Francisco invitó al Islam: "Caminemos juntos por la paz"

El papa Francisco convocó hoy en Egipto al Islam a "caminar juntos", para rechazar la "violencia perpetrada en nombre de Dios", al tiempo que pidió a las religiones "poner en práctica" el imperativo 'no matarás' y destacó la "incompatibilidad entre creer y odiar".

28 ABR 2017 - 12:25 | Actualizado


Además, en su primer discurso de una visita de dos días que inició hoy al país africano, Francisco pidió "eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente" y criticó los "populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad".

"En el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas", fue el llamado del Obispo de Roma durante su intervención en una Conferencia Internacional sobre la Paz organizada por la Universidad Al-Azhar, la mayor institución del islam sunnita. 

Antes de su discurso, el Pontífice se reunió durante 20 minutos a solas con el Imán de la casa de estudios que representa a más de 1.200 millones de musulmanes moderados, Ahmed El-tayeb, quien lo había visitado el año pasado en el Vaticano.

En ese marco, tras recorrer la capital en un auto sin blindar, acompañado por cientos de agentes de civil y uniforme que custodian su paso desde las terrazas de El Cairo, remarcó que en el "desafío de civilización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestra aportación".

"Quien es diferente a mí, cultural o religiosamente, no debe ser visto y tratado como un enemigo", pidió, antes de destacar la importancia de reconocer "los derechos y las libertades fundamentales, especialmente la religiosa" para edificar "un futuro juntos" entre cristianos y musulmanes.

"Hoy la religión no es un problema sino parte de la solución", sostuvo en un país de mayoría netamente musulmana, con un 10% de cristianos copto-ortodoxos y poco más de un 0.3% de católicos.

Tras recordar el mandato bíblico del 'no matarás', Francisco aseveró que "siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo", ya que "es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia". 

"La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad", sentenció.
"Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad", convocó, de frente a un auditorio repleto de representantes de distintos credos, entre ellos El-tayeb y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

"Estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz, Dios salam", les pidió, usando la palabra árabe que significa paz.

"Sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre", advirtió ante un auditorio que integraba también el Papa copto-ortodoxo Teodoro II, y antes de empezar a convocar al Islam a un camino común por la paz y la no violencia.

"Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un no alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios", aseveró en esa línea. 

"Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar. Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica", continuó.

"Sin embargo, la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca", planteó Bergoglio antes de sentenciar que la tarea conjunta de cristianos y musulmanes es "rezar los unos por los otros, pidiendo a Dios el don de la paz, encontrarnos, dialogar y promover la armonía con un espíritu de cooperación y amistad".

En un discurso con destinatarios más allá de los líderes religiosos presentes, Francisco aseveró que "hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción".

"Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad", criticó.

En un llamado actual dentro de la "tercera guerra mundial en partes" que suele criticar, Francisco destacó que "ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia".

Pidió además "evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia", antes de considerar "necesario detener la proliferación de armas" para así "ir a la raíz".

28 ABR 2017 - 12:25


Además, en su primer discurso de una visita de dos días que inició hoy al país africano, Francisco pidió "eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente" y criticó los "populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad".

"En el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas", fue el llamado del Obispo de Roma durante su intervención en una Conferencia Internacional sobre la Paz organizada por la Universidad Al-Azhar, la mayor institución del islam sunnita. 

Antes de su discurso, el Pontífice se reunió durante 20 minutos a solas con el Imán de la casa de estudios que representa a más de 1.200 millones de musulmanes moderados, Ahmed El-tayeb, quien lo había visitado el año pasado en el Vaticano.

En ese marco, tras recorrer la capital en un auto sin blindar, acompañado por cientos de agentes de civil y uniforme que custodian su paso desde las terrazas de El Cairo, remarcó que en el "desafío de civilización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestra aportación".

"Quien es diferente a mí, cultural o religiosamente, no debe ser visto y tratado como un enemigo", pidió, antes de destacar la importancia de reconocer "los derechos y las libertades fundamentales, especialmente la religiosa" para edificar "un futuro juntos" entre cristianos y musulmanes.

"Hoy la religión no es un problema sino parte de la solución", sostuvo en un país de mayoría netamente musulmana, con un 10% de cristianos copto-ortodoxos y poco más de un 0.3% de católicos.

Tras recordar el mandato bíblico del 'no matarás', Francisco aseveró que "siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo", ya que "es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia". 

"La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad", sentenció.
"Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad", convocó, de frente a un auditorio repleto de representantes de distintos credos, entre ellos El-tayeb y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

"Estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz, Dios salam", les pidió, usando la palabra árabe que significa paz.

"Sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre", advirtió ante un auditorio que integraba también el Papa copto-ortodoxo Teodoro II, y antes de empezar a convocar al Islam a un camino común por la paz y la no violencia.

"Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un no alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios", aseveró en esa línea. 

"Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar. Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica", continuó.

"Sin embargo, la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca", planteó Bergoglio antes de sentenciar que la tarea conjunta de cristianos y musulmanes es "rezar los unos por los otros, pidiendo a Dios el don de la paz, encontrarnos, dialogar y promover la armonía con un espíritu de cooperación y amistad".

En un discurso con destinatarios más allá de los líderes religiosos presentes, Francisco aseveró que "hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción".

"Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad", criticó.

En un llamado actual dentro de la "tercera guerra mundial en partes" que suele criticar, Francisco destacó que "ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia".

Pidió además "evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia", antes de considerar "necesario detener la proliferación de armas" para así "ir a la raíz".


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