Violencia, basura y trato inhumano: denuncian gravísimas condiciones de detención en la U-6

La Fiscalía Federal de Rawson pidió que el Servicio Penitenciario Federal otorgue condiciones dignas para los presos. Celdas, baños y cocinas están en pésimo estado, hay encierros prolongados en celdas mínimas y detenidos que hacen sus necesidades en bandejas de comida.

01 OCT 2017 - 21:21 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

La Fiscalía Federal de Rawson presentó un habeas corpus colectivo en favor de los presos del Instituto de Seguridad y Resocialización N° 6 del Servicio Penitenciario Federal y pidió ordenar a sus autoridades que frenen el “agravamiento ilegítimo de las condiciones de detención”.

El reclamo se generó tras una inspección al penal capitalino el 14 de septiembre, que verificó numerosas irregularidades. La comitiva revisó el pabellón Nº 11 del sector C, el Nº 13 y de “Seguridad” del Sector D, y la Sala de Internación del Servicio de Asistencia Médica. Hubo miembros de la Procuraduría de Violencia Institucional y de la Procuración General de la Nación.

Según el habeas corpus que firmó el fiscal Fernando Gélvez, se verificó “la imposición de un régimen de vida que implica aislamiento prolongado en celdas individuales, a las que se denomina ´celda seca´”.

Este encierro es sin provisión de agua ni sanitarios, y en algunos casos en condiciones de aislamiento dispuesto en forma discrecional que “agravan ostensiblemente la vida cotidiana de las personas entrevistadas”.

Se encontraron inadecuadas condiciones materiales, de higiene y salubridad en celdas individuales, en sectores comunes de los pabellones, y en el Área de Sanidad destinada al cuidado de la salud de los pacientes. Los detenidos casi no hacen actividades recreativas, deportivas, educativas ni laborales.

Según el fiscal, “las circunstancias verificadas constituyen reiterados, continuos y persistentes agravamientos ilegítimos de las condiciones de detención”. Para corregirlas es necesaria la intervención judicial.

El Pabellón 13 es para alojar personas recién ingresadas al penal, sancionadas o realojadas transitoriamente ante conflictos en el pabellón de origen. Algunos presos permanecieron en sus celdas varios días sin salir, o sólo 30 minutos.

Las celdas miden 1,5 x 2 metros, sin baño ni agua, y con escasa luz natural. Hacen sus necesidades en botellas descartables, bidones de plástico y bandejas de comida. Conviven con eso todo el día, ya que el personal no los lleva al baño en forma inmediata.

Se observaron “pésimas condiciones de higiene, visible suciedad de larga data en paredes y pisos, sin mantenimiento adecuado; sin luz eléctrica e instalaciones precarias y riesgosas ya que hay cables y conexiones sin protección”.

Faltan vidrios en las ventanas pese al viento y el frío sureños, con pocas frazadas. Los colchones son ignífugos pero en mal estado o rotos. No tienen muebles: dejan sus pertenencias en el escritorio, la cama o el piso.

El techo del baño está descascarado y sucio, con hongos y sin vidrios. Hay cuatro inodoros y dos mingitorios en “pésimas condiciones de higiene y mantenimiento”.

El piso está inundado por la pérdida de los inodoros y un desagüe completamente tapado. No hay puertas ni cerramientos para resguardar la intimidad de quienes usan el baño, además de dos estufas en mal estado.

La cocina tiene dos anafes en malas condiciones de higiene y conservación. Y para la basura hay “un contenedor en pésimas condiciones de limpieza, insuficiente para los desechos”.

La comitiva observó tres mesas y debajo “restos de residuos que no eran recientes sino la acumulación de larga data”. Se dejó constancia en el acta del olor nauseabundo, “intolerable por momentos”. No hay elementos de limpieza.

Los presos no acceden a actividades recreativas, laborales ni educativas. Sólo dos horas semanales de acceso al patio, al gimnasio para jugar al fútbol y al colegio una vez a la semana. Su único trabajo es limpiar el lugar.

