Orquesta de emociones: una charla a corazón abierto

Mariana Navarro es profesora y directora de la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Inta de Trelew. Historias desconocidas, tristezas y sueños de un proyecto inclusivo.

26 MAR 2017 - 20:48 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Su música atraviesa la epidermis de la ciudad. De punta a punta. Y vuela a veces a otros rincones de la provincia. Pero para cada uno de los integrantes desde la primera nota que emiten dentro de la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Inta, se escribe una nueva historia. La música atraviesa sus vidas. Como sea.  Están inmersos en un barrio plagado de riesgos y peligros. De necesidades. Pero interpretando melodías son los mejores. No tienen límites. El talento está ahí. “Desde el momento que vi que el proyecto era posible, me encontré y me enamoré. Y ojalá me pueda quedar acá”. Sintetizó Mariana Navarro, la actual directora de la Orquesta. Lleva 13 años trabajando con ellos. De los 16 que cumplirán. La dirección la realiza junto al profesor Darío del Fabbro.  
Mariana describe a flor de piel lo que significa encontrar el equilibrio justo entre lo emocional y lo profesional. Y lo logra. En la entrevista que le concedió a Jornada habló de la confianza que se le da al chico cuando ingresa a la Orquesta. La confianza como fuente principal de riqueza. No hay examen de admisión, solo confían en él. Y nada es en vano. Basta verlo en dos casos: un joven que saliendo de la Orquesta llegó a dirigir obras, tocar en Perú y hacer giras por Europa. Y otro, que no pudo salir de su asfixiante realidad en que las drogas pudieron más pero que en su interior la razón de felicidad y luz es haber sido parte de los músicos. Y ahí está el fruto. Ahí, el vínculo quedó también construido.
Habló Mariana de sus primeros pasos en la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Inta. “Fue un descubrimiento. Hacía dos años que se había gestado. Fue un aprendizaje. Me invitaron a dar unas horas de lenguaje. Fue mi primera experiencia laboral.  En la parte humana también un gran equipo de profesores muy comprometidos. Había dos coordinadoras que valen oro y que estaban muy comprometidas: Silvina Selzer y Paula Caviglia. Tenían todo el entusiasmo de dar y abrir camino. Fue difícil conseguir una escuela. No todas las escuelas tienen la política de abrir las puertas fuera de horario porque  no todos los chicos van a esa escuela”.
“Me enamoré”

La directora hizo una pausa en el relato. Y afirmó: “Cuando todo eso se logra, me encontré. Y enseguida me enamoré. Me enamoré del proyecto y dije ojalá me pueda quedar acá. Fui formando parte de a poco. El esfuerzo tiene que ser la devolución de lo que recibimos. Es realmente así. Para el profesor no es un trabajo. Todos tenemos nuestra remuneración pero hay un compromiso que va más allá desde lo humano”.
La realidad social de barrio Inta hace que cada iniciativa cueste el doble. Los jóvenes llegan a la escuela con un bagaje pesadísimo de un entorno que primero lo excede y luego, los obliga a formar parte. Es ahí, cuando empiezan a mirar para todos lados y buscan alguna opción que los contenga, en la que puedan canalizar un poco de tanto. “Están en un barrio con cuestiones complicadas en cuanto a lo social, hay muchas problemáticas a nivel humano, infantil. No se ven chicos en la calle pero están en situación de calle. No hay quienes los registren o valoren sus logros. Entonces, es en ese momento que sabe que alguien lo espera. Les abrimos las puertas”.
Mariana se convierte al pasar los años, en la mejor espectadora de sus músicos. Arriba y abajo del escenario. “Es admirable verlos cuando llegan. En la escuela tal vez tienen graves problemas de aprendizaje, de comportamiento, pero cuando ellos pueden ingresar, solos se acomodan y quieren quedarse. Hay toda una disciplina. Saben que su pequeño esfuerzo será valorado. Será el resultado de una gran obra. Así toques un montón o toque un poquito. Entrar y ver eso, es fuerte. Decís, acá me quiero quedar”.
Confianza

