Editorial / La crisis del agua que nadie previó y un Gobierno nacional que nos toma el pelo

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

22 ABR 2017 - 21:54 | Actualizado

En apenas tres semanas, una catástrofe climática puso al desnudo los efectos de la ineficiencia e imprevisión. Lo que ocurrió en Comodoro Rivadavia a finales de marzo con una lluvia devastadora, y lo que desde hace dos semanas viene ocurriendo en la zona del Valle con la falta de agua potable, no pueden de ninguna manera explicarse sólo como una “consecuencia del cambio climático.”
Que nadie haya previsto que buena parte de la provincia pendía de un hilo en cuestiones de infraestructura pluvial e hídrica es responsabilidad de muchos de los que gobernaron la provincia y las principales ciudades de Chubut en los últimos treinta o cuarenta años.
El “cambio climático” no es un concepto difundido en las últimas tres semanas. No son pocos los especialistas que vienen alertando desde hace más de una dos décadas los cambios en el comportamiento del clima y sus efectos sobre el planeta.
Que un curso de agua casi seco como el río Chico, que en los últimos 50 años ha juntado más polvo que agua, termine siendo una de las principales causas del caos hídrico que vive la zona del Valle Inferior, es por lo menos una falta de previsión ante los cada vez más usuales temporales que sobrecargan el cauce del río Chubut desde Las Plumas hasta el Dique.
El viernes, el gobernador Mario Das Neves salió al cruce de las críticas, poniendo la cara como siempre: “Hicimos 493 obras de servicios durante ocho años”, dijo. A la luz de los acontecimientos, parecen no haber alcanzado para contener la furia del agua.
Jornada avisó

Hace dos años, en noviembre de 2015, este diario publicó un profuso informe sobre las condiciones del río Chubut que incluía un contundente resumen: “Con los años es cada vez más estrecho y menos profundo por la constante acumulación de sedimento y residuos. Perdió capacidad y las napas no escurren bien. El proyecto de dragado sigue demorado.”
Y agregaba aquel informe de Jornada: “El río Chubut podría verse limitado en su capacidad para transportar agua en caso de que cayeran fuertes lluvias aguas abajo del Dique Ameghino debido a la falta de obras de sistematización en su cauce y la constante acumulación de sedimento y residuos en su lecho.”
La nota incluyó un párrafo premonitorio: “Un aporte de agua fuera de lo común, en pocas horas y que confluyera al río a través de cañadones, podría generar inconvenientes en la zona ribereña, ya que el lecho del río ha perdido a lo largo de décadas su capacidad de transporte natural.”
Al parecer, los que toman decisiones no lo leyeron o hicieron como muchas otras veces: miraron para otro lado.
A esta altura del partido, muchos se siguen preguntando qué pasó con los 14 millones de dólares que se iban a destinar a dragar el río Chubut en la época en la que la provincia era gobernaba por el radical Carlos Maestro. Los fondos estaban pero nunca terminaron en el río.
Fue apenas el punto de partida de una serie de imprevisiones y decisiones equivocadas que terminaron la semana pasada con más de 250 mil chubutenses sin agua en una de las zonas más pobladas y con un río que rebalsa de agua que no se puede tomar porque no se hicieron las obras adecuadas para poder potabilizarla.
Los piletones abiertos en la tierra para decantar el agua turbia fue una solución que dio resultado y que demostró el esfuerzo de los trabajadores de las cooperativas. Pero debería avergonzar a los no hicieron las obras que había que hacer, que son muchas.
Las mentiras de Nación

