Trelewenses en el Cruce de Los Andes, tributo a San Martín

Brian Di Luca y Diego Girandi participaron de la recreación de la travesía del padre de la patria hace 200 años. Le contaron su experiencia a Jornada. Cabalgaron durante 7 días por la montaña.

Diego Girandi y Brian Di Lucca, trelewenses que cruzaron Los Andes. La recreación del Cruce de los Andes se realizó a 200 años de la misión a cargo del general San Martín.
26 FEB 2017 - 21:10 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Para nosotros que somos bichos de ciudad, fue un esfuerzo sobrehumano. Si pensás que por ahí pasó San Martín con su ejército se te pone la piel de gallina”. Esas dos frases sintetizaron Brian Di Luca y Diego Girandi la travesía realizada a fines del mes pasado. A lomo de caballo y durante 7 días transitaron la misma ruta que utilizó el general José de San Martín para cruzar los Andes en su misión libertadora hace 200 años. Atravesaron Paso de Los Patos donde se hace necesario trasponer 4 cordilleras. La más alta, El Espinacito a 4536 metros sobre el nivel del mar. Ambos, integran la Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew. La experiencia quedó tatuada en sus vidas.
Brian y  Diego, fueron elegidos para participar de la recreación del Cruce de los Andes junto a otros expedicionarios de todo el país y países limítrofes.
La Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew fue creada en 2013 con el objetivo de difundir la vida, obra y valores del general José de San Martín en la comunidad, y que estos gestos sean multiplicados por hombres, mujeres y niños para alcanzar una sociedad más culta, respetuosa, y evolucionada. Con ese objetivo, los trelewenses emprendieron el gran desafío.
En una entrevista con Jornada, los protagonistas de la expedición relataron las experiencias vividas. Hablaron de sus sueños, de los lazos de amistad que se fueron construyendo a lo largo del trayecto; de los miedos y dificultades. El camino no fue dócil. El clima tampoco. Solamente el claro objetivo los llevó a no retroceder.  A lograr rendir su propio homenaje al prócer que tanto admiran.
Franco y Tropezón

No estuvieron solos. Sus compañeros “de fierro” fueron los dos caballos que les asignaron al inicio de la expedición. Diego, llamó “Tropezón” a su compañero de ruta. Brian prefirió incluir en su experiencia de vida, a un amigo que pensaba ir con ellos pero no pudo. Es por eso, que a su caballo lo llamó “Franco”. Así, él también cruzó los Andés.
En los caballos estuvieron en total fueron 7 días. “La preparación puede ser en forma particular. O bien, con una asociación o empresa de turismo. Nosotros, acompañamos a la Asociación Cultural Sanmartiniana de Rosario, cuna de la bandera. Creíamos que debíamos apoyarla” explicó Brian sobre “la previa” de la recreación.
Integrar el grupo

Ser incluidos en un desafío de esta naturaleza no es sencillo. Hay una serie de requisitos que los postulantes deben reunir. Brian explicó que enviaron sus formularios a principios de 2016. “Pasamos el examen de perfil más que nada para que nos integremos al grupo. Hubo además, uruguayos”
Diego, agregó que básicamente la exigencia se aplica a la aptitud física, al conocimiento en el manejo de caballo y montura: saber desmontar y ensillar. “Estuvimos entrenándonos con un amigo. Nosotros, pedimos realizar el cruce por el Paso de los Patos. Que es el que hizo el general San Martín. Es más difícil. Es a 4 mil metros de altura. Teníamos que calificar rindiendo exámenes de historia y demostrando que teníamos la capacidad ecuestre para hacerlo. La preparación fue desde principios de 2016 hasta que llegó el momento de hacerlo. Por suerte, pudimos ir juntos y calificar para el paso que  habíamos elegido”.
Revalorizar la imagen

