presentó un pedido de informes para que el equipo médico del gobernador informara sobre su estado de salud en el que solicitaba, incluso, que se elaborara una “hipótesis de la evolución de su capacidad psico-física para desempeñar las tareas antes referidas”.

Se amparó para ello en una lectura por lo menos forzada de la Libertad de Información Pública, y afirmó incluso que hubo “ocultamiento de información” respecto a la salud del mandatario. Se arrogó, además, la tenencia del pensamiento de la ciudadanía porque, dijo sin vergüenza alguna, “existe preocupación en la gente sobre cómo repercutirá en la sociedad la enfermedad del gobernador y se tejen especulaciones”.

El pedido no sólo causó el enojo del bloque de Chubut Somos Todos, sino también la disidencia de los propios compañeros de bancada de Meza Evans, como los casos de David González, Florencia Papaiani, Carlos Gómez y Cecilia Torres Otarola. Todo desató un verdadero terremoto hasta que el polémico legislador tuvo que retirar la iniciativa, la que pasó a comisión. Y como saldo, dejó a su bloque seriamente herido, con discusiones internas profundas a partir de este suceso. Políticamente una torpeza y, desde lo humano, una práctica digna de truhanes y no de gente que debe elaborar leyes.

Información pública

Y justamente mientras esto ocurrió en la casa en donde se elaboran las leyes, no muy lejos de allí, en el recinto en donde se las aplica, la Información Publica recibió otro cachetazo al ser blanco de una interpretación como mínimo polémica. Algo en sí mismo criticable que se convierte en muy preocupante cuando quien lo hace debe ser el templario de ellas: un juez de la República.

El hecho trascendió incluso la provincia. Y lo protagonizó el juez Marcelo Nieto Di Biase durante la audiencia por el juicio a Gabriela Dufour en el que fue condenada por abuso de poder. Allí el magistrado, por pedido de la ex ministro, prohibió que se tomen imágenes argumentando, insólitamente, que “ya hay mucho archivo”.

La decisión de Di Biase no es baladí. Sienta un precedente en democracia que resulta peligrosísimo pues limita el trabajo del periodismo –pues un fotógrafo no es otra cosa que un reportero, aunque “gráfico”- en audiencias que son de carácter orales y públicos. No había en Chubut, hasta ahora, situaciones que guarden parecido con esta determinación del magistrado, salvo en los casos en que por una obligación taxativa y por principios profesionales y éticos se declina de tomar fotografías en casos de personas con un alto grado de vulnerabilidad, como menores de edad, o en los casos donde la publicación pueda entorpecer el curso de la investigación, lo que claramente no se daba en el caso de Dufour.

Debe ponderarse, además, que aquí se trataba de hechos cometidos por funcionarios públicos en el ejercicio de su cargo, y en el caso de Dufour debe señalarse además que ocupa actualmente una banca como diputada provincial. Prohibir publicitar ese proceso judicial es, lisa y llanamente, defenestrar la información pública que no es una herramienta menor y que no pertenece a los periodistas, ni a los jueces, sino a la sociedad toda en su derecho de saber qué hacen los hombres públicos con los dineros de la ciudanía.

La decisión de Di Biase fue tan grosera y brutal que el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA), una entidad que nuclea a periodistas de todo el país y que goza de un gran prestigio incluso a nivel internacional, emitió un comunicado alertando sobre los peligros de esta acción.

La pregunta es, también, qué hará el Superior ante esta situación.

No se trata de una foto, sino del precedente peligrosísimo que se sienta al censurar el trabajo del quien la toma.

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08 OCT 2016 - 21:11

Es una satisfacción encontrar aquí en Chubut un equipo comprometido, con ganas, empuje y un gran corazón” porque “Las políticas sociales no entienden ni de banderías políticas, ni de mezquindades”. Carolina Stanley, ministro de Desarrollo Social de la Nación, lo dijo en el aeropuerto de Puerto Madryn cuando cerraba la visita que hizo a Chubut junto a la Primera Dama, Juliana Awada. Fue, además de una valoración del paso por la provincia, una devolución de gentilezas: unas horas antes, cuando comenzaba el periplo en Rawson, Das Neves había destacado el trabajo que se desarrolla en comunión con la cartera nacional, aprovechando el estrado para lanzar críticas feroces al kirchnerismo, reflejando así que la buena sintonía entre Nación y Provincia, aun desde visiones políticas disímiles, sigue intacta.

El paso de Stanley y Awada por Chubut sirvió para reflejar esto, por sobre todo, pero también para mostrar cerca de la gente a dos figuras de peso en la gestión Macri. Por eso más allá de los convenios en políticas sociales que se firmaron en la capital provincial, ambas estuvieron junto a Das Neves más de media hora conversando –y sacándose fotos- con emprendedores y productores que habían levantado sus stands en la peatonal de Fontana 50, aun con una persistente llovizna.

