Desde la Iglesia remarcan que "crear empleo es la gran tarea"

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor José María Arancedo, afirmó hoy que el clima de acuerdos y consensos que promueve el gobierno "colabora" con la concreción de una próxima visita del papa Francisco a la Argentina y sostuvo que "crear empleos en blanco es la gran tarea que nos debemos como argentinos" para superar la pobreza.

31 OCT 2017 - 14:59 | Actualizado


Además, en una entrevista que concedió a Télam a pocos días de dejar el cargo, el arzobispo de Santa Fe y titular del Episcopado argentino durante los últimos seis años llamó a "respetar los tiempos de la Justicia" en el avance de las causas de corrupción.

La semana próxima, en el marco de una asamblea plenaria de obispos de todo el país que se desarrollará en la localidad bonaerense de Pilar, quedará definida la renovación de autoridades del Episcopado. 

El siguiente es el diálogo que Arancedo mantuvo con Télam:

En pocos días más dejará de ser el presidente del Episcopado argentino después de seis años. ¿Qué balance hace de esta etapa?
La presidencia del Episcopado es un servicio y yo lo he encarado con mucho espíritu de servicio, muy acompañado por todos los obispos que lo integran. Doy gracias a Dios de poder concluir estos seis años y haber arribado con muchas realizaciones, algunas mejores, otras no tanto. El camino de la Iglesia lleva 2 mil años y uno se diluye en ese camino que lo trasciende. Se puede pensar que empezó una etapa nueva, pero en realidad yo fui continuando el camino y el que vendrá hará lo mismo.

¿Qué perfil debería tener la nueva conducción del Episcopado?
Debería tener una continuidad con cambios. Siempre cada gestión nueva tiene que tener su impronta pero dentro de una continuidad, sin rupturas, porque las rupturas en la Iglesia no son buenas ni creativas. Hay que continuar con creatividad afianzando sobre todo la tarea más pastoral de la Iglesia, que es la que no tiene publicidad en los medios, aunque también manteniendo el perfil de diálogo que se ha podido llevar adelante con toda la sociedad estos años.

¿Será finalmente la nueva conducción de la Iglesia la encargada de organizar la visita de Francisco a la Argentina?
Espero que sí. Francisco está siempre cerca nuestro. Hay un buen diálogo con las autoridades del gobierno y por supuesto con la Iglesia. Nosotros le decimos que deseamos que venga pero es él quien maneja su agenda. Hay que tener la paciencia de saber que es alguien que nos quiere y que tiene la intención de venir, pero depende de una agenda y de tiempos que él maneja. Yo no puedo decir cuándo, no quiero dar más fechas posibles, pero no tiene que ver con la gestión de un Episcopado. La Iglesia argentina está más allá de una comisión ejecutiva. Su relación (con el país) está por encima de eso.

El clima de acuerdos y consensos que promueve el gobierno de Mauricio Macri, plasmada en la convocatoria de ayer en el CCK, ¿ayuda a crear las condiciones de la visita del Papa al país?
Yo creo que sí, puede colaborar. Francisco nos pide siempre tener una gran sensibilidad hacia los pobres, que no nos olvidemos de ellos. Se lo dice siempre a los autoridades, y otra de sus recomendaciones es que tratemos de encontrarnos más los argentinos, sin borrar las diferencias porque la diversidad enriquece. Estamos en ese camino. Lo importante es que se sienten los diferentes sectores a dialogar, como parte de una misma realidad. Porque cuando nos sentamos y conversamos no estamos en veredas opuestas sino en la misma.