El teléfono de llamadas entrantes estaba descolgado. Como hay llamadas constantes de los familiares, las autoridades lo dejan así para que los detenidos no se alteren por no poder atender. “El limitado horario de acceso al teléfono por la tarde impacta en el acceso a la justicia, dado que no pueden establecer comunicación con autoridades judiciales”, dice el habeas. Además, el SPF maneja la asignación de pabellones como “un modo de disciplinamiento y en condiciones inhumanas”.

En cuanto a la atención médica, los presos desde que están en este pabellón nunca vieron el recorrido periódico de un médico. Si piden audiencia pocas veces son atendidos o no les responden pese a la insistencia o hay largas demoras.

Por mes les dan sólo un rollo de papel higiénico, una maquinita de afeitar, un jabón y dentífrico. Si les falta deben comprar por sus propios medios en la cantina del penal.

En cuanto al Pabellón de Seguridad, se sostienen regímenes de encierro prolongado, sin acceso al patio ni al gimnasio. Y el aislamiento individual afecta “gravemente” a los internos. Las celdas miden 1,5 x 2 metros, con escasa luz natural y sin luz artificial en algunos casos, con pésima higiene: visible suciedad de larga data en paredes, pisos, techo y en algunas con olor nauseabundo.

La comitiva percibió mucho frío por las ventanas sin vidrios. No hay muebles, instalaciones sanitarias ni agua corriente. Algunos presos recibieron un inodoro plástico pero prefieren hacer sus necesidades en bandejas plásticas y bidones, y convivir con ellos durante las horas de encierro.

Las personas debían permanecer varias horas con la puerta cerrada y en varios casos les afectaba psicológicamente. “Estoy quedando mal psicológicamente” o “Me estoy volviendo loco ya, acá estoy todo el día”, dijeron algunos.

En cuanto al pabellón, “se encontraba en mal estado de higiene y mantenimiento”. Las conexiones eléctricas precarias son un riesgo para los presos, que calientan agua usando recipientes plásticos y colocando cables sobre el agua. El teléfono disponible es sólo para llamadas salientes.

Como en el resto, no hay luz natural y el baño no tiene cerramiento para la intimidad, con el inodoro tapado y un lavatorio. También faltan vidrios. La cocina tiene mal estado de higiene.

Al lugar no van médicos ni psicólogos, y no son asistidos aunque requieran audiencia. En la inspección había cinco detenidos y se pidió asistencia psicológica al médico de guardia para dos. “Da cuenta de la evidente necesidad de un control periódico del personal de sanidad teniendo en cuenta el régimen de vida impuesto”.

Según el habeas, “es necesario tener en cuenta el impacto del aislamiento y encierro en celda individual por tiempos prologados”.

Respecto de los alimentos, el Servicio Penitenciario les provee almuerzo y cena, no desayuno ni merienda. Y on insuficientes los elementos de higiene y limpieza: lavandina y detergente cada 15 días. Sobre el acceso a la justicia, los presos dependen de su posibilidad de contar con tarjeta telefónica para llamar a las autoridades.

En cuanto al pabellón Nº11, en forma reiterada e insistente los entrevistados reclamaron por la violencia y los destrozos de los penitenciarios en los controles rutinarios en el pabellón. Rompen objetos, muebles, infraestructura y pertenencias personales. Estos procedimientos son 3 veces por semana. Cuando hay un conflicto entre los internos, personal de seguridad desde el techo del pabellón dispara balas de goma. Hay gran cantidad marcas en las paredes. La comitiva recibió gran cantidad de solicitudes de asistencia médica, y quejas por la medicación.

El acceso al patio –sin baños- está supeditado a la discrecionalidad del SPF. Sobre la comida, se observó cómo los guardias colocaron una bandeja de ensalada sobre el suelo. Los presos dijeron que las bandejas plásticas las ponen en el suelo y se las patean.

En el baño hay espacio para cuatro inodoros pero sólo colocaron dos, insuficiente para la cifra de personas. Y hay 4 duchas pero sólo dos funcionan. Por la falta de vidrios en las ventanas “ingresaba intenso frío. Y las conexiones eléctricas eran absolutamente precarias”. Hay muchas cucarachas.

