Soberanía Digital, donde manda capitán...

Reflexiones de derecho informático.

17 DIC 2016 - 20:38 | Actualizado

Por Guillermo Zamora* / Especial para Jornada

La Soberanía Digital es esa extraña forma de pretender hacer valer los derechos que tiene un Estado ante el resto de los Estados, indicándole cuáles son los límites de injerencia externa que pueden tener. En otras palabras, es el equivalente a marcarle la cancha a un vecino cuando se quiere meter en tus cosas, opinar sobre la decoración de tu casa o entrar sin golpear la puerta.

Cuidar la soberanía digital es cuidar a los habitantes de su territorio, no es solamente declamar que las Malvinas son Argentinas, es crear escenarios donde uno decide sin que nadie se meta, opine o sepa sobre las políticas a llevar adelante en materia informático/teconológico.

En otras palabras, la soberanía digital significa que los ciudadanos (usen o no Internet) poseen la potestad de decidir en forma independiente, libre de toda ideología y restricción, incluso económica qué información puede llegar a ser distribuida, utilizada, reunida o guardada sobre cada uno de nosotros. Para que esto que señalo pueda darse, es imprescindible saber y tener control sobre la infraestructura digital y tecnológica que se utiliza desde el Estado para la prestación de servicios y fuentes de datos, tanto en el ámbito laboral como el hogareño. Pensemos en una habitación donde podamos regular qué temperatura deseamos que haya, ese regulador de temperatura (termostato para los amigos) va recopilando información, esa información es la que le sirve para determinar que parámetros modificar dentro del ambiente, es decir, nosotros somos los que podemos establecer cuáles serían esos parámetros y por ende, somos los que decimos cómo queremos que nos afecten. Lo mismo ocurre con la información que maneja el estado de nosotros.

No obstante, y sin querer sonar alarmante, somos tan ingenuos que seguimos usando “servicios” presuntamente “gratuitos” (nótese por favor, el sutil detalle de las comillas) y nos olvidamos por completo que vamos dejando huellas de nuestros datos fácilmente rastreables, alguna de las respuestas que he recibido, es “¿y si no hiciste nada malo qué problema hay en que te rastreen o dejes huellas?”.

Mi respuesta es siempre la misma, no hace falta tener algo que ocultar para que no deban saber qué haces en tu intimidad, la privacidad es vital para nuestra vida en libertad, porque el problema no es que hacemos nosotros, sino que es lo que el Gobierno de turno hace con esa información que tan gentilmente le vamos dejando en bandeja a quienes no siempre desean el bien común o, peor, el nuestro.

Por otro lado, hay una pregunta que a esta altura los países, provincias o municipios, deberían estar haciéndose, ¿No están pasando los Estados de usuarios y clientes de proveedores digitales, a proveedores para sus modelos de negocio?.

No hace falta ser una mente brillante para darnos cuenta que los datos son el oro del siglo XXI. La información en todas sus variantes es vital para establecer nuevos modelos de negocios, y dar una orientación lógica al futuro de la producción local.

Las estadísticas recabadas en base a la data de la conducta de los habitantes, determinan el modo en que las empresas y los mismos estados pueden optimizar sus productos y servicios y por ende obtener o dar beneficios.

No obstante, no podemos dejar de señalar que cuanto más grande es la economía, más desprotegidos nos encontramos, porque la necesidad de saber nuestros hábitos es mayor y como siempre ocurre, a mayor felicidad, menor es el interés de cuestionar los datos que se están recopilando y qué ocurre con ellos. No digo que la felicidad sea mala, hablo de la conducta humana.

La Soberanía Digital brinda oportunidades para la Economía y desarrollo gubernamental, es de vital importancia que los diversos estamentos involucrados puedan tomar decisiones conscientes sobre el uso de sus datos.

Para lograr esto, no hay que dejar en manos de los gobernantes el manejo de nuestra información, es imperioso que la sociedad toda trabaje y se focalice en este objetivo, independientemente de su orientación política o la simpatía que le genere el político de turno.

La seguridad en la tecnología de la información y el debate político sobre la soberanía digital es decir, qué tipo de empresa, pública o privada va a manejar y manipular nuestros datos, es la discusión que debemos generar, no por desconfianza, o deseo de nada más que nuestro propio cuidado.

Creo que estamos grandes ya para que el Estado-Papá nos diga qué hacer o dejar de hacer, porque no les quepa la menor duda que cada decisión que toman sin consultarnos sobre cuestiones estrictamente personales es eso, es subestimarnos, es pretender imponernos a esta edad adulta casi, lo que tenemos que comer, o cómo vestirnos o desvestirnos.

Los gobernantes deben estar para ofrecernos soluciones no para imponérnoslas, más aún cuando esas políticas no hacen otra cosa que impactar directamente en nuestro día a día.

Como resultado, de todos esto que les vengo comentando se requiere no solo un nombre pomposo para un área del Gobierno, o una página web estéticamente atractiva, es necesario un estándar legal que vincule en cuestiones de seguridad de datos, que nos permita ser soberanos de nuestra información.

No me cabe la menor duda que la soberanía digital tiene un potencial innovador enorme, debemos aprovechar la oportunidad de la digitalización a nivel individual, económico y social a través de la innovación social, debemos ser soberanos, debemos saber.#

Guillermo Zamora es director de la Red Iberoamericana ElderechoInformatico.com y presidente Asociación de Derecho Informático de Argentina (ADIAr).