El físico y la mente juega en varias oportunidades, malas pasadas. Admiten Diego y Brian que pasaron por todos los estados de ánimo. Desafiaron precipicios y tramos con muy baja temperatura. Tanto que preferían ni preguntar a cuánto marcaba el termómetro. “Nos sirvió para revalorizar la imagen de San Martín. Todo lo que uno hace e imagina con un prócer de tamaña envergadura. El viaje se vuelve personal. Pasás muchas horas cabalgando en fila india, en silencio. Es interesante. Son muchas horas por día. Todo lo relacionado con la fraternidad se da  a la noche o a la cena. En el día, es solo con el caballo”.
El contacto con el animal se inicia al largar la expedición y la despedida es al fina. “La amistad que nace con el animal es increíble. Te lleva por lugares inhóspitos. Si pensás que por ahí pasó san Martín con su ejército se te pone la piel de gallina” admitió Diego. Su compañero asintió con la mirada.
Admiten que alrededor de los próceres, existen varios mitos. “Si son ciertos o no, no le hacen al prócer. En el cruce aprendimos mucho de historia. No teníamos dudas sobre los valores. Pero sí en el cruce en sí. Parece una cosa menor. Cuando estás ahí no importa si era blanco o negro el caballo. Lo importante es que lo haya hecho. Nosotros pasamos días de mucho frío a pesar de llevar ropa muy preparada, térmica. Y nos morimos de frío. Cuando pones en ese contexto a un hombre que por los ideales lo siguieron 5 mil personas más, e iba con un saquito de paño y vestidos más o menos cruzando por esos lugares, se toma dimensión de la grandeza. La verdad que si estaba enfermo o no, si fue en burro o no queda fuera de discusión. Lo impresionante es que lo haya hecho”.
Brian admite que el impulso de realizar una expedición de esas características estuvo basada en desafiar aquello que parece imposible. “Cuando estudiás historia en la primaria o secundaria, te parece que Los Andes es una montaña a la que se pasa hacia el otro lado fácilmente. Cuando estás en la cordillera y ves los distintos cordones tenés que decidir cómo  y cuándo pasar. Por muchas cosas: por el clima y por el caballo. Si está cansado, si hay que esperar. No tengo dudas que San Martín lo cruzó a caballo. Es posible. Se puede hacer. Y él lo cruzó varias veces”.
Ansiedad de llegar

Relató que permanecer 12 horas en el caballo deja de ser grato. Luego de las 2 o 3 primeras horas ya empieza a inquietar la ansiedad de llegar. “ Ahí empieza cuenta regresiva para ver cuánto falta para llegar. Para nosotros que somos bichos de ciudad es un esfuerzo sobrehumano. Es importante ver cómo se comportaban los baqueanos”.
Los lugareños expertos, según indicó Brian, se metían por donde no había huellas y en pendiente de 45 grados. “No se caían. Nosotros que íbamos por sendas nos caímos y tropezamos. Hubo algunos accidentes pero nada grave. Es una actividad riesgosa pero satisfactoria. Te das cuenta que aprendés como se vive y cómo se supera. Es un ejemplo para cuestiones diarias de la vida. Hay cosas que quedan minimizadas. Las medidas las conocés cuando llegás al límite. Como el tema comidas, agua, dormir, descansar. Lo único a lo que tenés acceso es al agua. Nos tocó lluvia, granizo, noches heladas con carpas escarchadas. No tuvimos tormentas fuertes”.
Diego se refirió a la llegada al fin, al hito histórico. “Cuando desplegamos la bandera de Chubut éramos dos bichos raros pero simpáticos a 4 mil metros de altura con la bandera de Chubut. Se sacaron fotos con nosotros. Les pareció increíble que estuviéramos ahí tan lejos de nuestras casas”.
Transmitir experiencias

