Washington advierte a Norcorea: la paciencia se terminó

El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, advirtió hoy que la paciencia con Corea del Norte "se terminó" y que "todas las opciones están sobre la mesa ", tras reunirse en Seúl con las autoridades surcoreanas en el marco de la segunda etapa de su gira asiática, la primera desde que asumió el cargo, dominada por la amenaza que representa el programa nuclear norcoreano.

Tillerson antes cargó contra Venezuela y ahora hace lo propio contra la ex Persia. El eje del mal pervive para el Departamento de Estado.
17 MAR 2017 - 9:35 | Actualizado

"La paciencia estratégica se ha terminado", aseguró Tillerson en una rueda de prensa celebrada con su homólogo surcoreano, Yun Byung-se, aludiendo al enfoque adoptado por la anterior administración en Washington para tratar con el gobierno de Kim Jong-un, informó la agencia de noticias EFE.

Si bien el funcionario buscó enfatizar que Washington no quiere que la tensión desencadene en un conflicto militar, algo que "dejamos claro en nuestras comunicaciones", también subrayó que si Corea del Norte toma medidas que pongan en peligro a Corea del Sur o a las tropas de Estados Unidos allí destacadas, "recibirá una respuesta adecuada".

Preguntado sobre la posibilidad de optar por la vía militar, el jefe de la diplomacia estadounidense apuntó que "si ellos aumentan la amenaza de su programa de armamento a un nivel que creamos que haga necesaria la acción, esa opción está sobre la mesa".

Con estas declaraciones, Tillerson elevó el tono de otras declaraciones hechas ayer al inicio de su gira en Tokio, donde había señalado que el nuevo gobierno estadounidense impulsa "un nuevo enfoque" sobre el tema luego de años de "fracaso".

Con todo, Tillerson -igual que ayer- no ofreció más detalles sobre qué fórmula baraja la Casa Blanca con el presidente Donald Trump al frente para atajar la nuclearización norcoreana, un desafío cuya complejidad crece ante cada avance mostrado por el hermético país tras la llegada de Kim Jong-un al poder hace poco más de un lustro.

Se limitó a decir que lo mejor para Pyongyang "es abandonar su programa nuclear y de misiles y el desarrollo de cualquier arma de destrucción masiva", y que se barajan "una nueva gama de medidas en materia diplomática, de seguridad y económica", insistiendo en que "todas las opciones están sobre la mesa".

Sea cual sea la estrategia a adoptar, deberá tener en cuenta un previsible cambio de gobierno en Corea del Sur tras la reciente destitución por corrupción de la presidenta Park Geun-hye y el hecho de que este nuevo Ejecutivo seguramente busque mejorar la relación con Pyongyang tras una década de administraciones conservadoras en Seúl.

"No queremos que las cosas desencadenen en un conflicto militar", quiso aclarar por otra parte Tillerson en relación a la carta de la intervención bélica.

Corea del Norte amenazó con probar este mismo año un misil de largo alcance que podría alcanzar territorio continental estadounidense, poco después de lanzar en menos de un mes cinco cohetes de alcance intermedio hacia el mar de Japón.

Tres de esos cohetes alcanzaron aguas bajo control nipón, en acciones que los analistas interpretaron como un intento de poner a prueba a la nueva administración estadounidense del republicano Trump.

El lanzamiento fue la respuesta de Pyongyang hacia las maniobras militares anuales que Seúl y Washington realizan en suelo surcoreano y que este año cuentan con el mayor despliegue de activos hasta la fecha, lo que es considerado por Corea del Norte como una provocación y un ensayo para invadir su territorio.

Tillerson encara mañana la parada más compleja de su gira asiática, Beijing, donde intentará convencer a las autoridades de que el sistema antimisiles THAAD, que Washingon despliega en territorio surcoreano, es puramente defensivo.