El aspecto  humano es condición sine qua non para quienes están frente a la conducción del gran proyecto orquestal. Eso no se negocia. Es lo que no puede pasar desapercibido porque es eso lo que luego trasciende lo musical. “Hacemos hincapié en que tiene que haber un ambiente de confianza. La confianza te abraza pero te exige también. Es buena en todos los términos. No hacemos examen de ingreso: todo el mundo puede. Más allá que muchas veces el chico trae una mochila pesada porque en la escuela informan que no es buen alumno, que no se puede tener quieto, que no espera turno, que no tiene disciplina. En la orquesta, todo lo contrario”.
Vínculos

¿Qué se pretende que el joven sienta cuando es integrante de la Orquesta?. “Tiene que sentir que el profe confía en él. Que no tiene prejuicio. Venís si querés, pero  te podés quedar si respetás las normas con las que todos trabajamos. El vínculo es lo primero que tratamos de hacer. No nos excedemos para que no se sienta expuesto. Pero que es un trabajo con su grupo de pares. De a poco nos vamos conociendo”.
La primera nota

Y aquí utiliza sus  manos para graficar ese primer momento. Mariana hace un ademán moviendo los dedos y mirando hacia arriba. Concentrada en eso que advirtió. Que descubrió en alguien. “Cuando el chico sopla la primera nota, sopla la Sol, está dando algo de lo que es él. O está tocando con toda la intención. No es fácil hacerlo. No es fácil sacar quién sos. Ahí empieza el vinculo. No deja de emocionar desde la primer nota hasta el concierto. Verlos crecidos y tocando un montón y dirigiendo una obra como lo hace Leonardo Collú. Respetás la materia humana. La persona. Un camino del que somos guía”.
Y cuando se dice que no tienen límites es así. En lo musical llegan a donde quieren. El talento es palpable. Erizan la piel de propios y extraños. “A veces se encuentran con melodías que para ellos son extrañas. Se encuentran tocando la quinta sinfonía de Beethoven. No es algo que escuchen todos los días. Está sí, en el oído de la gente. Pero son obras difíciles. Vos no tenés la melodía, pero es ese encuentro y esa energía cuando se da el ensayo. Se juntan las partes de un rompecabezas. El chico cuando vive su primer concierto no le da ganas de irse de la Orquesta”.
Y lo grupal es lo que vale. “Tocar en una orquesta no es lo mismo tocar solo. El trabajo de tocar en la orquesta, es que un esfuerzo de todos. Compromiso con los pares, con el director. Somos dos los que dirigimos. Yo dirijo menos en cuanto a tiempo. Mi compañero Darío Del Fabbro que es muy dinámico: hace música, se divierte, la pasan bien. Cuando se busca excelencia se encuentra. Cuando él demanda algo de un chico, es porque sabe que puede”.
Graficó un tramo del ensayo en el que el director tiene la convicción de que su músico puede dar más. “Tocá esa sola nota que sabés, en este momento y cuando baje la batuta. Y si no, vamos a parar y vamos otra vez. Vamos los segundos violines”, expresó con una sonrisa. A la vez que indicó: “ Todo eso que se va dando es para que se sientan parte de una comunidad . Tenemos una parte importante de Javier Gomez que se encarga de lo social, cuando hay problemas es una persona que saben que pueden acercarse”.
Los músicos de la Orquesta pueden llevarse los instrumentos a su casa. Luego de unos meses de permanencia en el grupo, ya aprenden cómo se arman y comienzan a familiarizarse. “Los instrumentos de vientos vienen en partes. Saben limpiarlos, guardarlos. Cuando tienen la postura para usarlos ya los pueden llevar. Se familiarizan. Lo investigan en su casa. Sería difícil decir que la música quede en la escuela. No, la música está también va a la casa, es cotidiano. También, cuando se hace el concierto y la familia va al teatro. Hay familias que jamás van a un teatro. Pero cuando el hijo toca allí,  ese momento se convierte en especial”.
Dura realidad