La intención de ambos integrantes de la Asociación Sanmartiniana, Brian, presidente y Diego, vocal, es transmitir su experiencia a la comunidad en general. Que los sentimientos y sensaciones en la expedición enriquezcan lo teórico que se encuentra en los libros. “Vamos a delinear el trabajo. Hablábamos de armar talleres escolares. Yo lo veo con mis hijas que no dimensionan el cruce de los andes ni por qué se hizo. Desde la Asociación  queremos llevar la formación histórica y enriquecerla con nuestra experiencia personal”.
Hacer la expedición fue claramente, una decisión de vida. Más allá de las expectativas personales y los sueños que se arrastran con los años, se trata de una inversión económica. En total, cruzar los Andes les significó unos $30 mil. Aunque ese monto se incrementa con la compra del equipo necesario para llevar adelante la travesía. Diego Girandi aseguró que fue en su caso, la primera vez que realizó el cruce. “Hubo que comprar bolsas térmicas, bolsas de dormir, todo lo que fuera necesario. El común de la gente no lo tiene. La inversión es mayo porque por ejemplo, compramos bolsas de dormir de alta montaña e igual pasamos frio. Temblábamos” afirmó con una sonrisa.
Intensidad emotiva

¿Lo harían de nuevo?
Diego: Yo, la verdad, lo haría de nuevo si alguien me pidiera que lo acompañara y le tuviera suma estima. Es la única forma. Es una experiencia muy difícil. Precipicios, frio, viento y soledad mental. Es duro. No es el viaje de los sueños. Sino de extrospección , sacrificio, esfuerzo, nada tuvo que ver con un viaje turístico. Cuando llegamos al hito histórico llorábamos. Eramos unas 300 personas llorando sin parar. Mucha intensidad emotiva. Es un viaje único e increíble.
Brian: Yo lo volvería a hacer pero armando un grupo en Trelew que nos podamos preparar con tiempo como grupo. Ser 5 o 10. La experiencia la tenemos. Seguro podamos transmitir algo estando en el lugar. Por nada, no. Nosotros dos solos otra vez, no (risas).
 La Asociación

 Desde 2014, la Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew (Moreno 1322) delineó lo que serían sus actividades, y alcanzó al poco tiempo -septiembre del 2015-, la Personería Jurídica. Las acciones más trascendentales fueron el acompañamiento económico del Hogar de Niños “Volver a empezar” de Trelew, y el apadrinamiento de la Escuela N° 792 “Libertador general San Martín” de la misma ciudad. Brian y Diego, llevaron durante la cruzada las banderas provinciales y nacionales que fueron entregadas por autoridades legislativas, con la promesa de que al regreso sean exhibidas como el testimonio de tan profundo homenaje a la libertad conseguida hace 200 años.#

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Diego Girandi y Brian Di Lucca, trelewenses que cruzaron Los Andes. La recreación del Cruce de los Andes se realizó a 200 años de la misión a cargo del general San Martín.
26 FEB 2017 - 21:10

Por Lorena Leeming

Para nosotros que somos bichos de ciudad, fue un esfuerzo sobrehumano. Si pensás que por ahí pasó San Martín con su ejército se te pone la piel de gallina”. Esas dos frases sintetizaron Brian Di Luca y Diego Girandi la travesía realizada a fines del mes pasado. A lomo de caballo y durante 7 días transitaron la misma ruta que utilizó el general José de San Martín para cruzar los Andes en su misión libertadora hace 200 años. Atravesaron Paso de Los Patos donde se hace necesario trasponer 4 cordilleras. La más alta, El Espinacito a 4536 metros sobre el nivel del mar. Ambos, integran la Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew. La experiencia quedó tatuada en sus vidas.
Brian y  Diego, fueron elegidos para participar de la recreación del Cruce de los Andes junto a otros expedicionarios de todo el país y países limítrofes.
La Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew fue creada en 2013 con el objetivo de difundir la vida, obra y valores del general José de San Martín en la comunidad, y que estos gestos sean multiplicados por hombres, mujeres y niños para alcanzar una sociedad más culta, respetuosa, y evolucionada. Con ese objetivo, los trelewenses emprendieron el gran desafío.
En una entrevista con Jornada, los protagonistas de la expedición relataron las experiencias vividas. Hablaron de sus sueños, de los lazos de amistad que se fueron construyendo a lo largo del trayecto; de los miedos y dificultades. El camino no fue dócil. El clima tampoco. Solamente el claro objetivo los llevó a no retroceder.  A lograr rendir su propio homenaje al prócer que tanto admiran.
Franco y Tropezón

