Un gobernador en primera persona

Mario Das Neves fue de los pocos dirigentes chubutenses que dejó un testimonio escrito para decir qué pensaba y qué quería. Aquí, un tramo de ese texto de hace 6 años.

Inseparables. Raquel y Mario, una pareja con las cosas claras.
31 OCT 2017 - 22:42 | Actualizado

Además de mi familia, hay muchas cosas que me hacen feliz.  Y todas se relacionan con la posibilidad que da la política de ayudar a la gente.
A mí me hace feliz ver bien a los viejos. Me hace feliz ver caminar, andar, hacer turismo social a gente que ya estaba resignada a que los últimos años de su vida serían tristes porque no tenían más alternativa que quedarse en sus casas o, en el peor de los casos, en un geriátrico.
Me hace feliz ver que los chicos tienen oportunidades de estudiar, de crecer y de ver sus ilusiones hechas realidad.
Esa es la tarea de la política. Para mí la política es un trabajo noble. Lamentablemente, tenemos mucha gente que no le hace honor a ese trabajo. Son los que yo siempre digo que vienen a servirse de la política y no a servir con la política. Y eso, servir a través de la actividad política, es lo que a mí me empuja todos los días.
Ya dije, pero vale la pena repetirlo, que para ser feliz una de las cosas que más importa es hacer lo que a uno le gusta. En lo personal, quizá no le di a Raquel toda la felicidad que se merece por ser mi mujer, mi compañera, mi esposa y la excelente persona que es. Porque podríamos haber hecho otras cosas. Por ejemplo viajar más o estar más tiempo juntos. Pero ella es central cuando pienso en la felicidad. Después de treinta y cuatro años, nadie me entiende como ella. Aunque algunas cosas no me las justifica.
Lo que está acordado casi sin haberlo hablado es que vamos a estar alcanzándonos el vaso de agua al final de nuestras vidas. Y eso también es un objetivo que se construye día a día.
Charla íntima

Una de las primeras cosas que hablamos con Raquel, y esto no es lo más común en una pareja joven, fue que nunca dejaríamos a nuestros viejos.
Respeto las decisiones que toman las personas respecto de sus vidas porque en definitiva, cada uno sabe dónde le aprieta el zapato. Pero sobre todo en Buenos Aires, tal vez porque es una ciudad enorme y muchas cosas son más difíciles, eso de poner a los viejos en un geriátrico a mí no me cierra. Por más que sea el mejor de todos.
Cuando empezamos a construir nuestra familia, Raquel y yo nos dijimos que los viejos son los viejos y que en el momento en que nos  tocara, nos teníamos que hacer cargo de ellos por amor, por gratitud y por respeto. Y fue así como el padre de Raquel que era un señor con serios problemas de salud, diabético y fumador, pasó con nosotros los tres últimos años de su vida hasta que falleció en 1984.
Después nos ocupamos de mi viejo hasta que murió, rodeado del cariño de todos. Mi papá amaba a Raquel. Tenía con ella una relación envidiable al punto que era la persona más equilibrada, más objetiva y más confiable del mundo.
Y ahora tenemos a las dos “viejas” con nosotros. Celsa, la mamá de Raquel, está con las dificultades propias de sus ochenta y cuatro años. Mi vieja, en cambio, es la más guapa, aunque a veces tiene momentos de mucha tristeza porque siente mucho la ausencia de mi viejo. Cuando la escucho deprimida, enseguida voy a buscarla o, si no quiere venir, paso por la casa a tomar unos mates y a charlar un rato.
Importantes

Nuestras madres son tan importantes para nosotros que, pensando en que dentro de un corto tiempo vamos a tener que volver a nuestra casa de Trelew y Celsa no va a poder subir la escalera por sus problemas de salud, hace cuatro meses empezamos a construirle un cuarto con su baño en la planta baja. Y también pensamos que, en su momento, será la habitación de mi mamá. Así de pragmáticos somos. Así de atentos a la planificación de la vida para poder estar con nuestros viejos la mayor cantidad de tiempo posible.