Aplaudir de pie en un teatro colmado de gente a un hijo que brilló en el escenario, es motivo de absoluto orgullo en la mayoría de los padres. Pero acá la realidad contrataca hasta lo más obvio. Pone en jaque el amor, los vínculos, el tránsito por la vida misma. “En todos los casos no se da que los padres acompañen. Hay chicos que están  muy contenidos y otros, que el preceptor tiene que ir a la casa para conseguir el permiso porque no logra que la mama vaya. Cuando se logra que la mamá se acerque y lo escuche, es  otro logro personal. Es un parámetro que el chico no se lo olvida más. Es un proyecto que involucra a la familia. Cada chico que hace música va con el instrumento a la casa. He tenido familias enteras que tienen 4 integrantes y tocan 4 instrumentos diferentes y ensayan en la casa”
Lo que pueden llegar a dar los jóvenes dentro de la orquesta no tiene límites. Mariana los describe como “un manantial”. Hace un repaso fugaz desde ese primer día en el que llegan con sus ojitos desconfiados hasta el momento en que las cosas comienzan a fluir. “Pueden llegar lejísimo. Tenemos dos chicos ahora, el primer violín y la segunda primer violín Leo (20) y Melina (17) que están en Perú acompañando música en vivo. Leo, hizo gira en Europa. El nivel que lograron es fantástico. Ellos, adolescentes gestionan. Hacen sus propios arreglos. Se juntan. Se ponen las partituras que escriben. Tocan una obra moderna, o tango con todo lo que significa, y decis: qué músicos tenemos en Trelew, en el barrio INTA. Ahora ya ayudan en el staff de profesores. Una chica que toca flauta también. Hoy vuelve como licenciada el flauta traversa. Conoció el instrumento en la orquesta de barrio Inta”, ejemplificó.
Cuando no se puede

Mariana no puede más que sentir impotencia por los casos en los que “no se pudo”. Pero solo desde lo artístico. Porque desde lo humano todo lo han logrado. “Hay cosas que trascienden y nos encontramos sin herramientas. A veces hacemos jornadas para buscar salidas”.
Y relató el caso de un niño integrante de la orquesta que sufría golpes permanentes por parte de su padre. “En su casa, eran 4. El papa era golpeador. Pero principalmente le pegaba a ese hijo. Lo golpeó tanto que tuvo internado. Bienestar social le dio un violonchelo. Pasó esa infancia dura atravesado por la orquesta. Estuvo en drogas. Terminó mal. Por el momento, ojalá salga”.
Describió la situación que la llevó a las lágrimas. “Hace poco estuve en el hospital. Al lado del sector Psiquiatría. Miro por la ventana y me pareció ver un rostro conocido. Era un chico ya muy alto , muy grandote, con su cara de estar altamente medicado. Se abre la puerta. El sale, yo ya estaba al fondo del pasillo. Iba con su acompañante terapéutico. Lo paro. Le pregunto. ¿Es nombre de ese chico…es tal?. Sí, me dice.  Me mira, sonríe, me da un abrazo y…el terapeuta me pregunta: ¿De dónde lo conoce?: de la orquesta, le respondí. Sí, me dijo, él siempre cuenta que tocó el violonchelo en la orquesta”.
A esta anécdota, le siguió un silencio. Reflexión. Una catarata de recuerdos. “Vos ves que quizás era el refugio de él acordarse de que era un momento que lo pasó super bien. Hasta esas infancias crudas, encuentran refugios. Siempre se acuerda. Era volver a recordar lo que te hizo feliz. Y sí, vale la orquesta para eso. Y no fue un gran músico como el que te nombre antes. Pero el objetivo está también cumplido”.
Asociación civil

