Comodoro: la historia del cadete que terminó siendo gerente hotelero

José Rodríguez protagoniza una particular historia de esfuerzo laboral. Trabaja en el Comodoro Hotel desde 1991. Ingresó como cadete, pasó por múltiples puestos y desde el 2013 está a cargo de la gerencia. “Si lo hubiese planificado no hubiese salido de ésta manera”, le dijo a Jornada.

De cadete a gerente. José Rodríguez está al frente del Comodoro Hotel donde trabaja hace veintiséis años.
09 DIC 2017 - 21:07 | Actualizado

Por Ismael Tebes /@ismatebes

La vida parece estar hecha de oportunidades, pequeñas piezas del destino que a veces se terminan ensamblando. José Antonio Rodríguez (45) era un jóven recién egresado como técnico electromecánico en la ENET Nro 1cuando golpeó las vidriadas puertas del Comodoro Hotel, un clásico de la ciudad y por entonces, casi un paso obligado de los turistas y visitantes de la ciudad. “Me entrevistaron y entré como cadete. Estaba a cargo de las maletas, la atención del cliente y colaborar con distintas áreas del hotel. El cadete es como la “cara visible” para el pasajero”, rememora.

Una renuncia y la política de la empresa de “no buscar afuera” lo llevaron a su primer ascenso. Atendiendo al conmutador telefónico manual y empezando a convivir con las computadoras, incorporadas entonces al sistema de administración. Y su siguiente escalón, casi obligado, fue el de conserje donde Rodríguez tomó contacto con el movimiento interno y con el intenso “día a día” que demanda el rubro. “Cuando el hotel decidió certificar normas y cambiar su sistema de gestión en el 2002 se designaron jefes de área y referentes de cada sector. En ese momento pasé a ser Jefe de Recepción hasta el año 2013”.

La jubilación de Carlos Badano, entonces gerente, llevó a un nuevo proceso. “En el 2013 me convocaron a una reunión y me propusieron reemplazarlo. Yo suponía que se iba a traer a alguien de afuera pero también sabía que mis compañeros me veían preparado para el cargo. Badano, a quien considero mi mentor como el de muchos empleados del hotel, me acompañó durante un año en una oficina paralela; asesorándome y “cuidándome” hasta que decidió que estaba preparado. Recién ahí él viajó para radicarse en Bariloche”.
E
l Hotel Comodoro –de tres estrellas- tiene cincuenta y cinco años; 105 habitaciones, 220 camas y 42 empleados y colaboradores. Y una fórmula efectiva a la hora de devolver el esfuerzo y el interés de su personal. “Si lo hubiese planificado no hubiese salido de ésta manera. Yo me siento hoy por hoy, agradecido”.

“Todas las etapas me sirvieron –cuenta a Jornada-  ya que todas debieron suceder si o sí para que hoy esté en éste lugar. Todos los roles que cumplí internamente me han servido. Si hubiera llegado a la gerencia sin haber transitado los otros puestos, hoy estaría incompleto”. Durante sus veintiséis años en el hotel Comodoro, José Rodríguez evaluó alguna propuesta laboral relacionada con el petróleo pero decidió capitalizar siempre el conocimiento invertido.

Y respecto a las claves del trabajo hotelero reconoce que la evolución y la oferta de servicios es una constante. “La atención es fundamental. El cliente no deja de pedir cosas básicas como atención, limpieza, comodidad y se han sumado servicios como internet que antes no se solicitaban. Se pedía el televisor y hoy lo desplazó el wi-fi. El hotelero debe orientar y siempre resolver cosas”.

Del mismo modo, asume que los hoteles de la ciudad ofrecen diversas alternativas de acuerdo al precio, calidad y perfil del pasajero. “Creció muchísimo el rubro. Hay distintos tipos de alojamiento y suficiente oferta para el cliente, desde los viajantes hasta los que vienen a trabajar para una empresa o llegan a la ciudad por cuestiones de salud. Y todos encuentran lo que están buscando”.

Rodríguez cree en la confianza como motor a la hora de una búsqueda laboral. “En cada currículum que se entrega hay una esperanza de trabajo, una posibilidad de ser tenido en cuenta. En ese CV están los saberes y la experiencia, ya sea poca o mucha. Es un primer paso para cualquiera. En nuestra empresa son tenidos en cuenta todos los currículums, se leen y hay un departamento de RRHH muy consciente de eso. Cuando uno llega a un lugar, tiene expectativas aunque quizás al pasar la puerta se baje un poco la expectativa inicial.”, expresa el gerente.

“Yo no dejo de aprender. Hay situaciones que suceden interna o externamente que hacen que siempre haya que aprender e investigar. Los mismos clientes proponen nuevos desafíos. Tener internet por ejemplo implica saber configurar un aparato o responder a cualquier otra necesidad. Te obligan a estar siempre adelante y obviamente como empresa siempre estamos obligados a tener algo nuevo y estar a la altura de la circunstancias. Quedarse en el tiempo significa perder clientes”.

