Debacles previstos

Reflexiones de derecho informático.

08 JUL 2017 - 20:49 | Actualizado

Por  Guillermo Zamora (*)

Todo tiempo pasado fue mejor”, “En mis tiempos no pasaba”, “Ya no los hacen como antes”...
Aquello que fue pero ya no es, eso que como arena entre los dedos se nos va escapando, artefactos y sentimientos que definitivamente se rompen y dejan de ser útiles, porque no les quepa la menor duda que, desde mi personal punto de vista, la obsolescencia programada no es solo de la tecnología, parecería que la era de usar y tirar se mide en cosas y personas. No sé si será producto de estos tiempos, de tanta información que nos hace creer que siempre nos falta eso que no tenemos, como si tenerlo haría nuestras existencias más plenas o completas, como si conseguir el celular que nos da 2 megapixeles más nos fuera a cambiar la existencia. Por cierto, ¿cuántos de Uds tienen real entendimiento de lo que es un megapixel y cuántos se necesitan para una foto decente? ¿Cuántos quieren una notebook mejor? ¿Mejor que qué, en qué sentido mejor, qué es mejor, qué es más, cuánto es más?
Esas preguntas locas que se me van ocurriendo y espero poder responder a alguna a lo largo del texto, o quizás ninguna, y eso sería mejor todavía.
Esa cosa tan rara que les mencioné más arriba, la “obsolescencia  programada”, no es ni más ni menos que eso que nos pasa todos los días, que la tecnología que usamos deje de ser útil, que se rompa fácil, que no cumpla nuestros locos e ignorantes estándares de deseos y ansias informáticas, que pasado un tiempo, cada vez menor por cierto, nuestros celulares computadoras, heladeras, lavarropas y demás artefactos dejen de ser útiles o de hacernos creer que necesitamos lo que viene, porque siempre lo que viene es mejor, porque queremos, como dije, más, mejor, distinto, grande, chiquito etc. etc. etc. y muchos más etcéteras.
El problema

La pregunta quizás debiera ser cuál es el problema que las cosas dejen de ser útiles con el tiempo, o qué tiene de malo que busquemos algo mejor o más acorde a nuestras necesidades. La respuesta, desde mi modestísimo punto de vista, es nada; no tiene nada de malo comprar cosas que permitan que la gente tenga trabajo, que se obtenga más comodidades, que la economía crezca, que nuestro estándar de vida aumente, diría que hasta está bueno. El punto me parece es otro.
Es una sociedad consumista donde vivimos, consumimos todo, tragamos, devoramos, deglutimos, absorbemos todo lo que se nos cruza, les pregunto (sé que no es fácil asumirlo)  ¿no se sienten voraces a veces? ¿No sienten ser predadores de cosas? ¿No sienten algo así como una insatisfacción permanente en cuanto ven algo que la publicidad les vende como vital en sus vidas? ¿No les pasa que desean con toda su alma eso que no pueden tener, aunque sepan que no les va a servir de mucho más, salvo en su imaginación?
El problema, me parece, es que como en todo (y ya lo he dicho mil veces) somos nosotros, no las cosas. El problema no es que algo nos haga sentir mejor, sino que nosotros no nos sentimos mejor con lo que tenemos.
No hablo de conformarnos, ni de mediocridad, hablo de la real dimensión de las cosas, me refiero a cuánto es suficiente, cuánta tecnología es necesaria en nuestra vida, cuánto de eso que no tenemos realmente nos va a hacer bien y lo necesitamos para subsistir o hacernos más felices... (y sí, sigo hablando de tecnología no de relaciones interpersonales, aunque en alguna loca mente podría plantarse la semillita que el acceder tanto a tanta información y redes pueda hacernos creer eso que no tenemos es lo que necesitamos en el amor, la amistad o el trabajo, pero solo pasa en mentes locas...).
La Ley dice…

