“Punta Piedras”, morir en Carnaval…

Historias Mínimas.

19 AGO 2017 - 20:35 | Actualizado

Por Ismael Tebes

Solían decirle la “Chanchita”, por su estructura compacta de hierro y su fortaleza para andar sin nunca detenerse. Poco confort pero destino seguro. Es que en los 50’, las distancias ya eran un obstáculo para los comodorenses de a pie. Los autos escaseaban, en realidad no estaban al alcance de cualquier bolsillo y aunque el transporte público era la alternativa más usual para desplazarse de un punto lejano a otro, la  autovía era la mejor opción para llegar o llegar. Y encima a bajo costo. El Ferrocarril unía Comodoro Rivadavia y la entonces denominada Colonia Sarmiento, con servicio de cargas y pasajeros y en especial vinculando a los distintos campamentos petroleros, verdaderas ciudades en sí mismas que parecían tener vida propia. A partir a la construcción del puerto “Antonio Morán en” 1923 surgió este ramal que permitía, desde la zona denominada “Punta Piedras”, transportar los materiales para llevar adelante la mencionada obra. Coincidió con la expansión del casco céntrico de la ciudad, dejando las vías sobre la costa misma, apenas una trocha de las denominadas “económicas” y de 75 centímetros para poder montar esta nueva ruta férrea.
Como siempre la demanda hizo que el servicio se ampliara. Se sumaron en principio vagones para pasajeros, con algún pequeño agregado de “confort” –mínimo- y una estación final, más bien un “apeadero” improvisado. La opción resultaba muy solicitada en la época estival. Es que muchas familias solían utilizar este medio de transporte para disfrutar de un día de playa y para asegurarse el traslado ida y vuelta a este sector que empezaba a convertirse en un incipiente balneario. El 31 de diciembre de 1952 la línea denominada “Comodoro – Punta Piedras” partía desde el puerto y bordeaba la ciudad en su traza marítima; incluyendo la antigua zona de terrenos “ganados” al mar y la línea costera. El recorrido tocaba la Escuela “Presidente Juan Domingo Perón”, la entonces célebre Playa del ‘99 para ingresar a la terminal de Punta Piedras, ubicada tierra adentro y cerca de un gran zanjón que impedía al convoy llegar cerca de Rada Tilly. Pasando en limpio, en ese sector conocido como Arroyo La Mata desde el cual solía llegarse caminando a la ahora villa balnearia. Cosas de aquellos tiempos. El lugar no contaba sino con lo básico: solamente el tren siempre listo para partir. Se vendían boletos sin demasiado control, no existían sanitarios y no había construcción alguna que oficiara de refugio o garita. En consecuencia, sin tickets “marcados” tampoco resultaba fácil determinar el número de pasajeros transportados en cada viaje; era algo que tenía más que ver con la voluntad de los operarios que de un registro serio. La seguridad era la elemental, en los horarios pico y en pleno verano cuando las sombras escaseaban y el sol quemaba las cabezas.