Se refirió además Mariana Navarro a la situación actual de trabajo. “Gracias a Dios formamos una asociación civil: Amigos de la Orquesta de barrio Inta. Se abrieron varias puertas. En ese camino, pudimos hacer muchos convenidos. Con Educación, con Nación. Pudimos abrir otros núcleos orquestales. Gracias a que formamos bancos de instrumentos. Para abrir núcleos tenemos que tener instrumentos:  hoy contamos con 70 violines y 30 violonchelos”.
Agregó la directora que “viendo todas estas cosas que pasan con le público y los músicos, dijimos:  por qué no llevar esto donde no llega. Y gracias a la asociación civil y al Ministerio de Educación pudimos llegar a la meseta. Son pequeños barrios INTA”, comparó.
Contó Mariana una experiencia vivida en una localidad del interior de la provincia. “Si bien la orquesta toca de todo,el año pasado terminamos con un concierto en la que se cerró  con la Quinta Sinfonía  de Beethoven  ,estaban todos en el pueblo. Los padres filmando los ensayos. Y llegó a las comunas. Hay grandes valores en el grupo en cuanto a lo musical. Hay mucha música y de la buena”.
El Staff

El staff  está conformado bajo la coordinación de la Directora y Profesora Mariana Navarro, por el Director y Profesor Darío Del Fabbro, más el plantel de profesoras y profesores en cello, violín, viola, contrabajo, flauta traversa, clarinete, trompeta, trombón, corno, percusión, teatro, lenguaje musical, canto y con la participación de 110 niñas, niños y jóvenes que conforman esta orquesta.
La misma funciona gracias al aporte y acompañamiento de la Municipalidad de Trelew. Este año, desde  la Asociación Amigos de la Orquesta de Barrio INTA (AOBI) y con el apoyo del Ministerio de Educación de la Provincia de Chubut, se llevarán adelante los proyectos de extensión: “Semillas que Suenan”, “ Con la orquesta a todas partes”, “Corcheas Sueltas” y “ Sonamos”. Semillas, es un proyecto orquestal que funciona desde hace tres  años en la Escuela N° 174 del barrio Abel Amaya, allí acuden unos 40 estudiantes. #

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26 MAR 2017 - 20:48

Por Lorena Leeming

Su música atraviesa la epidermis de la ciudad. De punta a punta. Y vuela a veces a otros rincones de la provincia. Pero para cada uno de los integrantes desde la primera nota que emiten dentro de la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Inta, se escribe una nueva historia. La música atraviesa sus vidas. Como sea.  Están inmersos en un barrio plagado de riesgos y peligros. De necesidades. Pero interpretando melodías son los mejores. No tienen límites. El talento está ahí. “Desde el momento que vi que el proyecto era posible, me encontré y me enamoré. Y ojalá me pueda quedar acá”. Sintetizó Mariana Navarro, la actual directora de la Orquesta. Lleva 13 años trabajando con ellos. De los 16 que cumplirán. La dirección la realiza junto al profesor Darío del Fabbro.  
Mariana describe a flor de piel lo que significa encontrar el equilibrio justo entre lo emocional y lo profesional. Y lo logra. En la entrevista que le concedió a Jornada habló de la confianza que se le da al chico cuando ingresa a la Orquesta. La confianza como fuente principal de riqueza. No hay examen de admisión, solo confían en él. Y nada es en vano. Basta verlo en dos casos: un joven que saliendo de la Orquesta llegó a dirigir obras, tocar en Perú y hacer giras por Europa. Y otro, que no pudo salir de su asfixiante realidad en que las drogas pudieron más pero que en su interior la razón de felicidad y luz es haber sido parte de los músicos. Y ahí está el fruto. Ahí, el vínculo quedó también construido.
Habló Mariana de sus primeros pasos en la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Inta. “Fue un descubrimiento. Hacía dos años que se había gestado. Fue un aprendizaje. Me invitaron a dar unas horas de lenguaje. Fue mi primera experiencia laboral.  En la parte humana también un gran equipo de profesores muy comprometidos. Había dos coordinadoras que valen oro y que estaban muy comprometidas: Silvina Selzer y Paula Caviglia. Tenían todo el entusiasmo de dar y abrir camino. Fue difícil conseguir una escuela. No todas las escuelas tienen la política de abrir las puertas fuera de horario porque  no todos los chicos van a esa escuela”.
“Me enamoré”

