Editorial / Un acuerdo inevitable y otro golpe de Aranguren al bolsillo de todos

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06 MAY 2017 - 22:55 | Actualizado

La firma del “Marco de Entendimiento para la Sustentabilidad Hidrocarburífera” que le puso un nuevo horizonte de dos años al sector petrolero de Chubut fue el tema más relevante de la semana. No sólo por lo que significa la rúbrica para el futuro económico de la provincia sino porque el acuerdo estuvo a punto de fracasar y salió a flote sobre la hora sin la presencia de dos figuras claves en todas las negociaciones anteriores: el gobernador Mario Das Neves y el intendente de Comodoro Rivadavia, Carlos Linares.

La discusión posterior sobre si se trata de un acuerdo de productividad o una mera flexibilización laboral es un debate estéril a esta altura porque no hay otra forma desde donde analizar este nuevo marco petrolero si no es con los pies en la tierra, admitiendo que la crisis es tan delicada que no permite otra salida. Era esto o nada. Así de dramático y sencillo.
Una de las voces más lúcidas del sector petrolero en todos estos años ha sido la del secretario general del Sindicato de Petroleros Jerárquicos, José Llugdar. “No tenemos nada que festejar pero que conservemos la actividad en la zona será lo más importante”, dijo con tono resignado.

Para Llugdar, la crisis ya se había hecho insostenible y la única salida era resignar algo de lo ganado en los últimos años para preservar el empleo de miles de trabajadores petroleros. “Los tiempos han cambiado y nos tuvimos que adecuar a las circunstancias”, se sinceró. “Es una actividad privada y si no hay trabajo tampoco hay empleo, es la realidad. Por eso uno no puede escapar porque cuando uno escapa, la realidad te pasa por encima.”

La crisis del sector en Chubut se explica, principalmente, en la caída de los precios internacionales del crudo. Pero también en la clara decisión del Gobierno nacional de eliminar el “barril criollo” cuando más se lo necesitaba. Es una farsa de Nación –y de quienes defienden sus argumentos localmente- que esto era necesario porque “había que bajar los subsidios.”  

Es verdad que ni las operadoras ni los gremios hicieron las previsiones del caso cuando el precio internacional rondaba los 100 dólares. Pero sacarle el banquito a la industria en este momento de crisis también se puede explicar como una de las tantas bofetadas que el gobierno de Cambiemos ha decidido darle a la Patagonia en general y a Chubut en particular desde hace diecisiete meses, cuando asumió.

 Sinceramiento
 
“La Cuenca del Golfo San Jorge no es Vaca Muerta, es una cuenca convencional que hoy debe sobrevivir con precios internacionales que no son para nada favorables. Lo mínimo que necesita la industria hoy es un piso de 55 dólares por barril. Esta semana apenas rozó los 50 dólares. Y una forma de sobrevivir es preservando las fuentes laborales y las inversiones”, escribió esta semana Víctor Amigorena, uno de los periodistas comodorenses que más conoce los entramados de la industria petrolera en Chubut.

“Nadie puede negar que la industria estaba sobredimensionada, producto de las presiones sindicales para el ingreso de gente y de la pasividad de las empresas en momentos de vacas gordas, donde resignar un poco de dinero no significaba una gran pérdida económica ante un precio internacional que promediaba en general entre los 70 y 80 dólares. Esa desmesura se comenzó a pagar con las reglas del mercado internacional”, agregó Amigorena.

Los análisis sobre la evolución de la productividad del sector en los últimos años, al mismo tiempo que aumentaba de manera importante el nivel de empleo, demuestran que nadie pensó demasiado en la sustentabilidad de la industria mientras los precios internacionales y el “barril criollo” gozaban de buena salud.

Este sinceramiento firmado el martes pasado debe servir de aprendizaje. Tiene que ser el punto de partida para una nueva era de la principal industria de Chubut y es una pena que se haya esperado hasta una etapa de vacas flaquísimas para tomar la decisión.

 Otro tarifazo
 
El informe que publicó este diario en su edición del viernes sobre el brutal aumento del costo de la energía que pagan las cooperativas en Chubut, volvió a poner sobre el tapete la sucesión de golpes al bolsillo que el Gobierno nacional viene dando desde que asumió.

El costo de la energía que la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (CAMMESA) les cobra a las cooperativas de Chubut se incrementó en los últimos catorce meses 714,5% con la anuencia de Macri y Aranguren.

Esto explica por qué las cooperativas de Chubut comenzaron a mandar en los últimos días facturas con aumentos significativos, que varían según el consumo. Es cierto que, en general, las entidades siguen pagando el costo por administraciones ineficientes de años anteriores. Pero, precisamente, el tarifazo actual es casi un golpe de gracia a las distribuidoras de energía de Chubut.

Entre enero de 2015 y enero de 2016, las cooperativas de Chubut le pagaron a CAMMESA, la mayorista de energía, entre $ 91 y $ 96 el MWh (megavatio hora). Pero Aranguren le abrió la puerta a un tarifazo brutal y el costo de la energía se disparó a partir de febrero del año pasado hasta los $ 440,65 el MWh.

Después de las reacciones que hubo por la medida, el ministro de Energía y Minería se vio obligado a hacer un alto a su desenfreno y se mantuvo el precio del MWh durante todo el año pasado entre los $ 370 y $ 416.

Sin embargo, en febrero llegó un nuevo tarifazo: el costo de la energía pasó a $ 664,46, un 73% de aumento con respecto al mes anterior. Y en marzo, llegó otro 18% de incremento, para llegar a la cifra actual de $ 782,26 el MWh.