No estuvieron solos. Sus compañeros “de fierro” fueron los dos caballos que les asignaron al inicio de la expedición. Diego, llamó “Tropezón” a su compañero de ruta. Brian prefirió incluir en su experiencia de vida, a un amigo que pensaba ir con ellos pero no pudo. Es por eso, que a su caballo lo llamó “Franco”. Así, él también cruzó los Andés.
En los caballos estuvieron en total fueron 7 días. “La preparación puede ser en forma particular. O bien, con una asociación o empresa de turismo. Nosotros, acompañamos a la Asociación Cultural Sanmartiniana de Rosario, cuna de la bandera. Creíamos que debíamos apoyarla” explicó Brian sobre “la previa” de la recreación.
Integrar el grupo

Ser incluidos en un desafío de esta naturaleza no es sencillo. Hay una serie de requisitos que los postulantes deben reunir. Brian explicó que enviaron sus formularios a principios de 2016. “Pasamos el examen de perfil más que nada para que nos integremos al grupo. Hubo además, uruguayos”
Diego, agregó que básicamente la exigencia se aplica a la aptitud física, al conocimiento en el manejo de caballo y montura: saber desmontar y ensillar. “Estuvimos entrenándonos con un amigo. Nosotros, pedimos realizar el cruce por el Paso de los Patos. Que es el que hizo el general San Martín. Es más difícil. Es a 4 mil metros de altura. Teníamos que calificar rindiendo exámenes de historia y demostrando que teníamos la capacidad ecuestre para hacerlo. La preparación fue desde principios de 2016 hasta que llegó el momento de hacerlo. Por suerte, pudimos ir juntos y calificar para el paso que  habíamos elegido”.
Revalorizar la imagen

El físico y la mente juega en varias oportunidades, malas pasadas. Admiten Diego y Brian que pasaron por todos los estados de ánimo. Desafiaron precipicios y tramos con muy baja temperatura. Tanto que preferían ni preguntar a cuánto marcaba el termómetro. “Nos sirvió para revalorizar la imagen de San Martín. Todo lo que uno hace e imagina con un prócer de tamaña envergadura. El viaje se vuelve personal. Pasás muchas horas cabalgando en fila india, en silencio. Es interesante. Son muchas horas por día. Todo lo relacionado con la fraternidad se da  a la noche o a la cena. En el día, es solo con el caballo”.
El contacto con el animal se inicia al largar la expedición y la despedida es al fina. “La amistad que nace con el animal es increíble. Te lleva por lugares inhóspitos. Si pensás que por ahí pasó san Martín con su ejército se te pone la piel de gallina” admitió Diego. Su compañero asintió con la mirada.
Admiten que alrededor de los próceres, existen varios mitos. “Si son ciertos o no, no le hacen al prócer. En el cruce aprendimos mucho de historia. No teníamos dudas sobre los valores. Pero sí en el cruce en sí. Parece una cosa menor. Cuando estás ahí no importa si era blanco o negro el caballo. Lo importante es que lo haya hecho. Nosotros pasamos días de mucho frío a pesar de llevar ropa muy preparada, térmica. Y nos morimos de frío. Cuando pones en ese contexto a un hombre que por los ideales lo siguieron 5 mil personas más, e iba con un saquito de paño y vestidos más o menos cruzando por esos lugares, se toma dimensión de la grandeza. La verdad que si estaba enfermo o no, si fue en burro o no queda fuera de discusión. Lo impresionante es que lo haya hecho”.
Brian admite que el impulso de realizar una expedición de esas características estuvo basada en desafiar aquello que parece imposible. “Cuando estudiás historia en la primaria o secundaria, te parece que Los Andes es una montaña a la que se pasa hacia el otro lado fácilmente. Cuando estás en la cordillera y ves los distintos cordones tenés que decidir cómo  y cuándo pasar. Por muchas cosas: por el clima y por el caballo. Si está cansado, si hay que esperar. No tengo dudas que San Martín lo cruzó a caballo. Es posible. Se puede hacer. Y él lo cruzó varias veces”.
Ansiedad de llegar