Todo pasó el domingo 15 de febrero de 1953. Una tragedia en vísperas del Carnaval y a la vuelta de un fatídico día de playa. Una formación del Ferrocarril impulsada por el coche motor Nro. 52  había partido a las 17 desde la estación Rada Tilly hacia Comodoro, con 75 pasajeros muy por encima de la capacidad (48). Y fue el peor de los destinos: La “Chanchita” descarriló por razones nunca del todo esclarecidas en cercanías de la “Sulfa” (hoy Stella Maris, cercano al camino Juan Domingo Perón) desplazándose por la ladera del barranco en un trayecto aproximado de 40 metros. Los bañistas que observaron el accidente desde la playa se convirtieron en impávidos testigos del horror. El vuelco se produjo tras una curva sinuosa con el coche viajando de 80 a 100 kilómetros por hora.
Un camionero que transitaba por la zona fue el primero en prestar asistencia. Hubo en principio 23 muertos y 65 heridos aunque la lista de víctimas fatales se incrementó durante el operativo de rescate porque una grúa encargada de levantar la estructura se desprendió habiendo pasajeros en su interior. El Hospital Evita (hoy Alvear, en Kilómetro 3), su homónimo de Astra; los desaparecidos Sanatorio Napolitani y hospital Municipal no llegaban con su capacidad a asistir a los heridos y hasta fue necesario convocar a médicos foráneos que llegaron también transportados en un tren desde Buenos Aires ante la emergencia.
Testimonios de pasajeros dieron cuenta de la crudeza del accidente: cuerpos en la arena; personas atrapadas entre los asientos, gritos desgarradores y lesionados con grandes “espadas” de madera desprendidas de la estructura; confusión y un shock que sólo trastocó la realidad más cruda. “Cuando íbamos al hospital llevando heridos, nos cargaban porque nos confundían con disfrazados del Carnaval. Nos gritaban “Mascaritas”. Nadie entendía lo que había pasado”, narró años después un sobreviviente.
Francisco Russ, conductor del coche fatídico quedó internado con contusiones e incomunicado. Se le atribuyó impericia por conducir a excesiva velocidad en una zona de curva peligrosa, con un terraplén y rieles angostos. El motorman además habría estado alcoholizado al momento del accidente por lo que luego fue juzgado y encarcelado por el hecho. Jorge Gordillo, catamarqueño y guarda, estuvo quince días preso y liberado bajo causa juratoria pero no pudo moverse de la ciudad por tres meses.
El accidente de Punta Piedras que se difundió inclusive en medios de Chile y Uruguay llevó al cierre definitivo del ramal en 1958. Los restos de la “Chanchita” fatal fueron trasladados a los talleres de la estación Presidente Ortiz y con el cierre del Ferrocarril pasaron a ser propiedad municipal. En 1995, los restos metálicos del único ramal que surcó la zona sur al pie del Chenque terminó siendo vendido como chatarra cuando en realidad se trataba de un patrimonio único que debió resguardarse. Un colectivo que solamente circulaba los fines de semana volvió a llevar años después a los bañistas hasta Rada Tilly. Triste y olvidado final.#

