Poseidón: un imputado abandonó el juicio y dos defensores hablaron de falta de pruebas

Adelantándose a su propio fallo, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia permitió ayer que Alejandro Pennisi, el expresidente de Poseidón, regrese a su actividad habitual en Mar del Plata, siempre bajo su control judicial. Se trata del único imputado que no fue acusado por la Fiscalía en el caso por los 110 kilos de cocaína hallados en la planta pesquera de Puerto Madryn.

María Van Raap, la defensora pública del español Alfredo Aranda Barberá.
26 SEP 2017 - 20:07 | Actualizado

Por Rolando Tobarez

Su abogado, Carlos Marañón, les pidió formalmente a los tres jueces que ante la falta de acusación absuelvan a su cliente, lo eximan de seguir presenciando el juicio público y oral y que, de paso, le devuelvan el pasaporte para permitir su salida del país, una restricción que duraba desde el procesamiento de Pennisi.
Enrique Guanziroli, Nora Cabrera de Monella y Luis Alberto Giménez le permitieron regresar al empresario. Pero antes lo hicieron pasar al frente para cumplir y darle la oportunidad de decir sus últimas palabras, la chance de todo acusado antes de la sentencia. “No tengo nada para decir”, contestó Pennisi sentado frente a ellos, ansioso por dejar el Casino de Oficiales de la Unidad Penitenciaria 6.
El turno siguió con María Van Raap, la defensora pública del español Alfredo Aranda Barberá. El fiscal Teodoro Nürnberg lo acusó de transporte de estupefacientes y pidió para él 11 años de cárcel, la más dura de todas las penas. En su alegato, Van Raap advirtió que el acusador “no respetó la plataforma fáctica” ya que la calificación para imputarlo no coincidía con el inicio de la causa. “El requerimiento de elevación a juicio contiene datos falsos y el Ministerio Público Fiscal lo sabía”, agregó.
En este sentido, la defensora dijo que el acusado pasó de ser “autor” a “partícipe necesario” y que esa alteración no se condice con los hechos del expediente. “La Cámara Federal de Apelaciones dijo que era contrabando; esto se elevó a juicio como comercio y ahora dicen que es transporte. Las tres figuras difieren totalmente y se está violando el principio de congruencia porque cambiar la calificación jurídica es cambiar la plataforma fáctica. Se impone la absolución de Aranda”.
En otro orden, Van Raap consideró que Nürnberg no aportó evidencias de la participación del español en la carga de droga. “Todo lo que sabemos y está probado es que aparecieron 110 kilos de cocaína mezclados con langostino con melanosis que venían del depósito de Letter Alimentos, nada más”, interpretó.
Su defensora también puso en duda la “supuesta sociedad comercial” de su cliente con Salvador Parra Gómez, el “sexto hombre” de la causa, prófugo en España. “El propio Parra dijo que Aranda colaboraba sólo ocasionalmente con él, por lo que esta supuesta sociedad no era tan así”, refutó.
La abogada le dijo al TOF que no se sabe el origen del estupefaciente ni dónde se cargó, ya que en Mar del Plata el pescado pasó por dos frigoríficos. El juicio –según su alegato- no logró revelar el lugar donde se empaquetó la cocaína disimulada en las cargas, ya que hay tramos temporales en blanco, donde no se sabe qué sucedió.
“Todos estuvimos en la inspección oral de la planta de Poseidón y vimos que hay espacio suficiente. Perfectamente la droga se pudo cargar el día que los langostinos llegaron, cuando no había nadie en el lugar”, especuló. “Nada está probado –insistió-, ¿qué le reprochan a mi cliente si ni siquiera sabemos cuándo y cómo se cargó? No pudieron refutar sus tres indagatorias y quieren castigarlo 11 años sin saber por qué”.