La ley no dice nada contra esto, obviamente; simplemente porque no hay forma de probar que algo se hace para ser desechado, salvo que lo avise su prospecto, porque una empresa tiene derecho a ir sacando productos que nos compelan a comprar más, distinto y continuamente.
Desde un punto de vista del consumidor, sí podemos tener algunas armas con las cuales defendernos, si el producto no cumple las expectativas que se dan en sus instrucciones, o en su publicidad;  ahí podemos reclamar, si algo dice que no se rompe y se rompe tenemos por donde agarrarnos, donde no podemos hacer nada, ni las oficinas de defensa al consumidor, ni las leyes, es en lo que está en nuestra cabeza, en el deseo, en la expectativa que eso que nos puede sonar inalcanzable es mejor que esa porquería que tenemos al alcance de nuestra mano.
Hace unos días, la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor del parlamento Europeo se expresó rechazando esta práctica y desde su particular modo de ser contundente, ha elaborado informes donde comenta las medidas que entiende deben practicarse para poner freno a la obsolescencia... con informes. El último de estos informes fue publicado el 9 de junio, y se denomina “Sobre una vida útil y más larga para los productos: ventajas para los consumidores y las empresas”. Entre sus recomendaciones está que los fabricantes produzcan dispositivos fáciles de reparar para evitar la compra de un móvil nuevo.
La Unión Europea recomendó que sus integrantes incentiven con beneficios económicos a aquellas empresas que produzcan celulares fáciles de reparar, la idea es algo que tienda a perdurar en el tiempo, ampliando la recomendación a lamparitas (bombillas de luz, para los de otros países que lean esto).
En fin, las recomendaciones o informes de esta comisión no son ley, pero suelen tenerse en cuenta; para nosotros que recién arrancamos estaría bueno que copiemos algo de sus ideas... No digo un plagio grosero y absurdo de su texto, sino del concepto, la idea, la finalidad, no sé... Digo.
Concluyendo

Como siempre, solo puedo darles mi sencilla opinión sobre esto, el que las cosas se conviertan en inservibles no siempre depende de nosotros, como les conté, a veces son las empresas que fabrican productos de mala calidad o con fecha de expiración, a veces son los fabricantes de repuestos que los hacen perfectos para que no duren (¿alguno compró un cargador de celular últimamente?) otras veces, no voy a decir las menos, somos nosotros, es nuestra cabeza, nuestro infinito deseo de tener lo que no tenemos, nos cargamos de información, de cosas inservibles e innecesarias, sacamos mil millones de fotos que no miramos, acumulamos mil millones de datos que no usamos, llenamos espacios de espacios de la nada misma, nos atiborramos de deseos, de expectativas, de ansias que apenas las cubrimos no sabemos para qué las queríamos, salimos presurosos a mirar allí adelante donde está eso que no tenemos pero deseamos, como inalcanzable, como cáliz sagrado de la felicidad efímera y fugaz... Y no, no hablo de las personas... Con ellas no depende de una fábrica, sino de nosotros.#

*Director Red Iberoamericana ElDerechoInformatico.com y presidente Asociación de Derecho Informático de Argentina (ADIAr)

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08 JUL 2017 - 20:49

Por  Guillermo Zamora (*)

Todo tiempo pasado fue mejor”, “En mis tiempos no pasaba”, “Ya no los hacen como antes”...
Aquello que fue pero ya no es, eso que como arena entre los dedos se nos va escapando, artefactos y sentimientos que definitivamente se rompen y dejan de ser útiles, porque no les quepa la menor duda que, desde mi personal punto de vista, la obsolescencia programada no es solo de la tecnología, parecería que la era de usar y tirar se mide en cosas y personas. No sé si será producto de estos tiempos, de tanta información que nos hace creer que siempre nos falta eso que no tenemos, como si tenerlo haría nuestras existencias más plenas o completas, como si conseguir el celular que nos da 2 megapixeles más nos fuera a cambiar la existencia. Por cierto, ¿cuántos de Uds tienen real entendimiento de lo que es un megapixel y cuántos se necesitan para una foto decente? ¿Cuántos quieren una notebook mejor? ¿Mejor que qué, en qué sentido mejor, qué es mejor, qué es más, cuánto es más?
Esas preguntas locas que se me van ocurriendo y espero poder responder a alguna a lo largo del texto, o quizás ninguna, y eso sería mejor todavía.
Esa cosa tan rara que les mencioné más arriba, la “obsolescencia  programada”, no es ni más ni menos que eso que nos pasa todos los días, que la tecnología que usamos deje de ser útil, que se rompa fácil, que no cumpla nuestros locos e ignorantes estándares de deseos y ansias informáticas, que pasado un tiempo, cada vez menor por cierto, nuestros celulares computadoras, heladeras, lavarropas y demás artefactos dejen de ser útiles o de hacernos creer que necesitamos lo que viene, porque siempre lo que viene es mejor, porque queremos, como dije, más, mejor, distinto, grande, chiquito etc. etc. etc. y muchos más etcéteras.
El problema

