Detrás del arma que asesinó a Candela González

El misterio de la desaparición del arma, el rol de Nicolás Almendra y la acusación contra Jorgelina Domínguez Reyes. La búsqueda inconducente de pólvora en sus manos abrirá un extenso debate en el juicio que se hará por el asesinato de la menor de 14 años. No hay rastros de la pistola criminal.

Así la encontraron a Candela, luego de que se escucharan los disparos en la plaza del barrio Luz y Fuerza.
30 SEP 2017 - 20:19 | Actualizado

Candela González tenía 14 años. Resultó muerta tras un brutal ataque con un arma de fuego mientras intentaba huir de su agresor. Fue herida de muerte por la espalda, en el hombro y en su cabeza, a corta distancia, el 29 de abril de 2017, en la Plaza del Barrio Luz y Fuerza de Trelew. Presumen que fue asesinada con una pistola calibre 22. El arma nunca apareció.

Mientras se vislumbra una dura batalla entre la Fiscalía y la defensa de los detenidos acusados de participar del crimen, existe toda una controversia en torno al arma que se utilizó y sobre quién la empuñó.

De momento está acreditado que una menor de edad le robó un arma a su abuelo, quien posee varias armas registradas a su nombre. Esa pistola no solo no aparece, sino que guarda una intriga. Cuando se produjo el asesinato de Candela, Jorgelina Dominguez Reyes iba a bordo de un Peugeot 206 blanco, con cuatro personas más, entre ellas Nicolás Almendra, el joven de 18 años que está preso acusado de manejar el auto y luego hacer desaparecer el arma homicida.

Según datos que fueron aportados a este diario, el joven fue visitado por el abuelo de una menor, G. F. Esta menor es la que sacó el arma de la casa de su abuelo supuestamente para usarla en la disputa con Candela.

El abuelo habría tomado contacto con el padre de Almendra, un hombre al que conoce del ámbito de la construcción. El contacto habría tenido como objetivo recuperar su pistola. Sin embargo, allí surgió que la misma había sido desaparecida de modo tal que nadie la pudiera encontrar. Las pesquisas, a la luz de los hechos, no han tenido ni el más mínimo acercamiento a la pistola, cuanto menos para buscar rastros de ADN.

En torno al derrotero de la pistola surgió que Almendra, por medio de un mensaje al abuelo de la adolescente G.F (una de las integrantes del bando en conflicto con el grupo de Candela), le habría manifestado al hombre que él hizo desaparecer el arma.

Según una entrevista policial a la que tuvo acceso Jornada, el abuelo de G.F sospechó ante integrantes de la Brigada de Investigaciones de Trelew, que hubo un mensaje de texto que fue eliminado por un brigadista. Ese mensaje sería el que confirma que Almendra ocultó el arma de fuego.

¿Qué hizo Almendra?

La defensa de Jorgelina Reyes planteó que la Brigada borró un mensaje con información crucial para el crimen. A esa posición adhirió César Antillanca, quien pidió que se eche a los policías implicados en un supuesto borrado de mensajes y criticó a la fiscal María Tolomei.

En esta línea, cabe alguna reflexión sobre la alusión que hizo el abuelo de G.F , en la entrevista hecha por la propia Policía de Investigaciones a la que accedió este diario, acerca de los mensajes que aquél sostiene habrían sido eliminados por personal policial.

El “fierro”

Según el abuelo de G.F, que declaró en la Brigada, los mensajes eran entre él y Almendra y lo único que decía éste último en ellos era que había ocultado el “fierro”,-refiriéndose al arma homicida-, y que ya no se podría encontrar más. Esa afirmación forma parte del tramo final de la hipótesis que Fiscalía y Policía sostienen desde el comienzo también: que Nicolás Almendra compartía un presumible plan homicida de Domínguez Reyes, que había acompañado a G.F. a conseguir el arma, que luego se la había dado a Domínguez Reyes, que había esperado en el auto pronto para manejar en la huida, que así lo había hecho hasta la casa de los padres de Julio Suarez y que, finalmente, se había ocupado de hacer desaparecer el arma.

En este contexto, la imputación de que la Policía los haya eliminado a propósito parece poco probable, porque tales mensajes “favorecían” a la testigo del caso Antillanca, no tiene ni pies ni cabeza.

Mientras no exista otra teoría sostenible respecto del contenido del mensaje, el resto es mera especulación. Lo que se tiene de momento es que el mismo abuelo de G.F admite el contenido de los mensajes: el ocultamiento del arma homicida.

Pólvora

Las armas de fuego cuando son disparadas no siempre dejan rastros concluyentes de pólvora. Un punto a favor que intentará en juicio ejercer la defensa de Jorgelina Domínguez, da cuenta que en un examen en búsqueda de pólvora en sus manos dio negativo. Pero: ¿todas las armas dejan rastros de pólvora en las manos? La respuesta es no.

El caso del asesinato del fiscal Alberto Nisman se comprobó esta semana que la pistola Bersa calibre 22, si dejan rastros. Sin embargo, los precarios sistemas que hay en Chubut, no permitirían en este caso dar con precisión el indicio de pólvora. Con un simple lavado de manos, los rastros se irían. De hecho si son leves, pueden hasta confundirse con componentes de cigarrillos industriales, si es que el sospechoso fumase.

Existen diversas técnicas para saber si un individuo disparó un arma o no, como por ejemplo la prueba de la Harrison Gilroy, la Prueba de Parafina, la Activación de Neutrones, la Prueba de Rodizonato de Sodio o Microscopio Electrónico de Barrido. En la mayoría de los casos de Chubut, por medio del dermonitrotest, los exámenes de pólvora, son poco contundentes.