El siguiente alegato fue de otro defensor público, Sergio Oribones. Patrocina a Juan Burgos, el taxista y yesero también acusado de transporte de estupefacientes. Enfrenta un pedido de pena de 8 años y 6 meses, la más baja. Puso su firma para constituir la empresa Mar Pesca Azul Argentina, que según Fiscalía fue creada sólo para exportar la droga. “Para que la imputación pueda ser tal, la ley exige que el acusado haya sabido del carácter ilícito de lo que hacía. Y está totalmente sin probar que Burgos haya sabido algo”, dijo Oribones.
El defensor recordó que desde su detención, Burgos ofreció siempre la misma versión, con hechos documentados. “Estaba trabajando como sostén de su familia y desconocía absolutamente lo que sucedía con la cocaína”, argumentó. “Lo que dijo desde el primer momento está acreditado y probado. Fue detenido el 10 de setiembre, dos meses después del hallazgo en Madryn, y lo fueron a buscar mientras trabajaba como yesero en Pinamar. No tenía idea de lo que sucedía”.
Cabe recordar que Burgos conoció a Parra Gómez en un viaje de taxi. “Fue una relación circunstancial donde el español le pidió seguir en contacto y le dio cien pesos de propina”, graficó Oribones. “Es cierto que constituyó una empresa, que compró cajas, que preparó langostinos y que los transportó a Letter. Esto lo dijo el fiscal y no lo discuto. Pero no se aportó ningún indicio de que Burgos conocía un delito que era de otro. Con la simpleza de un hombre de a pie, cumplía con lo que su empleador le pedía”.
Su defensor dijo que el taxista “no solo admitió que preparó los langostinos en una mesa sino que lo contó con lujos de detalles ante el juez. Y para ese trabajo buscó un grupo de conocidos que declararon y ninguno vio ni habló de droga”.
Oribones sugirió que Burgos nunca pudo saber de un negocio que movería dinero. “En el expediente consta la carta documento donde le hace un reclamo laboral a Parra. ¿A título de qué trabajaría en un negocio narco si cuando los españoles desaparecieron del país lo dejaron en banda y en la vía?, ¿para qué haría ese reclamo si ese trabajo, según el fiscal, era una mentira para encubrir la cocaína?”
En cuanto al carácter de “contacto local” de Burgos, su defensor recordó que el taxista “no manejaba ningún contacto, mientras que Parra necesitaba alguien que conociera”. Deslizó que de todos los imputados, Burgos es el único ajeno al ámbito pesquero: “No es de los que leen la revista Puerto”, graficó.
“Mi cliente es un señor que cuando le ofrecieron ser parte de una empresa, se imaginó un salto de calidad en su vida. No es algo inverosímil, como dice el fiscal. Todos conocemos gente que con poca experiencia progresó, y mucho más en el sector de la pesca”.
Tras pedir su absolución, Oribones coincidió con su colega Van Raap en que “sólo sabemos que apareció un cargamento de cocaína pero no se probó ni se demostró dónde se cargó la droga. La acusación es tan endeble que nos permite hacer otras elucubraciones”. Y se quejó por el pedido de penas del fiscal Nürnberg: “Es absolutamente absurdo. Dicen que toman en cuenta sus antecedentes, su instrucción escolar, su participación, etcétera. ¿Para qué lo tienen cuenta, para bajar o subir? No puede ser mecánico. En un delito que tiene 15 años como máximo le quieren dar 8 años y 6 meses, más de la mitad. ¿Con qué razonabilidad? Cuando un acusado se sienta acá quiere al menos que le expliquen primero qué hizo y después por qué la pena. Si no, es repartir soledades en la cárcel como si fuesen caramelos, como diría mi amigo Fabián Gabalachis”.#

