Historias del crimen / El Papá Noel que no entregaba regalos

Por Daniel Schulman, especial para Jornada.

23 DIC 2016 - 20:06 | Actualizado

Siempre me pregunté qué relación existe entre Papá Noel (Santa Claus, San Nicolás, Viejito Pascuero, etc.) y el nacimiento de Cristo. Festejar la Navidad representándola con un viejo canoso gordo y barbudo vestido de rojo no tiene nada que ver con lo que sucedió en Belén o Nazareth (hay debates significativos acerca del lugar del nacimiento del niño Jesús) hace poco más de dos mil años.

Da la impresión de que no existe relación, pero la Historia y la globalización han ido depurando ambas tradiciones, juntándolas en una sola: en Navidad se celebra el nacimiento de Cristo y se hacen regalos que lleva Papá Noel. Y fin del asunto. Así está establecido ahora y así se festeja.

Así las cosas, la Navidad cada vez nos sorprende más temprano. Hace unos 20 años eran sólo unas pocas semanas anteriores al 24-25/12 en que todo se adornaba conforme a las Fiestas. Ahora ya en noviembre empezamos a vivir la Navidad, mucho antes de que la misma llegue.

Pero nunca falta ver en algún local, en la tele, o donde sea, algún fulano vestido del inconfundible Papá Noel, donde los chicos suelen acercarse con sus padres para comentarle todo lo que querrán para esa Navidad que se avecina. Así las cosas, esta cuestión no hace más que incrementar la creencia en ese personaje y en la magia de las Fiestas, en un ritual inocente que se renueva con los nuevos niños.

No obstante todo lo anterior, Papá Noel, en realidad, hay muchos. O bien hay uno, pero se materializa en muchos. Papá Noel es algo así como una especie de entidad que viene una vez cada tanto, hace su laburo, nos hace gastar mucha guita, y se raja. Tiene el mejor laburo del mundo, porque labura un mes al año, durante ese mes todo gira en derredor de él, y durante el resto de los meses más vale no nombrarlo. Viene, se queda un rato, y se va. Y hasta el año que viene. Lo que queda pendiente y nos hace recordarlo son las cuotas de la tarjeta de crédito, que mes a mes nos recuerdan ese gordo barbudo.

Y quienes lo personifican, bien pueden estar bastante trastornados. Personificar a Papá Noel no es un laburo que hay que tomar a la ligera, sino que tiene que ser alguien que esté en sus cabales, que tenga paciencia, y que sepa tratar con niños. Y con sus padres. Así sucedió en un pueblo pequeño del Estado de Texas, en Estados Unidos. Al día de hoy no se sabe cómo, pero hubo un Papá Noel trastornado que tiñó el rojo de su traje con el rojo de la sangre, tal vez por la misma razón por la que Napoleón optó por ese mismo color.

Lo cierto es que cuando llegó la policía, en esa Nochebuena de ese pequeño pueblo, los regalos ya habían sido abiertos, los brindis ya se habían realizado, y los deseos de un buen fin de año y próspero año nuevo ya se habrían pronunciado.

Lo primero que encontraron fue a toda la familia reunida, todos manchados en sangre, todos muertos, todos con plomo metido a fuerza de balas en su interior carente de vida.

La reconstrucción del caso determinó que se trató de ocho víctimas: dos niños de 7 y 10 años hermanos entre sí; la madre de los niños, de unos 40 años; los abuelos de los niños y padres de la mujer, matrimonio un tanto jovato de entre 70 y 75 años; un fulano sin relación aparente, de 42 pirulos; una tía de los niños, de 44 años; y el Papá Noel, de 44 años, que a cosas resueltas era el padre de los niños y marido de la mujer de 40.

Ese fue el primer esbozo que pudieron armar del caso. Lo primordial era conocer a las víctimas y saber a cuento de qué venía la reunión. Estaba claro que se trataba de una reunión familiar para festejar la Navidad; lo que falta descular era el tema del tipo de 44 años, que rápidamente se resolvió. Se trataba de la pareja de la madre de los niños, y el vestido de Papá Noel era el exmarido, aunque padre de ellos.

La cosa había sido así. Se habían separado ya hacía un par de años, y la mujer a los pocos meses comenzó su relación con el otro fulano, a lo cual el Papá Noel no le importó mucho al comienzo, pero desde esa separación no había podido pasar ninguna fiesta con sus hijos, frente a lo cual no opuso mucha objeción, salvo que su exmujer no incluyera al fulano en las mismas. Si bien le hinchaba un poco que su ex le negara ver a sus hijos en Navidad y Año Nuevo, más le hinchó que esa Navidad ella no hiciera honor al cumplimiento de lo acordado.

Una testigo ese día lo vio ensayando en una tienda con el traje de Papá Noel, el cual era alquilado, y lo oyó preguntar por uno un talle más grande, para poder guardar algo debajo del ropaje sin que se notara. Cuando le preguntaron por el tamaño de eso que tenía que guardar, esta testigo recuerda que dijo que era una ametralladora, pero de juguete, que era un regalo para su hijo y que quería llevarlo allí. Efectivamente en la escena del crimen eso fue lo que encontraron, pero no era de juguete: era de verdad. Y las vainas coincidían todas, como así también los plomos que pudieron sacar del interior de todos los muertos.

Al Papá Noel lo encontraron recostado sobre el cuerpo de sus hijos, con el estómago lleno de restos de proyectil. Papá Noel no existe, dicen varios. Y la realidad confirma eso. Lo que existe son los que lo interpretan, y en esa interpretación hay versiones libres, ¿vio?, que terminan a veces como terminó esta historia: con todos los personajes muertos.