Para la fiscal Tolomei, la imputada llegó a su domicilio y se lavó las manos con pis que se hallaba guardado en un recipiente. Para la defensa, desde el momento en el que ocurrió el hecho y el instante de la detención, nunca pudo haber tenido tiempo de hacer esa maniobra.

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Así la encontraron a Candela, luego de que se escucharan los disparos en la plaza del barrio Luz y Fuerza.
30 SEP 2017 - 20:19

Candela González tenía 14 años. Resultó muerta tras un brutal ataque con un arma de fuego mientras intentaba huir de su agresor. Fue herida de muerte por la espalda, en el hombro y en su cabeza, a corta distancia, el 29 de abril de 2017, en la Plaza del Barrio Luz y Fuerza de Trelew. Presumen que fue asesinada con una pistola calibre 22. El arma nunca apareció.

Mientras se vislumbra una dura batalla entre la Fiscalía y la defensa de los detenidos acusados de participar del crimen, existe toda una controversia en torno al arma que se utilizó y sobre quién la empuñó.

De momento está acreditado que una menor de edad le robó un arma a su abuelo, quien posee varias armas registradas a su nombre. Esa pistola no solo no aparece, sino que guarda una intriga. Cuando se produjo el asesinato de Candela, Jorgelina Dominguez Reyes iba a bordo de un Peugeot 206 blanco, con cuatro personas más, entre ellas Nicolás Almendra, el joven de 18 años que está preso acusado de manejar el auto y luego hacer desaparecer el arma homicida.

Según datos que fueron aportados a este diario, el joven fue visitado por el abuelo de una menor, G. F. Esta menor es la que sacó el arma de la casa de su abuelo supuestamente para usarla en la disputa con Candela.

El abuelo habría tomado contacto con el padre de Almendra, un hombre al que conoce del ámbito de la construcción. El contacto habría tenido como objetivo recuperar su pistola. Sin embargo, allí surgió que la misma había sido desaparecida de modo tal que nadie la pudiera encontrar. Las pesquisas, a la luz de los hechos, no han tenido ni el más mínimo acercamiento a la pistola, cuanto menos para buscar rastros de ADN.

En torno al derrotero de la pistola surgió que Almendra, por medio de un mensaje al abuelo de la adolescente G.F (una de las integrantes del bando en conflicto con el grupo de Candela), le habría manifestado al hombre que él hizo desaparecer el arma.

Según una entrevista policial a la que tuvo acceso Jornada, el abuelo de G.F sospechó ante integrantes de la Brigada de Investigaciones de Trelew, que hubo un mensaje de texto que fue eliminado por un brigadista. Ese mensaje sería el que confirma que Almendra ocultó el arma de fuego.

¿Qué hizo Almendra?

La defensa de Jorgelina Reyes planteó que la Brigada borró un mensaje con información crucial para el crimen. A esa posición adhirió César Antillanca, quien pidió que se eche a los policías implicados en un supuesto borrado de mensajes y criticó a la fiscal María Tolomei.

En esta línea, cabe alguna reflexión sobre la alusión que hizo el abuelo de G.F , en la entrevista hecha por la propia Policía de Investigaciones a la que accedió este diario, acerca de los mensajes que aquél sostiene habrían sido eliminados por personal policial.

El “fierro”

Según el abuelo de G.F, que declaró en la Brigada, los mensajes eran entre él y Almendra y lo único que decía éste último en ellos era que había ocultado el “fierro”,-refiriéndose al arma homicida-, y que ya no se podría encontrar más. Esa afirmación forma parte del tramo final de la hipótesis que Fiscalía y Policía sostienen desde el comienzo también: que Nicolás Almendra compartía un presumible plan homicida de Domínguez Reyes, que había acompañado a G.F. a conseguir el arma, que luego se la había dado a Domínguez Reyes, que había esperado en el auto pronto para manejar en la huida, que así lo había hecho hasta la casa de los padres de Julio Suarez y que, finalmente, se había ocupado de hacer desaparecer el arma.

En este contexto, la imputación de que la Policía los haya eliminado a propósito parece poco probable, porque tales mensajes “favorecían” a la testigo del caso Antillanca, no tiene ni pies ni cabeza.

Mientras no exista otra teoría sostenible respecto del contenido del mensaje, el resto es mera especulación. Lo que se tiene de momento es que el mismo abuelo de G.F admite el contenido de los mensajes: el ocultamiento del arma homicida.

Pólvora

Las armas de fuego cuando son disparadas no siempre dejan rastros concluyentes de pólvora. Un punto a favor que intentará en juicio ejercer la defensa de Jorgelina Domínguez, da cuenta que en un examen en búsqueda de pólvora en sus manos dio negativo. Pero: ¿todas las armas dejan rastros de pólvora en las manos? La respuesta es no.

El caso del asesinato del fiscal Alberto Nisman se comprobó esta semana que la pistola Bersa calibre 22, si dejan rastros. Sin embargo, los precarios sistemas que hay en Chubut, no permitirían en este caso dar con precisión el indicio de pólvora. Con un simple lavado de manos, los rastros se irían. De hecho si son leves, pueden hasta confundirse con componentes de cigarrillos industriales, si es que el sospechoso fumase.

Existen diversas técnicas para saber si un individuo disparó un arma o no, como por ejemplo la prueba de la Harrison Gilroy, la Prueba de Parafina, la Activación de Neutrones, la Prueba de Rodizonato de Sodio o Microscopio Electrónico de Barrido. En la mayoría de los casos de Chubut, por medio del dermonitrotest, los exámenes de pólvora, son poco contundentes.

Para la fiscal Tolomei, la imputada llegó a su domicilio y se lavó las manos con pis que se hallaba guardado en un recipiente. Para la defensa, desde el momento en el que ocurrió el hecho y el instante de la detención, nunca pudo haber tenido tiempo de hacer esa maniobra.


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