Editorial / Los gestos y el delicado equilibrio entre conceder y defender nuestros intereses

La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

11 NOV 2017 - 20:25 | Actualizado

El presidente Mauricio Macri tenía una particular dilección por Mario Das Neves. A pesar de que estaban en las antípodas políticas y de que el chubutense más de una vez lo sacudió sin sutilezas, el Presidente de la Nación no dudó en venir en marzo del año pasado para acompañarlo en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura provincial, y le dedicaba particular atención en cada encuentro con gobernadores que se realizaba en la Casa Rosada o en Olivos.


Es necesario recordar ese dato para entender y valorar la importancia que tuvo el jueves pasado el lugar que ocupó el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, en la enorme mesa de gobernadores en donde había mandatarios más importantes en términos relativos y políticos que el chubutense.
Aunque dicen que hay un protocolo y un orden alfabético que lo habría puesto codo a codo con el Presidente, no es menos cierto que muchas veces eso no se respeta. Esta vez, Macri quiso dar una señal que tiene varios destinatarios y también múltiples lecturas. La que importa a los chubutenses de a pie es que el Presidente quiere que al nuevo gobernador de Chubut le vaya bien. Sabe que está arrancando una gestión de dos años con muchas dificultades económicas y financieras, y que encima tiene que reemplazar al irremplazable de Das Neves. Macri le hizo saber, sin decirlo abiertamente, que la larga mano del Estado nacional estará disponible para asistir a Chubut.

Claro que esto es política y no una reunión de amigos que se dispensan afecto incondicional. En política, los apoyos como los que Macri parece estar dispuesto a darle a Arcioni conllevan obligaciones. De ambas partes, pero obligaciones al fin.

Chubut deberá dar señales claras de que encarará las reformas que hagan falta para poner a la provincia nuevamente de pie. El Gobierno nacional no dará apoyo a cambio de nada, y ese es el gran desafío del novel gobernador: saber qué está dispuesto a entregar para que la Provincia pueda atravesar la acuciante crisis. Y qué no conceder, para defender a capa y espada la independencia y los intereses de los chubutenses.

El plan de Arcioni

El gobernador volvió satisfecho de la cumbre de gobernadores con el Presidente pero no tuvo empacho en aclarar que esto era solo un comienzo y que hay que mirar con mayor precisión qué impuestos se pretenden modificar con la reforma tributaria que impulsa la Casa Rosada. “De ninguna manera vamos a aceptar propuestas que afecten los derechos adquiridos por los trabajadores”, advirtió.


Arcioni quiere primero cuantificar para poder después recién sentarse a dialogar. Siempre durante la reciente campaña habló de la necesidad de impulsar una reforma impositiva y ahora no se va a desdecir. Está dispuesto a acompañar todas aquellas medidas que impliquen mayores incentivos para la inversión y la creación de empleos, pero de ninguna manera va a aceptar propuestas que afecten los derechos adquiridos por los trabajadores. “Necesitamos acciones que mejoren la calidad de vida de la gente y no medidas que la empeoren”, le dijo a sus allegados tras volver de Buenos Aires.

Hasta el fondo

La discusión de fondo, paradójicamente, es el fondo. Parece un juego de palabras pero no lo es: el eje que destrabará o complicará las relaciones entre Nación y las provincias es el famoso Fondo del Conurbano, un “invento” de la época en que gobernaba Carlos Saúl Menem y que se ideó para que a Eduardo Duhalde no se le incendiara la Provincia de Buenos Aires que gobernaba por aquel tiempo. La idea era que todos los años recibiera 650 millones de dólares extras por la pérdida relativa de coparticipación que había sufrido con una ley instrumentada en 1988. Aquella ley, de la que hemos escrito más de una vez en esta Columna del Domingo, perjudicó soberanamente a la Provincia de Buenos Aires pero, también, a Chubut. Para los bonaerenses hubo un “fondo de reparación” a mediados de los 90. Para los chubutenses, nunca hubo nada.  

Es cierto que aquel Fondo del Conurbano que salvó del incendio a varios gobernadores bonaerenses ahora quedó obsoleto. En vez de ser un resarcimiento, hace tiempo no es más que un tope a los ingresos de la mayor provincia del país.