Que el presidente Macri siga avalando las mojadas de oreja que el ministro Aranguren les viene haciendo a los patagónicos es una afrenta que alguna vez habrá que responder de manera definitiva. Si es en las urnas, mejor.#

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06 MAY 2017 - 22:55

La firma del “Marco de Entendimiento para la Sustentabilidad Hidrocarburífera” que le puso un nuevo horizonte de dos años al sector petrolero de Chubut fue el tema más relevante de la semana. No sólo por lo que significa la rúbrica para el futuro económico de la provincia sino porque el acuerdo estuvo a punto de fracasar y salió a flote sobre la hora sin la presencia de dos figuras claves en todas las negociaciones anteriores: el gobernador Mario Das Neves y el intendente de Comodoro Rivadavia, Carlos Linares.

La discusión posterior sobre si se trata de un acuerdo de productividad o una mera flexibilización laboral es un debate estéril a esta altura porque no hay otra forma desde donde analizar este nuevo marco petrolero si no es con los pies en la tierra, admitiendo que la crisis es tan delicada que no permite otra salida. Era esto o nada. Así de dramático y sencillo.
Una de las voces más lúcidas del sector petrolero en todos estos años ha sido la del secretario general del Sindicato de Petroleros Jerárquicos, José Llugdar. “No tenemos nada que festejar pero que conservemos la actividad en la zona será lo más importante”, dijo con tono resignado.

Para Llugdar, la crisis ya se había hecho insostenible y la única salida era resignar algo de lo ganado en los últimos años para preservar el empleo de miles de trabajadores petroleros. “Los tiempos han cambiado y nos tuvimos que adecuar a las circunstancias”, se sinceró. “Es una actividad privada y si no hay trabajo tampoco hay empleo, es la realidad. Por eso uno no puede escapar porque cuando uno escapa, la realidad te pasa por encima.”

La crisis del sector en Chubut se explica, principalmente, en la caída de los precios internacionales del crudo. Pero también en la clara decisión del Gobierno nacional de eliminar el “barril criollo” cuando más se lo necesitaba. Es una farsa de Nación –y de quienes defienden sus argumentos localmente- que esto era necesario porque “había que bajar los subsidios.”  

Es verdad que ni las operadoras ni los gremios hicieron las previsiones del caso cuando el precio internacional rondaba los 100 dólares. Pero sacarle el banquito a la industria en este momento de crisis también se puede explicar como una de las tantas bofetadas que el gobierno de Cambiemos ha decidido darle a la Patagonia en general y a Chubut en particular desde hace diecisiete meses, cuando asumió.

 Sinceramiento
 
“La Cuenca del Golfo San Jorge no es Vaca Muerta, es una cuenca convencional que hoy debe sobrevivir con precios internacionales que no son para nada favorables. Lo mínimo que necesita la industria hoy es un piso de 55 dólares por barril. Esta semana apenas rozó los 50 dólares. Y una forma de sobrevivir es preservando las fuentes laborales y las inversiones”, escribió esta semana Víctor Amigorena, uno de los periodistas comodorenses que más conoce los entramados de la industria petrolera en Chubut.

“Nadie puede negar que la industria estaba sobredimensionada, producto de las presiones sindicales para el ingreso de gente y de la pasividad de las empresas en momentos de vacas gordas, donde resignar un poco de dinero no significaba una gran pérdida económica ante un precio internacional que promediaba en general entre los 70 y 80 dólares. Esa desmesura se comenzó a pagar con las reglas del mercado internacional”, agregó Amigorena.

Los análisis sobre la evolución de la productividad del sector en los últimos años, al mismo tiempo que aumentaba de manera importante el nivel de empleo, demuestran que nadie pensó demasiado en la sustentabilidad de la industria mientras los precios internacionales y el “barril criollo” gozaban de buena salud.

Este sinceramiento firmado el martes pasado debe servir de aprendizaje. Tiene que ser el punto de partida para una nueva era de la principal industria de Chubut y es una pena que se haya esperado hasta una etapa de vacas flaquísimas para tomar la decisión.

 Otro tarifazo
 
El informe que publicó este diario en su edición del viernes sobre el brutal aumento del costo de la energía que pagan las cooperativas en Chubut, volvió a poner sobre el tapete la sucesión de golpes al bolsillo que el Gobierno nacional viene dando desde que asumió.

El costo de la energía que la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (CAMMESA) les cobra a las cooperativas de Chubut se incrementó en los últimos catorce meses 714,5% con la anuencia de Macri y Aranguren.

Esto explica por qué las cooperativas de Chubut comenzaron a mandar en los últimos días facturas con aumentos significativos, que varían según el consumo. Es cierto que, en general, las entidades siguen pagando el costo por administraciones ineficientes de años anteriores. Pero, precisamente, el tarifazo actual es casi un golpe de gracia a las distribuidoras de energía de Chubut.

Entre enero de 2015 y enero de 2016, las cooperativas de Chubut le pagaron a CAMMESA, la mayorista de energía, entre $ 91 y $ 96 el MWh (megavatio hora). Pero Aranguren le abrió la puerta a un tarifazo brutal y el costo de la energía se disparó a partir de febrero del año pasado hasta los $ 440,65 el MWh.

Después de las reacciones que hubo por la medida, el ministro de Energía y Minería se vio obligado a hacer un alto a su desenfreno y se mantuvo el precio del MWh durante todo el año pasado entre los $ 370 y $ 416.

Sin embargo, en febrero llegó un nuevo tarifazo: el costo de la energía pasó a $ 664,46, un 73% de aumento con respecto al mes anterior. Y en marzo, llegó otro 18% de incremento, para llegar a la cifra actual de $ 782,26 el MWh.

Que el presidente Macri siga avalando las mojadas de oreja que el ministro Aranguren les viene haciendo a los patagónicos es una afrenta que alguna vez habrá que responder de manera definitiva. Si es en las urnas, mejor.#


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