Las más leídas

17 DIC 2016 - 20:38

Por Guillermo Zamora* / Especial para Jornada

La Soberanía Digital es esa extraña forma de pretender hacer valer los derechos que tiene un Estado ante el resto de los Estados, indicándole cuáles son los límites de injerencia externa que pueden tener. En otras palabras, es el equivalente a marcarle la cancha a un vecino cuando se quiere meter en tus cosas, opinar sobre la decoración de tu casa o entrar sin golpear la puerta.

Cuidar la soberanía digital es cuidar a los habitantes de su territorio, no es solamente declamar que las Malvinas son Argentinas, es crear escenarios donde uno decide sin que nadie se meta, opine o sepa sobre las políticas a llevar adelante en materia informático/teconológico.

En otras palabras, la soberanía digital significa que los ciudadanos (usen o no Internet) poseen la potestad de decidir en forma independiente, libre de toda ideología y restricción, incluso económica qué información puede llegar a ser distribuida, utilizada, reunida o guardada sobre cada uno de nosotros. Para que esto que señalo pueda darse, es imprescindible saber y tener control sobre la infraestructura digital y tecnológica que se utiliza desde el Estado para la prestación de servicios y fuentes de datos, tanto en el ámbito laboral como el hogareño. Pensemos en una habitación donde podamos regular qué temperatura deseamos que haya, ese regulador de temperatura (termostato para los amigos) va recopilando información, esa información es la que le sirve para determinar que parámetros modificar dentro del ambiente, es decir, nosotros somos los que podemos establecer cuáles serían esos parámetros y por ende, somos los que decimos cómo queremos que nos afecten. Lo mismo ocurre con la información que maneja el estado de nosotros.

No obstante, y sin querer sonar alarmante, somos tan ingenuos que seguimos usando “servicios” presuntamente “gratuitos” (nótese por favor, el sutil detalle de las comillas) y nos olvidamos por completo que vamos dejando huellas de nuestros datos fácilmente rastreables, alguna de las respuestas que he recibido, es “¿y si no hiciste nada malo qué problema hay en que te rastreen o dejes huellas?”.

Mi respuesta es siempre la misma, no hace falta tener algo que ocultar para que no deban saber qué haces en tu intimidad, la privacidad es vital para nuestra vida en libertad, porque el problema no es que hacemos nosotros, sino que es lo que el Gobierno de turno hace con esa información que tan gentilmente le vamos dejando en bandeja a quienes no siempre desean el bien común o, peor, el nuestro.

Por otro lado, hay una pregunta que a esta altura los países, provincias o municipios, deberían estar haciéndose, ¿No están pasando los Estados de usuarios y clientes de proveedores digitales, a proveedores para sus modelos de negocio?.

No hace falta ser una mente brillante para darnos cuenta que los datos son el oro del siglo XXI. La información en todas sus variantes es vital para establecer nuevos modelos de negocios, y dar una orientación lógica al futuro de la producción local.

Las estadísticas recabadas en base a la data de la conducta de los habitantes, determinan el modo en que las empresas y los mismos estados pueden optimizar sus productos y servicios y por ende obtener o dar beneficios.

No obstante, no podemos dejar de señalar que cuanto más grande es la economía, más desprotegidos nos encontramos, porque la necesidad de saber nuestros hábitos es mayor y como siempre ocurre, a mayor felicidad, menor es el interés de cuestionar los datos que se están recopilando y qué ocurre con ellos. No digo que la felicidad sea mala, hablo de la conducta humana.

La Soberanía Digital brinda oportunidades para la Economía y desarrollo gubernamental, es de vital importancia que los diversos estamentos involucrados puedan tomar decisiones conscientes sobre el uso de sus datos.

Para lograr esto, no hay que dejar en manos de los gobernantes el manejo de nuestra información, es imperioso que la sociedad toda trabaje y se focalice en este objetivo, independientemente de su orientación política o la simpatía que le genere el político de turno.

La seguridad en la tecnología de la información y el debate político sobre la soberanía digital es decir, qué tipo de empresa, pública o privada va a manejar y manipular nuestros datos, es la discusión que debemos generar, no por desconfianza, o deseo de nada más que nuestro propio cuidado.

Creo que estamos grandes ya para que el Estado-Papá nos diga qué hacer o dejar de hacer, porque no les quepa la menor duda que cada decisión que toman sin consultarnos sobre cuestiones estrictamente personales es eso, es subestimarnos, es pretender imponernos a esta edad adulta casi, lo que tenemos que comer, o cómo vestirnos o desvestirnos.

Los gobernantes deben estar para ofrecernos soluciones no para imponérnoslas, más aún cuando esas políticas no hacen otra cosa que impactar directamente en nuestro día a día.

Como resultado, de todos esto que les vengo comentando se requiere no solo un nombre pomposo para un área del Gobierno, o una página web estéticamente atractiva, es necesario un estándar legal que vincule en cuestiones de seguridad de datos, que nos permita ser soberanos de nuestra información.

No me cabe la menor duda que la soberanía digital tiene un potencial innovador enorme, debemos aprovechar la oportunidad de la digitalización a nivel individual, económico y social a través de la innovación social, debemos ser soberanos, debemos saber.#

Guillermo Zamora es director de la Red Iberoamericana ElderechoInformatico.com y presidente Asociación de Derecho Informático de Argentina (ADIAr).


NOTICIAS RELACIONADAS