La pregunta quizás debiera ser cuál es el problema que las cosas dejen de ser útiles con el tiempo, o qué tiene de malo que busquemos algo mejor o más acorde a nuestras necesidades. La respuesta, desde mi modestísimo punto de vista, es nada; no tiene nada de malo comprar cosas que permitan que la gente tenga trabajo, que se obtenga más comodidades, que la economía crezca, que nuestro estándar de vida aumente, diría que hasta está bueno. El punto me parece es otro.
Es una sociedad consumista donde vivimos, consumimos todo, tragamos, devoramos, deglutimos, absorbemos todo lo que se nos cruza, les pregunto (sé que no es fácil asumirlo)  ¿no se sienten voraces a veces? ¿No sienten ser predadores de cosas? ¿No sienten algo así como una insatisfacción permanente en cuanto ven algo que la publicidad les vende como vital en sus vidas? ¿No les pasa que desean con toda su alma eso que no pueden tener, aunque sepan que no les va a servir de mucho más, salvo en su imaginación?
El problema, me parece, es que como en todo (y ya lo he dicho mil veces) somos nosotros, no las cosas. El problema no es que algo nos haga sentir mejor, sino que nosotros no nos sentimos mejor con lo que tenemos.
No hablo de conformarnos, ni de mediocridad, hablo de la real dimensión de las cosas, me refiero a cuánto es suficiente, cuánta tecnología es necesaria en nuestra vida, cuánto de eso que no tenemos realmente nos va a hacer bien y lo necesitamos para subsistir o hacernos más felices... (y sí, sigo hablando de tecnología no de relaciones interpersonales, aunque en alguna loca mente podría plantarse la semillita que el acceder tanto a tanta información y redes pueda hacernos creer eso que no tenemos es lo que necesitamos en el amor, la amistad o el trabajo, pero solo pasa en mentes locas...).
La Ley dice…

La ley no dice nada contra esto, obviamente; simplemente porque no hay forma de probar que algo se hace para ser desechado, salvo que lo avise su prospecto, porque una empresa tiene derecho a ir sacando productos que nos compelan a comprar más, distinto y continuamente.
Desde un punto de vista del consumidor, sí podemos tener algunas armas con las cuales defendernos, si el producto no cumple las expectativas que se dan en sus instrucciones, o en su publicidad;  ahí podemos reclamar, si algo dice que no se rompe y se rompe tenemos por donde agarrarnos, donde no podemos hacer nada, ni las oficinas de defensa al consumidor, ni las leyes, es en lo que está en nuestra cabeza, en el deseo, en la expectativa que eso que nos puede sonar inalcanzable es mejor que esa porquería que tenemos al alcance de nuestra mano.
Hace unos días, la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor del parlamento Europeo se expresó rechazando esta práctica y desde su particular modo de ser contundente, ha elaborado informes donde comenta las medidas que entiende deben practicarse para poner freno a la obsolescencia... con informes. El último de estos informes fue publicado el 9 de junio, y se denomina “Sobre una vida útil y más larga para los productos: ventajas para los consumidores y las empresas”. Entre sus recomendaciones está que los fabricantes produzcan dispositivos fáciles de reparar para evitar la compra de un móvil nuevo.
La Unión Europea recomendó que sus integrantes incentiven con beneficios económicos a aquellas empresas que produzcan celulares fáciles de reparar, la idea es algo que tienda a perdurar en el tiempo, ampliando la recomendación a lamparitas (bombillas de luz, para los de otros países que lean esto).
En fin, las recomendaciones o informes de esta comisión no son ley, pero suelen tenerse en cuenta; para nosotros que recién arrancamos estaría bueno que copiemos algo de sus ideas... No digo un plagio grosero y absurdo de su texto, sino del concepto, la idea, la finalidad, no sé... Digo.
Concluyendo

Como siempre, solo puedo darles mi sencilla opinión sobre esto, el que las cosas se conviertan en inservibles no siempre depende de nosotros, como les conté, a veces son las empresas que fabrican productos de mala calidad o con fecha de expiración, a veces son los fabricantes de repuestos que los hacen perfectos para que no duren (¿alguno compró un cargador de celular últimamente?) otras veces, no voy a decir las menos, somos nosotros, es nuestra cabeza, nuestro infinito deseo de tener lo que no tenemos, nos cargamos de información, de cosas inservibles e innecesarias, sacamos mil millones de fotos que no miramos, acumulamos mil millones de datos que no usamos, llenamos espacios de espacios de la nada misma, nos atiborramos de deseos, de expectativas, de ansias que apenas las cubrimos no sabemos para qué las queríamos, salimos presurosos a mirar allí adelante donde está eso que no tenemos pero deseamos, como inalcanzable, como cáliz sagrado de la felicidad efímera y fugaz... Y no, no hablo de las personas... Con ellas no depende de una fábrica, sino de nosotros.#

*Director Red Iberoamericana ElDerechoInformatico.com y presidente Asociación de Derecho Informático de Argentina (ADIAr)


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