En cuanto al Sector de Asistencia Médica, estaba en malas condiciones de higiene, “inaceptables para un espacio destinado al cuidado de la salud”, con restos de basura y una bolsa de residuos en el suelo. Los presos acomodan sus cosas y su comida en el suelo, sobre las camas y en bolsas que cuelgan en los respaldos. Los colchones están sucios.

Sólo funcionaba un foco de luz. La ducha no cuenta con cerramiento para resguardar la intimidad de los pacientes y la provisión de agua caliente suele interrumpirse.

La ventana del baño tiene los vidrios rotos y para que no entre frío los alojados colocaron un trozo de colchón. No les proveen elementos de limpieza ni higiene. Por eso compran por sus propios medios papel higiénico, lavandina, jabón, dentífrico y cepillo de dientes.

La celda 38, un encierro que era “inhumano”

Los inspectores advirtieron que una de las celdas de su recorrido por el penal estaba cerrada, la Nº 38. La abrieron y se mantuvo una entrevista confidencial con la única persona encerrada y aislada.

Ese espacio estaba reservado para contenedores y bolsas de residuos, “lugar que no estaba apto para la detención de una persona en condiciones dignas”. Según sus compañeros, “lo tiraron ahí…confinado”.

En el interior se observaron restos de residuos sobre la cama de cemento y el piso. La celda no tenía colchón, frazadas ni sábanas, sólo las pertenencias del preso. El olor era nauseabundo. “Hacía mucho frío debido a que falta la ventana e ingresaba viento constante. Tampoco artefacto de luz alguno”.

El detenido estaba allí por problemas de convivencia. “Se encontraba muy atemorizado, tenía mucho temor que le pasara algo, que otros detenidos le hicieran daño y que los agentes no hicieran nada para impedirlo y solicitó ser reubicado en otro pabellón”.

Otros detenidos explicaron la necesidad de sacarlo de ese sector no sólo porque lo “habían tirado ahí adentro” sino por la posibilidad de conflictos con otros detenidos del pabellón. Por la gravedad “inaceptable e inhumana” del episodio, exigieron la clausura del calabozo y que se dispusieran “medidas urgentes para la reubicación en un pabellón donde el detenido permanezca en condiciones respetuosas y dignas a la condición humana”.
 

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01 OCT 2017 - 21:21

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

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El reclamo se generó tras una inspección al penal capitalino el 14 de septiembre, que verificó numerosas irregularidades. La comitiva revisó el pabellón Nº 11 del sector C, el Nº 13 y de “Seguridad” del Sector D, y la Sala de Internación del Servicio de Asistencia Médica. Hubo miembros de la Procuraduría de Violencia Institucional y de la Procuración General de la Nación.

Según el habeas corpus que firmó el fiscal Fernando Gélvez, se verificó “la imposición de un régimen de vida que implica aislamiento prolongado en celdas individuales, a las que se denomina ´celda seca´”.

Este encierro es sin provisión de agua ni sanitarios, y en algunos casos en condiciones de aislamiento dispuesto en forma discrecional que “agravan ostensiblemente la vida cotidiana de las personas entrevistadas”.

Se encontraron inadecuadas condiciones materiales, de higiene y salubridad en celdas individuales, en sectores comunes de los pabellones, y en el Área de Sanidad destinada al cuidado de la salud de los pacientes. Los detenidos casi no hacen actividades recreativas, deportivas, educativas ni laborales.

Según el fiscal, “las circunstancias verificadas constituyen reiterados, continuos y persistentes agravamientos ilegítimos de las condiciones de detención”. Para corregirlas es necesaria la intervención judicial.

El Pabellón 13 es para alojar personas recién ingresadas al penal, sancionadas o realojadas transitoriamente ante conflictos en el pabellón de origen. Algunos presos permanecieron en sus celdas varios días sin salir, o sólo 30 minutos.