Con motivo de la I Jornada Mundial de los Pobres que convocó Francisco para el próximo 19 de noviembre, el Episcopado difundió una declaración en la que advirtió que gran parte de nuestro pueblo es pobre y pidieron un “esfuerzo de honestidad frente a la corrupción”. ¿Cómo se hace para salir de ese núcleo duro de pobreza?
Con esa jornada el Papa nos pide no desentendernos de los pobres. Para salir de la pobreza, hay que generar trabajo. La pobreza no se subsana con dádivas o subsidios. Eso dura poco y no crea una cultura del trabajo. No pone de pie a la persona, la mantiene pobre. Crear empleos en blanco para que los trabajadores tengan sus derechos asegurados es la gran tarea que nos debemos como argentinos. La asistencia es el primer paso que no podemos dejar de dar pero la generación de empleos tendría que ser una política de Estado que permita salir de la pobreza.

¿Cómo vio el clima político que rodeó la última campaña electoral y el nivel de debate entre los candidatos?
Las campañas siempre tienen mucho de chicana pero cuando pasan, a los adversarios se los ve conversando, se saludan, se abrazan. No hay que dejarse llevar por las palabras de las campañas electorales. Lo importante es que se descubran, más allá de la diversidad, como parte de un mismo pueblo, y eso lo hace el diálogo. Cuando empezamos a sentirnos ajenos, estamos corriendo el peligro de aumentar el grieta. Tenemos que llegar a sentirnos parte de la misma comunidad en la diversidad para ir fortaleciendo el cuerpo social.

¿Cómo siguió la Iglesia el caso de Santiago Maldonado?
Con mucho dolor y con esperanza de vida. Se pidió en las iglesias por su aparición con vida. Ahora las circunstancias de su muerte están en manos de la Justicia. Expresamos nuestras condolencias a la familia, nuestra cercanía en el dolor, pidiendo que se esclarezca en la verdad y la justicia. Estamos a la espera de eso.

¿Cómo vivió durante sus años como presidente del Episcopado el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia?
Con mucho dolor. Si hay algo que nos duele en la Iglesia es eso porque es un pecado, un delito y un abuso de la inocencia de un chico. Hemos pedido perdón y hoy están en marcha protocolos en todas las diócesis para actuar inmediatamente cuando hay una denuncia, ponernos al servicio de la víctima en primer lugar y tomar medidas contra ese sacerdote sacándolo de la actividad pastoral. Son hechos puntuales que duelen y que constituyen manchas en la Iglesia que hay que asumirlas y limpiarlas.

31 OCT 2017 - 14:59


Además, en una entrevista que concedió a Télam a pocos días de dejar el cargo, el arzobispo de Santa Fe y titular del Episcopado argentino durante los últimos seis años llamó a "respetar los tiempos de la Justicia" en el avance de las causas de corrupción.

La semana próxima, en el marco de una asamblea plenaria de obispos de todo el país que se desarrollará en la localidad bonaerense de Pilar, quedará definida la renovación de autoridades del Episcopado. 

El siguiente es el diálogo que Arancedo mantuvo con Télam:

En pocos días más dejará de ser el presidente del Episcopado argentino después de seis años. ¿Qué balance hace de esta etapa?
La presidencia del Episcopado es un servicio y yo lo he encarado con mucho espíritu de servicio, muy acompañado por todos los obispos que lo integran. Doy gracias a Dios de poder concluir estos seis años y haber arribado con muchas realizaciones, algunas mejores, otras no tanto. El camino de la Iglesia lleva 2 mil años y uno se diluye en ese camino que lo trasciende. Se puede pensar que empezó una etapa nueva, pero en realidad yo fui continuando el camino y el que vendrá hará lo mismo.

¿Qué perfil debería tener la nueva conducción del Episcopado?
Debería tener una continuidad con cambios. Siempre cada gestión nueva tiene que tener su impronta pero dentro de una continuidad, sin rupturas, porque las rupturas en la Iglesia no son buenas ni creativas. Hay que continuar con creatividad afianzando sobre todo la tarea más pastoral de la Iglesia, que es la que no tiene publicidad en los medios, aunque también manteniendo el perfil de diálogo que se ha podido llevar adelante con toda la sociedad estos años.