El paso por Madryn tuvo también ese costado, pues allí se reunieron con el intendente Ricardo Sastre en el Centro de Desarrollo Infantil “Gobernador Fontana”, en donde Awada entregó una biblioteca con libros y junto a Stanley jugaron con los chicos, les leyeron un cuento y conversaron con el personal.

Y entre ambas visitas pasaron por Trelew, lo que arrojó un dato curioso teniendo en cuenta la figura de la esposa del Presidente: junto a Huichaqueo y Stanley visitó el club de abuelos “La Razón de mi Vida”, cuyo nombre recuerda al libro que escribió otra Primera Dama, Eva Duarte, en homenaje a Juan Domingo Perón.

Papelón en legislatura

Mientras Awada y Stanley, dos damas ciertamente distinguidas más allá de la posición que tienen hoy dentro del poder político, desarrollaban su actividad, a un par de cuadras de allí la Legislatura chubutense se convertía en escenario de un episodio penoso, rayano a las prácticas más miserables de las que es capaz la política.

Durante la sesión el diputado del Frente para la Victoria, Blas Meza Evans, presentó un pedido de informes para que el equipo médico del gobernador informara sobre su estado de salud en el que solicitaba, incluso, que se elaborara una “hipótesis de la evolución de su capacidad psico-física para desempeñar las tareas antes referidas”.

Se amparó para ello en una lectura por lo menos forzada de la Libertad de Información Pública, y afirmó incluso que hubo “ocultamiento de información” respecto a la salud del mandatario. Se arrogó, además, la tenencia del pensamiento de la ciudadanía porque, dijo sin vergüenza alguna, “existe preocupación en la gente sobre cómo repercutirá en la sociedad la enfermedad del gobernador y se tejen especulaciones”.

El pedido no sólo causó el enojo del bloque de Chubut Somos Todos, sino también la disidencia de los propios compañeros de bancada de Meza Evans, como los casos de David González, Florencia Papaiani, Carlos Gómez y Cecilia Torres Otarola. Todo desató un verdadero terremoto hasta que el polémico legislador tuvo que retirar la iniciativa, la que pasó a comisión. Y como saldo, dejó a su bloque seriamente herido, con discusiones internas profundas a partir de este suceso. Políticamente una torpeza y, desde lo humano, una práctica digna de truhanes y no de gente que debe elaborar leyes.

Información pública

Y justamente mientras esto ocurrió en la casa en donde se elaboran las leyes, no muy lejos de allí, en el recinto en donde se las aplica, la Información Publica recibió otro cachetazo al ser blanco de una interpretación como mínimo polémica. Algo en sí mismo criticable que se convierte en muy preocupante cuando quien lo hace debe ser el templario de ellas: un juez de la República.

El hecho trascendió incluso la provincia. Y lo protagonizó el juez Marcelo Nieto Di Biase durante la audiencia por el juicio a Gabriela Dufour en el que fue condenada por abuso de poder. Allí el magistrado, por pedido de la ex ministro, prohibió que se tomen imágenes argumentando, insólitamente, que “ya hay mucho archivo”.

La decisión de Di Biase no es baladí. Sienta un precedente en democracia que resulta peligrosísimo pues limita el trabajo del periodismo –pues un fotógrafo no es otra cosa que un reportero, aunque “gráfico”- en audiencias que son de carácter orales y públicos. No había en Chubut, hasta ahora, situaciones que guarden parecido con esta determinación del magistrado, salvo en los casos en que por una obligación taxativa y por principios profesionales y éticos se declina de tomar fotografías en casos de personas con un alto grado de vulnerabilidad, como menores de edad, o en los casos donde la publicación pueda entorpecer el curso de la investigación, lo que claramente no se daba en el caso de Dufour.

Debe ponderarse, además, que aquí se trataba de hechos cometidos por funcionarios públicos en el ejercicio de su cargo, y en el caso de Dufour debe señalarse además que ocupa actualmente una banca como diputada provincial. Prohibir publicitar ese proceso judicial es, lisa y llanamente, defenestrar la información pública que no es una herramienta menor y que no pertenece a los periodistas, ni a los jueces, sino a la sociedad toda en su derecho de saber qué hacen los hombres públicos con los dineros de la ciudanía.

La decisión de Di Biase fue tan grosera y brutal que el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA), una entidad que nuclea a periodistas de todo el país y que goza de un gran prestigio incluso a nivel internacional, emitió un comunicado alertando sobre los peligros de esta acción.

La pregunta es, también, qué hará el Superior ante esta situación.

No se trata de una foto, sino del precedente peligrosísimo que se sienta al censurar el trabajo del quien la toma.


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