En la capital china, el secretario de Estado estadounidense va a tratar de buscar lo que, según los expertos, es el principal y más difícil objetivo de la gira: convencer a Beijing, lo más parecido a un socio que tiene Pyongyang, de que adopte de una vez por todas un papel activo para intentar que el gobierno de Kim Jong-un se siente a negociar.

Tillerson antes cargó contra Venezuela y ahora hace lo propio contra la ex Persia. El eje del mal pervive para el Departamento de Estado.
17 MAR 2017 - 9:35

"La paciencia estratégica se ha terminado", aseguró Tillerson en una rueda de prensa celebrada con su homólogo surcoreano, Yun Byung-se, aludiendo al enfoque adoptado por la anterior administración en Washington para tratar con el gobierno de Kim Jong-un, informó la agencia de noticias EFE.

Si bien el funcionario buscó enfatizar que Washington no quiere que la tensión desencadene en un conflicto militar, algo que "dejamos claro en nuestras comunicaciones", también subrayó que si Corea del Norte toma medidas que pongan en peligro a Corea del Sur o a las tropas de Estados Unidos allí destacadas, "recibirá una respuesta adecuada".

Preguntado sobre la posibilidad de optar por la vía militar, el jefe de la diplomacia estadounidense apuntó que "si ellos aumentan la amenaza de su programa de armamento a un nivel que creamos que haga necesaria la acción, esa opción está sobre la mesa".

Con estas declaraciones, Tillerson elevó el tono de otras declaraciones hechas ayer al inicio de su gira en Tokio, donde había señalado que el nuevo gobierno estadounidense impulsa "un nuevo enfoque" sobre el tema luego de años de "fracaso".

Con todo, Tillerson -igual que ayer- no ofreció más detalles sobre qué fórmula baraja la Casa Blanca con el presidente Donald Trump al frente para atajar la nuclearización norcoreana, un desafío cuya complejidad crece ante cada avance mostrado por el hermético país tras la llegada de Kim Jong-un al poder hace poco más de un lustro.

Se limitó a decir que lo mejor para Pyongyang "es abandonar su programa nuclear y de misiles y el desarrollo de cualquier arma de destrucción masiva", y que se barajan "una nueva gama de medidas en materia diplomática, de seguridad y económica", insistiendo en que "todas las opciones están sobre la mesa".

Sea cual sea la estrategia a adoptar, deberá tener en cuenta un previsible cambio de gobierno en Corea del Sur tras la reciente destitución por corrupción de la presidenta Park Geun-hye y el hecho de que este nuevo Ejecutivo seguramente busque mejorar la relación con Pyongyang tras una década de administraciones conservadoras en Seúl.

"No queremos que las cosas desencadenen en un conflicto militar", quiso aclarar por otra parte Tillerson en relación a la carta de la intervención bélica.

Corea del Norte amenazó con probar este mismo año un misil de largo alcance que podría alcanzar territorio continental estadounidense, poco después de lanzar en menos de un mes cinco cohetes de alcance intermedio hacia el mar de Japón.

Tres de esos cohetes alcanzaron aguas bajo control nipón, en acciones que los analistas interpretaron como un intento de poner a prueba a la nueva administración estadounidense del republicano Trump.

El lanzamiento fue la respuesta de Pyongyang hacia las maniobras militares anuales que Seúl y Washington realizan en suelo surcoreano y que este año cuentan con el mayor despliegue de activos hasta la fecha, lo que es considerado por Corea del Norte como una provocación y un ensayo para invadir su territorio.

Tillerson encara mañana la parada más compleja de su gira asiática, Beijing, donde intentará convencer a las autoridades de que el sistema antimisiles THAAD, que Washingon despliega en territorio surcoreano, es puramente defensivo.

En la capital china, el secretario de Estado estadounidense va a tratar de buscar lo que, según los expertos, es el principal y más difícil objetivo de la gira: convencer a Beijing, lo más parecido a un socio que tiene Pyongyang, de que adopte de una vez por todas un papel activo para intentar que el gobierno de Kim Jong-un se siente a negociar.


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