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19 AGO 2017 - 20:35

Por Ismael Tebes

Solían decirle la “Chanchita”, por su estructura compacta de hierro y su fortaleza para andar sin nunca detenerse. Poco confort pero destino seguro. Es que en los 50’, las distancias ya eran un obstáculo para los comodorenses de a pie. Los autos escaseaban, en realidad no estaban al alcance de cualquier bolsillo y aunque el transporte público era la alternativa más usual para desplazarse de un punto lejano a otro, la  autovía era la mejor opción para llegar o llegar. Y encima a bajo costo. El Ferrocarril unía Comodoro Rivadavia y la entonces denominada Colonia Sarmiento, con servicio de cargas y pasajeros y en especial vinculando a los distintos campamentos petroleros, verdaderas ciudades en sí mismas que parecían tener vida propia. A partir a la construcción del puerto “Antonio Morán en” 1923 surgió este ramal que permitía, desde la zona denominada “Punta Piedras”, transportar los materiales para llevar adelante la mencionada obra. Coincidió con la expansión del casco céntrico de la ciudad, dejando las vías sobre la costa misma, apenas una trocha de las denominadas “económicas” y de 75 centímetros para poder montar esta nueva ruta férrea.
Como siempre la demanda hizo que el servicio se ampliara. Se sumaron en principio vagones para pasajeros, con algún pequeño agregado de “confort” –mínimo- y una estación final, más bien un “apeadero” improvisado. La opción resultaba muy solicitada en la época estival. Es que muchas familias solían utilizar este medio de transporte para disfrutar de un día de playa y para asegurarse el traslado ida y vuelta a este sector que empezaba a convertirse en un incipiente balneario. El 31 de diciembre de 1952 la línea denominada “Comodoro – Punta Piedras” partía desde el puerto y bordeaba la ciudad en su traza marítima; incluyendo la antigua zona de terrenos “ganados” al mar y la línea costera. El recorrido tocaba la Escuela “Presidente Juan Domingo Perón”, la entonces célebre Playa del ‘99 para ingresar a la terminal de Punta Piedras, ubicada tierra adentro y cerca de un gran zanjón que impedía al convoy llegar cerca de Rada Tilly. Pasando en limpio, en ese sector conocido como Arroyo La Mata desde el cual solía llegarse caminando a la ahora villa balnearia. Cosas de aquellos tiempos. El lugar no contaba sino con lo básico: solamente el tren siempre listo para partir. Se vendían boletos sin demasiado control, no existían sanitarios y no había construcción alguna que oficiara de refugio o garita. En consecuencia, sin tickets “marcados” tampoco resultaba fácil determinar el número de pasajeros transportados en cada viaje; era algo que tenía más que ver con la voluntad de los operarios que de un registro serio. La seguridad era la elemental, en los horarios pico y en pleno verano cuando las sombras escaseaban y el sol quemaba las cabezas.
Todo pasó el domingo 15 de febrero de 1953. Una tragedia en vísperas del Carnaval y a la vuelta de un fatídico día de playa. Una formación del Ferrocarril impulsada por el coche motor Nro. 52  había partido a las 17 desde la estación Rada Tilly hacia Comodoro, con 75 pasajeros muy por encima de la capacidad (48). Y fue el peor de los destinos: La “Chanchita” descarriló por razones nunca del todo esclarecidas en cercanías de la “Sulfa” (hoy Stella Maris, cercano al camino Juan Domingo Perón) desplazándose por la ladera del barranco en un trayecto aproximado de 40 metros. Los bañistas que observaron el accidente desde la playa se convirtieron en impávidos testigos del horror. El vuelco se produjo tras una curva sinuosa con el coche viajando de 80 a 100 kilómetros por hora.
Un camionero que transitaba por la zona fue el primero en prestar asistencia. Hubo en principio 23 muertos y 65 heridos aunque la lista de víctimas fatales se incrementó durante el operativo de rescate porque una grúa encargada de levantar la estructura se desprendió habiendo pasajeros en su interior. El Hospital Evita (hoy Alvear, en Kilómetro 3), su homónimo de Astra; los desaparecidos Sanatorio Napolitani y hospital Municipal no llegaban con su capacidad a asistir a los heridos y hasta fue necesario convocar a médicos foráneos que llegaron también transportados en un tren desde Buenos Aires ante la emergencia.
Testimonios de pasajeros dieron cuenta de la crudeza del accidente: cuerpos en la arena; personas atrapadas entre los asientos, gritos desgarradores y lesionados con grandes “espadas” de madera desprendidas de la estructura; confusión y un shock que sólo trastocó la realidad más cruda. “Cuando íbamos al hospital llevando heridos, nos cargaban porque nos confundían con disfrazados del Carnaval. Nos gritaban “Mascaritas”. Nadie entendía lo que había pasado”, narró años después un sobreviviente.
Francisco Russ, conductor del coche fatídico quedó internado con contusiones e incomunicado. Se le atribuyó impericia por conducir a excesiva velocidad en una zona de curva peligrosa, con un terraplén y rieles angostos. El motorman además habría estado alcoholizado al momento del accidente por lo que luego fue juzgado y encarcelado por el hecho. Jorge Gordillo, catamarqueño y guarda, estuvo quince días preso y liberado bajo causa juratoria pero no pudo moverse de la ciudad por tres meses.
El accidente de Punta Piedras que se difundió inclusive en medios de Chile y Uruguay llevó al cierre definitivo del ramal en 1958. Los restos de la “Chanchita” fatal fueron trasladados a los talleres de la estación Presidente Ortiz y con el cierre del Ferrocarril pasaron a ser propiedad municipal. En 1995, los restos metálicos del único ramal que surcó la zona sur al pie del Chenque terminó siendo vendido como chatarra cuando en realidad se trataba de un patrimonio único que debió resguardarse. Un colectivo que solamente circulaba los fines de semana volvió a llevar años después a los bañistas hasta Rada Tilly. Triste y olvidado final.#


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