Tecnología para todos / Una revolución que terminó en impresión 3D

Por Esteban Abel, especial para Jornada.

09 JUN 2017 - 20:52 | Actualizado

Por  Esteban Abel  /  Especial para Jornada

Hace 50 años las impresoras eran sofisticados sistemas voluminosos imposibles de ubicar en el escritorio de una oficina. En 1953 Remington-Rand diseñó la primera impresora de “alta velocidad” para su uso en la UNIVAC (Computadora Universal Automática). Producía seiscientas líneas de texto por minuto.
El cambio importante vino en 1957 con la puesta a la venta, por parte de IBM, de la primera impresora de matriz de punto. Tenía un cabezal de impresión que se desplazaba de izquierda a derecha sobre la página, imprimiendo por impacto, oprimiendo una cinta de tinta contra el papel, de forma similar al funcionamiento de la máquina de escribir. Increíble como parezca todavía se puede ver el modelo equivalente de Epson, la LX 300, imprimiendo formularios continuos en algunos lugares.
Xerox, inventor de la electrofotográfica (la cual más tarde se llamaría xerografía) presentaba en 1971 la primera impresora láser comercial, conocida como Xerox Parc.
Por su parte Hewlett Packard creaba en 1976 la primera impresora con tecnología de inyección de tinta que llegaría a los hogares recién en 1988. Su velocidad promedio era de apenas 2 páginas por minuto. Hoy es uno de los sistemas más usado en los hogares, con impresión color, y tristemente padecido por el alto costo de los cartuchos. Diez años después HP lanzaba, para todo público, la primera impresora multifunción láser (escáner, fotocopiadora, fax e impresora en un solo equipo) que entraba en el escritorio y otra vez, una década después, sorprendía con la impresora láser color más económica del mercado.
Impresión 3D

En 1983 Chuck Hull, fabricó la primera pieza con impresión 3D sin imaginar, ni por asomo, a dónde podría llegar su invención. Casi 35 años después, los expertos afirman que esa tecnología impulsará la próxima revolución industrial, transformando por completo el proceso de fabricación y construcción de prácticamente todo lo que nos rodea.
Según Wikipedia “una impresora 3D es una máquina capaz de realizar réplicas de diseños en 3D, creando piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño hecho por ordenador, descargado de internet o recogido a partir de un escáner 3D. Surgen con la idea de convertir archivos de 2D en prototipos reales o 3D. Comúnmente se ha utilizado en la prefabricación de piezas o componentes, en sectores como la arquitectura y el diseño industrial.”
Si bien existen impresoras 3D por “sinterización láser” (se depositan finas capas de polvo de diferentes metales y un láser es el encargado de fundirlas), las “Estereolitográficas” (una resina fotosensible es curada y solidificada por haces de luz ultravioleta) y las de “compactación por estratos”, las más conocidas son las de “adición (o de inyección) de polímeros”. En éstas, el propio material se añade por capas a través de inyectores que derriten un filamento, “imprimiendo” luego de muchas pasadas la pieza final. Algunos aducen que éste tipo de impresión 3D debe su origen al sistema de inyección de tinta, creado en 1976, donde se ha reemplazado la tinta por el polímero derretido.
Dada la proliferación de estos equipos de impresión 3D y siguiendo los caminos de la innovación, el Instituto Tecnológico Buenos Aires, impulsó en nuestro país la primera Semana de la Impresión 3D (i3d), destinada a empresas, pymes, organizaciones, fundaciones y profesionales. Este novedoso evento, al que asistimos, tuvo lugar en la sede de la universidad los días 15, 16, 17 y 18 de mayo pasados. Durante su desarrollo más de 20 impresoras, muchas de ellas fabricadas en Argentina, crearon -imprimieron- unas 500 piezas 3D enviadas por los asistentes.
Es un hecho destacable que en nuestro país esté surgiendo con fuerza esta tecnología que se cree reemplazará totalmente a la tecnología extractiva (tornos, fresas, fundición, etc.) en la fabricación de piezas industriales, automotrices o en el campo de la medicina. Para las/os más atrevidas/os las impresoras 3D, en kit para armar, arrancan en los quince mil pesos y trepan a varios cientos de miles de dólares en sus modelos industriales. Una tecnología que se hará cada día más popular y habrá que seguir de cerca.#
 