La directora hizo una pausa en el relato. Y afirmó: “Cuando todo eso se logra, me encontré. Y enseguida me enamoré. Me enamoré del proyecto y dije ojalá me pueda quedar acá. Fui formando parte de a poco. El esfuerzo tiene que ser la devolución de lo que recibimos. Es realmente así. Para el profesor no es un trabajo. Todos tenemos nuestra remuneración pero hay un compromiso que va más allá desde lo humano”.
La realidad social de barrio Inta hace que cada iniciativa cueste el doble. Los jóvenes llegan a la escuela con un bagaje pesadísimo de un entorno que primero lo excede y luego, los obliga a formar parte. Es ahí, cuando empiezan a mirar para todos lados y buscan alguna opción que los contenga, en la que puedan canalizar un poco de tanto. “Están en un barrio con cuestiones complicadas en cuanto a lo social, hay muchas problemáticas a nivel humano, infantil. No se ven chicos en la calle pero están en situación de calle. No hay quienes los registren o valoren sus logros. Entonces, es en ese momento que sabe que alguien lo espera. Les abrimos las puertas”.
Mariana se convierte al pasar los años, en la mejor espectadora de sus músicos. Arriba y abajo del escenario. “Es admirable verlos cuando llegan. En la escuela tal vez tienen graves problemas de aprendizaje, de comportamiento, pero cuando ellos pueden ingresar, solos se acomodan y quieren quedarse. Hay toda una disciplina. Saben que su pequeño esfuerzo será valorado. Será el resultado de una gran obra. Así toques un montón o toque un poquito. Entrar y ver eso, es fuerte. Decís, acá me quiero quedar”.
Confianza

El aspecto  humano es condición sine qua non para quienes están frente a la conducción del gran proyecto orquestal. Eso no se negocia. Es lo que no puede pasar desapercibido porque es eso lo que luego trasciende lo musical. “Hacemos hincapié en que tiene que haber un ambiente de confianza. La confianza te abraza pero te exige también. Es buena en todos los términos. No hacemos examen de ingreso: todo el mundo puede. Más allá que muchas veces el chico trae una mochila pesada porque en la escuela informan que no es buen alumno, que no se puede tener quieto, que no espera turno, que no tiene disciplina. En la orquesta, todo lo contrario”.
Vínculos

¿Qué se pretende que el joven sienta cuando es integrante de la Orquesta?. “Tiene que sentir que el profe confía en él. Que no tiene prejuicio. Venís si querés, pero  te podés quedar si respetás las normas con las que todos trabajamos. El vínculo es lo primero que tratamos de hacer. No nos excedemos para que no se sienta expuesto. Pero que es un trabajo con su grupo de pares. De a poco nos vamos conociendo”.
La primera nota