Rodríguez agradece a la familia Roqueta el respaldo para protagonizar ésta poco habitual historia de trabajo. “El Comodoro Hotel es mi segunda hogar. Conozco a todos mis compañeros y ellos también me conocen a mí. En mi familia a veces me critican el tiempo que paso acá pero yo creo que si no fuese por todo lo que le dediqué a mi trabajo, tampoco estaría acá. La entiendo como una devolución y lo hago gratamente. Atendiendo un cliente quizás fuera de horario o atendiendo alguna situación que se presenta. Cuando se extendió mi horario laboral siempre lo hice porque fui criado con esa idea, de que a los problemas hay que resolverlos y no evitarlos”.#

Las más leídas

De cadete a gerente. José Rodríguez está al frente del Comodoro Hotel donde trabaja hace veintiséis años.
09 DIC 2017 - 21:07

Por Ismael Tebes /@ismatebes

La vida parece estar hecha de oportunidades, pequeñas piezas del destino que a veces se terminan ensamblando. José Antonio Rodríguez (45) era un jóven recién egresado como técnico electromecánico en la ENET Nro 1cuando golpeó las vidriadas puertas del Comodoro Hotel, un clásico de la ciudad y por entonces, casi un paso obligado de los turistas y visitantes de la ciudad. “Me entrevistaron y entré como cadete. Estaba a cargo de las maletas, la atención del cliente y colaborar con distintas áreas del hotel. El cadete es como la “cara visible” para el pasajero”, rememora.

Una renuncia y la política de la empresa de “no buscar afuera” lo llevaron a su primer ascenso. Atendiendo al conmutador telefónico manual y empezando a convivir con las computadoras, incorporadas entonces al sistema de administración. Y su siguiente escalón, casi obligado, fue el de conserje donde Rodríguez tomó contacto con el movimiento interno y con el intenso “día a día” que demanda el rubro. “Cuando el hotel decidió certificar normas y cambiar su sistema de gestión en el 2002 se designaron jefes de área y referentes de cada sector. En ese momento pasé a ser Jefe de Recepción hasta el año 2013”.

La jubilación de Carlos Badano, entonces gerente, llevó a un nuevo proceso. “En el 2013 me convocaron a una reunión y me propusieron reemplazarlo. Yo suponía que se iba a traer a alguien de afuera pero también sabía que mis compañeros me veían preparado para el cargo. Badano, a quien considero mi mentor como el de muchos empleados del hotel, me acompañó durante un año en una oficina paralela; asesorándome y “cuidándome” hasta que decidió que estaba preparado. Recién ahí él viajó para radicarse en Bariloche”.
E
l Hotel Comodoro –de tres estrellas- tiene cincuenta y cinco años; 105 habitaciones, 220 camas y 42 empleados y colaboradores. Y una fórmula efectiva a la hora de devolver el esfuerzo y el interés de su personal. “Si lo hubiese planificado no hubiese salido de ésta manera. Yo me siento hoy por hoy, agradecido”.

“Todas las etapas me sirvieron –cuenta a Jornada-  ya que todas debieron suceder si o sí para que hoy esté en éste lugar. Todos los roles que cumplí internamente me han servido. Si hubiera llegado a la gerencia sin haber transitado los otros puestos, hoy estaría incompleto”. Durante sus veintiséis años en el hotel Comodoro, José Rodríguez evaluó alguna propuesta laboral relacionada con el petróleo pero decidió capitalizar siempre el conocimiento invertido.

Y respecto a las claves del trabajo hotelero reconoce que la evolución y la oferta de servicios es una constante. “La atención es fundamental. El cliente no deja de pedir cosas básicas como atención, limpieza, comodidad y se han sumado servicios como internet que antes no se solicitaban. Se pedía el televisor y hoy lo desplazó el wi-fi. El hotelero debe orientar y siempre resolver cosas”.

Del mismo modo, asume que los hoteles de la ciudad ofrecen diversas alternativas de acuerdo al precio, calidad y perfil del pasajero. “Creció muchísimo el rubro. Hay distintos tipos de alojamiento y suficiente oferta para el cliente, desde los viajantes hasta los que vienen a trabajar para una empresa o llegan a la ciudad por cuestiones de salud. Y todos encuentran lo que están buscando”.

Rodríguez cree en la confianza como motor a la hora de una búsqueda laboral. “En cada currículum que se entrega hay una esperanza de trabajo, una posibilidad de ser tenido en cuenta. En ese CV están los saberes y la experiencia, ya sea poca o mucha. Es un primer paso para cualquiera. En nuestra empresa son tenidos en cuenta todos los currículums, se leen y hay un departamento de RRHH muy consciente de eso. Cuando uno llega a un lugar, tiene expectativas aunque quizás al pasar la puerta se baje un poco la expectativa inicial.”, expresa el gerente.

“Yo no dejo de aprender. Hay situaciones que suceden interna o externamente que hacen que siempre haya que aprender e investigar. Los mismos clientes proponen nuevos desafíos. Tener internet por ejemplo implica saber configurar un aparato o responder a cualquier otra necesidad. Te obligan a estar siempre adelante y obviamente como empresa siempre estamos obligados a tener algo nuevo y estar a la altura de la circunstancias. Quedarse en el tiempo significa perder clientes”.

Rodríguez agradece a la familia Roqueta el respaldo para protagonizar ésta poco habitual historia de trabajo. “El Comodoro Hotel es mi segunda hogar. Conozco a todos mis compañeros y ellos también me conocen a mí. En mi familia a veces me critican el tiempo que paso acá pero yo creo que si no fuese por todo lo que le dediqué a mi trabajo, tampoco estaría acá. La entiendo como una devolución y lo hago gratamente. Atendiendo un cliente quizás fuera de horario o atendiendo alguna situación que se presenta. Cuando se extendió mi horario laboral siempre lo hice porque fui criado con esa idea, de que a los problemas hay que resolverlos y no evitarlos”.#


NOTICIAS RELACIONADAS