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09 JUN 2017 - 20:52

Por  Esteban Abel  /  Especial para Jornada

Hace 50 años las impresoras eran sofisticados sistemas voluminosos imposibles de ubicar en el escritorio de una oficina. En 1953 Remington-Rand diseñó la primera impresora de “alta velocidad” para su uso en la UNIVAC (Computadora Universal Automática). Producía seiscientas líneas de texto por minuto.
El cambio importante vino en 1957 con la puesta a la venta, por parte de IBM, de la primera impresora de matriz de punto. Tenía un cabezal de impresión que se desplazaba de izquierda a derecha sobre la página, imprimiendo por impacto, oprimiendo una cinta de tinta contra el papel, de forma similar al funcionamiento de la máquina de escribir. Increíble como parezca todavía se puede ver el modelo equivalente de Epson, la LX 300, imprimiendo formularios continuos en algunos lugares.
Xerox, inventor de la electrofotográfica (la cual más tarde se llamaría xerografía) presentaba en 1971 la primera impresora láser comercial, conocida como Xerox Parc.
Por su parte Hewlett Packard creaba en 1976 la primera impresora con tecnología de inyección de tinta que llegaría a los hogares recién en 1988. Su velocidad promedio era de apenas 2 páginas por minuto. Hoy es uno de los sistemas más usado en los hogares, con impresión color, y tristemente padecido por el alto costo de los cartuchos. Diez años después HP lanzaba, para todo público, la primera impresora multifunción láser (escáner, fotocopiadora, fax e impresora en un solo equipo) que entraba en el escritorio y otra vez, una década después, sorprendía con la impresora láser color más económica del mercado.
Impresión 3D

En 1983 Chuck Hull, fabricó la primera pieza con impresión 3D sin imaginar, ni por asomo, a dónde podría llegar su invención. Casi 35 años después, los expertos afirman que esa tecnología impulsará la próxima revolución industrial, transformando por completo el proceso de fabricación y construcción de prácticamente todo lo que nos rodea.
Según Wikipedia “una impresora 3D es una máquina capaz de realizar réplicas de diseños en 3D, creando piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño hecho por ordenador, descargado de internet o recogido a partir de un escáner 3D. Surgen con la idea de convertir archivos de 2D en prototipos reales o 3D. Comúnmente se ha utilizado en la prefabricación de piezas o componentes, en sectores como la arquitectura y el diseño industrial.”
Si bien existen impresoras 3D por “sinterización láser” (se depositan finas capas de polvo de diferentes metales y un láser es el encargado de fundirlas), las “Estereolitográficas” (una resina fotosensible es curada y solidificada por haces de luz ultravioleta) y las de “compactación por estratos”, las más conocidas son las de “adición (o de inyección) de polímeros”. En éstas, el propio material se añade por capas a través de inyectores que derriten un filamento, “imprimiendo” luego de muchas pasadas la pieza final. Algunos aducen que éste tipo de impresión 3D debe su origen al sistema de inyección de tinta, creado en 1976, donde se ha reemplazado la tinta por el polímero derretido.
Dada la proliferación de estos equipos de impresión 3D y siguiendo los caminos de la innovación, el Instituto Tecnológico Buenos Aires, impulsó en nuestro país la primera Semana de la Impresión 3D (i3d), destinada a empresas, pymes, organizaciones, fundaciones y profesionales. Este novedoso evento, al que asistimos, tuvo lugar en la sede de la universidad los días 15, 16, 17 y 18 de mayo pasados. Durante su desarrollo más de 20 impresoras, muchas de ellas fabricadas en Argentina, crearon -imprimieron- unas 500 piezas 3D enviadas por los asistentes.
Es un hecho destacable que en nuestro país esté surgiendo con fuerza esta tecnología que se cree reemplazará totalmente a la tecnología extractiva (tornos, fresas, fundición, etc.) en la fabricación de piezas industriales, automotrices o en el campo de la medicina. Para las/os más atrevidas/os las impresoras 3D, en kit para armar, arrancan en los quince mil pesos y trepan a varios cientos de miles de dólares en sus modelos industriales. Una tecnología que se hará cada día más popular y habrá que seguir de cerca.#
 


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