Rusia-gate: Trump no piensa indultar a su entorno

Después de que Donald Trump recordara su poder de emitir un perdón presidencial, la Casa Blanca aclaró que el mandatario no está pensando en indultar a su familia o a sus asesores en el marco de la investigación por un presunto complot con Rusia para perjudicar a Hillary Clinton en las elecciones.

23 JUL 2017 - 15:32 | Actualizado

"El presidente no está pensando en perdonar a nadie (...) Estuve en el Salón Oval con el presidente la semana pasada y hablamos sobre eso. Él lo sacó a relucir, pero dijo que él mismo no necesitará un perdón", aseguró el nuevo director de comunicación del gobierno estadounidense, Anthony Scaramucci, en una entrevista televisiva.

Por el contrario, en otra entrevista de TV, uno de los abogados personales de Trump, Jay Sekulow, sostuvo que nunca tuvo una "conversación con el presidente sobre los perdones presidenciales". "No hemos conversado sobre perdones y los perdones no están sobre la mesa", agregó, según la agencia de noticias EFE.

Ayer Trump había escrito en su cuenta de Twitter que "el presidente de Estados Unidos tiene el poder absoluto de perdonar" crímenes federales, aunque subrayó que por ahora el único delito relacionado con Rusia son las "filtraciones" de los medios de comunicación sobre el tema.

La aclaración del mandatario no fue azarosa. Dos días antes el diario The Washington Post había publicado que Trump le había pedido información a su equipo sobre su poder presidencial para indultar a sus asesores, a sus familiares e incluso a sí mismo.

Desde el primer día, su gobierno está teñido por las denuncias y rumores sobre presuntos vínculos y reuniones secretas entre sus más cercanos colaboradores de la campaña electoral y funcionarios o enviados del Kremlin para hacer una campaña sucia contra Clinton.

Una de las figuras centrales de esta trama, el veterano embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, dejó el cargo y volvió a Moscú, según informó hoy esa sede diplomática en Estados Unidos, tras meses de rumores sobre su salida. No sé sabe aún quién lo reemplazará.

Las evidencias sobre los vínculos entre el entorno de Trump y el gobierno ruso se acumularon hasta que el FBI como varias comisiones del Congreso federal iniciaron investigaciones paralelas sobre el escándalo.

El escándalo creció tanto que comenzó a mezclar distintas denuncias, como el presunto espionaje electrónico contra el Partido Demócrata, con el presunto fraude electoral, con el presunto espionaje de la campaña de Trump.

Trump ha cambiado de opinión infinitas veces ya sobre si la interferencia rusa en la elección presidencial estadounidense fue real o no.

Hoy su nuevo director de comunicación, Scaramucci, afirmó que el mandatario no está seguro.

"Me llamó ayer desde el avión presidencial y me dijo, básicamente, 'Quizá lo hicieron, quizá no lo hicieron'", explicó y agregó que "alguien" le dijo recientemente que si Rusia hubiese interferido en las elecciones, "no habría habido ninguna prueba al respecto" porque son muy buenos a la hora de ocultar sus nexos con ciberataques.

Al mismo tiempo, este mega escándalo se mezcló con la política de sanciones que Estados Unidos mantiene contra el gobierno ruso, principalmente por su rol en el conflicto separatista en Ucrania, en favor de los rebeldes y en contra Kiev.

Muchos medios y analistas acusaron a Trump de haber negociado con Rusia durante la campaña presidencial un levantamiento de las sanciones una vez que llegara a la Casa Blanca.

Esto no sucedió e, incluso, en medio de la creciente presión pública generada por el escándalo, las bancadas mayoritarias republicanas en el Congreso propusieron nuevas sanciones contra personas e instituciones en Rusia, muy vinculadas con el presidente Vladimir Putin.

Después de varias semanas de rumores, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, informó hoy que Trump apoya el nuevo proyecto de ley de sanciones de su partido contra Rusia.

"Apoyamos el proyecto de ley tal y como está ahora", le dijo Sanders a la cadena ABC news.