Relató que permanecer 12 horas en el caballo deja de ser grato. Luego de las 2 o 3 primeras horas ya empieza a inquietar la ansiedad de llegar. “ Ahí empieza cuenta regresiva para ver cuánto falta para llegar. Para nosotros que somos bichos de ciudad es un esfuerzo sobrehumano. Es importante ver cómo se comportaban los baqueanos”.
Los lugareños expertos, según indicó Brian, se metían por donde no había huellas y en pendiente de 45 grados. “No se caían. Nosotros que íbamos por sendas nos caímos y tropezamos. Hubo algunos accidentes pero nada grave. Es una actividad riesgosa pero satisfactoria. Te das cuenta que aprendés como se vive y cómo se supera. Es un ejemplo para cuestiones diarias de la vida. Hay cosas que quedan minimizadas. Las medidas las conocés cuando llegás al límite. Como el tema comidas, agua, dormir, descansar. Lo único a lo que tenés acceso es al agua. Nos tocó lluvia, granizo, noches heladas con carpas escarchadas. No tuvimos tormentas fuertes”.
Diego se refirió a la llegada al fin, al hito histórico. “Cuando desplegamos la bandera de Chubut éramos dos bichos raros pero simpáticos a 4 mil metros de altura con la bandera de Chubut. Se sacaron fotos con nosotros. Les pareció increíble que estuviéramos ahí tan lejos de nuestras casas”.
Transmitir experiencias

La intención de ambos integrantes de la Asociación Sanmartiniana, Brian, presidente y Diego, vocal, es transmitir su experiencia a la comunidad en general. Que los sentimientos y sensaciones en la expedición enriquezcan lo teórico que se encuentra en los libros. “Vamos a delinear el trabajo. Hablábamos de armar talleres escolares. Yo lo veo con mis hijas que no dimensionan el cruce de los andes ni por qué se hizo. Desde la Asociación  queremos llevar la formación histórica y enriquecerla con nuestra experiencia personal”.
Hacer la expedición fue claramente, una decisión de vida. Más allá de las expectativas personales y los sueños que se arrastran con los años, se trata de una inversión económica. En total, cruzar los Andes les significó unos $30 mil. Aunque ese monto se incrementa con la compra del equipo necesario para llevar adelante la travesía. Diego Girandi aseguró que fue en su caso, la primera vez que realizó el cruce. “Hubo que comprar bolsas térmicas, bolsas de dormir, todo lo que fuera necesario. El común de la gente no lo tiene. La inversión es mayo porque por ejemplo, compramos bolsas de dormir de alta montaña e igual pasamos frio. Temblábamos” afirmó con una sonrisa.
Intensidad emotiva

¿Lo harían de nuevo?
Diego: Yo, la verdad, lo haría de nuevo si alguien me pidiera que lo acompañara y le tuviera suma estima. Es la única forma. Es una experiencia muy difícil. Precipicios, frio, viento y soledad mental. Es duro. No es el viaje de los sueños. Sino de extrospección , sacrificio, esfuerzo, nada tuvo que ver con un viaje turístico. Cuando llegamos al hito histórico llorábamos. Eramos unas 300 personas llorando sin parar. Mucha intensidad emotiva. Es un viaje único e increíble.
Brian: Yo lo volvería a hacer pero armando un grupo en Trelew que nos podamos preparar con tiempo como grupo. Ser 5 o 10. La experiencia la tenemos. Seguro podamos transmitir algo estando en el lugar. Por nada, no. Nosotros dos solos otra vez, no (risas).
 La Asociación

 Desde 2014, la Asociación Cultural Sanmartiniana de Trelew (Moreno 1322) delineó lo que serían sus actividades, y alcanzó al poco tiempo -septiembre del 2015-, la Personería Jurídica. Las acciones más trascendentales fueron el acompañamiento económico del Hogar de Niños “Volver a empezar” de Trelew, y el apadrinamiento de la Escuela N° 792 “Libertador general San Martín” de la misma ciudad. Brian y Diego, llevaron durante la cruzada las banderas provinciales y nacionales que fueron entregadas por autoridades legislativas, con la promesa de que al regreso sean exhibidas como el testimonio de tan profundo homenaje a la libertad conseguida hace 200 años.#


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