*Transcripción del capítulo “Lo que me hace feliz”, del libro “Mario Das Neves, Hagamos Futuro, mi historia de cara a una nueva Argentina”, editado por Editorial  Planeta en marzo de 2011. #

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Inseparables. Raquel y Mario, una pareja con las cosas claras.
31 OCT 2017 - 22:42

Además de mi familia, hay muchas cosas que me hacen feliz.  Y todas se relacionan con la posibilidad que da la política de ayudar a la gente.
A mí me hace feliz ver bien a los viejos. Me hace feliz ver caminar, andar, hacer turismo social a gente que ya estaba resignada a que los últimos años de su vida serían tristes porque no tenían más alternativa que quedarse en sus casas o, en el peor de los casos, en un geriátrico.
Me hace feliz ver que los chicos tienen oportunidades de estudiar, de crecer y de ver sus ilusiones hechas realidad.
Esa es la tarea de la política. Para mí la política es un trabajo noble. Lamentablemente, tenemos mucha gente que no le hace honor a ese trabajo. Son los que yo siempre digo que vienen a servirse de la política y no a servir con la política. Y eso, servir a través de la actividad política, es lo que a mí me empuja todos los días.
Ya dije, pero vale la pena repetirlo, que para ser feliz una de las cosas que más importa es hacer lo que a uno le gusta. En lo personal, quizá no le di a Raquel toda la felicidad que se merece por ser mi mujer, mi compañera, mi esposa y la excelente persona que es. Porque podríamos haber hecho otras cosas. Por ejemplo viajar más o estar más tiempo juntos. Pero ella es central cuando pienso en la felicidad. Después de treinta y cuatro años, nadie me entiende como ella. Aunque algunas cosas no me las justifica.
Lo que está acordado casi sin haberlo hablado es que vamos a estar alcanzándonos el vaso de agua al final de nuestras vidas. Y eso también es un objetivo que se construye día a día.
Charla íntima

Una de las primeras cosas que hablamos con Raquel, y esto no es lo más común en una pareja joven, fue que nunca dejaríamos a nuestros viejos.
Respeto las decisiones que toman las personas respecto de sus vidas porque en definitiva, cada uno sabe dónde le aprieta el zapato. Pero sobre todo en Buenos Aires, tal vez porque es una ciudad enorme y muchas cosas son más difíciles, eso de poner a los viejos en un geriátrico a mí no me cierra. Por más que sea el mejor de todos.
Cuando empezamos a construir nuestra familia, Raquel y yo nos dijimos que los viejos son los viejos y que en el momento en que nos  tocara, nos teníamos que hacer cargo de ellos por amor, por gratitud y por respeto. Y fue así como el padre de Raquel que era un señor con serios problemas de salud, diabético y fumador, pasó con nosotros los tres últimos años de su vida hasta que falleció en 1984.
Después nos ocupamos de mi viejo hasta que murió, rodeado del cariño de todos. Mi papá amaba a Raquel. Tenía con ella una relación envidiable al punto que era la persona más equilibrada, más objetiva y más confiable del mundo.
Y ahora tenemos a las dos “viejas” con nosotros. Celsa, la mamá de Raquel, está con las dificultades propias de sus ochenta y cuatro años. Mi vieja, en cambio, es la más guapa, aunque a veces tiene momentos de mucha tristeza porque siente mucho la ausencia de mi viejo. Cuando la escucho deprimida, enseguida voy a buscarla o, si no quiere venir, paso por la casa a tomar unos mates y a charlar un rato.
Importantes

Nuestras madres son tan importantes para nosotros que, pensando en que dentro de un corto tiempo vamos a tener que volver a nuestra casa de Trelew y Celsa no va a poder subir la escalera por sus problemas de salud, hace cuatro meses empezamos a construirle un cuarto con su baño en la planta baja. Y también pensamos que, en su momento, será la habitación de mi mamá. Así de pragmáticos somos. Así de atentos a la planificación de la vida para poder estar con nuestros viejos la mayor cantidad de tiempo posible.

*Transcripción del capítulo “Lo que me hace feliz”, del libro “Mario Das Neves, Hagamos Futuro, mi historia de cara a una nueva Argentina”, editado por Editorial  Planeta en marzo de 2011. #


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