Las celdas miden 1,5 x 2 metros, sin baño ni agua, y con escasa luz natural. Hacen sus necesidades en botellas descartables, bidones de plástico y bandejas de comida. Conviven con eso todo el día, ya que el personal no los lleva al baño en forma inmediata.

Se observaron “pésimas condiciones de higiene, visible suciedad de larga data en paredes y pisos, sin mantenimiento adecuado; sin luz eléctrica e instalaciones precarias y riesgosas ya que hay cables y conexiones sin protección”.

Faltan vidrios en las ventanas pese al viento y el frío sureños, con pocas frazadas. Los colchones son ignífugos pero en mal estado o rotos. No tienen muebles: dejan sus pertenencias en el escritorio, la cama o el piso.

El techo del baño está descascarado y sucio, con hongos y sin vidrios. Hay cuatro inodoros y dos mingitorios en “pésimas condiciones de higiene y mantenimiento”.

El piso está inundado por la pérdida de los inodoros y un desagüe completamente tapado. No hay puertas ni cerramientos para resguardar la intimidad de quienes usan el baño, además de dos estufas en mal estado.

La cocina tiene dos anafes en malas condiciones de higiene y conservación. Y para la basura hay “un contenedor en pésimas condiciones de limpieza, insuficiente para los desechos”.

La comitiva observó tres mesas y debajo “restos de residuos que no eran recientes sino la acumulación de larga data”. Se dejó constancia en el acta del olor nauseabundo, “intolerable por momentos”. No hay elementos de limpieza.

Los presos no acceden a actividades recreativas, laborales ni educativas. Sólo dos horas semanales de acceso al patio, al gimnasio para jugar al fútbol y al colegio una vez a la semana. Su único trabajo es limpiar el lugar.

El teléfono de llamadas entrantes estaba descolgado. Como hay llamadas constantes de los familiares, las autoridades lo dejan así para que los detenidos no se alteren por no poder atender. “El limitado horario de acceso al teléfono por la tarde impacta en el acceso a la justicia, dado que no pueden establecer comunicación con autoridades judiciales”, dice el habeas. Además, el SPF maneja la asignación de pabellones como “un modo de disciplinamiento y en condiciones inhumanas”.

En cuanto a la atención médica, los presos desde que están en este pabellón nunca vieron el recorrido periódico de un médico. Si piden audiencia pocas veces son atendidos o no les responden pese a la insistencia o hay largas demoras.

Por mes les dan sólo un rollo de papel higiénico, una maquinita de afeitar, un jabón y dentífrico. Si les falta deben comprar por sus propios medios en la cantina del penal.

En cuanto al Pabellón de Seguridad, se sostienen regímenes de encierro prolongado, sin acceso al patio ni al gimnasio. Y el aislamiento individual afecta “gravemente” a los internos. Las celdas miden 1,5 x 2 metros, con escasa luz natural y sin luz artificial en algunos casos, con pésima higiene: visible suciedad de larga data en paredes, pisos, techo y en algunas con olor nauseabundo.

La comitiva percibió mucho frío por las ventanas sin vidrios. No hay muebles, instalaciones sanitarias ni agua corriente. Algunos presos recibieron un inodoro plástico pero prefieren hacer sus necesidades en bandejas plásticas y bidones, y convivir con ellos durante las horas de encierro.

Las personas debían permanecer varias horas con la puerta cerrada y en varios casos les afectaba psicológicamente. “Estoy quedando mal psicológicamente” o “Me estoy volviendo loco ya, acá estoy todo el día”, dijeron algunos.

En cuanto al pabellón, “se encontraba en mal estado de higiene y mantenimiento”. Las conexiones eléctricas precarias son un riesgo para los presos, que calientan agua usando recipientes plásticos y colocando cables sobre el agua. El teléfono disponible es sólo para llamadas salientes.

Como en el resto, no hay luz natural y el baño no tiene cerramiento para la intimidad, con el inodoro tapado y un lavatorio. También faltan vidrios. La cocina tiene mal estado de higiene.

