Editorial / La hora de la concertación

Leé el tradicional análisis político de la edición impresa de Jornada.

23 SEP 2017 - 19:48 | Actualizado

Menuda tarea tendrá Jerónimo García por delante. Pero si había alguien que podía ponerse al hombro el Gobierno en un momento de crisis política y económica era él. Es el más veterano del equipo, tiene la confianza incondicional de Mario Das Neves y su entorno familiar, y hace tiempo que no se cuece al primer hervor.

Con Das Neves a media máquina, no pareciera haber otro dasnevista que pueda ponerle los puntos al equipo. Sin embargo, la llegada de Jerónimo al Ministerio de Coordinación de Gabinete es la última ficha que puede jugarse el Gobierno provincial para intentar ordenar el desorden que causó en la gestión tener al gobernador a media máquina para atender cuestiones más importantes como su salud, además de un Gabinete desparejo que mostró muchas dificultades y falta de esmero para tomar decisiones y solucionar problemas. No todos los ministros, secretarios y subsecretarios pueden caer en la misma bolsa. Pero hubo –y hay- funcionarios que no estuvieron a la altura.

Jerónimo llega, también, para intentar inclinar la balanza de lo que se pronostica será una elección muy cerrada, que podría tener alguna consecuencia o, al menos, condicionar los veintiséis meses que quedarán de gestión dasnevista hasta el final del mandato.

Nadie le echará la culpa al nuevo jefe de Gabinete si el resultado del 22 de octubre no es el esperado, pero si eso ocurre el camino hasta diciembre de 2019 estará más lleno de baches que la Ruta 25 y el sueño de renovar el poder podría correr algún riesgo.

Jerónimo y todo el Gobierno lo sabe: si esta movida política falla, no parece haber un Plan B.

Desafíos

Lo primero que hizo García tras asumir fue llamar al diálogo. “Es un momento difícil y complejo. Y requiere de un trabajo conjunto con todos los partidos políticos, los sectores empresariales y gremiales”, dijo.

Antes de asumir había visitado en su territorio a Adrián Maderna y Ricardo Sastre, dos intendentes propios con los que, sin embargo, no se venía llevando muy bien. Fue un gesto de distensión que los jefes comunales de Trelew y Puerto Madryn destacaron.

Pero después de asumir en el Salón de los Constituyentes el miércoles pasado, los recibió él en su nuevo despacho y sumó al encuentro al comodorense Carlos Linares. Si no negociaba una convivencia con esa tríada, el camino iba a ser más sinuoso aún.

Jerónimo pidió ayuda para no afectar la gobernabilidad con chicanas políticas y ofreció un teléfono abierto para solucionar problemas. Los intendentes escucharon pero también pusieron sus condiciones, sobre todo Sastre y Linares, los que más hablaron: sin pelos en la lengua, le reclamaron cambios en el Gabinete. No sólo de personas sino de actitud. No quieren más maltratos ni bravuconadas a través de las redes sociales, que dinamitan cualquier puente que se pueda intentar construir.

Ese mismo día, el propio Das Neves había dicho que no tenía problemas con ningún intendente y “menos con Ricardo y Adrián.” El gobernador sabe mejor que nadie que no es momento de alimentar internismos, y mucho menos con los dos jefes territoriales que pueden ayudar a mejorar la performance de Arcioni el 22 de octubre.

Con Sastre, el más dolido –y enojado- por los embates que recibe desde el propio corazón del Gobierno, Das Neves tuvo una delicadeza que no es habitual: lo llamó tres días seguidos por diversos temas, siempre en tono afectuoso, como haciéndole saber que la relación entre ambos es inquebrantable, más allá de lo que piensen las segundas líneas del madrynense.

Concertación

Jerónimo arrancó su gestión poniendo el foco en temas claves: la economía, la seguridad, la Justicia, la educación y la salud. Su idea es lograr un entendimiento con ese “núcleo duro” para poder luego ir ampliando las decisiones a las demás áreas. “Hay que atacar las problemáticas más acuciantes y urgentes”, les dijo a los responsables de las principales áreas del Gobierno.

Su desafío, además, es tratar de concertar con todas las partes. Y esa concertación estará apoyada en los acuerdos que políticos que pueda lograr con la oposición y los intendentes. Pero también de lo que pueda avanzar con los sectores empresarios y las organizaciones gremiales.

Jerónimo sabe que, sobre todo, deberá afinar su relación con los gremios. Principalmente, las negociaciones salariales con los sindicatos que representan a los empleados públicos, que serán más intensas en los próximos meses.

La caja, precisamente, es el tema que más preocupa al nuevo jefe de Gabinete. Sabe que está al límite pero que la situación podría ser peor si no estuviera encima de ella el ministro Pablo Oca. Un poco hosco y sin filtro para hablar de temas espinosos, Oca se ganó el respeto de todos, principalmente de Das Neves.

Pero en los últimos días volvió a amenazar con irse. La primera vez había sido el fin de semana en que también se fue Alberto Gilardino. El viernes salió por una radio de Esquel a decir que si no se daba marcha atrás con la polémica ley de pago por “goteo” que aprobó la Legislatura en un insólito descuido del bloque dasnevista, se iba a su casa.

En Fontana 50 no son pocos los que aseguran que Gustavo Castán, el exsubsecretario y actual ministro de Educación, sería el número puesto para tomar las riendas de Economía si Oca cumple con su advertencia.