El nuevo proyecto de ley, que incluye también nuevas sanciones a Irán y Corea del Norte, mantiene un límite concreto: si Trump quiere levantar las sanciones o hacer cambios "significativos" en la política hacia Rusia, debe informar al Congreso y éste tendrá 30 días para decidir si le permite hacerlo.

23 JUL 2017 - 15:32

"El presidente no está pensando en perdonar a nadie (...) Estuve en el Salón Oval con el presidente la semana pasada y hablamos sobre eso. Él lo sacó a relucir, pero dijo que él mismo no necesitará un perdón", aseguró el nuevo director de comunicación del gobierno estadounidense, Anthony Scaramucci, en una entrevista televisiva.

Por el contrario, en otra entrevista de TV, uno de los abogados personales de Trump, Jay Sekulow, sostuvo que nunca tuvo una "conversación con el presidente sobre los perdones presidenciales". "No hemos conversado sobre perdones y los perdones no están sobre la mesa", agregó, según la agencia de noticias EFE.

Ayer Trump había escrito en su cuenta de Twitter que "el presidente de Estados Unidos tiene el poder absoluto de perdonar" crímenes federales, aunque subrayó que por ahora el único delito relacionado con Rusia son las "filtraciones" de los medios de comunicación sobre el tema.

La aclaración del mandatario no fue azarosa. Dos días antes el diario The Washington Post había publicado que Trump le había pedido información a su equipo sobre su poder presidencial para indultar a sus asesores, a sus familiares e incluso a sí mismo.

Desde el primer día, su gobierno está teñido por las denuncias y rumores sobre presuntos vínculos y reuniones secretas entre sus más cercanos colaboradores de la campaña electoral y funcionarios o enviados del Kremlin para hacer una campaña sucia contra Clinton.

Una de las figuras centrales de esta trama, el veterano embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, dejó el cargo y volvió a Moscú, según informó hoy esa sede diplomática en Estados Unidos, tras meses de rumores sobre su salida. No sé sabe aún quién lo reemplazará.

Las evidencias sobre los vínculos entre el entorno de Trump y el gobierno ruso se acumularon hasta que el FBI como varias comisiones del Congreso federal iniciaron investigaciones paralelas sobre el escándalo.

El escándalo creció tanto que comenzó a mezclar distintas denuncias, como el presunto espionaje electrónico contra el Partido Demócrata, con el presunto fraude electoral, con el presunto espionaje de la campaña de Trump.

Trump ha cambiado de opinión infinitas veces ya sobre si la interferencia rusa en la elección presidencial estadounidense fue real o no.

Hoy su nuevo director de comunicación, Scaramucci, afirmó que el mandatario no está seguro.

"Me llamó ayer desde el avión presidencial y me dijo, básicamente, 'Quizá lo hicieron, quizá no lo hicieron'", explicó y agregó que "alguien" le dijo recientemente que si Rusia hubiese interferido en las elecciones, "no habría habido ninguna prueba al respecto" porque son muy buenos a la hora de ocultar sus nexos con ciberataques.

Al mismo tiempo, este mega escándalo se mezcló con la política de sanciones que Estados Unidos mantiene contra el gobierno ruso, principalmente por su rol en el conflicto separatista en Ucrania, en favor de los rebeldes y en contra Kiev.

Muchos medios y analistas acusaron a Trump de haber negociado con Rusia durante la campaña presidencial un levantamiento de las sanciones una vez que llegara a la Casa Blanca.

Esto no sucedió e, incluso, en medio de la creciente presión pública generada por el escándalo, las bancadas mayoritarias republicanas en el Congreso propusieron nuevas sanciones contra personas e instituciones en Rusia, muy vinculadas con el presidente Vladimir Putin.

Después de varias semanas de rumores, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, informó hoy que Trump apoya el nuevo proyecto de ley de sanciones de su partido contra Rusia.

"Apoyamos el proyecto de ley tal y como está ahora", le dijo Sanders a la cadena ABC news.

El nuevo proyecto de ley, que incluye también nuevas sanciones a Irán y Corea del Norte, mantiene un límite concreto: si Trump quiere levantar las sanciones o hacer cambios "significativos" en la política hacia Rusia, debe informar al Congreso y éste tendrá 30 días para decidir si le permite hacerlo.


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