Benjamín e Isabella, los nombres más elegidos

Los nombres Benjamín e Isabella, fueron los más elegidos para los bebés recién nacidos en Puerto Madryn en 2016, de acuerdo a un relevamiento realizado por el Registro Civil de las Personas.

24 ENE 2017 - 21:45 | Actualizado

Los nombres que pueden elegirse son incontables, pero existen algunas restricciones.

Benjamín, proviene del hebreo, y significa “hijo de la diestra”, y debido a datos bíblicos acerca del hijo menor de Jacob, suele llamarse “el benjamín” al hijo menor de una gran familia. Isabella, es la variante de Isabel y significa “la que ama a Dios”, de acuerdo a los datos existentes.

Otros nombres que aparecen en la lista de los elegidos son Noah para ellos y Mía para ellas, detrás siguen elecciones tales como Thiago, Mateo o Sofía.

Los padres adoptan diversas modalidades para elegir el nombre de sus hijos, muchos adquieren libros con el significado y etimología de los nombres. Otros sólo apelan a los nombres que se popularizan entre los hijos de las celebridades y la farándula, hay quienes toman el nombre de la telenovela del momento, y aún existen los tradicionalistas que nombran a sus hijos en honor a un familiar.

Nacimientos 2016

En 2016 se registraron en Puerto Madryn, más de mil nacimientos, según los datos relevados por el Registro Civil de las personas. Entre los nombres registrados se destacaron Benjamín entre los niños e Isabella entre las niñas, pero sin dudas lo llamativo es la diversidad de nombres que se han incorporado al registro de nuestro país en los últimos años.

En Argentina el uso de nombres está regulado por ley y en su articulado establece que “el derecho de elegir el nombre de pila se ejercerá libremente” y describe cuáles son los límites en esa elección. La ley prohíbe los nombres que sean extravagantes, ridículos, contrarios a las costumbres, que expresen o signifiquen tendencias políticas o ideológicas o que susciten equívocos respecto del sexo de la persona a quien se impone.

También prohíbe los nombres extranjeros, salvo los castellanizados por el uso (como Jonathan) o cuando sean los de los padres del bebé, si fuesen de fácil pronunciación y no tuvieran traducción en el idioma nacional, los apellidos como nombre y primeros nombres idénticos a los de hermanos vivos, entre otros.

La aplicación de la ley está a cargo de los delegados responsables de los registros civiles y cuando un nombre es objetado por no cumplir con las condiciones que fija la norma, los padres pueden recurrir al Registro Civil de las Personas y solicitar su admisión, presentando documentación que acredite su uso, certifique su origen y compruebe que no tiene traducción al castellano. El artículo 7 de la Convención sobre Derechos del Niño (CDN) indica que “el niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos”. Asimismo, el artículo 8 manifiesta que “los Estados Parte se comprometen a respetar el derecho del niño, a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares”.

Entre otras cosas, se sugiere a los padres que, sin importar cuánto les agrade un nombre, es conveniente analizar la relación con los apellidos, y evitar que cuando el niño crezca sea objeto de burla.

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24 ENE 2017 - 21:45

Los nombres que pueden elegirse son incontables, pero existen algunas restricciones.

Benjamín, proviene del hebreo, y significa “hijo de la diestra”, y debido a datos bíblicos acerca del hijo menor de Jacob, suele llamarse “el benjamín” al hijo menor de una gran familia. Isabella, es la variante de Isabel y significa “la que ama a Dios”, de acuerdo a los datos existentes.

Otros nombres que aparecen en la lista de los elegidos son Noah para ellos y Mía para ellas, detrás siguen elecciones tales como Thiago, Mateo o Sofía.

Los padres adoptan diversas modalidades para elegir el nombre de sus hijos, muchos adquieren libros con el significado y etimología de los nombres. Otros sólo apelan a los nombres que se popularizan entre los hijos de las celebridades y la farándula, hay quienes toman el nombre de la telenovela del momento, y aún existen los tradicionalistas que nombran a sus hijos en honor a un familiar.

Nacimientos 2016

En 2016 se registraron en Puerto Madryn, más de mil nacimientos, según los datos relevados por el Registro Civil de las personas. Entre los nombres registrados se destacaron Benjamín entre los niños e Isabella entre las niñas, pero sin dudas lo llamativo es la diversidad de nombres que se han incorporado al registro de nuestro país en los últimos años.

En Argentina el uso de nombres está regulado por ley y en su articulado establece que “el derecho de elegir el nombre de pila se ejercerá libremente” y describe cuáles son los límites en esa elección. La ley prohíbe los nombres que sean extravagantes, ridículos, contrarios a las costumbres, que expresen o signifiquen tendencias políticas o ideológicas o que susciten equívocos respecto del sexo de la persona a quien se impone.

También prohíbe los nombres extranjeros, salvo los castellanizados por el uso (como Jonathan) o cuando sean los de los padres del bebé, si fuesen de fácil pronunciación y no tuvieran traducción en el idioma nacional, los apellidos como nombre y primeros nombres idénticos a los de hermanos vivos, entre otros.

La aplicación de la ley está a cargo de los delegados responsables de los registros civiles y cuando un nombre es objetado por no cumplir con las condiciones que fija la norma, los padres pueden recurrir al Registro Civil de las Personas y solicitar su admisión, presentando documentación que acredite su uso, certifique su origen y compruebe que no tiene traducción al castellano. El artículo 7 de la Convención sobre Derechos del Niño (CDN) indica que “el niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos”. Asimismo, el artículo 8 manifiesta que “los Estados Parte se comprometen a respetar el derecho del niño, a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares”.

Entre otras cosas, se sugiere a los padres que, sin importar cuánto les agrade un nombre, es conveniente analizar la relación con los apellidos, y evitar que cuando el niño crezca sea objeto de burla.


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