¿Será finalmente la nueva conducción de la Iglesia la encargada de organizar la visita de Francisco a la Argentina?
Espero que sí. Francisco está siempre cerca nuestro. Hay un buen diálogo con las autoridades del gobierno y por supuesto con la Iglesia. Nosotros le decimos que deseamos que venga pero es él quien maneja su agenda. Hay que tener la paciencia de saber que es alguien que nos quiere y que tiene la intención de venir, pero depende de una agenda y de tiempos que él maneja. Yo no puedo decir cuándo, no quiero dar más fechas posibles, pero no tiene que ver con la gestión de un Episcopado. La Iglesia argentina está más allá de una comisión ejecutiva. Su relación (con el país) está por encima de eso.

El clima de acuerdos y consensos que promueve el gobierno de Mauricio Macri, plasmada en la convocatoria de ayer en el CCK, ¿ayuda a crear las condiciones de la visita del Papa al país?
Yo creo que sí, puede colaborar. Francisco nos pide siempre tener una gran sensibilidad hacia los pobres, que no nos olvidemos de ellos. Se lo dice siempre a los autoridades, y otra de sus recomendaciones es que tratemos de encontrarnos más los argentinos, sin borrar las diferencias porque la diversidad enriquece. Estamos en ese camino. Lo importante es que se sienten los diferentes sectores a dialogar, como parte de una misma realidad. Porque cuando nos sentamos y conversamos no estamos en veredas opuestas sino en la misma.

Con motivo de la I Jornada Mundial de los Pobres que convocó Francisco para el próximo 19 de noviembre, el Episcopado difundió una declaración en la que advirtió que gran parte de nuestro pueblo es pobre y pidieron un “esfuerzo de honestidad frente a la corrupción”. ¿Cómo se hace para salir de ese núcleo duro de pobreza?
Con esa jornada el Papa nos pide no desentendernos de los pobres. Para salir de la pobreza, hay que generar trabajo. La pobreza no se subsana con dádivas o subsidios. Eso dura poco y no crea una cultura del trabajo. No pone de pie a la persona, la mantiene pobre. Crear empleos en blanco para que los trabajadores tengan sus derechos asegurados es la gran tarea que nos debemos como argentinos. La asistencia es el primer paso que no podemos dejar de dar pero la generación de empleos tendría que ser una política de Estado que permita salir de la pobreza.

¿Cómo vio el clima político que rodeó la última campaña electoral y el nivel de debate entre los candidatos?
Las campañas siempre tienen mucho de chicana pero cuando pasan, a los adversarios se los ve conversando, se saludan, se abrazan. No hay que dejarse llevar por las palabras de las campañas electorales. Lo importante es que se descubran, más allá de la diversidad, como parte de un mismo pueblo, y eso lo hace el diálogo. Cuando empezamos a sentirnos ajenos, estamos corriendo el peligro de aumentar el grieta. Tenemos que llegar a sentirnos parte de la misma comunidad en la diversidad para ir fortaleciendo el cuerpo social.

¿Cómo siguió la Iglesia el caso de Santiago Maldonado?
Con mucho dolor y con esperanza de vida. Se pidió en las iglesias por su aparición con vida. Ahora las circunstancias de su muerte están en manos de la Justicia. Expresamos nuestras condolencias a la familia, nuestra cercanía en el dolor, pidiendo que se esclarezca en la verdad y la justicia. Estamos a la espera de eso.

¿Cómo vivió durante sus años como presidente del Episcopado el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia?
Con mucho dolor. Si hay algo que nos duele en la Iglesia es eso porque es un pecado, un delito y un abuso de la inocencia de un chico. Hemos pedido perdón y hoy están en marcha protocolos en todas las diócesis para actuar inmediatamente cuando hay una denuncia, ponernos al servicio de la víctima en primer lugar y tomar medidas contra ese sacerdote sacándolo de la actividad pastoral. Son hechos puntuales que duelen y que constituyen manchas en la Iglesia que hay que asumirlas y limpiarlas.


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