En medio de todas las cuentas internas pendientes en materia de infraestructura, a Chubut le tocó atravesar la catástrofe de Comodoro y la crisis del agua en el Valle con un Gobierno nacional errático y, sin dudas, el más “anti-Patagonia” que haya habido en los últimos 50 años.
Ya hemos dado cuenta en esta Columna de la clara decisión del Gobierno de Mauricio Macri de beneficiar a una sola provincia patagónica: Neuquén. Pero la situación de emergencia de Chubut pareció una buena oportunidad para redimirse con una provincia a la que el Gobierno de Cambiemos ha decidido castigarla sin reparos.
Tres semanas después del temporal que arrasó Comodoro y luego de una visita del ministro Rogelio Frigerio que sólo incluyó un paseo en helicóptero para inundar las redes sociales de fotos con caras de preocupados, el propio titular de la cartera de Interior recibió al gobernador Das Neves en Buenos Aires junto a sus pares de Trabajo, Jorge Triaca junior, y de Energía y Minería, el inefable Juan José Aranguren.
El mandatario chubutense se fue de la reunión con un número que no estaba mal para empezar: promesa de 1.500 millones de pesos para obras de reconstrucción.
Dos días pasaron apenas hasta que el Gobierno nacional volvió a tratar de estúpidos a todos los chubutenes: “El Gobierno nacional destinará 1.200 millones de pesos para la reconstrucción de Comodoro Rivadavia y zonas aledañas. En total, el plan de obras requerirá una inversión de 1.500 millones de pesos, de los cuales el Gobierno nacional aportará el 70%”, indicó la cartera que conduce Frigerio a través de un comunicado.
No sólo “desaparecieron” 300 millones de pesos de la promesa inicial, sino que el comunicado de Frigerio incluye un insólito –o cínico- error matemático: el 70% de 1.500 millones es 1.050 millones. ¿Fue acaso un mensaje subliminal de Frigerio para adelantarles a los chubutenses que, en verdad, será menos plata aún de la prometida? Con este Gobierno nacional ya nada sorprende.
Hay que mirar un poco el estado en que quedó Comodoro para darse cuenta que los 1.050, 1.200 o 1.500 millones no serán suficientes. No sólo se necesitan más fondos sino una clara decisión de ayudar a reconstruirla.
No ayudó enterarse esta semana que el viático de $ 600 diarios que hay que pagarles a los abnegados soldados, oficiales y suboficiales del Ejército Argentino que siguen dando todo por ayudar a la ciudad petrolera, deba pagarlo la Municipalidad de Comodoro Rivadavia y no el Estado nacional.
Otra muestra de que para el Gobierno nacional, Chubut volvió a ser el patio trasero de la Argentina.#

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22 ABR 2017 - 21:54

En apenas tres semanas, una catástrofe climática puso al desnudo los efectos de la ineficiencia e imprevisión. Lo que ocurrió en Comodoro Rivadavia a finales de marzo con una lluvia devastadora, y lo que desde hace dos semanas viene ocurriendo en la zona del Valle con la falta de agua potable, no pueden de ninguna manera explicarse sólo como una “consecuencia del cambio climático.”
Que nadie haya previsto que buena parte de la provincia pendía de un hilo en cuestiones de infraestructura pluvial e hídrica es responsabilidad de muchos de los que gobernaron la provincia y las principales ciudades de Chubut en los últimos treinta o cuarenta años.
El “cambio climático” no es un concepto difundido en las últimas tres semanas. No son pocos los especialistas que vienen alertando desde hace más de una dos décadas los cambios en el comportamiento del clima y sus efectos sobre el planeta.
Que un curso de agua casi seco como el río Chico, que en los últimos 50 años ha juntado más polvo que agua, termine siendo una de las principales causas del caos hídrico que vive la zona del Valle Inferior, es por lo menos una falta de previsión ante los cada vez más usuales temporales que sobrecargan el cauce del río Chubut desde Las Plumas hasta el Dique.
El viernes, el gobernador Mario Das Neves salió al cruce de las críticas, poniendo la cara como siempre: “Hicimos 493 obras de servicios durante ocho años”, dijo. A la luz de los acontecimientos, parecen no haber alcanzado para contener la furia del agua.
Jornada avisó