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23 DIC 2016 - 20:06

Siempre me pregunté qué relación existe entre Papá Noel (Santa Claus, San Nicolás, Viejito Pascuero, etc.) y el nacimiento de Cristo. Festejar la Navidad representándola con un viejo canoso gordo y barbudo vestido de rojo no tiene nada que ver con lo que sucedió en Belén o Nazareth (hay debates significativos acerca del lugar del nacimiento del niño Jesús) hace poco más de dos mil años.

Da la impresión de que no existe relación, pero la Historia y la globalización han ido depurando ambas tradiciones, juntándolas en una sola: en Navidad se celebra el nacimiento de Cristo y se hacen regalos que lleva Papá Noel. Y fin del asunto. Así está establecido ahora y así se festeja.

Así las cosas, la Navidad cada vez nos sorprende más temprano. Hace unos 20 años eran sólo unas pocas semanas anteriores al 24-25/12 en que todo se adornaba conforme a las Fiestas. Ahora ya en noviembre empezamos a vivir la Navidad, mucho antes de que la misma llegue.

Pero nunca falta ver en algún local, en la tele, o donde sea, algún fulano vestido del inconfundible Papá Noel, donde los chicos suelen acercarse con sus padres para comentarle todo lo que querrán para esa Navidad que se avecina. Así las cosas, esta cuestión no hace más que incrementar la creencia en ese personaje y en la magia de las Fiestas, en un ritual inocente que se renueva con los nuevos niños.

No obstante todo lo anterior, Papá Noel, en realidad, hay muchos. O bien hay uno, pero se materializa en muchos. Papá Noel es algo así como una especie de entidad que viene una vez cada tanto, hace su laburo, nos hace gastar mucha guita, y se raja. Tiene el mejor laburo del mundo, porque labura un mes al año, durante ese mes todo gira en derredor de él, y durante el resto de los meses más vale no nombrarlo. Viene, se queda un rato, y se va. Y hasta el año que viene. Lo que queda pendiente y nos hace recordarlo son las cuotas de la tarjeta de crédito, que mes a mes nos recuerdan ese gordo barbudo.

Y quienes lo personifican, bien pueden estar bastante trastornados. Personificar a Papá Noel no es un laburo que hay que tomar a la ligera, sino que tiene que ser alguien que esté en sus cabales, que tenga paciencia, y que sepa tratar con niños. Y con sus padres. Así sucedió en un pueblo pequeño del Estado de Texas, en Estados Unidos. Al día de hoy no se sabe cómo, pero hubo un Papá Noel trastornado que tiñó el rojo de su traje con el rojo de la sangre, tal vez por la misma razón por la que Napoleón optó por ese mismo color.

Lo cierto es que cuando llegó la policía, en esa Nochebuena de ese pequeño pueblo, los regalos ya habían sido abiertos, los brindis ya se habían realizado, y los deseos de un buen fin de año y próspero año nuevo ya se habrían pronunciado.

Lo primero que encontraron fue a toda la familia reunida, todos manchados en sangre, todos muertos, todos con plomo metido a fuerza de balas en su interior carente de vida.

La reconstrucción del caso determinó que se trató de ocho víctimas: dos niños de 7 y 10 años hermanos entre sí; la madre de los niños, de unos 40 años; los abuelos de los niños y padres de la mujer, matrimonio un tanto jovato de entre 70 y 75 años; un fulano sin relación aparente, de 42 pirulos; una tía de los niños, de 44 años; y el Papá Noel, de 44 años, que a cosas resueltas era el padre de los niños y marido de la mujer de 40.

Ese fue el primer esbozo que pudieron armar del caso. Lo primordial era conocer a las víctimas y saber a cuento de qué venía la reunión. Estaba claro que se trataba de una reunión familiar para festejar la Navidad; lo que falta descular era el tema del tipo de 44 años, que rápidamente se resolvió. Se trataba de la pareja de la madre de los niños, y el vestido de Papá Noel era el exmarido, aunque padre de ellos.

La cosa había sido así. Se habían separado ya hacía un par de años, y la mujer a los pocos meses comenzó su relación con el otro fulano, a lo cual el Papá Noel no le importó mucho al comienzo, pero desde esa separación no había podido pasar ninguna fiesta con sus hijos, frente a lo cual no opuso mucha objeción, salvo que su exmujer no incluyera al fulano en las mismas. Si bien le hinchaba un poco que su ex le negara ver a sus hijos en Navidad y Año Nuevo, más le hinchó que esa Navidad ella no hiciera honor al cumplimiento de lo acordado.

Una testigo ese día lo vio ensayando en una tienda con el traje de Papá Noel, el cual era alquilado, y lo oyó preguntar por uno un talle más grande, para poder guardar algo debajo del ropaje sin que se notara. Cuando le preguntaron por el tamaño de eso que tenía que guardar, esta testigo recuerda que dijo que era una ametralladora, pero de juguete, que era un regalo para su hijo y que quería llevarlo allí. Efectivamente en la escena del crimen eso fue lo que encontraron, pero no era de juguete: era de verdad. Y las vainas coincidían todas, como así también los plomos que pudieron sacar del interior de todos los muertos.

Al Papá Noel lo encontraron recostado sobre el cuerpo de sus hijos, con el estómago lleno de restos de proyectil. Papá Noel no existe, dicen varios. Y la realidad confirma eso. Lo que existe son los que lo interpretan, y en esa interpretación hay versiones libres, ¿vio?, que terminan a veces como terminó esta historia: con todos los personajes muertos.


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