Ahora, lo que Macri pretende para sostener a su espada política –y eficiente herramienta electoral-, la gobernadora María Eugenia Vidal, es devolverles a los bonaerenses parte de lo que perdieron en todos estos años. Vidal fue a la Corte Suprema para exigir una reparación que debían pagar todas las provincias, incluida Chubut. Para darle más plata a Vidal, el resto de los 23 distritos debía resignar fondos coparticipables.

La novedad, tras la reunión del jueves pasado, es que Vidal estaría dispuesta a retirar la demanda de la Corte si esos fondos para Buenos Aires aparecen de alguna otra forma. La idea es eliminar el tope de $ 650 millones para Buenos Aires y, además, disponer del 36% de la recaudación que no ingresaba a la masa coparticipable. Con el aumento, la masa coparticipable se incrementará en unos $ 230.000 millones y Buenos Aires pasaría a recibir, de un plumazo, $ 20.000 millones.

Hasta ahí, todo sería ganancia para Buenos Aires y nada para el resto. Por eso Macri pensó en pedirles a las provincias que cedan el 100% de la recaudación del Impuesto al Cheque –que hoy se coparticipa- para poder financiar a la ANSeS. Y a cambio, la Nación compensará a las provincias por las cifras que pudieran haber perdido producto de las dos medidas anteriores.

Cómo lo hará, es una incógnita. Se supone que como la masa coparticipable crecería, las provincias podrían empezar a percibir importantes aumentos de fondos coparticipables.

La única duda es qué hará Chubut con su reclamo por las enormes pérdidas causadas por el cambio del sistema de coparticipación de 1988. Das Neves había levantado la voz varias veces en este sentido, y hasta habló de un reclamo de 1.300 millones extras para compensar lo que perdió la provincia. Macri, en cambio, les pidió el jueves a todos los gobernadores que levanten los reclamos judiciales que muchas provincias tienen por temas similares.
Se viene un tiempo de negociación permanente, de tira y afloje, de toma y daca.

De la capacidad de los negociadores dependerá el futuro de Chubut. No es poca cosa la que tiene que resolver el gobernador Arcioni.#

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11 NOV 2017 - 20:25

El presidente Mauricio Macri tenía una particular dilección por Mario Das Neves. A pesar de que estaban en las antípodas políticas y de que el chubutense más de una vez lo sacudió sin sutilezas, el Presidente de la Nación no dudó en venir en marzo del año pasado para acompañarlo en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura provincial, y le dedicaba particular atención en cada encuentro con gobernadores que se realizaba en la Casa Rosada o en Olivos.


Es necesario recordar ese dato para entender y valorar la importancia que tuvo el jueves pasado el lugar que ocupó el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, en la enorme mesa de gobernadores en donde había mandatarios más importantes en términos relativos y políticos que el chubutense.
Aunque dicen que hay un protocolo y un orden alfabético que lo habría puesto codo a codo con el Presidente, no es menos cierto que muchas veces eso no se respeta. Esta vez, Macri quiso dar una señal que tiene varios destinatarios y también múltiples lecturas. La que importa a los chubutenses de a pie es que el Presidente quiere que al nuevo gobernador de Chubut le vaya bien. Sabe que está arrancando una gestión de dos años con muchas dificultades económicas y financieras, y que encima tiene que reemplazar al irremplazable de Das Neves. Macri le hizo saber, sin decirlo abiertamente, que la larga mano del Estado nacional estará disponible para asistir a Chubut.

Claro que esto es política y no una reunión de amigos que se dispensan afecto incondicional. En política, los apoyos como los que Macri parece estar dispuesto a darle a Arcioni conllevan obligaciones. De ambas partes, pero obligaciones al fin.

Chubut deberá dar señales claras de que encarará las reformas que hagan falta para poner a la provincia nuevamente de pie. El Gobierno nacional no dará apoyo a cambio de nada, y ese es el gran desafío del novel gobernador: saber qué está dispuesto a entregar para que la Provincia pueda atravesar la acuciante crisis. Y qué no conceder, para defender a capa y espada la independencia y los intereses de los chubutenses.