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23 SEP 2017 - 19:48

Menuda tarea tendrá Jerónimo García por delante. Pero si había alguien que podía ponerse al hombro el Gobierno en un momento de crisis política y económica era él. Es el más veterano del equipo, tiene la confianza incondicional de Mario Das Neves y su entorno familiar, y hace tiempo que no se cuece al primer hervor.

Con Das Neves a media máquina, no pareciera haber otro dasnevista que pueda ponerle los puntos al equipo. Sin embargo, la llegada de Jerónimo al Ministerio de Coordinación de Gabinete es la última ficha que puede jugarse el Gobierno provincial para intentar ordenar el desorden que causó en la gestión tener al gobernador a media máquina para atender cuestiones más importantes como su salud, además de un Gabinete desparejo que mostró muchas dificultades y falta de esmero para tomar decisiones y solucionar problemas. No todos los ministros, secretarios y subsecretarios pueden caer en la misma bolsa. Pero hubo –y hay- funcionarios que no estuvieron a la altura.

Jerónimo llega, también, para intentar inclinar la balanza de lo que se pronostica será una elección muy cerrada, que podría tener alguna consecuencia o, al menos, condicionar los veintiséis meses que quedarán de gestión dasnevista hasta el final del mandato.

Nadie le echará la culpa al nuevo jefe de Gabinete si el resultado del 22 de octubre no es el esperado, pero si eso ocurre el camino hasta diciembre de 2019 estará más lleno de baches que la Ruta 25 y el sueño de renovar el poder podría correr algún riesgo.

Jerónimo y todo el Gobierno lo sabe: si esta movida política falla, no parece haber un Plan B.

Desafíos

Lo primero que hizo García tras asumir fue llamar al diálogo. “Es un momento difícil y complejo. Y requiere de un trabajo conjunto con todos los partidos políticos, los sectores empresariales y gremiales”, dijo.

Antes de asumir había visitado en su territorio a Adrián Maderna y Ricardo Sastre, dos intendentes propios con los que, sin embargo, no se venía llevando muy bien. Fue un gesto de distensión que los jefes comunales de Trelew y Puerto Madryn destacaron.

Pero después de asumir en el Salón de los Constituyentes el miércoles pasado, los recibió él en su nuevo despacho y sumó al encuentro al comodorense Carlos Linares. Si no negociaba una convivencia con esa tríada, el camino iba a ser más sinuoso aún.

Jerónimo pidió ayuda para no afectar la gobernabilidad con chicanas políticas y ofreció un teléfono abierto para solucionar problemas. Los intendentes escucharon pero también pusieron sus condiciones, sobre todo Sastre y Linares, los que más hablaron: sin pelos en la lengua, le reclamaron cambios en el Gabinete. No sólo de personas sino de actitud. No quieren más maltratos ni bravuconadas a través de las redes sociales, que dinamitan cualquier puente que se pueda intentar construir.

Ese mismo día, el propio Das Neves había dicho que no tenía problemas con ningún intendente y “menos con Ricardo y Adrián.” El gobernador sabe mejor que nadie que no es momento de alimentar internismos, y mucho menos con los dos jefes territoriales que pueden ayudar a mejorar la performance de Arcioni el 22 de octubre.

Con Sastre, el más dolido –y enojado- por los embates que recibe desde el propio corazón del Gobierno, Das Neves tuvo una delicadeza que no es habitual: lo llamó tres días seguidos por diversos temas, siempre en tono afectuoso, como haciéndole saber que la relación entre ambos es inquebrantable, más allá de lo que piensen las segundas líneas del madrynense.

Concertación

Jerónimo arrancó su gestión poniendo el foco en temas claves: la economía, la seguridad, la Justicia, la educación y la salud. Su idea es lograr un entendimiento con ese “núcleo duro” para poder luego ir ampliando las decisiones a las demás áreas. “Hay que atacar las problemáticas más acuciantes y urgentes”, les dijo a los responsables de las principales áreas del Gobierno.

Su desafío, además, es tratar de concertar con todas las partes. Y esa concertación estará apoyada en los acuerdos que políticos que pueda lograr con la oposición y los intendentes. Pero también de lo que pueda avanzar con los sectores empresarios y las organizaciones gremiales.

Jerónimo sabe que, sobre todo, deberá afinar su relación con los gremios. Principalmente, las negociaciones salariales con los sindicatos que representan a los empleados públicos, que serán más intensas en los próximos meses.

La caja, precisamente, es el tema que más preocupa al nuevo jefe de Gabinete. Sabe que está al límite pero que la situación podría ser peor si no estuviera encima de ella el ministro Pablo Oca. Un poco hosco y sin filtro para hablar de temas espinosos, Oca se ganó el respeto de todos, principalmente de Das Neves.

Pero en los últimos días volvió a amenazar con irse. La primera vez había sido el fin de semana en que también se fue Alberto Gilardino. El viernes salió por una radio de Esquel a decir que si no se daba marcha atrás con la polémica ley de pago por “goteo” que aprobó la Legislatura en un insólito descuido del bloque dasnevista, se iba a su casa.

En Fontana 50 no son pocos los que aseguran que Gustavo Castán, el exsubsecretario y actual ministro de Educación, sería el número puesto para tomar las riendas de Economía si Oca cumple con su advertencia.


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