El Consejo Federal: gatopardismo puro

Los clubes indefensos. Nada ha cambiado. Todo cambia para que nada cambie. Eso se llama gatopardismo puro. Es lo que sucede con la historia del fútbol indirectamente afiliado a la AFA que la maneja el Consejo Federal.

04 OCT 2017 - 21:12 | Actualizado

Por Juan Miguel Bigrevich

En esa diégesis, uno siempre vende y el otro siempre compra. Invariablemente uno gana y el otro pierde.

La Asociación del Fútbol Argentino, ha creado un nicho extraordinario a través del Consejo Federal. Es el sintético paquete que comprende los torneos federales, los hijos bobos, en particular el B, que mantiene una organización que nada le da, pero que todo le ofrece y le saca.

A los casi 200 equipos que intervienen en esa cuarta categoría del fútbol federado, le cobran por todo y no le pagan por nada. Sólo la ilusión de un ascenso a una categoría superior para volver a empezar, obviamente, con mayores costos y exigencias tanto contractuales, como deportivas y estructurales.

Los clubes que intervienen en ese certamen, con el esfuerzo denodado de pocos dirigentes y en algunos casos con el apoyo de estructuras del Estado, como el pago de los viajes, abonan pingües aranceles. Arbitrajes, indumentaria, seguros, sueldos y aportes al edificio de la calle Viamonte para poder jugar. Y desde las luces de la gran metrópoli nada vuelve.

Ahora le tocó el turno al útil más importante que tiene el rectángulo de juego: la pelota de fútbol.

Primero se decidió jugar con la marca Penalty; luego con Adidas y ahora de nuevo con el balón de origen brasileño. Por supuesto, en todos los casos, las instituciones deportivas debieron adquirir esas marcas a partir de una decisión unilateral de las autoridades del CF que, sin meditar la situación económica y financiera de aquellas, resolvieron cambiar el caballo (la pelota) a mitad del río (del campeonato).

Evidentemente, no importa que los clubes hayan pagado, a principio de temporada, por las Adidas Argentum y ahora optar por las Penalty Pro.

Más allá de las nulidades a la que se hacen referencia y a los acuerdos contractuales, cabe una pregunta. ¿Por qué se cambió de pelota y sólo en el Federal B? ¿Cuál fue el motivo? ¿Si son mejores las Penalty que las alemanas hechas en Asia, significa que nunca se hizo un control de calidad de las tres tiras? Todos estos cuestionamientos no tuvieron respuestas por parte de las autoridades futbolísticas nacionales a las que este diario consultó. Solo se limitaron a decir que son cuestiones contractuales.

Mientras tanto los clubes de todas las regiones del país, tienen que hacerse cargo, monetariamente, de nuevas pelotas de fútbol, porque es obligación jugar con las nuevas autorizadas. Caso contrario, podrían caber sanciones.

Pero esto no es solo para aquellos que aún tienen chances de acceder a una segunda instancia del torneo, sino también para aquellos que ya están eliminados matemáticamente, pero, como corresponde, deben seguir compitiendo. Eso sí, con nuevos elementos que obligatoriamente deberán pagar.

La AFA recibe varios millones de dólares como royaltie por parte de Adidas para usar su marca. ¿No sería interesante que parte de ese dinero vaya a los clubes del interior profundo de la Argentina por su contribución a un fútbol más puro y cuasi amateur que el que se practica en las categorías profesionales del país?

Estúpidamente orgullosos, nos varagloriamos al decir que el fútbol es para vivos. Unos vivos bárbaros. En el país del fútbol, con campeonatos mundiales ganados, las pelotas con que se juega son extranjeras y a pesar del bajo costo original basado en una brutal explotación laboral, se venden en fortunas.

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04 OCT 2017 - 21:12

Por Juan Miguel Bigrevich

En esa diégesis, uno siempre vende y el otro siempre compra. Invariablemente uno gana y el otro pierde.

La Asociación del Fútbol Argentino, ha creado un nicho extraordinario a través del Consejo Federal. Es el sintético paquete que comprende los torneos federales, los hijos bobos, en particular el B, que mantiene una organización que nada le da, pero que todo le ofrece y le saca.

A los casi 200 equipos que intervienen en esa cuarta categoría del fútbol federado, le cobran por todo y no le pagan por nada. Sólo la ilusión de un ascenso a una categoría superior para volver a empezar, obviamente, con mayores costos y exigencias tanto contractuales, como deportivas y estructurales.

Los clubes que intervienen en ese certamen, con el esfuerzo denodado de pocos dirigentes y en algunos casos con el apoyo de estructuras del Estado, como el pago de los viajes, abonan pingües aranceles. Arbitrajes, indumentaria, seguros, sueldos y aportes al edificio de la calle Viamonte para poder jugar. Y desde las luces de la gran metrópoli nada vuelve.

Ahora le tocó el turno al útil más importante que tiene el rectángulo de juego: la pelota de fútbol.

Primero se decidió jugar con la marca Penalty; luego con Adidas y ahora de nuevo con el balón de origen brasileño. Por supuesto, en todos los casos, las instituciones deportivas debieron adquirir esas marcas a partir de una decisión unilateral de las autoridades del CF que, sin meditar la situación económica y financiera de aquellas, resolvieron cambiar el caballo (la pelota) a mitad del río (del campeonato).

Evidentemente, no importa que los clubes hayan pagado, a principio de temporada, por las Adidas Argentum y ahora optar por las Penalty Pro.

Más allá de las nulidades a la que se hacen referencia y a los acuerdos contractuales, cabe una pregunta. ¿Por qué se cambió de pelota y sólo en el Federal B? ¿Cuál fue el motivo? ¿Si son mejores las Penalty que las alemanas hechas en Asia, significa que nunca se hizo un control de calidad de las tres tiras? Todos estos cuestionamientos no tuvieron respuestas por parte de las autoridades futbolísticas nacionales a las que este diario consultó. Solo se limitaron a decir que son cuestiones contractuales.

Mientras tanto los clubes de todas las regiones del país, tienen que hacerse cargo, monetariamente, de nuevas pelotas de fútbol, porque es obligación jugar con las nuevas autorizadas. Caso contrario, podrían caber sanciones.

Pero esto no es solo para aquellos que aún tienen chances de acceder a una segunda instancia del torneo, sino también para aquellos que ya están eliminados matemáticamente, pero, como corresponde, deben seguir compitiendo. Eso sí, con nuevos elementos que obligatoriamente deberán pagar.

La AFA recibe varios millones de dólares como royaltie por parte de Adidas para usar su marca. ¿No sería interesante que parte de ese dinero vaya a los clubes del interior profundo de la Argentina por su contribución a un fútbol más puro y cuasi amateur que el que se practica en las categorías profesionales del país?

Estúpidamente orgullosos, nos varagloriamos al decir que el fútbol es para vivos. Unos vivos bárbaros. En el país del fútbol, con campeonatos mundiales ganados, las pelotas con que se juega son extranjeras y a pesar del bajo costo original basado en una brutal explotación laboral, se venden en fortunas.


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