Y aquí utiliza sus  manos para graficar ese primer momento. Mariana hace un ademán moviendo los dedos y mirando hacia arriba. Concentrada en eso que advirtió. Que descubrió en alguien. “Cuando el chico sopla la primera nota, sopla la Sol, está dando algo de lo que es él. O está tocando con toda la intención. No es fácil hacerlo. No es fácil sacar quién sos. Ahí empieza el vinculo. No deja de emocionar desde la primer nota hasta el concierto. Verlos crecidos y tocando un montón y dirigiendo una obra como lo hace Leonardo Collú. Respetás la materia humana. La persona. Un camino del que somos guía”.
Y cuando se dice que no tienen límites es así. En lo musical llegan a donde quieren. El talento es palpable. Erizan la piel de propios y extraños. “A veces se encuentran con melodías que para ellos son extrañas. Se encuentran tocando la quinta sinfonía de Beethoven. No es algo que escuchen todos los días. Está sí, en el oído de la gente. Pero son obras difíciles. Vos no tenés la melodía, pero es ese encuentro y esa energía cuando se da el ensayo. Se juntan las partes de un rompecabezas. El chico cuando vive su primer concierto no le da ganas de irse de la Orquesta”.
Y lo grupal es lo que vale. “Tocar en una orquesta no es lo mismo tocar solo. El trabajo de tocar en la orquesta, es que un esfuerzo de todos. Compromiso con los pares, con el director. Somos dos los que dirigimos. Yo dirijo menos en cuanto a tiempo. Mi compañero Darío Del Fabbro que es muy dinámico: hace música, se divierte, la pasan bien. Cuando se busca excelencia se encuentra. Cuando él demanda algo de un chico, es porque sabe que puede”.
Graficó un tramo del ensayo en el que el director tiene la convicción de que su músico puede dar más. “Tocá esa sola nota que sabés, en este momento y cuando baje la batuta. Y si no, vamos a parar y vamos otra vez. Vamos los segundos violines”, expresó con una sonrisa. A la vez que indicó: “ Todo eso que se va dando es para que se sientan parte de una comunidad . Tenemos una parte importante de Javier Gomez que se encarga de lo social, cuando hay problemas es una persona que saben que pueden acercarse”.
Los músicos de la Orquesta pueden llevarse los instrumentos a su casa. Luego de unos meses de permanencia en el grupo, ya aprenden cómo se arman y comienzan a familiarizarse. “Los instrumentos de vientos vienen en partes. Saben limpiarlos, guardarlos. Cuando tienen la postura para usarlos ya los pueden llevar. Se familiarizan. Lo investigan en su casa. Sería difícil decir que la música quede en la escuela. No, la música está también va a la casa, es cotidiano. También, cuando se hace el concierto y la familia va al teatro. Hay familias que jamás van a un teatro. Pero cuando el hijo toca allí,  ese momento se convierte en especial”.
Dura realidad

Aplaudir de pie en un teatro colmado de gente a un hijo que brilló en el escenario, es motivo de absoluto orgullo en la mayoría de los padres. Pero acá la realidad contrataca hasta lo más obvio. Pone en jaque el amor, los vínculos, el tránsito por la vida misma. “En todos los casos no se da que los padres acompañen. Hay chicos que están  muy contenidos y otros, que el preceptor tiene que ir a la casa para conseguir el permiso porque no logra que la mama vaya. Cuando se logra que la mamá se acerque y lo escuche, es  otro logro personal. Es un parámetro que el chico no se lo olvida más. Es un proyecto que involucra a la familia. Cada chico que hace música va con el instrumento a la casa. He tenido familias enteras que tienen 4 integrantes y tocan 4 instrumentos diferentes y ensayan en la casa”
Lo que pueden llegar a dar los jóvenes dentro de la orquesta no tiene límites. Mariana los describe como “un manantial”. Hace un repaso fugaz desde ese primer día en el que llegan con sus ojitos desconfiados hasta el momento en que las cosas comienzan a fluir. “Pueden llegar lejísimo. Tenemos dos chicos ahora, el primer violín y la segunda primer violín Leo (20) y Melina (17) que están en Perú acompañando música en vivo. Leo, hizo gira en Europa. El nivel que lograron es fantástico. Ellos, adolescentes gestionan. Hacen sus propios arreglos. Se juntan. Se ponen las partituras que escriben. Tocan una obra moderna, o tango con todo lo que significa, y decis: qué músicos tenemos en Trelew, en el barrio INTA. Ahora ya ayudan en el staff de profesores. Una chica que toca flauta también. Hoy vuelve como licenciada el flauta traversa. Conoció el instrumento en la orquesta de barrio Inta”, ejemplificó.
Cuando no se puede