Hace dos años, en noviembre de 2015, este diario publicó un profuso informe sobre las condiciones del río Chubut que incluía un contundente resumen: “Con los años es cada vez más estrecho y menos profundo por la constante acumulación de sedimento y residuos. Perdió capacidad y las napas no escurren bien. El proyecto de dragado sigue demorado.”
Y agregaba aquel informe de Jornada: “El río Chubut podría verse limitado en su capacidad para transportar agua en caso de que cayeran fuertes lluvias aguas abajo del Dique Ameghino debido a la falta de obras de sistematización en su cauce y la constante acumulación de sedimento y residuos en su lecho.”
La nota incluyó un párrafo premonitorio: “Un aporte de agua fuera de lo común, en pocas horas y que confluyera al río a través de cañadones, podría generar inconvenientes en la zona ribereña, ya que el lecho del río ha perdido a lo largo de décadas su capacidad de transporte natural.”
Al parecer, los que toman decisiones no lo leyeron o hicieron como muchas otras veces: miraron para otro lado.
A esta altura del partido, muchos se siguen preguntando qué pasó con los 14 millones de dólares que se iban a destinar a dragar el río Chubut en la época en la que la provincia era gobernaba por el radical Carlos Maestro. Los fondos estaban pero nunca terminaron en el río.
Fue apenas el punto de partida de una serie de imprevisiones y decisiones equivocadas que terminaron la semana pasada con más de 250 mil chubutenses sin agua en una de las zonas más pobladas y con un río que rebalsa de agua que no se puede tomar porque no se hicieron las obras adecuadas para poder potabilizarla.
Los piletones abiertos en la tierra para decantar el agua turbia fue una solución que dio resultado y que demostró el esfuerzo de los trabajadores de las cooperativas. Pero debería avergonzar a los no hicieron las obras que había que hacer, que son muchas.
Las mentiras de Nación

En medio de todas las cuentas internas pendientes en materia de infraestructura, a Chubut le tocó atravesar la catástrofe de Comodoro y la crisis del agua en el Valle con un Gobierno nacional errático y, sin dudas, el más “anti-Patagonia” que haya habido en los últimos 50 años.
Ya hemos dado cuenta en esta Columna de la clara decisión del Gobierno de Mauricio Macri de beneficiar a una sola provincia patagónica: Neuquén. Pero la situación de emergencia de Chubut pareció una buena oportunidad para redimirse con una provincia a la que el Gobierno de Cambiemos ha decidido castigarla sin reparos.
Tres semanas después del temporal que arrasó Comodoro y luego de una visita del ministro Rogelio Frigerio que sólo incluyó un paseo en helicóptero para inundar las redes sociales de fotos con caras de preocupados, el propio titular de la cartera de Interior recibió al gobernador Das Neves en Buenos Aires junto a sus pares de Trabajo, Jorge Triaca junior, y de Energía y Minería, el inefable Juan José Aranguren.
El mandatario chubutense se fue de la reunión con un número que no estaba mal para empezar: promesa de 1.500 millones de pesos para obras de reconstrucción.
Dos días pasaron apenas hasta que el Gobierno nacional volvió a tratar de estúpidos a todos los chubutenes: “El Gobierno nacional destinará 1.200 millones de pesos para la reconstrucción de Comodoro Rivadavia y zonas aledañas. En total, el plan de obras requerirá una inversión de 1.500 millones de pesos, de los cuales el Gobierno nacional aportará el 70%”, indicó la cartera que conduce Frigerio a través de un comunicado.
No sólo “desaparecieron” 300 millones de pesos de la promesa inicial, sino que el comunicado de Frigerio incluye un insólito –o cínico- error matemático: el 70% de 1.500 millones es 1.050 millones. ¿Fue acaso un mensaje subliminal de Frigerio para adelantarles a los chubutenses que, en verdad, será menos plata aún de la prometida? Con este Gobierno nacional ya nada sorprende.
Hay que mirar un poco el estado en que quedó Comodoro para darse cuenta que los 1.050, 1.200 o 1.500 millones no serán suficientes. No sólo se necesitan más fondos sino una clara decisión de ayudar a reconstruirla.
No ayudó enterarse esta semana que el viático de $ 600 diarios que hay que pagarles a los abnegados soldados, oficiales y suboficiales del Ejército Argentino que siguen dando todo por ayudar a la ciudad petrolera, deba pagarlo la Municipalidad de Comodoro Rivadavia y no el Estado nacional.
Otra muestra de que para el Gobierno nacional, Chubut volvió a ser el patio trasero de la Argentina.#


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