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María Van Raap, la defensora pública del español Alfredo Aranda Barberá.
26 SEP 2017 - 20:07

Por Rolando Tobarez

Su abogado, Carlos Marañón, les pidió formalmente a los tres jueces que ante la falta de acusación absuelvan a su cliente, lo eximan de seguir presenciando el juicio público y oral y que, de paso, le devuelvan el pasaporte para permitir su salida del país, una restricción que duraba desde el procesamiento de Pennisi.
Enrique Guanziroli, Nora Cabrera de Monella y Luis Alberto Giménez le permitieron regresar al empresario. Pero antes lo hicieron pasar al frente para cumplir y darle la oportunidad de decir sus últimas palabras, la chance de todo acusado antes de la sentencia. “No tengo nada para decir”, contestó Pennisi sentado frente a ellos, ansioso por dejar el Casino de Oficiales de la Unidad Penitenciaria 6.
El turno siguió con María Van Raap, la defensora pública del español Alfredo Aranda Barberá. El fiscal Teodoro Nürnberg lo acusó de transporte de estupefacientes y pidió para él 11 años de cárcel, la más dura de todas las penas. En su alegato, Van Raap advirtió que el acusador “no respetó la plataforma fáctica” ya que la calificación para imputarlo no coincidía con el inicio de la causa. “El requerimiento de elevación a juicio contiene datos falsos y el Ministerio Público Fiscal lo sabía”, agregó.
En este sentido, la defensora dijo que el acusado pasó de ser “autor” a “partícipe necesario” y que esa alteración no se condice con los hechos del expediente. “La Cámara Federal de Apelaciones dijo que era contrabando; esto se elevó a juicio como comercio y ahora dicen que es transporte. Las tres figuras difieren totalmente y se está violando el principio de congruencia porque cambiar la calificación jurídica es cambiar la plataforma fáctica. Se impone la absolución de Aranda”.
En otro orden, Van Raap consideró que Nürnberg no aportó evidencias de la participación del español en la carga de droga. “Todo lo que sabemos y está probado es que aparecieron 110 kilos de cocaína mezclados con langostino con melanosis que venían del depósito de Letter Alimentos, nada más”, interpretó.
Su defensora también puso en duda la “supuesta sociedad comercial” de su cliente con Salvador Parra Gómez, el “sexto hombre” de la causa, prófugo en España. “El propio Parra dijo que Aranda colaboraba sólo ocasionalmente con él, por lo que esta supuesta sociedad no era tan así”, refutó.
La abogada le dijo al TOF que no se sabe el origen del estupefaciente ni dónde se cargó, ya que en Mar del Plata el pescado pasó por dos frigoríficos. El juicio –según su alegato- no logró revelar el lugar donde se empaquetó la cocaína disimulada en las cargas, ya que hay tramos temporales en blanco, donde no se sabe qué sucedió.
“Todos estuvimos en la inspección oral de la planta de Poseidón y vimos que hay espacio suficiente. Perfectamente la droga se pudo cargar el día que los langostinos llegaron, cuando no había nadie en el lugar”, especuló. “Nada está probado –insistió-, ¿qué le reprochan a mi cliente si ni siquiera sabemos cuándo y cómo se cargó? No pudieron refutar sus tres indagatorias y quieren castigarlo 11 años sin saber por qué”.
El siguiente alegato fue de otro defensor público, Sergio Oribones. Patrocina a Juan Burgos, el taxista y yesero también acusado de transporte de estupefacientes. Enfrenta un pedido de pena de 8 años y 6 meses, la más baja. Puso su firma para constituir la empresa Mar Pesca Azul Argentina, que según Fiscalía fue creada sólo para exportar la droga. “Para que la imputación pueda ser tal, la ley exige que el acusado haya sabido del carácter ilícito de lo que hacía. Y está totalmente sin probar que Burgos haya sabido algo”, dijo Oribones.
El defensor recordó que desde su detención, Burgos ofreció siempre la misma versión, con hechos documentados. “Estaba trabajando como sostén de su familia y desconocía absolutamente lo que sucedía con la cocaína”, argumentó. “Lo que dijo desde el primer momento está acreditado y probado. Fue detenido el 10 de setiembre, dos meses después del hallazgo en Madryn, y lo fueron a buscar mientras trabajaba como yesero en Pinamar. No tenía idea de lo que sucedía”.
Cabe recordar que Burgos conoció a Parra Gómez en un viaje de taxi. “Fue una relación circunstancial donde el español le pidió seguir en contacto y le dio cien pesos de propina”, graficó Oribones. “Es cierto que constituyó una empresa, que compró cajas, que preparó langostinos y que los transportó a Letter. Esto lo dijo el fiscal y no lo discuto. Pero no se aportó ningún indicio de que Burgos conocía un delito que era de otro. Con la simpleza de un hombre de a pie, cumplía con lo que su empleador le pedía”.
Su defensor dijo que el taxista “no solo admitió que preparó los langostinos en una mesa sino que lo contó con lujos de detalles ante el juez. Y para ese trabajo buscó un grupo de conocidos que declararon y ninguno vio ni habló de droga”.
Oribones sugirió que Burgos nunca pudo saber de un negocio que movería dinero. “En el expediente consta la carta documento donde le hace un reclamo laboral a Parra. ¿A título de qué trabajaría en un negocio narco si cuando los españoles desaparecieron del país lo dejaron en banda y en la vía?, ¿para qué haría ese reclamo si ese trabajo, según el fiscal, era una mentira para encubrir la cocaína?”
En cuanto al carácter de “contacto local” de Burgos, su defensor recordó que el taxista “no manejaba ningún contacto, mientras que Parra necesitaba alguien que conociera”. Deslizó que de todos los imputados, Burgos es el único ajeno al ámbito pesquero: “No es de los que leen la revista Puerto”, graficó.
“Mi cliente es un señor que cuando le ofrecieron ser parte de una empresa, se imaginó un salto de calidad en su vida. No es algo inverosímil, como dice el fiscal. Todos conocemos gente que con poca experiencia progresó, y mucho más en el sector de la pesca”.
Tras pedir su absolución, Oribones coincidió con su colega Van Raap en que “sólo sabemos que apareció un cargamento de cocaína pero no se probó ni se demostró dónde se cargó la droga. La acusación es tan endeble que nos permite hacer otras elucubraciones”. Y se quejó por el pedido de penas del fiscal Nürnberg: “Es absolutamente absurdo. Dicen que toman en cuenta sus antecedentes, su instrucción escolar, su participación, etcétera. ¿Para qué lo tienen cuenta, para bajar o subir? No puede ser mecánico. En un delito que tiene 15 años como máximo le quieren dar 8 años y 6 meses, más de la mitad. ¿Con qué razonabilidad? Cuando un acusado se sienta acá quiere al menos que le expliquen primero qué hizo y después por qué la pena. Si no, es repartir soledades en la cárcel como si fuesen caramelos, como diría mi amigo Fabián Gabalachis”.#


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