Al lugar no van médicos ni psicólogos, y no son asistidos aunque requieran audiencia. En la inspección había cinco detenidos y se pidió asistencia psicológica al médico de guardia para dos. “Da cuenta de la evidente necesidad de un control periódico del personal de sanidad teniendo en cuenta el régimen de vida impuesto”.

Según el habeas, “es necesario tener en cuenta el impacto del aislamiento y encierro en celda individual por tiempos prologados”.

Respecto de los alimentos, el Servicio Penitenciario les provee almuerzo y cena, no desayuno ni merienda. Y on insuficientes los elementos de higiene y limpieza: lavandina y detergente cada 15 días. Sobre el acceso a la justicia, los presos dependen de su posibilidad de contar con tarjeta telefónica para llamar a las autoridades.

En cuanto al pabellón Nº11, en forma reiterada e insistente los entrevistados reclamaron por la violencia y los destrozos de los penitenciarios en los controles rutinarios en el pabellón. Rompen objetos, muebles, infraestructura y pertenencias personales. Estos procedimientos son 3 veces por semana. Cuando hay un conflicto entre los internos, personal de seguridad desde el techo del pabellón dispara balas de goma. Hay gran cantidad marcas en las paredes. La comitiva recibió gran cantidad de solicitudes de asistencia médica, y quejas por la medicación.

El acceso al patio –sin baños- está supeditado a la discrecionalidad del SPF. Sobre la comida, se observó cómo los guardias colocaron una bandeja de ensalada sobre el suelo. Los presos dijeron que las bandejas plásticas las ponen en el suelo y se las patean.

En el baño hay espacio para cuatro inodoros pero sólo colocaron dos, insuficiente para la cifra de personas. Y hay 4 duchas pero sólo dos funcionan. Por la falta de vidrios en las ventanas “ingresaba intenso frío. Y las conexiones eléctricas eran absolutamente precarias”. Hay muchas cucarachas.

En cuanto al Sector de Asistencia Médica, estaba en malas condiciones de higiene, “inaceptables para un espacio destinado al cuidado de la salud”, con restos de basura y una bolsa de residuos en el suelo. Los presos acomodan sus cosas y su comida en el suelo, sobre las camas y en bolsas que cuelgan en los respaldos. Los colchones están sucios.

Sólo funcionaba un foco de luz. La ducha no cuenta con cerramiento para resguardar la intimidad de los pacientes y la provisión de agua caliente suele interrumpirse.

La ventana del baño tiene los vidrios rotos y para que no entre frío los alojados colocaron un trozo de colchón. No les proveen elementos de limpieza ni higiene. Por eso compran por sus propios medios papel higiénico, lavandina, jabón, dentífrico y cepillo de dientes.

La celda 38, un encierro que era “inhumano”

Los inspectores advirtieron que una de las celdas de su recorrido por el penal estaba cerrada, la Nº 38. La abrieron y se mantuvo una entrevista confidencial con la única persona encerrada y aislada.

Ese espacio estaba reservado para contenedores y bolsas de residuos, “lugar que no estaba apto para la detención de una persona en condiciones dignas”. Según sus compañeros, “lo tiraron ahí…confinado”.

En el interior se observaron restos de residuos sobre la cama de cemento y el piso. La celda no tenía colchón, frazadas ni sábanas, sólo las pertenencias del preso. El olor era nauseabundo. “Hacía mucho frío debido a que falta la ventana e ingresaba viento constante. Tampoco artefacto de luz alguno”.

El detenido estaba allí por problemas de convivencia. “Se encontraba muy atemorizado, tenía mucho temor que le pasara algo, que otros detenidos le hicieran daño y que los agentes no hicieran nada para impedirlo y solicitó ser reubicado en otro pabellón”.

Otros detenidos explicaron la necesidad de sacarlo de ese sector no sólo porque lo “habían tirado ahí adentro” sino por la posibilidad de conflictos con otros detenidos del pabellón. Por la gravedad “inaceptable e inhumana” del episodio, exigieron la clausura del calabozo y que se dispusieran “medidas urgentes para la reubicación en un pabellón donde el detenido permanezca en condiciones respetuosas y dignas a la condición humana”.
 


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