Mariana no puede más que sentir impotencia por los casos en los que “no se pudo”. Pero solo desde lo artístico. Porque desde lo humano todo lo han logrado. “Hay cosas que trascienden y nos encontramos sin herramientas. A veces hacemos jornadas para buscar salidas”.
Y relató el caso de un niño integrante de la orquesta que sufría golpes permanentes por parte de su padre. “En su casa, eran 4. El papa era golpeador. Pero principalmente le pegaba a ese hijo. Lo golpeó tanto que tuvo internado. Bienestar social le dio un violonchelo. Pasó esa infancia dura atravesado por la orquesta. Estuvo en drogas. Terminó mal. Por el momento, ojalá salga”.
Describió la situación que la llevó a las lágrimas. “Hace poco estuve en el hospital. Al lado del sector Psiquiatría. Miro por la ventana y me pareció ver un rostro conocido. Era un chico ya muy alto , muy grandote, con su cara de estar altamente medicado. Se abre la puerta. El sale, yo ya estaba al fondo del pasillo. Iba con su acompañante terapéutico. Lo paro. Le pregunto. ¿Es nombre de ese chico…es tal?. Sí, me dice.  Me mira, sonríe, me da un abrazo y…el terapeuta me pregunta: ¿De dónde lo conoce?: de la orquesta, le respondí. Sí, me dijo, él siempre cuenta que tocó el violonchelo en la orquesta”.
A esta anécdota, le siguió un silencio. Reflexión. Una catarata de recuerdos. “Vos ves que quizás era el refugio de él acordarse de que era un momento que lo pasó super bien. Hasta esas infancias crudas, encuentran refugios. Siempre se acuerda. Era volver a recordar lo que te hizo feliz. Y sí, vale la orquesta para eso. Y no fue un gran músico como el que te nombre antes. Pero el objetivo está también cumplido”.
Asociación civil

Se refirió además Mariana Navarro a la situación actual de trabajo. “Gracias a Dios formamos una asociación civil: Amigos de la Orquesta de barrio Inta. Se abrieron varias puertas. En ese camino, pudimos hacer muchos convenidos. Con Educación, con Nación. Pudimos abrir otros núcleos orquestales. Gracias a que formamos bancos de instrumentos. Para abrir núcleos tenemos que tener instrumentos:  hoy contamos con 70 violines y 30 violonchelos”.
Agregó la directora que “viendo todas estas cosas que pasan con le público y los músicos, dijimos:  por qué no llevar esto donde no llega. Y gracias a la asociación civil y al Ministerio de Educación pudimos llegar a la meseta. Son pequeños barrios INTA”, comparó.
Contó Mariana una experiencia vivida en una localidad del interior de la provincia. “Si bien la orquesta toca de todo,el año pasado terminamos con un concierto en la que se cerró  con la Quinta Sinfonía  de Beethoven  ,estaban todos en el pueblo. Los padres filmando los ensayos. Y llegó a las comunas. Hay grandes valores en el grupo en cuanto a lo musical. Hay mucha música y de la buena”.
El Staff

El staff  está conformado bajo la coordinación de la Directora y Profesora Mariana Navarro, por el Director y Profesor Darío Del Fabbro, más el plantel de profesoras y profesores en cello, violín, viola, contrabajo, flauta traversa, clarinete, trompeta, trombón, corno, percusión, teatro, lenguaje musical, canto y con la participación de 110 niñas, niños y jóvenes que conforman esta orquesta.
La misma funciona gracias al aporte y acompañamiento de la Municipalidad de Trelew. Este año, desde  la Asociación Amigos de la Orquesta de Barrio INTA (AOBI) y con el apoyo del Ministerio de Educación de la Provincia de Chubut, se llevarán adelante los proyectos de extensión: “Semillas que Suenan”, “ Con la orquesta a todas partes”, “Corcheas Sueltas” y “ Sonamos”. Semillas, es un proyecto orquestal que funciona desde hace tres  años en la Escuela N° 174 del barrio Abel Amaya, allí acuden unos 40 estudiantes. #


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