El plan de Arcioni

El gobernador volvió satisfecho de la cumbre de gobernadores con el Presidente pero no tuvo empacho en aclarar que esto era solo un comienzo y que hay que mirar con mayor precisión qué impuestos se pretenden modificar con la reforma tributaria que impulsa la Casa Rosada. “De ninguna manera vamos a aceptar propuestas que afecten los derechos adquiridos por los trabajadores”, advirtió.


Arcioni quiere primero cuantificar para poder después recién sentarse a dialogar. Siempre durante la reciente campaña habló de la necesidad de impulsar una reforma impositiva y ahora no se va a desdecir. Está dispuesto a acompañar todas aquellas medidas que impliquen mayores incentivos para la inversión y la creación de empleos, pero de ninguna manera va a aceptar propuestas que afecten los derechos adquiridos por los trabajadores. “Necesitamos acciones que mejoren la calidad de vida de la gente y no medidas que la empeoren”, le dijo a sus allegados tras volver de Buenos Aires.

Hasta el fondo

La discusión de fondo, paradójicamente, es el fondo. Parece un juego de palabras pero no lo es: el eje que destrabará o complicará las relaciones entre Nación y las provincias es el famoso Fondo del Conurbano, un “invento” de la época en que gobernaba Carlos Saúl Menem y que se ideó para que a Eduardo Duhalde no se le incendiara la Provincia de Buenos Aires que gobernaba por aquel tiempo. La idea era que todos los años recibiera 650 millones de dólares extras por la pérdida relativa de coparticipación que había sufrido con una ley instrumentada en 1988. Aquella ley, de la que hemos escrito más de una vez en esta Columna del Domingo, perjudicó soberanamente a la Provincia de Buenos Aires pero, también, a Chubut. Para los bonaerenses hubo un “fondo de reparación” a mediados de los 90. Para los chubutenses, nunca hubo nada.  

Es cierto que aquel Fondo del Conurbano que salvó del incendio a varios gobernadores bonaerenses ahora quedó obsoleto. En vez de ser un resarcimiento, hace tiempo no es más que un tope a los ingresos de la mayor provincia del país.

Ahora, lo que Macri pretende para sostener a su espada política –y eficiente herramienta electoral-, la gobernadora María Eugenia Vidal, es devolverles a los bonaerenses parte de lo que perdieron en todos estos años. Vidal fue a la Corte Suprema para exigir una reparación que debían pagar todas las provincias, incluida Chubut. Para darle más plata a Vidal, el resto de los 23 distritos debía resignar fondos coparticipables.

La novedad, tras la reunión del jueves pasado, es que Vidal estaría dispuesta a retirar la demanda de la Corte si esos fondos para Buenos Aires aparecen de alguna otra forma. La idea es eliminar el tope de $ 650 millones para Buenos Aires y, además, disponer del 36% de la recaudación que no ingresaba a la masa coparticipable. Con el aumento, la masa coparticipable se incrementará en unos $ 230.000 millones y Buenos Aires pasaría a recibir, de un plumazo, $ 20.000 millones.

Hasta ahí, todo sería ganancia para Buenos Aires y nada para el resto. Por eso Macri pensó en pedirles a las provincias que cedan el 100% de la recaudación del Impuesto al Cheque –que hoy se coparticipa- para poder financiar a la ANSeS. Y a cambio, la Nación compensará a las provincias por las cifras que pudieran haber perdido producto de las dos medidas anteriores.

Cómo lo hará, es una incógnita. Se supone que como la masa coparticipable crecería, las provincias podrían empezar a percibir importantes aumentos de fondos coparticipables.

La única duda es qué hará Chubut con su reclamo por las enormes pérdidas causadas por el cambio del sistema de coparticipación de 1988. Das Neves había levantado la voz varias veces en este sentido, y hasta habló de un reclamo de 1.300 millones extras para compensar lo que perdió la provincia. Macri, en cambio, les pidió el jueves a todos los gobernadores que levanten los reclamos judiciales que muchas provincias tienen por temas similares.
Se viene un tiempo de negociación permanente, de tira y afloje, de toma y daca.

De la capacidad de los negociadores dependerá el futuro de Chubut. No es poca cosa la que tiene que resolver el gobernador Arcioni.#


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